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El Interprete Digital

La normalización de los Estados árabes con Asad traerá grandes consecuencias

Por Oula A. Alrifai y Aaron Y. Zelin para Middle East Institute (MEI)

Presidente sirio Bashar al Asad en Yerevan [PAN Photo Agency/Creative Commons]

La reciente presión de varios Estados árabes para normalizar las relaciones con el régimen de Asad se basa en la falsa premisa de que la guerra terminó y es necesario restablecer los lazos para presionar a Damasco para que cambie su relación con Irán. Otras dinámicas regionales también son un factor que explica este cambio: Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, lo ve como un equilibrio necesario contra lo que percibe como acciones adversarias de Turquía con el grupo yihadista sirio Hayat Tahrir al Sham (HTS) en Idlib. Sin embargo, estas razones para rehabilitar el régimen de Asad son totalmente falaces. Los inconvenientes y las consecuencias políticas no sólo afectarán a los Estados árabes, sino que también dañarán los intereses estadounidenses, lo que dificultará que Estados Unidos gire completamente para abordar la creciente amenaza de China.

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No cambiará el comportamiento del régimen

Como los aliados más cercanos del régimen de Asad, Rusia e Irán apoyaron a Hafez y Bashar Al Asad durante varios períodos de aislamiento. En el caso de Bashar, apoyaron su intento de permanecer en el poder frente a la movilización de masas contra su gobierno. Bashar debe su supervivencia a Rusia, Irán y la red de grupos subsidiarios de este último. Incluso si normalizan las relaciones, ¿por qué Asad confiaría en cualquiera de los Estados árabes, cuando muchos de ellos en el Golfo se opusieron despiadadamente a él durante la guerra? Por otro lado, ¿cómo el hecho de tratar con Asad eliminará a Irán de Siria cuando Teherán ayuda a controlar muchas palancas del Estado y el territorio en diferentes partes del país? La normalización tampoco afectará a la dinámica de Idlib con HTS, ya que Turquía es el principal actor allí. La normalización sólo daría al régimen de Assad una falsa legitimidad y una victoria propagandística para mantener el statu quo. Como dejan claro 50 años de evidencia, este régimen no cambia su comportamiento basado en la diplomacia externa. Incluso en sus puntos más débiles durante la guerra civil, Asad se mantuvo fiel a su razón de ser: permanecer en el poder a cualquier costo.

Socava las normas internacionales

Involucrarse con el régimen de Asad erosionará aún más las normas internacionales. El acuerdo sobre la línea roja de armas químicas en 2013 fue un fracaso y el régimen llevó a cabo cientos de ataques más. Aún en otros casos más recientes de crímenes de lesa humanidad, como en Serbia, Ruanda y Darfur, hubo una cierta apariencia de búsqueda de rendición de cuentas y justicia, por muy defectuoso que haya sido el proceso. Cualquier forma de normalización socavará el potencial de llevar al régimen ante la justicia por su genocidio en curso. Asad se animará todavía más a seguir usando armas químicas, bombas de barril, y todos los medios posibles contra los civiles sirios con el fin de suprimir los llamados internos por la libertad y la democracia. Los Estados árabes también serán cómplices de posibles abusos futuros en Siria, ya que su apoyo financiero sin duda alimentará otras atrocidades. El debilitamiento de las normas internacionales incluso podría justificar los abusos internos de estos Estados árabes simplemente porque Asad se salió con la suya.

Afecta negativamente a la campaña anti-EIIL

Si los Estados árabes legitiman a Asad, su régimen iniciará una campaña de presión para expulsar a Estados Unidos de Siria. Sus aliados, junto con los electores de Estados Unidos  que se oponen a las llamadas ‘guerras eternas’, explotarán esta supuesta ‘victoria’ de un régimen que no controla todo el territorio sirio, y que mucho menos tiene soberanía sobre la mayor parte de sus fronteras. Este libro de jugadas ya se utilizó en Irak, pero a diferencia de Irak, Washington no tiene la misma relación y dinámica con Damasco.

En línea con este libro de jugadas, Irán y su red de grupos subsidiarios en el este de Siria probablemente comenzarán a disparar cohetes hacia bases estadounidenses y fomentarán la inestabilidad en áreas donde las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) operan en el lado opuesto del río Éufrates. Sin la ayuda de Washington, el FDS no sólo enfrentará un bombardeo de milicias chiítas en el este, sino también más fuerzas respaldadas por Turquía desde el norte. Ambos escenarios probablemente envalentonarían el reclutamiento de Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) como resultado de un entorno permisivo en el que Irán está ocupando Deir ez-Zor o donde fuerzas respaldadas por Turquía mantienen una presencia débil. Después de que Estados Unidos se retirara de Irak en 2010, se produjo un colapso en la seguridad en las zonas donde EIIL operaba en el país (2012-14), lo que ilustra la naturaleza miope de este movimiento. Al final, esto obligó a Washington a desplegarse una vez más contra un enemigo mucho más fuerte que el que había dejado solo unos años antes.

Envalentona a los aliados regionales del régimen

Siria es un campo de pruebas de poder regional para Rusia e Irán. Rusia utiliza a Siria para ampliar sus relaciones con los estados del Golfo, Egipto y Libia. Mientras que Estados Unidos cambia drásticamente dependiendo de la Administración o de la dinámica nacional, Rusia respalda a sus aliados. Irán, por su parte, envalentonó a su red de grupos subsidiarios regionales mediante el fortalecimiento del Hezbollah libanés a través de nuevos conjuntos de habilidades adquiridas en el teatro de operaciones sirio, estrechando su control sobre El Líbano y ampliando su presencia en Irak y Yemen —lugares donde socavó su seguridad. Dado que Irán es un Estado revolucionario, entregar a Asad el presente de la normalización solo hará que Teherán crea que controla la política regional, poniendo a la defensiva a los aliados estadounidenses en varios Estados árabes, especialmente en el Golfo, con pocos recursos. De hecho, Bashar Al Asad ya declaró directa y públicamente que el líder supremo de Irán, el Ayatolá Ali Jamenei, es “el líder del mundo árabe”. También es plausible que con la presión liberada de Siria y el posible alivio de las sanciones por el regreso de Estados Unidos al Plan de Acción Integral Conjunto, Irán podría llevar a cabo actividades más desestabilizadoras en Baréin y Arabia Saudí con sus milicias chiítas y aliados allí. Irán parece haber ganado la guerra de 42 años con Arabia Saudí, puesto que es el actor regional más fuerte hoy en día y rodea a sus diversos enemigos. En el futuro, esto podría empoderar a Rusia e Irán para dictar la agenda regional, algo que dejaría a Estados Unidos con poca influencia para perseguir dinámicas que se ajusten mejor a sus intereses o los de sus aliados árabes.

Israel en el punto de mira

Lo ocurrido el mes pasado en Israel y Palestina fue un ejemplo perfecto de lo que sucede cuando Estados Unidos se retira de la región. Incluso si Washington quiere centrarse en China de una manera más enérgica, los conflictos en Medio Oriente continuarán atrayendo a Estados Unidos le guste o no. Israel sigue siendo uno de los aliados más cercanos de Washington y recibe anualmente miles de millones de dólares en ayuda. Cada vez que se produce una explosión de violencia entre israelíes y palestinos, los electores nacionales y aliados regionales impulsarán a cualquier Administración que esté en el poder a tomar medidas. Además, con la normalización con el régimen de Asad, la causa célebre de Siria dentro del mundo árabe probablemente flaqueará, lo que significa que habrá más espacio para —y enfoque en— el activismo sobre Palestina. Por lo tanto, los Estados que recientemente firmaron los Acuerdos de Abraham probablemente tendrán que hacer frente a mayores presiones internas debido a la resonancia continua de la causa palestina, como hemos visto anteriormente con la ‘paz fría’ con Egipto y Jordania. Indirectamente, la normalización con el régimen de Asad podría resultar en una mayor movilización contra los regímenes árabes locales, ya que serán vistos como cómplices en lo que se percibe como crímenes israelíes contra los palestinos. Esto posicionará a Irán para tomar ventaja ya que está aliado con Hamas, la Yihad Islámica Palestina, Hezbolá y el régimen de Asad, algo que ofrecerá mayores oportunidades para abrir un frente con Israel e impulsar su agenda regional hegemónica utilizando el apoyo a la causa palestina como un caballo de Troya, al tiempo que socava la legitimidad de los Estados árabes. 

Ramificaciones

Desde el inicio de la efervescencia revolucionaria en Siria en 2011, Estados Unidos dio varios pasos en falso. Si bien algunos de estos fueron el resultado de preocupaciones y cálculos legítimos, permitir la relegitimación del régimen de Asad constituirá un error estratégico que no puede justificarse y uno que socavará la frecuentemente repetida promesa de la Administración de Biden de situar los derechos humanos en el centro de su política exterior. Así, la Administración debe prestar mucha atención a la campaña de sus aliados para normalizar las relaciones con el régimen de Asad y debe trabajar duro para disuadirlos de seguir este curso de acción imprudente, miope y peligroso. La Casa Blanca debería explicarles que por más difícil que sea el camino para implementar una transición democrática en Siria y buscar justicia contra criminales de guerra, la reelección de un cliente iraní no es una manera viable de contener las ambiciones regionales de Teherán. Puede que sea tarde, pero Washington necesita defender su posición en Siria y reclamar su credibilidad ante el pueblo sirio o sufrirá consecuencias aún mayores que las que ya fueron causadas por un conflicto que demostró una y otra vez que lo que sucede en Siria no se queda solo en Siria.

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Oula A. Alrifai es miembro del Programa Geduld de Política Árabe del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente y exasilada de Siria. Es autora del informe recientemente publicado ”Al servicio de la ideología: las actividades religiosas y socioeconómicas de Irán en Siria.” 

Aaron Y. Zelin es el Richard Borow Fellow del Washington Institute for Near East Policy, investigador visitante de la Universidad de Brandeis y fundador de Jihadology. 

N.d.T.: El artículo original fue publicado por MEI el 02 de junio de 2021.