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El Interprete Digital

Ebrahim Raisi frente a un Irán en ruinas

Por Mahdi Ghodsi Middle East Institute (MEI)

Gran Bazar, Teherán. [Kamyar Adl / Creative Commons]

El 25 de agosto, el parlamento iraní votó el gabinete del nuevo presidente, Ebrahim Raisi, aprobando 18 de los 19 ministros presentados. El gobierno entrante está lleno de revolucionarios que probablemente adopten un enfoque de línea dura en los asuntos nacionales e internacionales, lo que aumenta el riesgo geopolítico y prolonga, potencialmente, la crisis económica del país.

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Una elección dudosa y la pérdida de la esperanza

El 18 de junio, la República Islámica celebró su decimotercera elección presidencial. Según fuentes oficiales, la participación fue del 48,8%, la más baja en la historia del país. Raisi fue elegido con el 61,95% de los votos y asumió el cargo el 3 de agosto.

La investigación sobre los candidatos liderada por el Consejo de los Guardianes eliminó a todos menos a siete de los 592 registrados. Este hecho se interpretó, ampliamente, como un esfuerzo para manipular las elecciones, dando lugar a un número récord de votos inválidos (14,4% ya sean fallidos, en blanco o inadmisibles), pero la baja participación es un signo más amplio del declive de legitimidad en el sistema político.

La principal causa de este fenómeno reside en el pobre desempeño económico del predecesor de Raisi, el moderado Hassan Rouhani, quien movilizó a los votantes en las elecciones de 2013 y 2017 prometiendo restablecer las buenas relaciones con Occidente o e implementar reformas económicas estructurales. Sin embargo, no pudo cumplir sus nobles promesas en la materia.

Para comprender las perspectivas políticas y económicas de la República Islámica de Irán, es importante analizar cómo y por qué los iraníes perdieron la esperanza en su liderazgo.

Figura N°1: Crecimiento anual medio del PBI Irán, contribución de los componentes individuales de la demanda y cambio del IPC durante el mandato de cada uno de sus últimos cinco presidentes.

Fuente: Centro Estadísticas de Irán. Elaboración de los autores. El PBI y sus componentes para el año calendario persa actual que termina el 20 de marzo de 2022 se estima en una tasa de crecimiento del 2% en comparación con 2021. El IPC (2022) se estima utilizando las tasas de crecimiento interanual en 2021. El año calendario persa comienza el 21 de marzo.

Caída del consumo en los hogares: protestas y levantamientos

Si se observa la tasa de crecimiento anual promedio del PBI de cada uno de los últimos cinco presidentes, el gobierno de Rouhani tuvo el peor desempeño con un promedio de 1,6% (ver Figura 1). El consumo de los hogares creció al ritmo más lento desde la guerra con Irak (presidente de Ali Khamenei), con un promedio de 0,6%. En su mayoría creció durante su primer mandato, especialmente, tras la implementación del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2015.

En su segundo mandato (agosto 2017-julio 2021), el consumo final de los hogares se redujo a una tasa promedio anual de 0,5%. Los ingresos familiares deprimidos desencadenaron en levantamientos a lo largo de todo el país en enero de 2018 y noviembre de 2019. El pasado julio también estallaron protestas en la provincia de Juzestán (frontera con Irak), rica en petróleo, pero económicamente desfavorecida. Debido a la escasez de agua potable resultante de una grave sequía en la región, “Tengo Sed” se convirtió en uno de los lemas centrales. 

Una de las principales razones de la reducción del consumo final de los hogares bajo Rouhani fue el deterioro de la confianza del consumidor debido a varios años de recesión e inflación alta. A medida que el salario mínimo establecido por el gobierno aumentaba menos que el IPC cada año, los salarios reales de los trabajadores del sector privado se redujeron drásticamente.

Además, el ajuste salarial de los trabajadores públicos y jubilados no ha compensado las pérdidas por inflación. Finalmente, desde la introducción de la política de entrega de efectivo en noviembre de 2020 bajo el presidente Mahmoud Ahmadinejad hasta abril de 2021, el Índice de Precios al Consumidor aumentó en un 760%, lo que sugiere que estas transferencias se contrajeron significativamente en términos reales.

Descontento económico y frustración por cuatro décadas de opresión

Las protestas recurrentes en todo el país y la reducción del capital social son el resultado de varias crisis en Irán. Una de ellas es la geopolítica, la cual, se intensificó después de que la administración estadounidense de Donald Trump se retiró del JCPOA (Plan de Acción Integral Conjunto por sus siglas en inglés) e impuso dolorosas sanciones económicas secundarias contra Irán.

Otra grave crisis es la pandemia de Covid-19, que afectó a Irán con más fuerza que cualquier país de Medio Oriente porque el gobierno no implementó rápidamente políticas sólidas para detener la propagación de la pandemia desde el principio. También carecía de los recursos financieros para hacer frente a la recesión económica y los impedimentos comerciales causados por la enfermedad.

La tercera crisis es social, causada por el aumento de las tasas de pobreza debido a la recesión en curso y el aumento de la inflación.

Estas múltiples crisis echaron sal en las heridas de una nación cuya libertad social, política y cultural ha sido reprimida por la aplicación de las leyes islámicas durante más de cuatro décadas.

Más autocrático que nunca, concentrando el poder en manos de Khamenei

Mientras que en Irán los partidarios de la línea dura en torno al líder supremo, el ayatolá Jamenei, monopolizaron el poder en sus propias manos, se dirigió menos atención y recursos a la mayoría de la población. Lo cual sugiere que, si bien hoy en día es bastante improbable un golpe de Estado desde arriba por parte de poderosos miembros de la línea dura y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), es cada vez más probable que se produzca un levantamiento desde abajo.

Se puede argumentar que el presidente reformista Mohammad Khatami se desempeñó mejor respecto al logro un crecimiento sostenible y una inflación baja, así como en el aumento del consumo de los hogares al impulsar el empleo (ver Figura N°1). Sin embargo, el sistema político se volvió intensamente autocrático al empujar a los reformistas cada vez más hacia la esquina.

Este fenómeno desembocó en una República Islámica más autocrática y ultraconservadora, un sistema que se niega a permitir las reformas que la sociedad demanda.

Perspectivas económicas y políticas bajo la presidencia de Raisi

Al igual que durante la era de Ahmadinejad, es muy poco probable que la inversión aumente bajo el mandato de Raisi y esto podría conducir a una crisis económica prolongada. Esto se desprende, claramente, de la composición del gabinete aprobado (a excepción del encargado de la Cartera de Educación). Todos sus miembros son revolucionarios que, probablemente, perpetuarán las múltiples crisis que enfrenta el país sin reducir el riesgo político en torno a las actividades y la geopolítica iraní. Y es poco probable que la confianza empresarial mejore sin una reducción del riesgo político.

Los asesores económicos de Raisi, Ehsan Khandouzi en el Ministerio de Economía y Finanzas, Hojjatollah Abdolmaleki en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, y lo más importante, Mohsen Rezaee, el excomandante del IRCG que se desempeña como su vicepresidente de asuntos Económicos y secretario del Consejo de Discernimiento para la Convivencia, son todos economistas islámicos que no creen en la democracia liberal y el mercado, sino que abogan por la “economía de resistencia”.

Los nombramientos indican que pueden realizar esfuerzos para impulsar la autosuficiencia a través de empresas semi públicas ineficientes controladas por el líder supremo sus fundaciones, el IRGC y el gobierno central, que en conjunto representan alrededor del 80% de la economía iraní.

Esto empujará a la economía de Irán a aislarse aún más porque no puede competir con multinacionales extranjeras que quieran invertir en un entorno menos riesgoso. Además, prometen regular la Bolsa de Valores de Teherán, lo que puede permitir al gobierno utilizar los activos públicos en poder de estas empresas semipúblicas como un instrumento financiero para ayudar a financiar el presupuesto público. Esto parece una reminiscencia de las privatizaciones fallidas y opacas llevadas a cabo en la era de Ahmadinejad, que transfirieron empresas públicas a fundaciones y empresas afiliadas al IRGC. Esto puede aumentar la corrupción, pero no promoverá la inversión o la inversión extranjera directa (IED).

El nuevo vicepresidente de asuntos económicos de Raisi, Rezaee, fue candidato en varias elecciones presidenciales, incluidas las elecciones de junio de 2021. Durante la campaña prometió aumentar las donaciones en efectivo a los iraníes más pobres para reducir la tasa de pobreza, que se estima oficialmente en alrededor del 33%. 

Sin embargo, financiar esta política sólo será factible si Irán recupera sus exportaciones de petróleo a los niveles vistos antes de la imposición de las sanciones secundarias estadounidenses en 2017. Además, como se vio durante la administración de Ahmadinejad, dicha política tendrá un efecto positivo inmediato en los precios, lo que provoca una subida y reduce el poder adquisitivo de los ciudadanos. 

En cambio, los responsables de la formulación de políticas iraníes deberían promover políticas para aumentar el empleo y reducir la dependencia de la población de esos subsidios, lo que podría lograrse promoviendo la inversión (incluida la IED) y mejorando la competitividad de las industrias iraníes a fin de estimular los ingresos por exportaciones.

Debido a su incompetencia, malas políticas y postura imprudente contra Estados Unidos y Occidente, el liderazgo iraní no logró desarrollar políticas macroeconómicas sólidas para administrar la economía de manera adecuada. 

Como resultado, Irán se ve afectado por una crisis tras otra, y la frecuencia de estas es cada vez mayor. La actual escasez de electricidad, la falta de dinero para vacunar a una población de 83 millones contra el COVID-19 y el creciente problema del cambio climático, exacerbado por la mala planificación de la infraestructura y la mala gestión de los recursos hídricos y que provocó una sequía grave en todo el país, frustraron la población

Los iraníes olvidaron el poder que ejercen desde que llevaron a cabo una revolución en 1979, porque desde entonces fueron oprimidos política, cultural, legal y socialmente por sus gobernantes. Sin embargo, la sociedad iraní finalmente reconoce la distribución desigual de las rentas a favor de los leales al líder supremo Jamenei y están recordando gradualmente su poder olvidado. 

Esto fue evidente en la baja participación en las elecciones presidenciales de junio, pero este poder aún no fue revivido por completo para enfrentar a la teocracia y su aparato de seguridad. Las protestas sociales frecuentes pueden catalizar aún más este proceso. El nuevo presidente y su equipo de jueces ultraconservadores y comandantes del IRGC fueron elegidos para reprimir el malestar social esperado que es el resultado de la crisis económica cada vez más profunda.

Obviamente, las negociaciones indirectas entre Estados Unidos e Irán en Viena no dieron lugar a un acuerdo nuclear renovado antes de que Raisi asumiera el cargo a principios de agosto. Sin embargo, el nuevo presidente instó a Estados Unidos a volver al acuerdo de 2015, lo que indica su voluntad de cumplir con el JCPOA. 

Debido a la actual monopolización del poder político por parte de los intransigentes de Irán, podría ser más fácil para Estados Unidos llegar a un acuerdo con Raisi. Los intransigentes habían saboteado las políticas de Rouhani siempre que podían. Ahora, es más probable que un frente uniforme que controle todas las palancas del poder alcance un acuerdo nuclear renovado y coseche los dividendos económicos del alivio de las sanciones. Sin embargo, después del regreso al pleno cumplimiento del JCPOA, Raisi no tiene la intención de continuar las negociaciones con los Estados Unidos sobre otros temas de preocupación, como el programa de misiles balísticos de Irán, las tensiones regionales y la actual violación de los derechos humanos.

Como resultado, es probable que Irán se vuelva económicamente más dependiente de China y Rusia. A diferencia de los reformistas y moderados, Raisi no tiene una política específica para atraer IED de Occidente, lo que podría transformar a Irán en una economía industrial avanzada. Como seguirán existiendo otros problemas sin resolver con Estados Unidos, las empresas multinacionales occidentales pueden dudar en invertir en el mercado iraní debido a los riesgos geopolíticos. 

En cambio, como muchos partidarios de la línea dura elogian a Rusia y China en lugar de resolver los problemas con Estados Unidos, el enfoque de Raisi probablemente se centrará en fortalecer las relaciones económicas con China. Esto está en línea con la reciente asociación estratégica firmada entre los dos países, que se puede implementar completamente después de que se eliminen las sanciones secundarias de los EE. UU.

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Mahdi Ghodsi es economista del Vienna Institute for Internacional Economic Studies. Sus estudios se enfocan en el comercio internacional, política tarifaria, inversiones internacionales, cadenas globales de valor, sanciones e Irán.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 7 de septiembre de 2021