Por Bettina Gräf para New Lines Magazine.
No importaba dónde te encontraras en la década de 1990, siempre había libros y cintas de sus sermones, ya fuera en Egipto, Siria, incluso Yemen. Lo mismo acontece en Malasia, Nigeria, Sudáfrica y Sudán. Inclusive antes de la explosión de los medios digitales, Yusuf Al Qaradawi era uno de los eruditos musulmanes suníes contemporáneos más populares, conocido en todo el mundo.
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Nacido en 1926, falleció en septiembre a la edad de 96 años. A pesar de dejar atrás una comunidad de devotos de orden mundial, sus seguidores tienen dificultades para guardar luto en público en su país natal, Egipto. Esto se debe a que el jurista y pensador jurídico tenía estrechos vínculos con los Hermanos Musulmanes, proscritos como organización terrorista según la legislación egipcia vigente.
Al principio de mi carrera como estudiante del mundo musulmán contemporáneo, me quedó claro que ignorar a Qaradawi no era una opción. Sin embargo, conocer al prolífico escritor tampoco era fácil, especialmente si, como en mi caso, no procedes de un hogar de habla árabe o musulmán, sino de una familia casi atea de Alemania del Este, dado que en Alemania Oriental no se hablaba de los Hermanos Musulmanes ni de organizaciones similares. Como no eran antifascistas, ni amigos comunistas, ni uno de los pilares del sistema capitalista, resultaba difícil clasificarlos. De hecho, era difícil encasillar a un movimiento islámico antiimperialista, anticolonialista y de orientación sociopolítica en el ambiente de la Guerra Fría de la época. El movimiento en sí mismo tenía poco interés en Alemania Oriental, aunque el expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser era muy conocido y se le consideraba un aliado. Sólo cuando cayó el Muro de Berlín y dado que empecé a viajar esto cambió mi perspectiva. La dramática transformación del mapa geopolítico me ayudó a comprender que el islam y los movimientos islámicos habían tenido no poca importancia —política y de otra índole— para la mayoría de los egipcios, así como, por ejemplo, en Yemen del Sur, por mencionar otro antiguo Estado “hermano” de Alemania Oriental.
Qaradawi, de joven, fue miembro del movimiento de los Hermanos Musulmanes fundado en Egipto en 1928. Más tarde renunció a la militancia, pero siguió siendo una de sus principales figuras intelectuales y espirituales. Tras cumplir una condena en prisión durante una de las medidas represivas de Nasser contra el movimiento, a la edad de 35 años, Qaradawi abandonó El Cairo para irse a Doha, como hicieron también muchos de sus compañeros Hermanos (“Ikhwan”). Allí se instaló, se casó, tuvo cuatro hijos e incluso se convirtió en ciudadano qatarí. Fue allí donde comenzó su carrera como erudito de fama internacional y muftí de los medios de comunicación mundiales. En muchos aspectos, pensar a Qaradawi es clave para comprender el discurso y la lucha dentro del islam moderno actual.
Pude conocer de forma más profunda a Qaradawi y sus enseñanzas, incluso su teoría y práctica jurídica, sus sermones, sus fetuas y sus monografías cuando centré mi tesis doctoral en su uso de los nuevos medios de comunicación. Le visité en Doha a principios de la década de 2000, e inclusive hablé con él y con su equipo. Fue en esa misma época cuando expresó su apoyo a los atentados suicidas palestinos tras la segunda intifada contra Israel. Es más, esto complicó las cosas. De hecho, fue probablemente la parte más difícil de trabajar con él porque fue más allá de la mera defensa de los palestinos, utilizaba un lenguaje excepcionalmente duro contra los israelíes y los judíos, cosa que era inadmisible para mí persona. Este lenguaje contrastaba con muchas de sus otras opiniones, que a menudo eran equilibradas.
Es más, Qaradawi en los medios de comunicación estadounidenses y europeos, fue conocido como un “islamista de línea dura”, principalmente por sus posturas sobre la homosexualidad y la subordinación de las mujeres, así como por su apoyo a los ataques suicidas palestinos. A menudo se le menciona al mismo tiempo que a Al Qaeda y al terrorismo islamista. Mi objetivo nunca fue negar posturas suyas, sino contextualizarlas y comprenderlas lo más detalladamente posible. Ejemplo de ello fueron sus enfoques sobre Palestina durante la segunda intifada. Obviamente, apoyó a los palestinos que, en su opinión, no tenían otros medios para defenderse de los poderosos agresores. Al mismo tiempo, al legitimar estos actos violentos, socavó los valores que de otro modo propagaba. Su rechazo a los atentados terroristas del 11-S y a Al Qaeda en general pasó desapercibido. Aunque finalmente retiró su apoyo a los atentados suicidas en Palestina en 2016, el violento lenguaje se mantuvo y el conflicto en curso no parece estar más cerca de una solución.
Qaradawi estudió en la Universidad de Al Azhar de El Cairo y escribió más de 100 libros e innumerables artículos en revistas, dirigiéndose al menos a tres grupos diferentes de personas: eruditos de la ley islámica, activistas que buscan la reforma de la sociedad contemporánea y a un público más amplio, más allá de los círculos de intelectuales y activistas.
Al principio, participó en debates sobre la jurisprudencia islámica. Los escritos del jurista estaban dedicados a la protección del modo de vida islámico, a la reforma del pensamiento y a la práctica jurídica islámica. Sus principales preocupaciones eran la economía moral y política moderna en el islam, especialmente el zakat (limosna), el rol de la mujer en la sociedad, la educación y la crianza de los niños. También se interesó por el arte y el entretenimiento, los efectos del colonialismo, la cuestión de Palestina, el secularismo y las minorías, es decir, los no musulmanes en las sociedades musulmanas y los musulmanes en las sociedades no musulmanas.
Qaradawi pensaba que la renovación de la ley islámica era la mejor manera de afrontar los variados retos contemporáneos. Varios principios de la toma de decisiones legales son relevantes en este contexto, siendo los dos más importantes la comprensión de las realidades locales de la vida cotidiana y la tarea de facilitar la vida de los musulmanes sin crear masa de restricciones.
En sus obras, trató las nociones de renovación, el islam como solución a los problemas modernos y la ‘facilidad’ en la práctica de la fe, así como los conceptos recién acuñados de moderación y búsqueda del camino medio (wasatiyya, en árabe). Como jurista y erudito, Qaradawi actuó como enlace entre los primeros propagandistas y reformistas del pensamiento islámico moderno de principios del siglo XX y los intelectuales islámicos suníes tras la fundación de Israel en 1948, conocida como la Nakba (catástrofe) por los palestinos que tuvieron que abandonar sus hogares por miles.
Su primer libro, y todavía el más popular, fue Lo permitido y lo prohibido en el islam (1960), escrito para un público general. Una colección de cuatro volúmenes de sus fetuas y su autobiografía en cuatro volúmenes también fueron éxitos de ventas. Conjuntamente, escribió libros sobre el despertar islámico (1982), el secularismo en Turquía y Túnez como problema (2001) y estudios sobre las intenciones universales de la sharía (2006). Sus tratados y ensayos fueron compuestos en su mayoría como partes de diversas series. De sus libros, solo unos pocos fueron traducidos al inglés. Escribía en árabe clásico y hablaba en dialecto egipcio. No leía ni entendía ninguna otra lengua.
En cuanto a su activismo, se le consideraba uno de los defensores del llamado Despertar Islámico (“al sahwa al islamiyya”) en la década de 1970, tras la derrota de los Estados árabes en la llamada Guerra de los Seis Días contra Israel en 1967. Para Qaradawi y sus compañeros y seguidores, el “Despertar” significaba oponerse al salafismo ultraconservador, por un lado, y al secularismo, por otro. Promoviendo el “camino del medio”, adoptó una posición entre ambos extremos, sin defender una interpretación literal de las fuentes sagradas —como hacen los salafistas— ni aprobar el repliegue de la religión a la esfera privada en el curso de la modernización.
Qaradawi también luchó contra la instrumentalización del islam por parte de varios Estados. Escribió para la comunidad musulmana mundial, aunque muchos lo consideraron a él y a sus proximidades con la Hermandad como parte de una ideología política que instrumentaliza la religión misma. Aunque se consideraba independiente de las instituciones de cualquier Estado y de los partidos políticos, sus múltiples vínculos con la familia gobernante de Qatar ponían en duda su independencia del Estado. De hecho, Qaradawi y su red fundaron sus propias instituciones: el Consejo Europeo de Fatwa e Investigación en 1997 y la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes en 2004.
Sin embargo, Qaradawi no se basó exclusivamente en las formas de comunicación académica, como los sermones en las mezquitas, las fetuas cara a cara, los libros y la enseñanza. También utilizó varios tipos de medios de comunicación para difundir su mensaje. Una audiencia mundial de millones de personas lo veía en televisión en el programa Sharia and Life (Vida y jurisprudencia) emitido semanalmente todos los domingos en Al Jazeera desde 1996, durante el cual explicaba su interpretación de la normatividad islámica en términos sencillos.
Qaradawi fue uno de los pocos eruditos de su generación que puso de relieve públicamente el discurso jurídico islámico. Siempre participó abiertamente en los debates y utilizó los medios digitales e Internet, aunque se volvió mucho más silencioso tras el abrupto final de la revolución en Egipto en 2013, poniendo fin a un proceso que se había iniciado en 2011 como parte de las revoluciones árabes más amplias con Qaradawi como uno de sus firmes partidarios. Su amplia exposición en diversos medios de comunicación, incluido YouTube, facilitó la amplia y rápida difusión de sus textos y fetuas. No en vano fue objeto de tanta controversia en dichos medios.
Sus escritos evolucionaron con el tiempo y él examinó su opinión sobre ciertos temas. Por ejemplo, sobre la participación de las mujeres en la vida social y política, la democracia y el pluralismo político. Sin embargo, como reformador legal, consideraba que su deber era interpretar los textos existentes del Corán y la Sunna en lugar de inventar nuevas normas. Lo que ofreció fue el desarrollo de una doctrina islámica flexible orientada a la vida de los musulmanes. Esto significaba que los eruditos, insistiendo en que debían ser eruditos, no sólo debían conocer el Corán y sus interpretaciones legales, sino también estudiar la vida moderna. Por ejemplo, buscando un diálogo con el público en general en lugar de tratar a sus miembros como infieles ignorantes, como hacen los intérpretes más radicales. Como escribió en 1998: “La doctrina debe adaptarse cuando cambian los tiempos, el lugar y las circunstancias de la gente”.
En septiembre de 2013, el programa de Qaradawi en Al Jazeera concluyó y él se retiró lentamente de la vida pública.
La muerte de Qaradawi se anunció en su cuenta oficial de Twitter. Bajo el hashtag de su nombre se pueden encontrar innumerables despedidas, invocaciones y condolencias a la familia y recuerdos de importantes experiencias y acontecimientos compartidos. De hecho, la lista de sus admiradores es larga. Lo que es evidente es que se trata de un club masculino, aunque él mismo apoyara a las mujeres desde su época universitaria. Por otro lado, la lista de sus oponentes igualmente es extensa. Suscitaba antagonismos, acusaciones y rechazo, especialmente por parte de los saudíes, que a menudo estaban en el bando contrario a Qatar en las agitaciones regionales de la última década.
La última vez que hablé con Qaradawi, nos deseó a mí y a mi familia una feliz Navidad. Lo recordaré como un erudito respetuoso con puntos de vista diferentes a los míos, socializado en otro tiempo y lugar cuando, entre otras cosas, la transmisión oral del conocimiento y la lucha contra el dominio colonial cristiano eran influyentes en Egipto. Muchas de las posiciones de Qaradawi pueden explicarse sobre esta base. Por ejemplo, su primer libro, publicado en 1960, comenzaba con esta introducción: “Las poblaciones de Occidente tiene una imagen muy distorsionada y antiestética del islam, y de su Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) y de sus seguidores, una imagen pintada por los misioneros cristianos y los representantes de las potencias imperialistas”.
En sus escritos, expresaba a menudo la idea, delineada en una recopilación de sus escritos publicada el día de su 80º cumpleaños, de que “la civilización occidental contemporánea es una civilización materialista sin alma […] somete a la tierra y hace que el ser humano se desmorone […] somete al hombre al placer y no le deja consumar su paz interior […] no es la civilización de Cristo, hijo de Maryam, sino del Anticristo”
Este ensayo forma parte de una serie sobre el legado de Yusuf al Qaradawi, un influyente clérigo con un heterogéneo legado de ser un erudito moderado que se separó de los tradicionalistas en muchas cuestiones modernas, pero que mantuvo opiniones extremas como los atentados suicidas y el antisemitismo. Lea sobre su legado aquí y aquí.
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Bettina Gräf es doctora en Estudios Islámicos por la Universidad Libre de Berlín. Es profesora titular en la Ludwig-Maximilians Universität München y pública sobre temas relacionados con los medios de comunicación y los estudios culturales árabes.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por New Lines Magazine el 25 de octubre de 2022.