Por Ahmed Bakr para Mada Masr
Mientras realizaba una investigación sobre cómo los golpes de calor afectan el cultivo de trigo en Egipto, el especialista en adaptación climática Saber Osman tuvo que usar su propio dinero para financiar su trabajo.
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Osman recibió algo de apoyo de su universidad, incluido equipo y un terreno, pero sus capacidades eran limitadas. Para lograr las condiciones necesarias para completar su experimento, tuvo que pagar una gran suma de dinero por su cuenta. “Esto no es normal”, le comentaba a Mada Masr.
Los desafíos que enfrentó Osman son indicativos de un problema más amplio. Aunque los países africanos, incluido Egipto, son muy vulnerables a los efectos del cambio climático, dado que reciben mucha menos financiación para la investigación que otros países, según el último informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) de las Naciones Unidas.
Según los expertos que hablaron con Mada Masr, sobre la financiación limitada disponible, poco se canaliza para idear nuevas formas de adaptarse a los desafíos existentes e inminentes que el cambio climático presenta para el continente y las personas que viven en él.
El déficit deja a países como Egipto dirigiéndose indefensos hacia un futuro que podría ver sequías más frecuentes, aumento del nivel del mar, inundaciones y daños agrícolas si la temperatura global promedio cruza el umbral de un aumento de 2ºC.
Durante las últimas tres décadas, África recibió solo el 3,8% de los fondos para la investigación climática, ya sea sobre los impactos del cambio climático, sobre la mitigación de emisiones o sobre la adaptación al cambio climático, señala el informe del PICC difundido a finales de febrero.
Para Egipto, la financiación para la investigación relacionada con el clima en ese período fue baja, incluso en comparación con muchos otros países africanos, con un rango de entre 1 y 10 millones de dólares estadounidenses. Según cifras del PICC, a pesar de que Egipto tiene una de las densidades de población más altas de África.
¿Cómo llegamos a esto? Según Osman, si bien el problema es complejo, la razón principal es que los países desarrollados no cumplieron con los compromisos de financiación que hicieron en los pactos climáticos globales. Los países desarrollados se comprometieron a aumentar el financiamiento climático a las naciones en desarrollo a $100 mil millones (USD) cada año para 2020 durante la cumbre de cambio climático de la ONU de 2009 en Copenhague.
Sin embargo, la financiación climática apenas alcanzó los 80.000 millones de dólares en 2019. Un informe reciente de Oxfam evaluó que es poco probable que se alcance el objetivo de 100.000 millones de dólares, incluso para 2025. Además, un informe de la ONU también sugirió que los países desarrollados informan en exceso cuánto contribuyeron hasta $3-4 mil millones cada año. “En el acuerdo climático, se supone que todo lo relacionado con el financiamiento recaerá en los países desarrollados”, “es una responsabilidad histórica; liberaron la mayor cantidad de emisiones desde mediados del siglo XVIII hasta ahora. Es legalmente vinculante” comentaba Osman.
La transferencia de tecnología y el desarrollo de capacidades también son responsabilidades clave para los países desarrollados, que si bien algunos países del continente tienen suficientes capacidades de investigación que solo carecen de financiamiento, señaló Osman. Otros no cuentan con suficientes investigadores capacitados y carecen del equipo o la infraestructura, como estaciones meteorológicas, para recopilar los datos históricos necesarios para la investigación.
La financiación de la investigación climática dirigida a África tampoco abordó estos problemas estructurales.
El 78% de la financiación que se destinó a la investigación sobre el cambio climático en África entre 1990 y 2020 se destinó a instituciones de investigación de la UE y América del Norte, según el PICC. Mientras que solo el 14,5% fue a instituciones con sede en África. Para Egipto, el porcentaje de estudios climáticos realizados por investigadores locales cayó en el rango de 21 a 40%.
Otro aspecto del problema, Ahmed al Adawy, investigador ambiental comentó Mada Masr, es si la escasa financiación de la investigación climática que se destina a Egipto y a África en general está dirigida a la mitigación— reducción de las emisiones de CO2 — o adaptación a los impactos del cambio climático. Las proyecciones muestran que algunos de los peores efectos del cambio climático afectarán al continente africano, que representa solo del 2 al 3% de las emisiones mundiales de CO2.
Centrarse en los métodos de adaptación a estas amenazas debe tener prioridad sobre la mitigación, pero el informe del PICC reveló que las tasas de investigación sobre adaptación son bajas en la mayoría de los países africanos—incluido Egipto— en comparación con el resto del mundo. Los países occidentales están mucho más interesados en proporcionar fondos para objetivos de mitigación, recordaba Adawy.
Los avances en la investigación sobre adaptación van a la zaga de los de mitigación en todos los países en desarrollo, e incluso en países desarrollados. Según Osman “cualquier país puede usar tecnologías de mitigación, como vehículos eléctricos, siempre que tenga la infraestructura, pero la adaptación es a la medida, muy específica al caso particular”. Por esta razón, la investigación y los proyectos de adaptación requieren más financiamiento por país que los que sólo necesitan la mitigación, razón por la cual la mayoría de los países priorizan estos últimos. Sin embargo, la lógica del mercado también contribuye a empujar a los países desarrollados a destinar menos fondos a la adaptación. Debido a que la adaptación es específica para cada entorno local, las soluciones son más difíciles de reempaquetar y exportar a otros mercados, agregaba Osman.
Un buen ejemplo, es si fabrica una bombilla de bajo consumo, tecnología de mitigación, puede venderla en cualquier lugar, pero no puede hacerlo si desarrollas una variedad de trigo para crecer en las condiciones climáticas y del suelo específicas de Egipto. “Es por eso que se enfocan en la mitigación, porque está impulsada por el mercado, pueden beneficiarse de ella, recuperar todas sus inversiones y también obtener ganancias”, sumada a sus palabras Osman.
Como resultado, el continente corre el riesgo de enfrentar los efectos del cambio climático de frente y sin estar preparado. El financiamiento disponible para la adaptación es miles de millones de dólares por debajo de las estimaciones mínimas de lo que se necesita para adaptarse al cambio climático a corto plazo, según el PICC.
Por ejemplo, Egipto recibió sólo 31,4 millones de dólares del Fondo Verde para el Clima para proyectos destinados a proteger su costa norte del aumento del nivel del mar. Una fracción de los $73 mil millones que Egipto citó en su presentación de 2015 a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para lograr los objetivos del Acuerdo de París, que aún no se reciben.
Antes de albergar la cumbre COP27 a finales de este año, Egipto enfatiza la necesidad de aumentar la financiación para sus objetivos de adaptación, ondeando la bandera de la responsabilidad histórica de los países desarrollados frente al cambio climático y su necesidad de cumplir con sus compromisos de financiación.
Sin embargo, dado que las inversiones hasta ahora fluyen principalmente hacia grandes proyectos de energía renovable, Egipto busca involucrar al sector privado en el logro de sus objetivos de adaptación. “Se pueden tomar muchas medidas, pero necesitamos encontrar puntos de entrada. El estado puede financiar algunos proyectos con su presupuesto para crear un entorno que permita la participación del sector privado”, según Osman.
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Ahmed Baker es un periodista y usual contribuidor de Mada Masr. Él posee una maestría en Sociología y Antropología de la Universidad Central Europea.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mada Masr el 9 de marzo de 2022.