Por Walid Al Nofal para Syria Direct
En la mayoría de las ciudades y pueblos de Daraa estallaron manifestaciones, acompañadas de pancartas contra el régimen. Los manifestantes se centraron en el deterioro de las condiciones de vida, pidieron la caída del régimen y la liberación de los detenidos de sus cárceles. Algunas ciudades de Daraa están en huelga general indefinida desde el domingo 20 de agosto.
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Las manifestaciones continuaron el jueves por octavo día consecutivo en las provincias meridionales sirias de Daraa y Suwayda. Durante más de una semana, los manifestantes denunciaron el deterioro de las condiciones de vida y pidieron la “caída del régimen” después de que Damasco subiera los precios del combustible el 15 de agosto por tercera vez este año.
Aunque las protestas actuales no son las primeras que se producen en Siria en respuesta a la recesión económica del país, parecen estar más extendidas que las anteriores: se extienden por la llanura de Houran, en Daraa, y Jabal al Druze, en Suwayda. El descontento también llegó a la costa siria, donde algunos activistas también expresaron su oposición al presidente Bashar al Assad.
La agencia oficial de noticias siria, SANA, no informó directamente sobre las protestas en curso en respuesta a las recientes medidas económicas adoptadas por Damasco.
El 15 de agosto, el mismo día en que el Ministerio de Comercio Interior y Protección del Consumidor emitió varias decisiones que subían los precios del combustible, Assad promulgó los Decretos Legislativos 11 y 12, que duplicaban los sueldos, salarios y pensiones del sector público. Para algunos, parecía como si el coste del aumento de los salarios se pagará con una mano y se recupera subiendo los precios del combustible con la otra.
El ministerio fijó el precio de un litro de gasóleo “mazot” subvencionado en 2.000 libras sirias (0,13 dólares según el tipo de cambio del mercado paralelo de 15,100 SYP por dólar en el momento de redactar este informe). El coste del mazot industrial subió a 8.000 SYP (0,52 $ Usd) por litro, y el del mazot no subvencionado a 11.550 SYP (0,76 $ Usd). (N.d.T.: mazut/mazot es un combustible pesado de baja calidad, utilizado en centrales eléctricas y aplicaciones similares).
La gasolina subvencionada de 90 octanos también subió a 8.000 SYP (0,52 $ Usd) por litro, y la gasolina premium de 95 octanos a 13.500 SYP (0,89 $ Usd) por litro: un aumento del 167% en las gasolineras, lo que desató el caos en los servicios de transporte de la capital siria al día siguiente de la subida de precios.
Para empeorar las cosas, inmediatamente después de las dos decisiones económicas, la libra siria cayó frente al dólar de 13.900 a 15.100 SYP.
El sur se enciende
Esta semana continuaron las protestas en las provincias meridionales de Siria. En Suwayda, de mayoría drusa, se registraron manifestaciones en 40 lugares diferentes, que se extendieron hasta el centro de la capital provincial el martes. La provincia también fue testigo de una huelga general sin precedentes el domingo y el lunes, en la que los manifestantes obligaron a cerrar las oficinas gubernamentales, bloquearon carreteras y reanudaron los cánticos a favor de la “marcha de Assad” que ya se escucharon en 2020. Ese año hubo una ronda previa de protestas en Suwayda en respuesta a la crisis económica del país.
La vecina provincia de Daraa, que vio manifestaciones ocasionales desde la firma de un acuerdo de resolución respaldado por Rusia entre las facciones de la oposición y el régimen en el verano de 2018, no perdió la oportunidad de renovar las protestas.
Las manifestaciones estallaron en la mayoría de las ciudades y pueblos de Daraa, acompañadas de pintadas contra el régimen. Los manifestantes se centraron en el deterioro de las condiciones de vida, pidiendo la caída del régimen y la liberación de los detenidos de sus cárceles. Algunas ciudades de Daraa están en huelga general indefinida desde el domingo 20 de agosto.
Fluctuaciones económicas
Las últimas decisiones económicas de Damasco repercutieron en los precios de la mayoría de los bienes y servicios básicos, incluido el precio del combustible en el mercado negro. Tras la subida del combustible, el coste de un litro de gasolina en el mercado negro aumentó de 10.000 a 18.000 SYP (de 0,66 a 1,19$ Usd), mientras que un litro de mazot subió de 8.000 a 15.000 SYP (de 0,53 a 0,99$ Usd).
El coste de los alimentos también aumentó al bajar el tipo de cambio de la libra. En la ciudad de Inkhil, al norte de Daraa, el precio del kilo de azúcar subió de 11.000 a 14.000 SYP (0,72 a 0,92 $), el litro de aceite vegetal de 23.000 a 30.000 SYP (1 $. 52 a 1,98 dólares) y un depósito de 16 litros de aceite de oliva de 800.000 a 1,2 millones de SYP (52,90 a 79,40 dólares), declaró a Syria Direct Abdulmajid al Ahmad (seudónimo), de 27 años, residente en la ciudad.
Con los precios en alza, es como si el aumento salarial nunca se hubiera producido. “No es una solución”, apuntó Al Ahmad. La pensión mensual de su padre, profesor jubilado, pasó de 110.000 SYP (7,25 $ Usd) a 220.000 SYP (14,50 $ Usd) tras el aumento del 15 de agosto. Pero “sólo alcanza para tres días”, explicó. “El coste de llenar un depósito de 30 barriles de agua potable asciende a 100.000 SYP [6,60 $ Usd]”, casi la mitad de la pensión mensual.
Las medidas económicas adoptadas este mes por Damasco indican “un importante estado de confusión en la política económica del régimen. El régimen contaba con el apoyo económico de los países árabes del Golfo, pero parece que no ha llegado” declaró a Syria Direct Karam Shaar, director del Programa sobre Siria del Observatorio de Redes Económicas y Políticas.
“El régimen es consciente de que levantar los subsidios de la manera y al nivel que ocurrió significa que el aumento salarial durará uno o dos meses, y que se evaporará debido al levantamiento de los subsidios al combustible, lo que repercute en otros bienes”, añadió Shaar. La industria alimentaria y otras “dependen del combustible, directa o indirectamente”.
Subir los salarios el mismo día que los precios del combustible probablemente pretendía “disminuir el grado de enfado en la calle, pero no funcionó porque mucha gente y expertos coinciden en que el salario duplicado no tiene ningún significado real”, expresó.
Manaf Quman, investigador económico del Centro de Estudios Omran, con sede en Turquía, indicó que “se supone que el salario se mide por la tasa de aumento de los precios de bienes y servicios”. Por ejemplo, el coste medio mensual de la vida para una familia siria de cinco miembros ronda los 6,5 millones de SYP (430 dólares) al mes, mientras que el mínimo necesario es de 4 millones de SYP (264 dólares). Algunas familias calculan que necesitan entre 150.000 y 250.000 SYP (9,90 y 16,50 $ Usd) al día para gastar en comida para una familia de cuatro miembros. En otras palabras, “el salario que un empleado se lleva a casa a final de mes se gasta en el mercado en un solo día”, explicó Quman.
“Quien quiera subir los sueldos y salarios tiene que garantizar la estabilidad de los índices de producción de bienes básicos, y el aumento de la masa monetaria debe ser expresión del crecimiento de la producción real para garantizar la estabilidad de los precios”, declaró a Syria Direct. “Nada de esto ha ocurrido en Siria en los últimos años. El régimen imprime billetes sin el menor valor. Este aumento se evaporará antes de llegar a manos de un empleado, debido a la reacción del mercado y a los desequilibrios de la economía”.
Según Joseph Daher, investigador de economía política de la Universidad de Lausana (Suiza), las decisiones económicas “entretejidas” de Damasco de subir los salarios y los precios del combustible se explican por dos dinámicas principales. La primera es la falta de fondos estatales, ya que “los recursos, reservas e ingresos del régimen disminuyeron considerablemente durante la guerra”. En respuesta, el gobierno adoptó medidas de austeridad y recortó las subvenciones a productos básicos, como el pan y los derivados del petróleo, lo que empeoró las condiciones de vida de amplios sectores de la población”, advirtió.
Estas políticas, en opinión de Daher, “ampliaron las desigualdades sociales, económicas y regionales, repitiendo los problemas que existían antes de que estallara la guerra en 2011”.
La segunda dinámica que describió es que “las políticas actuales del régimen son una continuación de las políticas de austeridad, acompañadas de una mayor liberalización de la economía, que el régimen comenzó antes de 2011 y aceleró en los últimos años”.
Al igual que otros países en el Medio Oriente y en todo el mundo, “el régimen sirio a menudo aprovecha las crisis como oportunidades para la reestructuración económica, para impulsar el cambio en formas que antes estaban prohibidas, incluyendo la reducción del rol social del Estado, la interrupción de los subsidios y una mayor liberalización de la economía”, explicó Daher.
Más inflación
Siria tiene el tercer nivel más alto de inflación económica anual del mundo, con una tasa del 238%, después de Venezuela y Zimbabue, según el Índice Anual de Miseria del economista Steve Hanke. El índice mide las tasas de inflación económica mundial según los datos de los cambios de moneda local en el mercado paralelo.
A nivel local, Rasha Sirop, un economista cercano al régimen, estimó en un post de Facebook en junio que las tasas de inflación en Siria alcanzaron el 16.137,32 % de 2011 a 2023. En otras palabras, los precios aumentaron más de 161 veces en 12 años.
Estos niveles de inflación, así como la pérdida de valor de la moneda nacional, han afectado al poder adquisitivo de la población y han aumentado significativamente el coste de la vida.
En el primer semestre de 2023, el precio medio nacional de una cesta de alimentos estándar de referencia aumentó un 27%, situándose en torno a los 530.000 yuanes, unos 81 dólares, según el tipo de cambio oficial en aquel momento de 6.540 yuanes por dólar, según el investigador en economía política Daher. Sin embargo, el pasado mes de junio, el coste de la cesta se encareció un 70% con respecto a hace 12 meses, unas siete veces más que en 2020.
La vertiginosa inflación tiene consecuencias sociales tangibles. El aumento del coste de los derivados del petróleo no sólo afecta a la estructura de la producción económica, sino también a toda la sociedad”, atestiguó Daher. Señaló el impacto negativo del aumento de los costes de transporte en las personas que viven fuera de los principales centros urbanos, donde se encuentran la mayoría de las instituciones estatales y las principales actividades económicas. Del mismo modo, cada vez más estudiantes universitarios y de secundaria que viven en zonas remotas dejaron de desplazarse a sus lugares de estudio debido a los elevados costes del transporte.
El aumento de los costes de transporte también provocó “más absentismo en las instituciones públicas”, ya que “los costes de transporte suponen a veces alrededor de la mitad del salario de un empleado”, dijo Daher. Cada vez son más los empleados del sector público sirio que renuncian a sus puestos debido al aumento de los costes de transporte y a los bajos salarios. En respuesta, el régimen tomó una serie de medidas para endurecer las condiciones para que se acepte una dimisión.
En junio, el Ministerio de Educación publicó un memorando en el que se especificaban las condiciones para aceptar la dimisión de sus empleados. Entre ellas, que los trabajadores hayan prestado servicio durante 30 años o más, que se les haya concedido un permiso sin sueldo durante dos años consecutivos o que padezcan un problema de salud específico que les impida desempeñar sus funciones.
El encarecimiento del petróleo también tiene repercusiones en la vivienda y la vida cotidiana: “Los costes de funcionamiento de los generadores privados son extremadamente altos, lo que provoca cortes de electricidad más prolongados”, atestigua Daher. Esto cambió el comportamiento de los consumidores. “La electricidad, ya sea suministrada por el sector público o por generadores privados, no es capaz de hacer funcionar los frigoríficos”, por lo que “las familias suelen comprar alimentos para un solo día, o adquieren productos que tienen una vida útil de unos pocos días sin necesidad de refrigeración”, explicó Daher.
¿Volver al abrazo de Irán?
Varios países árabes están intentando lograr avances tangibles en el expediente sirio, mediante una serie de esfuerzos de normalización y una iniciativa árabe liderada por Jordania. Pero existen pocos signos de progreso, ya sea en términos del nivel de las conversaciones con el régimen de Assad o del flujo de ayuda árabe a la necesitada Siria.
El 15 de agosto, el Comité de Contacto Ministerial Árabe sobre Siria convocó una reunión en El Cairo de los ministros de Asuntos Exteriores de Egipto, Arabia Saudí, Irak, Jordania y Líbano, así como del régimen sirio. La declaración final de la reunión no aportó nada nuevo.
Los avances son lentos, y los Estados árabes están insatisfechos por el continuo flujo de drogas procedentes de Siria y por el hecho de que el régimen no haya dado pasos concretos en el marco de la iniciativa jordana “paso a paso”, que incluye “intentos para fomentar la confianza” en la primera de tres etapas. Mientras tanto, el colapso económico del régimen continúa, dejándole ante la disyuntiva de acercarse al abrazo de los Estados árabes o volver a Irán.
En mayo, Reuters informó de que Arabia Saudí había ofrecido a Assad 4.000 millones de dólares a cambio de detener el tráfico de drogas captagon, citando fuentes cercanas a Damasco y al Golfo. Una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores saudí desmintió el informe.
“Al régimen se le prometió dinero árabe. En su contexto, estas cifras son mayores que el presupuesto de Siria en los dos últimos años, que osciló entre 2.000 y 3.000 millones de dólares. Pero el dinero no llegó como resultado de la presión de Occidente, que insiste en que el régimen haga concesiones reales a cambio de fondos”, apuntó Shaar.
Perder la esperanza de obtener fondos árabes deja a Damasco “sin más apoyo real que Irán, si se excluye a Rusia, ya que su intervención militar y política es mayor que su [intervención] económica”, añadió Shaar. Esto llevó a Damasco a “hacer concesiones de inversión en Siria a Teherán a un ritmo sin precedentes”.
Ante esta compleja situación, “no existe horizonte para la economía siria”, afirmó el investigador Quman. “No existen soluciones parciales ni sostenibles, mientras las políticas económicas sigan siendo las mismas, y el enfoque del régimen continúe como si estuviéramos en 2011”.
Prevé “nuevas subidas de precios y un desplome continuado de la libra, lo que reforzará el curso de la crisis económica de Siria”. El empeoramiento de la crisis económica “aumenta la pobreza de los ciudadanos, empujándoles a pensar en la emigración”, con “niños que abandonan la escuela y se orientan más hacia actividades ilegales, como trabajar en la droga y similares”.
Todo indica que “el futuro económico próximo de Siria es muy amargo”, concluyó Shaar. “No parece haber forma de salir de la situación actual, salvo mediante un acuerdo político que devuelva a Siria el capital privado, los préstamos y la inversión extranjera. Si no, las cosas se encaminan hacia una verdadera catástrofe”.
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Walid Nofal es un periodista sirio de Daraa. Realizó varios reportajes de investigación sobre la situación en Siria para medios de comunicación árabes y extranjeros.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 23 de agosto de 2023.