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El Interprete Digital

Los límites de la influencia diplomática de Jordania sobre Israel

Por Osama Al-Sharif para Arab News

S.M. la Reina Rania Al Abdullah y el Rey Abdullah II Ibn Al Hussein 2008 [Foro Económico Mundial / Creative Commons]

Los esfuerzos de Jordania por convencer a los dirigentes israelíes de que eviten las escaladas en Jerusalén y otros lugares de Cisjordania parecen haberse topado con un muro. Desde principios de marzo, el Rey Abdullah pidió a los funcionarios israelíes que visitan el país que no provoquen a los palestinos, especialmente en la mezquita de Al-Aqsa y en el barrio árabe de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

En las últimas semanas, se reunió en Ammán, en distintas ocasiones, con el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, el ministro de Defensa, Benny Gantz, y, más recientemente, con el presidente Isaac Herzog. El domingo recibió una llamada del Primer Ministro Naftali Bennett. 

En todas estas reuniones y llamadas, el rey subrayó la necesidad de lograr un estado de calma durante el Ramadán, que coincide también con las celebraciones judías de la Pascua, para evitar que se repita el enfrentamiento del pasado mayo entre Hamás e Israel, además de un estallido de violencia en Cisjordania. Lapid y Gantz parecen estar de acuerdo y este último habló de hacer gestos positivos a los palestinos durante el Ramadán. El Rey visitó Ramala la semana pasada e hizo llamamientos similares en una reunión con el Presidente palestino Mahmud Abbas.

Pero las cosas empezaron a descontrolarse cuando los palestinos llevaron a cabo una serie de atentados dentro de Israel en los que murieron un total de 11 israelíes. Dos de estos atentados fueron atribuidos a Daesh en un curioso precedente. Como represalia, las fuerzas de seguridad israelíes llevaron a cabo varias detenciones en Cisjordania y, al parecer, dispararon a sangre fría contra tres jóvenes palestinos en las afueras de Yenín.

A principios de la semana pasada, el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, pidió a los palestinos, así como a Israel, que evitaran las provocaciones durante el Ramadán. Sin embargo, aunque las medidas de seguridad israelíes pueden situarse en su contexto como una reacción a la oleada de atentados dentro de Israel, es ingenuo creer que la culpa de la reciente escalada pueda achacarse directamente a los palestinos.

Un día después de que Herzog realizará una visita histórica a Ammán, el primer viaje oficial de un presidente israelí desde la firma del tratado de paz entre Jordania e Israel, el diputado israelí de extrema derecha Itamar Ben-Gvir irrumpió en al Haram al Sharif bajo protección policial e hizo declaraciones provocadoras. Calificó de “terroristas” a las autoridades jordanas del Waqf que administran el lugar musulmán y dijo que “quien controle el Monte del Templo controla la Tierra de Israel. El enemigo también lo entiende”.

Ben-Gvir es el incendiario político racista que recientemente desencadenó violentos enfrentamientos en Sheikh Jarrah. Ha dirigido incursiones en al Haram al Sharif en numerosas ocasiones este año. De hecho, Israel ha ignorado las denuncias jordanas sobre las incursiones casi diarias de judíos radicales.

El mismo día en que Bennett llamó al rey Abdullah, su socio de coalición Lapid realizó una provocadora visita a la Puerta de Damasco, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, acompañado por la policía, que más tarde se enfrentó a los palestinos. Era el segundo día del Ramadán en los Territorios Ocupados y el ambiente ya estaba caldeado. Lapid, político centrista, también visitó Ammán un mes antes para discutir con el rey cómo calmar la situación.

Desde que Bennett formó su gobierno de coalición el pasado junio, y a pesar de la notable mejora de los lazos jordano-israelíes, en contraste con los años de tensión bajo el mandato de Benyamin Netanyahu, los funcionarios israelíes han hecho poco para impedir que grupos judíos radicales irrumpan en Al-Haram Al-Sharif, en clara violación del acuerdo de statu quo entre Jordania e Israel y de su tratado de paz.

Desde la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020, Jordania y, en cierta medida, Egipto se convirtieron en los únicos países árabes vinculados a Israel que defienden la solución de los dos Estados como única receta para una resolución pacífica del conflicto israelo-palestino, y que intentan presionar a Israel para que ponga fin a sus acciones unilaterales en los Territorios Ocupados.

Pero es la diplomacia jordana la que se lleva la peor parte en la defensa de la causa palestina en los foros mundiales, y con razón. Los vínculos de Jordania con Cisjordania y Jerusalén son únicos. Para la seguridad nacional de Jordania es de máximo interés que se cumpla la solución de los dos Estados. Esta solución debe resolver la cuestión de los refugiados palestinos, acabar con el mito de “Jordania es Palestina” que difunde la extrema derecha israelí, que quiere anexionarse Cisjordania y expulsar a los palestinos a Jordania, y proteger el papel hachemita como custodio de los lugares santos de Jerusalén.

Pero la creciente ira y frustración palestina no carecen de razón. Desde la toma de posesión del gobierno de Bennett, el número de ataques de turbas de colonos judíos radicales contra palestinos ha aumentado exponencialmente, con el resultado de heridos e incluso muertos, por no mencionar la quema de coches y casas y el arranque de cientos de árboles. La situación se fue agravando durante meses y no es de extrañar que finalmente haya estallado la violencia.

La realidad es que las garantías ofrecidas por los funcionarios israelíes a Jordania son en su mayoría vacías y falsas. Los gobiernos de coalición israelíes tienen muchas cabezas y, aunque un funcionario dé su palabra, otro no tardaría en romperla. En el caso de Lapid, no pudo esperar a romper su propia palabra a Ammán. Provocar a los palestinos es una forma segura de ganar poco dinero en las encuestas de opinión pública en un país que se está desviando peligrosamente hacia la extrema derecha, mientras Lapid se prepara para ser primer ministro el año que viene. En este contexto, lo cierto es que la diplomacia jordana tiene límites a la hora de ejercer presión sobre Israel y, ante la indiferencia de Estados Unidos por el conflicto, Ammán se encuentra en una situación solitaria.

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Osama Al-Sharif es un periodista y comentarista político residente en Ammán.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 5 de abril de 2022.