Saltar al contenido

El Interprete Digital

Es hora de abordar el descenso de la natalidad en Medio Oriente

Por Sara al Mulla para Arab News

Mirando al cielo [Zeinab Mohamed / Creative Commons]

Las economías fuertes dependen de una combinación adecuada de demografía, cualificación y recursos para lograr resultados notables. Sin embargo, en los últimos años, muchos países han registrado tasas de natalidad alarmantemente bajas, con consecuencias nefastas y polifacéticas. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Para ilustrar la gravedad de este problema, los países necesitan una tasa de reemplazo de 2,1 hijos por mujer para mantener un tamaño estable de la población. Sin embargo, en 2021, la tasa de fecundidad de muchos países estaba por debajo de esta cifra. Por ejemplo, Australia registró 1,7 nacimientos por mujer, mientras que Japón tuvo 1,3. EE.UU. 1,6 y Corea del Sur batió el récord mundial de menor tasa de fecundidad con sólo 0,8 nacimientos por mujer. En la región de Medio Oriente y el Norte de África también se produjo una caída en picado de las tasas de natalidad, que han pasado de 6,2 en 1980 a 2,7 en 2020, según el Banco Mundial.

El cambio en la composición demográfica está generando una serie de retos acuciantes e inminentes para los gobiernos. El efecto más evidente es el acusado descenso del tamaño de la población, que repercute en el tamaño de la población en edad de trabajar en un futuro inminente y provoca escasez de mano de obra. Esto, a su vez, reduce el crecimiento económico, la competitividad y la capacidad de recuperación, todo lo cual hace necesario que los gobiernos favorezcan políticas de inmigración flexibles para atraer talento extranjero. El descenso de la población también provoca una notable reducción del consumo, un factor importante a la hora de considerar el crecimiento interno y las oportunidades de inversión extranjera directa. 

La confluencia de la disminución de la población en edad de trabajar y el aumento de la esperanza de vida también tiene un impacto negativo en las finanzas públicas debido a la disminución de los ingresos fiscales. Al mismo tiempo, los gobiernos se enfrentan a cargas crecientes en términos de financiación de costosos regímenes de bienestar social, sistemas sanitarios, servicios de atención a la tercera edad y sistemas de pensiones. Para compensar esta situación, los gobiernos necesitan hacer una transición e invertir en automatización y tecnologías inteligentes para compensar la pérdida de productividad e impulsar el crecimiento económico a un ritmo aceptable, lo que requeriría costosas inversiones.

Los gobiernos tienen que tomar decisiones específicas y muy concretas para impulsar las tasas de fertilidad de sus naciones con el fin de corregir este alarmante patrón. Para ello es necesario que empezar por identificar las causas profundas de las decisiones de las personas de aplazar o renunciar a tener hijos. La investigación social en muchos países rastrea las causas hasta una serie de motivos importantes. Por ejemplo, las exigencias laborales de alta intensidad y el estrés relacionado con el trabajo dejan poco tiempo a los padres para dedicar tiempo y cuidados a sus cónyuges e hijos.

Además, el estancamiento de los salarios y la reciente precariedad económica, unidos al aumento del coste de la vida y del precio de la vivienda, han empujado a las familias a tener menos hijos para poder llegar a fin de mes. La historia es testigo de esta tendencia, con estadísticas que indican que las crisis de salud pública y las conmociones económicas han desempeñado un papel fundamental en la caída de las tasas de natalidad, como se vio durante la pandemia de gripe española de 1918-1920, la Gran Depresión, las dos guerras mundiales y la reciente pandemia de COVID-19. Además, tanto el nivel de estudios como la cualificación de los cabezas de familia influyen enormemente en el aplazamiento de la decisión de tener hijos.

Dados estos retos cotidianos, es imperativo que los gobiernos promulguen una serie de políticas, programas y legislación para apoyar a la población trabajadora. Existen varias soluciones para compensar los crecientes costes del cuidado de los hijos, como ofrecer generosas ayudas para el cuidado de los niños, subvenciones para la educación infantil y los servicios sanitarios, viviendas asequibles, subvenciones para la vivienda y desgravaciones fiscales para los padres.

Y lo que es más importante, los gobiernos deberían encargarse de ofrecer guarderías preescolares de calidad y asequibles, así como servicios de atención extraescolar para los padres que trabajan. El gobierno canadiense, por ejemplo, está trabajando diligentemente para poner en marcha un sistema de aprendizaje temprano y atención infantil en todo el país, gracias a una impresionante inversión de más de 27.000 millones de dólares canadienses (20.000 millones de dólares) en un periodo de cinco años. Casi la mitad de las provincias y territorios canadienses han reducido las tarifas de las guarderías a un coste medio de 10 dólares canadienses al día, al tiempo que han creado 40.000 plazas más de guarderías asequibles en todo el país, con planes en marcha para crear un cuarto de millón de nuevas plazas antes de marzo de 2026.

Para apoyar a los padres que trabajan, los gobiernos deben idear soluciones políticas que allanen el camino para conciliar las obligaciones laborales con los compromisos familiares. Esto incluye ofrecer a los padres opciones de trabajo a tiempo parcial, modalidades de trabajo flexibles y trabajo a distancia. También es fundamental que los padres que trabajan dispongan de permisos flexibles y generosos para la maternidad, la paternidad y el cuidado de los hijos.

En Suecia, los padres pueden disfrutar de 480 días de permiso parental retribuido cuando nace o se adopta un hijo, lo que permite a cada progenitor solicitar 240 días. Además, si un hijo menor de 12 años se pone enfermo y necesita quedarse en casa, los padres suecos tienen derecho a hasta 120 días al año por hijo para cuidarlo, y el gobierno paga hasta el 80% de su salario, con un tope de unos 120 dólares diarios. Los padres también pueden designar a otros familiares, amigos o vecinos como cuidadores alternativos en su nombre.

Las campañas sociales también están influyendo en las normas culturales al reimaginar la vida familiar moderna. Un examen de algunos contenidos mediáticos fascinantes en todo el mundo revela algunas ideas prometedoras, como animar a los hombres a participar activamente en el cuidado de los hijos y las tareas domésticas.

La crisis del COVID-19 inspiró una toma de conciencia sobre la necesidad de abordar el descenso de la natalidad y dar prioridad a la cuestión de preservar la vida familiar. Los gobiernos deben tomar medidas audaces y con rapidez.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Sara Al-Mulla es una funcionaria emiratí interesada en la política de desarrollo humano y la literatura infantil.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 13 de noviembre de 2022.