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El Interprete Digital

El negocio del contrabando en Libia

Por Mattia Serra para Jadaliyya

Campamento de refugiados en Túnez. [Naciones Unidas/Creative Commons]

En los últimos años, Libia apareció en las portadas de medios de comunicación internacionales con historias de migración, terrorismo e inestabilidad política. El derrocamiento de Gadafi y la convocatoria de las primeras elecciones en 50 años dieron esperanzas a todos aquellos que deseaban una nueva era.

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Una década después, el país es el campo de batalla de una guerra civil cuyo desenlace aún es difícil de predecir. Con un sistema político quebrado, Libia cayó en un atolladero de violencia e ilegalidad. Aprovechando esta inestabilidad, las redes criminales transnacionales lo ubicaron en el centro de varios flujos ilegales, impactando directamente en el resto del norte de África y en varios países de la cuenca Mediterránea.

Aparte del tráfico de migrantes, un tema que monopolizó la formulación de políticas europeas en la región, estas redes transnacionales emergentes recibieron poca atención por parte de los actores políticos internacionales. Este artículo, aunque no pretende ser exhaustivo, tiene como objetivo presentar al lector el tema y arrojar luz sobre la complejidad del mosaico libio.

Nuevas dinámicas de contrabando

La evolución de la dinámica del contrabando de Libia se vio significativamente influida por la caída del régimen de Gadafi y el consiguiente colapso del sector de la seguridad. Caracterizado por instituciones débiles, el Estado se derrumbó tras la intervención de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en 2011. 

Originalmente pensada como una operación de zona de exclusión aérea, la intervención finalmente devino en un cambio de régimen. Con la muerte de Gadafi, el gobierno de transición se encontró incapaz de controlar todo el territorio nacional. Dividido en líneas geográficas, políticas y comunales, Libia se convirtió en una zona fértil para la expansión de los grupos armados, que desde entonces ocupan un lugar clave en el escenario político.

La fragilidad del proceso constitucional y la fragmentación persistente llevaron finalmente al estallido de una segunda guerra civil en 2014. Aunque las facciones —en enfrentamiento— acordaron recientemente un alto al fuego, la resolución del estancamiento político no necesariamente va a resolver los problemas socioeconómicos de larga data. 

Una década de crisis dañó gravemente la economía nacional, contribuyendo al florecimiento de un sector de contrabando en múltiples niveles.

En la era de Gadafi, este flagelo involucraba principalmente bienes subsidiados, como combustible y harina, que las comunidades periféricas de los países vecinos podían vender fácilmente. En zonas como Fezzan el régimen toleraba esta economía ilícita porque creaba empleo, reduciendo los riesgos de una oposición política activa.

Otros flujos ilegales normalmente eran organizados por familias o tribus cercanas a Gadafi y, como tales, estaban directamente bajo el control del régimen. [1] Con la caída de éste, el contrabando ‘centralizado’ terminó y, desde entonces, el sector ilícito de la economía libia creció considerablemente. 

Además del contrabando constante de bienes subvencionados, las ventas ilegales de armas y drogas alcanzaron dimensiones notables en la última década. Las razones detrás de su expansión son diversas. En los meses posteriores a la guerra civil de 2011, el aumento del contrabando de armas dependió principalmente del hecho de que las milicias se habían apoderado del control de las existencias nacionales. 

Las armas comenzaron a circular sin control dentro de todo el territorio y hacia sus vecinos, alimentando la inseguridad en el norte de Malí, Níger y Túnez. Sin embargo, estos equipamientos muchas veces llegaban lejos del país, por ejemplo, a través del este de Egipto, rifles y misiles portátiles llegaron al Sinaí y Gaza, mientras que hasta 2014, las versiones ligeras se pasaban de contrabando a la oposición siria. [2]

A medida que el conflicto estalló, la demanda de armas ligeras y municiones aumentó de manera constante. En los últimos años, parece que esta creciente demanda solo se satisface parcialmente por la oferta existente. [3] 

A diferencia del comercio de armas, el crecimiento del contrabando de estupefacientes está más relacionado con las dimensiones regionales del fenómeno. Hasta la caída del régimen, Libia representó un punto de tránsito para pequeños flujos de drogas, principalmente cannabis, en la ruta hacia Europa y Egipto. Desde 2011, la dinámica del narcotráfico evolucionó radicalmente, viendo la expansión de ciertos flujos, la creación de diferentes rutas y la participación de nuevos actores. [4]

En los primeros años posteriores al levantamiento, Libia se convirtió en un punto de tránsito para un nuevo flujo de cocaína que llegaba a la costa desde el suroeste del país. Este movimiento, transportado en grandes cantidades por convoyes fuertemente vigilados o en pequeñas cantidades por migrantes en su camino a Libia, alcanzó grandes dimensiones hasta que la inseguridad en Malí y Níger hizo que la ruta fuera demasiado peligrosa para el contrabando. [5]

Además del cannabis y la cocaína, Libia experimentó una pequeña reactivación de la heroína y una expansión significativa de los medicamentos farmacéuticos de contrabando. En los últimos años, analgésicos recetados —como Tramadol y Clonazepam— inundaron el mercado de drogas nacional. Ahora son comprados regularmente por un gran segmento de la sociedad, desde jóvenes de clase media en ciudades costeras hasta milicianos que luchan en el frente. [6] El tráfico de drogas, que a menudo se superpone con otros flujos ilegales, sigue constituyendo una parte esencial de la economía ilícita del país.

En comparación con la era Gadafi, el contrabando en la Libia posrevolucionaria se caracteriza por una feroz competencia por las rutas. La inyección de armas en la arena política empujó a los traficantes a armarse, haciendo esta actividad más arriesgada y sacando del negocio a algunos de los viejos actores. Además, la circulación descontrolada de este tipo de equipamiento provocó la expansión de las redes de seguridad privada, que fueron fundamentales para la supervivencia de los contrabandistas independientes en el negocio.

Los factores mencionados anteriormente, junto con la fragmentación política proporcionaron a los grandes grupos armados el entorno perfecto para participar en el negocio del contrabando. Para estas milicias, esta metodología ilegal representa una forma de sacar provecho del control militar de extensiones de territorio, manteniendo la popularidad local que a menudo es la base de su poder.

Las milicias obtienen ingresos controlando directamente ciertos flujos o imponiendo impuestos a las mercancías que pasan por sus territorios. Su participación en el contrabando facilitó el desarrollo de redes transnacionales más complejas, pero también contribuyó a un aumento de la violencia callejera. Ya en 2013, el Panel de Expertos de la ONU sobre Libia subrayó que el control de las rutas de tráfico se había vuelto necesario para la supervivencia de los grupos armados. [8]

Desde entonces, el control de los flujos de contrabando produjo conflictos localizados en todo el país, a menudo exacerbando rivalidades políticas preexistentes. Los intentos estatales de reprimir el fenómeno generaron una dinámica particular por la cual ciertos grupos armados, previamente involucrados en actividades ilícitas, comenzaron a colaborar en operaciones contra el contrabando para ganar legitimidad política. [9] Es probable que esta volatilidad siga siendo un desafío para cualquier futuro gobierno libio.

El ida y vuelta hacia Europa

En julio de 2018, una inspección de la corbeta italiana ‘Caprera’ por parte de las autoridades portuarias de Brindisi reveló la presencia de unos 700.000 cigarrillos y varias cajas de Cialis a bordo, comprados por marineros en libia y destinados a ser vendidos ilegalmente en Italia.

Estacionado en Trípoli durante varios meses, la tripulación de este buque de guerra formaba parte de la fuerza desplegada por el gobierno italiano en el oeste de Libia.  Su objetivo era entrenar a los guardacostas del GNA —Gobierno de Acuerdo Nacional— y evitar la navegación de migrantes a Europa.

Previendo el beneficio potencial de este negocio, los marineros explotaron sus contactos locales para comprar cigarrillos y medicinas, supuestamente usando el fondo de contingencia de su unidad para pagar a los comerciantes e intermediarios. Por sorprendente que pueda resultar este episodio, el hecho de que un grupo militar europeo intentara contrabandear es solo una prueba más de la amplia dinámica de este flagelo en Libia.

El colapso de la seguridad permitió a los actores internacionales afianzarse en el país y aprovechar su inestabilidad. Para el crimen organizado europeo, la Libia posterior a Gadafi constituye un gran mercado para el comercio de armas, así como un almacén de mercancías legales e ilegales para importar a Europa.

El alcance de la conexión entre las organizaciones criminales europeas y las milicias es difícil de evaluar, pero está claro que su agencia contribuyó a dar forma al sector libio de la trata.

Uno de los ejemplos más evidentes de las capacidades de estas redes transnacionales se da en la venta ilegal de combustible. Esta conectaba la refinería de Zawiya con los mercados europeos a través de Malta y el sur de Italia. Basada en una alianza entre el contrabandista Fahmi Bin Khalifa y el jefe de la Guardia Costera de Zawiya, la red transportó combustible hacia la ciudad costera de Zuwara. Allí, por tierra iba a Túnez y por mar a aguas de Malta, donde se descargaba en una flota de pequeños barcos que la llevaban a tierra.

Desde Malta, el combustible de contrabando llegó a Italia, España y Francia. La detención de Bin Khalifa y otros miembros de la red en 2017 provocó una involución del fenómeno, que desde entonces cambió tanto en los métodos como en los actores involucrados. [11] Sin embargo, su complejidad y extensión revelaron las capacidades de las redes transnacionales de contrabando con base en Libia.

Además del combustible, armas y narcóticos son los productos que se transportan con mayor frecuencia hacia y desde Europa. La cocaína y el cannabis llegan al sur del viejo continente desde los puertos libios. [12] Por otro lado, las instalaciones italianas, griegas y maltesas a menudo sirven como punto de referencia para el tráfico de medicamentos recetados de la India que llegan desde Libia. [13]

De manera similar, el sur de Europa está particularmente presente en la dinámica del tráfico de armas en Libia. Por ejemplo, en el verano de 2017, unos meses antes de la conquista de Bengasi por parte de HAF —Jalifa Haftar—, el Consejo Shura que controlaba la ciudad utilizó una amplia gama de conexiones para comprar equipamiento militar. Uno de los intermediarios que suministró minas y lanzacohetes fue un empresario de yates italianos que, tras la quiebra de su empresa, huyó a Libia y utilizó los restos de su flota para contrabandear armas a Bengasi. [14]

Abdurraouf Eshati, un libio arrestado en Reino Unido en noviembre de 2014, estableció una red de contrabando más sofisticada. Al estar en contacto con intermediarios en Zintani, se desempeñó como intermediario en un negocio que incluía a egipcios e italianos y cuyo agente principal era un traficante de armas europeo, el cual, había estado involucrado en otros conflictos como el de Balcanes en la década de 1990. [15]

En estos y muchos otros casos, Libia proporcionó un mercado de armas en plena expansión. Especialmente, a una clase transnacional de traficantes e intermediarios con sede en el sur de Europa y el Mediterráneo Oriental. Los rifles de fabricación soviética, pistolas de fogueo modificadas y munición casera contribuyen a la oferta y demanda de productos adquiridos por milicias y ciudadanos en Libia.

Conclusiones

La evolución del contrabando en Libia desde 2011 es una historia profundamente relacionada con el fracaso de la reconstrucción posterior a Gadafi. El intento de incorporar milicias al Estado chocó con la continuidad de sus cadenas de mando. En gran parte independientes, estos grupos asumieron una posición particular frente a las estructuras estatales, al mismo tiempo dentro y fuera de ellas. Con el sector de seguridad basado en gran medida en esta ambigüedad, no es sorprendente que la línea que separa a los contrabandistas del aparato contra este crimen sea a menudo borrosa.

Además, en muchas áreas, el sector de la trata emergió como un sustituto de la economía formal, representando el único alivio para una población civil golpeada. En palabras de un profesor libio entrevistado por International Crisis Group, “el contrabando aquí es un trabajo, un crimen”. [16]

El nuevo gobierno interno tendrá que abordar el problema al mismo tiempo que la reunificación política del país. Sin embargo, es probable que el sector contrabando, junto con sus consecuencias sociales y económicas, continúe abrumando a Libia en los años venideros.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital].

Mattia Serra es Magíster en Estudios de Medio Oriente en la Universidad de Leiden. Sus intereses intelectuales giran en torno al impacto de la economía ilícita o informal en la región.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Jadaliyya el 8 de abril de 2021. 

Referencias

[1] Mark Shaw y Fiona Mangan, “Illicit Trafficking and Libya’s Transition: Profits and Losses”, United States Institute of Peace. Reporte N°96, Febrero 2014, p. 7-8

[2] Reporte del Panel de Expertos de Naciones Unidas para Libia (2013), p. 33-35, (2014), p.41-43, y (2015), p. 47-48.

[3] Mark Micallef, Raouf Farrah, Alexander Bish y Victor Tanner, “After the Storm: Organized crime across the Sahel-Sahara following unpheavel in Libya and Mali”, Global Initiative Against Organized Crime (2019), p. 53-55.

[4] Para un mayor entendimiento de la evolución del contrabando de drogas en Libia después de 2011: Fiona Mangan, “Illicit Drug Trafficking in Lybia”, United States Institute of Peace. Reporte N°161 (Mayo, 2020).

[5] Mark Micallef, “Shifting sands: Libya’s changing drug trafficking dynamics on the coastal and desert borders”, European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction (2019), p. 23-25.

[6] Fiona Mangan, “Illicit Drug Trafficking”, p. 12-13 and 18-23.

[7] Mark Shaw and Fiona Mangan, “Illicit Trafficking”, p. 17-19.

[8] Reporte del Panel de Expertos de Naciones Unidas para Libia (2013), p.11

[9] Observa el ejemplo del caso de la Brigada Anas Al Dabbashi en Sabratha: Tim Eaton, “Libya’s War Economy: Predation, Profiteering and State Weakness”, Chatham House (Abril 2018), p. 12-13.

[10] Patrick Kingsley and Sara Creta. “The Ship That Stopped 7,000 Migrants, and Smuggled 700,000 Cigarettes”, The New York Times (Septiembre. 28, 2020). Retrievable at: https://www.nytimes.com/2020/09/28/world/europe/italy-warship-migrants-libya-cigarettes-smuggling.html 

[11] Reporte del Panel de Expertos de Naciones Unidas para Libia (2018), p. 38-45.

[12] Mark Micallef, “Shifting sands” p. 13-17; Fiona Mangan, “Illicit Drug Trafficking”, p. 8-13.

[13] Italian, Greek, and Maltese coast guards regularly seize cargoes of painkillers en route to Libia. See for example: “Sequestrato carico di ‘droga del combattente’” Corriere della Sera (Noviembre 4, 2017). Retrievable at:  https://www.corriere.it/cronache/17_novembre_03/gioia-tauro-sequestrato-carico-droga-combattente-traffico-gestito-isis-bc235e58-c06a-11e7-8b75-0df914d10fe2.shtml 

[14] “Libia. Terrorismo e traffico d’armi, Ros arresta imprenditore italiano” Rai News 24 (Diciembre, 1, 2019). Retrievable at: https://www.rainews.it/dl/rainews/articoli/libia-terrorismo-e-traffico-armi-ros-arresta-imprenditore-bolognese-7638feaf-a897-412a-931b-458a56c8362a.html?refresh_ce 

[15] Reporte del Panel de Expertos de Naciones Unidas para Libia (2016), p. 30-31. Ver: “Libia, estradato in Italia Franco Giorgi, intermediario accusato di traffico d’armi.” Il Fatto Quotidiano (April 1, 2019). Retrievable at: https://www.ilfattoquotidiano.it/2019/04/01/libia-bonafede-tripoli-rimanda-in-italia-il-trafficante-darmi-franco-giorgi/5078019/ 

[16] International Crisis Group, “How Libya’s Fezzan Became Europe’s New Border” (Julio, 31, 2017), p. 5.