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El Interprete Digital

La crisis política de Pakistán y los imperativos de la reforma económica

Por Arif Rafiq para Middle East Institute

Inundaciones en la provincia de Punjab, Pakistán. [Naciones Unidas/Creative Commons]

La volatilidad política durante los dos primeros meses de gobierno de la nueva coalición provocó una parálisis política. Pero esta parálisis comenzó a suavizarse, ya que el ejército dio señales de apoyo al gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue presionando para que se adopten medidas de austeridad. 

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Pakistán sigue sumido en la incertidumbre, ya que su transición política, inoportuna en un periodo de agitación económica nacional y mundial, aún no se consolida. 

La volatilidad política durante los dos primeros meses de gobierno de la nueva coalición provocó una parálisis política. Pero esta parálisis comenzó a suavizarse, ya que el ejército dio señales de apoyo al gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue presionando para que se adopten medidas de austeridad. 

El FMI dejó claro que sólo liberará el próximo tramo de 1.000 millones de dólares del Servicio Ampliado del Fondo de Pakistán, de 6.000 millones, si Islamabad sube los precios del combustible y la electricidad y adopta medidas enérgicas para reducir el déficit fiscal. Y la reanudación del programa del FMI es esencial para desbloquear la ayuda de otros socios bilaterales y multilaterales y evitar una crisis en la balanza de pagos. Por ello, la coalición liderada por la Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz) (LMP) comenzó finalmente a subir los precios de la energía.

Estas medidas aliviarán el doble problema de déficit de Pakistán, tanto el fiscal como el de la cuenta corriente, pero también se cobrarán un alto precio para el ciudadano pakistaní. La inflación, que alcanzó el 13,8% en mayo, podría aumentar hasta cerca del 20% y permanecer en los dos dígitos hasta el próximo año. Este será un verano doloroso para los pakistaníes, ya que se verán afectados por el aumento de los precios de la energía y los cortes de suministro eléctrico.

Es comprensible que la LMP desee que otros agentes de poder, incluido el ejército, compartan el peso político de la reforma económica. Shehbaz Sharif, Primer Ministro, pidió la adopción de una Carta de la Economía, un consenso nacional sobre la reforma económica.

La idea es consistente, pero políticamente inviable en estos momentos. Lo que es más importante es que los actuales gobiernos federal y provinciales de Pakistán vayan más allá de la lucha contra el fuego mismo e impulsen las reformas esenciales – incluyendo la agricultura, la energía y la gobernanza local – que son clave para garantizar la estabilidad política y económica del país y las perspectivas de crecimiento a largo plazo. De hecho, les interesa políticamente hacerlo.

La furiosa clase media de Pakistán

La élite del poder pakistaní debe reconocer que éste es un momento excepcional en la historia del país, un punto de inflexión tanto político como económico. Imran Khan, ex Primer Ministro pakistaní, en su día respaldado por el poderoso ejército y la agencia de Inteligencia Inter-servicios, se enfrenta al nuevo gobierno y a la cúpula del ejército. Khan no sólo cuenta con el apoyo de lo que podríamos llamar la “élite anti elitista”, sino también de gran parte de la clase media.

El 62% de las personas con educación secundaria completa o superior se declararon “enfadadas” por la destitución de Khan en una encuesta realizada en abril por Gallup Pakistán. Dado el extendido sentimiento antiestadounidense, las afirmaciones de Khan de que fue depuesto por una campaña estadounidense de “cambio de régimen” esto resonó en este grupo demográfico. Pero no es la única razón por la que le apoyan. Khan también está aprovechando su resentimiento por el statu quo.

En los últimos años, la clase media de Pakistán se vio muy afectada por el desempleo y la inflación. Según el Informe de Desarrollo Humano de Pakistán 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la tasa de crecimiento real de la renta per cápita de la clase media de Pakistán entre los ejercicios 2013-14 y 2018-19 fue inferior a la del resto de la población (1,2% frente al 1,8%). La tasa de desempleo de las personas con un título universitario o superior se disparó de menos del 5% en 2007-08 a más del 16% en 2018-19. Pakistán experimentó una expansión de la educación superior, pero sigue habiendo un desajuste entre los conjuntos de habilidades y las preferencias de los graduados universitarios y las demandas de los empleadores. A medida que el gobierno actual reduce los subsidios generales, sustituyéndolos por transferencias de efectivo dirigidas a los más pobres, la estabilización macroeconómica puede producirse en gran medida a expensas de la clase media. Y eso podría tener ramificaciones tanto políticas como geopolíticas.

Khan unificó las cuestiones de la inflación y la soberanía nacional alegando que el gobierno de Sharif teme incurrir en la ira de Washington si cumple un acuerdo que afirma haber hecho con Moscú para importar petróleo ruso con descuento. Señala que Nueva Delhi incrementó las importaciones de petróleo ruso y, como resultado, pudo evitar las subidas de los precios del combustible.

Un programa de reformas bien enfocado

El panorama es el siguiente. En primer lugar, la economía de Pakistán funciona, pero sólo para su élite. El crecimiento económico sostenido, rápido y equitativo sigue siendo difícil de alcanzar debido a las distorsiones políticas que sirven a su élite civil y militar.

El mencionado informe del PNUD, elaborado por un equipo de investigadores pakistaníes dirigido por el Dr. Hafiz Pasha, ofrece una deconstrucción excepcional de la economía política de Pakistán. En él, se evalúa que sólo en el ejercicio fiscal 2017-18, la élite empresarial, feudal y militar de Pakistán recibió el equivalente a 13.000 millones de dólares actuales en “beneficios y privilegios”, aproximadamente el 7% del PIB del país.

La reforma es un proceso a largo plazo. Pero Pakistán debe aprovechar este periodo de “shock” para redistribuir las asignaciones hacia la protección social e incentivar una mayor productividad. El retraso no es una opción. En los próximos años, los retos de Pakistán no harán más que agravarse debido al cambio climático y al rápido crecimiento de la población. Pakistán ya es uno de los 10 países más poblados del mundo y seguirá figurando entre esas columnas a medida que su población aumente en las próximas décadas.

Pakistán necesita un camino hacia un crecimiento económico sostenido, rápido y equitativo que incorpore al mercado laboral a su población en rápido crecimiento. Sin embargo, Pakistán es un importador neto de energía con una estrecha base de exportación. Los períodos de expansión económica fueron impulsados por el consumo y dependientes de las importaciones. Como resultado, la economía de Pakistán se recalienta una vez que el crecimiento supera la línea del 5-6%. Es vital que el gobierno actual dedique su energía y reasigne los recursos a facilitar el crecimiento de las exportaciones, mejorar la productividad agrícola y solucionar el déficit de producción nacional de combustible.

El sector agrícola de Pakistán creció a un ritmo medio inferior al 2% desde el ejercicio 2014-15. La disminución de la productividad agrícola, el rápido crecimiento de la población, el aumento del estrés hídrico y el empeoramiento de los efectos del cambio climático están agravando un problema de seguridad alimentaria ya grave. La industria agrícola también contribuye a los enormes retrasos de la industria eléctrica. Pakistán proporciona cientos de millones de dólares en subsidios anuales de energía eléctrica para los pozos tubulares agrícolas. Y los aceites comestibles están entre las principales importaciones de Pakistán.

Los experimentos políticos llevados a cabo en Pakistán en los últimos años identificaron soluciones a estos retos. Por ejemplo, condicionar la concesión de préstamos a bajo interés para la instalación de pozos tubulares solares al uso de sistemas de riego de alta eficiencia o permitir la medición neta puede promover la conservación del agua, reducir los costes de los insumos y ayudar a reducir la deuda del sector eléctrico.

Los gobiernos federal y provinciales de Pakistán también deberían incentivar la innovación en la industria de desarrollo de semillas del sector privado y la producción local de aceites comestibles.

Con las reservas nacionales de gas y petróleo en declive, la vulnerabilidad de Pakistán a las subidas de los precios mundiales de los combustibles aumentará. De ahí que, tiene que aumentar la exploración energética nacional, promover las energías renovables y evaluar la viabilidad de la producción de hidrógeno verde y amoníaco, especialmente en el sur de Baluchistán.

Por último, Pakistán debe reforzar la “última milla” de la gobernanza. Los políticos pakistaníes suelen alabar el modelo de gobernanza de China, pero pocos reconocen el rol de la descentralización del poder y la potenciación de los gobiernos locales en la historia del crecimiento chino.

Los políticos pakistaníes se unieron para devolver el poder a las provincias en virtud de la 18ª Enmienda. Sin embargo, la mayoría se mostró reacio a delegar el poder en los organismos locales elegidos, y algunos gobiernos provinciales retrasaron repetidamente las elecciones locales. Esto dejó a las grandes metrópolis, como Karachi, huérfanas en lo que respecta a la gobernanza local, y frenó su capacidad para crecer y desarrollar fuentes de ingresos independientes, incluso mediante la emisión de bonos.

La estabilidad política en Pakistán no puede garantizarse simplemente a través de acuerdos intra-élite realizados en Islamabad. También es necesario mejorar la última milla de la gobernanza y la capacidad de respuesta del Estado a las necesidades de los ciudadanos.

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Arif Rafiq es presidente de Vizier Consulting LLC, una empresa de asesoramiento sobre riesgos políticos centrada en Medio Oriente y el sur de Asia, y es académico no residente del Middle East Institute (MEI).

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 10 de junio de 2020.