Con más de la mitad de la población iraquí activa en las redes sociales, la tecnología es un sitio importante para la construcción de comunidades y la movilización política, en particular tras la ‘Revolución de Octubre’ que estalló en 2019. Plataformas como Facebook y Twitter actúan en paralelo a la sociedad civil sobre el terreno y brindan un espacio seguro para ventilar las quejas sobre el crecimiento de la corrupción política. A pesar de unir a las personas, el anonimato de Internet permite la deshumanización del ‘otro’. Los grupos políticos y las milicias utilizan los medios iraquíes para propagar discursos de odio, dominar coercitivamente la discusión pública y silenciar las voces populares.