‘Trabajadores de la nación’ a las puertas de la muerte: el caso de los trabajadores de saneamiento en Jordania
De 2015 a 2019, el número de muertes aumentó y alcanzó a 10 trabajadores jordanos y a un trabajador de otra nacionalidad árabe.
De 2015 a 2019, el número de muertes aumentó y alcanzó a 10 trabajadores jordanos y a un trabajador de otra nacionalidad árabe.
El 19 de junio de 2021, un día después de las elecciones presidenciales en la República Islámica de Irán, comenzó una ola de huelgas laborales. Su fin fue exigir salarios más altos, estabilidad laboral y mejores condiciones de seguridad y salud en las industrias del petróleo, el gas y la petroquímica iraníes.
Al igual que la crisis económica, los brotes de enfermedades afectan a mujeres y hombres de manera diferente, y las pandemias agravan las desigualdades sociales y de género existentes. Los efectos de género del COVID-19 en las mujeres se debaten en difrentes términos: pérdida de empleo, ingresos y movilidad, aumento de las demandas sobre el trabajo doméstico de las mujeres y la carga de tiempo para los niños que educan en casa y el cuidado de los enfermos y los ancianos, la violencia doméstica crece a medida que aumentan las órdenes del aislamiento, expulsiones de refugiadas o migrantes y vulnerabilidad al virus en sectores feminizados como la salud, la escolarización, la industria alimentaria y otros sectores de primera línea o esenciales. Estos impactos se extienden a la región de Medio Oriente y África del Norte (MENA), pero dicha región tiene varias características distintivas.
En los últimos meses, se escribieron varios artículos sobre el aumento significativo en la tasa de participación de la fuerza laboral (TPFL) de las mujeres saudíes, pasando de un 17,7 por ciento en el segundo trimestre de 2016 al 33,2 por ciento en el cuarto trimestre de 2020.
Líbano ganó la atención de todos los boletines informativos mundiales desde la explosión que devastó su capital, Beirut, hace casi un año. Este fenómeno profundizó el camino hacia una crisis económica sin precedentes en la historia del Estado moderno.
Hay algo peor que el trabajo agotador que Muhammad Hourani hace durante 11 horas por día. Es que se verá interrumpido por semanas debido al aislamiento total impuesto por Turquía como medida preventiva contra el virus COVID-19 entre el 29 de abril y el 17 de mayo.
En los últimos años, Libia apareció en las portadas de medios de comunicación internacionales con historias de migración, terrorismo e inestabilidad política. El derrocamiento de Gadafi y la convocatoria de las primeras elecciones en 50 años dieron esperanzas a todos aquellos que deseaban una nueva era.
La escala del sufrimiento humano experimentado durante la pandemia es dolorosa y calamitosa en todos los niveles. Como ocurre con la mayoría de las crisis, las mujeres se vieron sometidas a penurias exacerbadas debido a las desigualdades de género existentes en el lugar de trabajo.
Desde el lado de la mesa de negociaciones de los activistas laborales, el aumento del 15% propuesto por el gobierno y respaldado por los empleadores, fue magro comparado con la salvaje inflación que durante años ha socavado sustancialmente el poder adquisitivo de los trabajadores.
Cuando comencé mis estudios de grado a mediados de la década de 2000, muchas historias sociales y culturales excelentes del período Reza Shah (1921-41) se estaban publicando, incluidas obras de Camron Amin, Touraj Atabaki, Stephanie Cronin, Afshin Marashi y Cyrus Schayegh, para nombrar algunos. Entonces supe que estaba interesado en escribir una historia social o cultural del final del período Qajar y el comienzo del Pahlavi, pero no estaba seguro exactamente sobre qué quería escribir en mi disertación. Cuando comencé a leer la prensa iraní de la época más extensamente, me llamó la atención que había cientos de artículos sobre el Ferrocarril Transiraní, el primer ferrocarril de larga distancia de Irán completado por el Estado de Pahlavi bajo supervisión danesa en 1938. Mientras que todos los artículos elogiaban el proyecto como una manifestación del progreso nacional bajo Reza Shah, no decían nada sobre lo que este enorme proyecto de infraestructura significaba para varios grupos como los trabajadores (Atabaki), las tribus (Cronin) y la clase media ( Schayegh), que otros historiadores estudiaron. Habiendo descubierto que no había ningún estudio en profundidad sobre el proyecto ferroviario, pensé que sería una gran manera de conectar varias historias sociales y culturales del Irán moderno que tienden a ser narradas de manera discreta.