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El Interprete Digital

El primer enfrentamiento entre Estados Unidos e Israel – en 1957 – y el siguiente

Por Derek Leebaert para Mondoweiss

Epígrafe: Eisenhower (presidente EEUU)- Diem (primer ministro Vietnam)- Dulles (secretario de Estado EEUU)  [Manhhai- CC BY 2.0.]

Los presidentes estadounidenses condenaron alguna vez los asesinatos de civiles por parte de Israel y amenazaron con sanciones por su ocupación de tierras egipcias. El estado de ánimo político de Estados Unidos (EEUU) cambió rápidamente tras la guerra del 67. Pero podría volver a cambiar a raíz de los informes sobre el apartheid.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Hace sesenta y cinco años, a las 21 horas del 20 de febrero de 1957, el presidente Dwight Eisenhower se dirigió al mundo sobre Medio Oriente. Preguntó desde el Despacho Oval: “¿Debe permitirse que una nación que ataca y ocupa territorio extranjero ante la desaprobación de las Naciones Unidas imponga condiciones de su propia retirada?”. De ser así, sería un caso para resolver todas las diferencias internacionales por la fuerza. Por lo tanto, se comprometió a utilizar “la máxima influencia de EEUU” para obligar a Israel 一atacante y ocupante一 a abandonar el territorio egipcio, donde sus soldados permanecieron después de la breve y aguda Guerra de Suez del otoño anterior [1].

En opinión de Eisenhower, lo que estaba en juego no era sólo el derecho internacional, sino también, tal y como planteó el problema John Foster Dulles, su competente secretario de Estado, el hecho que “podíamos no tener todas nuestras políticas en Jerusalén”, donde se encontraba el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel. [2]

Eisenhower hizo caso omiso de la presión política para enfrentarse a una nación que su administración consideraba que estaba socavando los intereses estratégicos y morales de EEUU.  Lo que sucedió para esa administración, y sus sucesores es relevante en 2022: Israel está atrincherado en los territorios palestinos ocupados; y, mientras que los palestinos en Israel vivieron bajo la ley marcial hasta 1966, en la actualidad, según Amnistía Internacional 一que corrobora las advertencias hechas durante mucho tiempo por Rabin, Barak y Olmert, los primeros ministros israelíes, así como por los antiguos jefes del Shabak (N.d.T.: Servicio de inteligencia y seguridad interior de Israel)一 están sujetos al “apartheid” en zonas bajo el control israelí. 

Las relaciones entre EEUU e Israel se deterioraron tras la decisión del Presidente Harry Truman en mayo de 1948 de reconocer la independencia de Israel, a pesar de las protestas de George Marshall secretario de Estado y de todo el Estado Mayor Conjunto. Una vez concluidas las elecciones presidenciales de ese año, Truman se mostró duro con Israel, y el dilema de Truman en 1949 fue similar al de Eisenhower posteriormente.

A finales de diciembre de 1948, durante los últimos meses de la Primera Guerra árabe-israelí, una fuerza de asalto israelí había penetrado en el Sinaí.  Egipto estaba entonces bajo la hegemonía británica y Truman dio instrucciones al embajador estadounidense en Tel Aviv para que entregara al primer ministro David Ben Gurión una nota en nombre de Londres: “A menos que las fuerzas israelíes se retiraran del territorio egipcio”, afirmaba, Gran Bretaña entraría en la guerra contra Israel, evidentemente con la aprobación de EEUU. [3] Estas unidades israelíes se retiraron en una semana.

Los acuerdos de armisticio siguieron en 1949 pero no codificaron las fronteras.  Además, Truman escribió a un asesor sobre su ‘disgusto’ por la forma en que “los judíos están abordando el problema de los refugiados”. [4] Su administración amenazó, sin éxito, con cortar los préstamos del Banco Eximbank a Israel. Por lo tanto, cuando Eisenhower entró en el cargo en enero de 1953, heredó las inestables líneas divisorias de la región y los beligerantes en ebullición. 

Eisenhower dominó la política exterior de EEUU durante ocho años, y Dulles fue un hábil ejecutor. En mayo de 1953, el presidente envió a Dulles en un viaje de tres semanas como el primer secretario de Estado que visitaba Medio Oriente.  El viaje comenzó en El Cairo, donde Dulles habló del reconocimiento de Israel por parte de EEUU cinco años antes, asegurando al primer ministro egipcio que “la administración republicana no tiene el mismo grado de deuda política que los demócratas con los grupos judíos”. [5] Israel sería la siguiente parada de Dulles, por lo que también explicó sus puntos de vista sobre Jerusalén: para él, como cristiano, Jerusalén era un lugar sagrado; siempre había creído que cualquier solución árabe-israelí requeriría una “gran medida de internacionalización”. [6]

Una vez en Jerusalén, “todo fue bien”, informó el cónsul general de EEUU. Dulles visitó la parte israelí de la ciudad dividida, y luego pasó por “tierra de nadie” hasta la sección controlada por Jordania.[7] Sin embargo, los políticos tanto de Tel Aviv como de Ammán, al igual que los de El Cairo, agobiaban a Dulles con relatos de violencia a lo largo de las porosas fronteras.

Para el otoño de 1953, las cosas no iban bien entre EEUU e Israel. Ese mes, Dulles se negó a aceptar la propaganda de Tel Aviv de que Israel se dedicaba a “la lucha de la humanidad por recuperar los espacios baldíos de la tierra”, y dio instrucciones a los diplomáticos para que evitaran exponer Jerusalén a una “Conquista del desierto” (esos ‘espacios baldíos’ eran de mandato palestino). Un primer grupo de presión, el Consejo Sionista Americano, denunció su decisión, pero fue ignorado. [8]

De hecho, la Administración Eisenhower suspendió la ayuda económica a Israel por desviar agua del río Jordán y, lo que es aún más grave, obligó al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a censurar a Israel por su brutal ‘represalia’ contra el pueblo palestino de Qibya en octubre de 1953. 

Entre 1951 y 1956, los enfrentamientos fronterizos resultaron en lo que Israel contabilizó como 880 ciudadanos israelíes muertos o heridos. Mientras tanto, según estimaciones académicas posteriores recopiladas por el autor israelí Benny Morris, “más de 2.700 infiltrados árabes, y quizás hasta 5.000, fueron asesinados por las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI), la policía y los civiles. La gran mayoría de los muertos [estaban] desarmados”. Estos ‘infiltrados’ eran pastores, agricultores, beduinos y refugiados que intentaban regresar a sus pueblos. [9]

El ataque a Qibya tuvo lugar después de que militantes de Cisjordania, controlada por Jordania, asesinaran a una mujer israelí y a sus dos hijos en su casa de un pueblo israelí cercano a la Línea Verde. En la noche del 14 de octubre, unos 275 soldados de las FDI, dirigidos por el futuro primer ministro Ariel Sharon, atacaron Qibya, a siete millas al noroeste de Ramallah.

La revista Time informó que “dispararon a todos los hombres, mujeres y niños que encontraron”, al tiempo que dinamitaron casas, una escuela y una mezquita.[10] Tel Aviv primero negó cualquier implicación de las FDI, luego denunció a los críticos extranjeros como antisemitas y finalmente declaró que la matanza fue un error, aunque insistió en que su ejército no se había comportado peor que los de otras naciones, haciendo referencia a los oficiales coloniales británicos en Kenia.

Dulles expresó el “más profundo pésame” de EEUU por los sesenta y nueve muertos de Qibya, y seis semanas después, llegó la censura respaldada por EEUU en la ONU. Dulles y Eisenhower también llegaron a la conclusión de que Israel consideraba la cooperación con Washington como “una calle de un solo sentido”. [11]

En marzo de 1955, impulsaron una segunda censura en el Consejo de Seguridad.  Después de que las autoridades egipcias ejecutaron a dos miembros de lo que Tel Aviv llamaba una de sus “unidades de terror” incrustadas en El Cairo, las FDI tomaron represalias matando a treinta y ocho soldados egipcios en Gaza, la franja de arena de 140 millas cuadradas habitada entonces por 219.000 refugiados palestinos empobrecidos. [12] Con la esperanza de frenar las ‘represalias’ israelíes, EEUU emitió una tercera censura en la ONU en enero de 1956 tras otro ataque de las FDI, efectuado contra posiciones sirias cerca del Mar de Galilea, que dejó como resultado la muerte de 56 soldados y civiles.

Las sanciones, advirtió Dulles a Tel Aviv, serían las siguientes.

En todo momento, la administración de Eisenhower desestimó las afirmaciones de autodefensa del embajador israelí Abba Eban. Además del conteo de muertos salvajemente asimétrico, Dulles se preocupaba por los millones de otros ‘morenos’ del mundo fuera de Medio Oriente cuyas simpatías aún no estaban capturadas por Moscú. [13] Eisenhower estaba igualmente atento a la opinión del tercer mundo.  Por ejemplo, habló con Dulles de la condena de la India a la agresión colonial. Cuando se trataba de Medio Oriente, según Eisenhower, el Primer Ministro indio Nehru se refería a cualquier cuestión como “blancos sobre gente de color”. [14]

Sin inmutarse, Israel lanzó un ataque a gran escala contra Egipto en otoño de 1956 para derrocar a la figura fuerte de Gamal Abdel Nasser, cuya junta militar había derrocado a la monarquía pro-británica en 1952.

Nasser también había llevado a cabo represalias transfronterizas, aunque nada de magnitud que exigiera una censura de la ONU. Más preocupante era para Tel Aviv que Nasser estuviera recibiendo armamento sofisticado de la Unión Soviética.  Sin embargo, Dulles concluyó que “era difícil ser crítico” con los egipcios por comprar armas que “sinceramente necesitan para autodefensa”. [15]

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A lo largo de 1956, Israel tenía otras razones para librarse de Nasser. Pues estaban trabajando de forma encubierta con Francia para aplastar la guerra de independencia de Argelia, y Nasser por su parte estaba ayudando a la rebelión con dinero, armas pequeñas y propaganda. Después de todo, los judíos de Argelia eran en su mayoría ciudadanos franceses, a diferencia de los árabes que componían nueve décimas partes de la población. Además los israelíes armaron y entrenaron a las milicias judeo-argelinas, compartieron información de inteligencia con funcionarios franceses y ayudaron a descifrar los códigos entre los rebeldes y El Cairo. A su vez, Israel recibió de Francia aviones, tanques, artillería, municiones y equipos para lanzar napalm.

Además, Nasser había tomado el control de la Compañía del Canal de Suez durante el mes de julio.  El Canal era egipcio y recorría 120 millas a través del territorio de Egipto, pero estaba gestionado por la compañía. Por ello, Eisenhower llegó a la conclusión de que “nadie podía poner en duda” el derecho legal de El Cairo a nacionalizarlo.[16] Sin embargo, a pesar de los intentos de mediación de EEUU, Nasser estaba buscando una respuesta violenta, propia de la época colonial, por parte de los principales accionistas de esta empresa pionera: los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, que, sin que Washington lo supiera, estaban confabulados con Israel para invadir Egipto e instalar un régimen títere.

“Vamos a aplicar sanciones”, dijo Eisenhower a Dulles después de que los blindados y los paracaidistas de las FDI penetraran en Egipto el 29 de octubre de 1956, añadiendo que los israelíes habían atacado para ampliar su territorio. [17] Dulles se centró en el hecho de que las naciones ‘no blancas’ del mundo (pronto etiquetadas como el ‘tercer mundo’) se habían puesto rápidamente del lado de Egipto, incluyendo Irán e Irak, así como la India. Los estadounidenses volvieron a acudir a la ONU cuando Gran Bretaña y Francia, al día siguiente, lanzaron la segunda fase del plan de invasión, bombardeando campos de aviación y lanzando paracaidistas. 

A medida que se acercaba el día de las elecciones en EEUU, Israel contaba con sus partidarios estadounidenses para someter a la Administración. Pero, en un discurso nacional el 31 de octubre, Eisenhower explicó la crisis a los votantes, y reunió al país detrás de él.  Detuvo la ayuda agrícola a Israel y, cuando Gran Bretaña y Francia se abalanzaron sobre él, procedió a cortarles el petróleo y los préstamos.  Esto disparó la ofensiva, y los combates cesaron el martes 6 de noviembre, cuando Eisenhower ganó por goleada, y los demócratas mantuvieron su mayoría en el Congreso.

Sin embargo, seguía existiendo el problema de expulsar a los tres invasores del territorio egipcio.

Una combinación de amenazas y promesas obligó a las fuerzas anglo-francesas a evacuar antes del 23 de diciembre. Aun así, el primer ministro Ben Gurion declaró el derecho de Israel a conservar Gaza y Sharm el Sheij.  Al hacerlo, argumentó que se pondría fin a la insurgencia guerrillera y se permitiría la libertad de navegación en el Golfo de Áqaba, que Egipto había impedido. A estas alturas, Eisenhower conocía el trasfondo de estos conflictos y no simpatizaba con ellos.

Paso a paso, el presidente adoptó medidas más duras. El 10 de febrero, su embajador en la ONU, Henry Cabot Lodge, preguntó a Dulles sobre la posibilidad de imponer sanciones. Lodge preveía problemas por parte de los simpatizantes bipartidistas de Israel en el Congreso, entre ellos el líder de la mayoría del Senado, Lyndon Johnson, de Texas, y el líder de la minoría del Senado, William Knowland, republicano de California.

Sin embargo, la administración ideó un enfoque para neutralizar “la idea de que todo el mundo se metiera con el pobre Israel”, tal como expresó el concepto Lodge.[18] También se podía amenazar a Egipto con sanciones, que se impondrían si reanudaba la beligerancia una vez que Israel se retirara. Mientras tanto, los agentes políticos de la Casa Blanca informaron a Eisenhower sobre el volumen de correo y anuncios generados por los partidarios estadounidenses de Israel. Estaba desconcertado. Tampoco se alarmó que los partidarios de Israel en el Congreso lo socavaran. Ya que como le dijo a Dulles, cualquier moción en el Congreso que se opusiera a las sanciones iniciadas en la ONU no tendría ningún efecto legal.

El Dr. Ralph Bunche, que había recibido el Premio Nobel de la Paz en 1950 por haber propiciado el armisticio árabe-israelí original, llegó a la conclusión de que “cortar [a los israelíes] sería suficiente”. [19] Todos los implicados conocían las consecuencias de las sanciones. Sancionar los negocios privados y los tratos financieros con Israel, reconoció Dulles, “sería fatal”, pero sólo sería un tirón de orejas para Egipto. “Israel no puede sobrevivir sin el producto de los bonos”, le dijo a Lodge aquel invierno. “La vida de Israel está en juego”. [20]

Mientras tanto, el embajador Eban se apresuró a evitar el enfrentamiento. Dulles también se movía con rapidez. “La embajada israelí está prácticamente dictando al Congreso”, le dijo al jefe del Consejo Mundial de Iglesias, mientras buscaba apoyo. [21] Asimismo, convenció a su colega republicano, el senador Knowland, ardiente partidario de Israel, de que se había intentado todo lo que no fueran sanciones.

Eisenhower y Dulles jugaron otra carta. De repente se presentaron al público los detalles del ultimátum de la administración de Truman a finales de diciembre de 1948 a Ben Gurión sobre la salida de Egipto, que había tenido resultados inmediatos.  El mensaje de la Casa Blanca era claro: no sería la primera vez que un presidente actúa con determinación contra Israel.

Eisenhower se reunió con los líderes del Congreso de ambos partidos en la Sala del Gabinete una hora antes de hablar desde el Despacho Oval el 20 de febrero de 1957. Asistieron Dulles y Lodge. En tono severo, los tres explicaron por qué estaban a favor de las sanciones. Diez días después, la ministra de Asuntos Exteriores de Israel, Golda Meir, anunció la disposición de su país a retirarse de todo el territorio egipcio, quedando la Fuerza de Emergencia de la ONU para supervisar un supuesto cese de hostilidades. 

Los partidarios de Israel, llenos de amargura, desdeñaron a Dulles por la contundencia de las armas, y no es que le importara que lo pusieran como el culpable ministro medieval de la querida figura del abuelo en la Casa Blanca.  Pero, por supuesto, todo fue obra de Eisenhower, que actuó hábilmente sugiriendo sanciones incluso en los servicios financieros, pero que finalmente no necesitó aplicarlas.

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Una fría paz descendió sobre estas fronteras. En Washington, el presidente John F. Kennedy y su hermano Robert, el fiscal general, obligaron a un Consejo Sionista Americano ligeramente rebautizado a registrarse como agente extranjero. Pero la administración estadounidense no volvería a censurar a Israel hasta noviembre de 1966, cuando las FDI lanzaron la mayor ofensiva militar desde la Guerra de Suez, esta vez contra la Cisjordania controlada por Jordania, cerca de Hebrón. “Los israelíes han hecho un gran daño a nuestros intereses y a los suyos propios, han destrozado un buen sistema de cooperación tácita”, concluyó el asesor de seguridad nacional de Johnson, Walt Rostow. [22]

Siete meses después, estalló otra guerra árabe-israelí, en junio de 1967.

La presión política de los partidarios de Israel en Estados Unidos se hizo más efectiva tras la victoria de Israel en 1967, en parte porque Tel Aviv era un aliado incondicional de la Guerra Fría. Uno de los siguientes embajadores de Israel, el historiador nombrado por Netanyahu, Michael Oren, cuya perspicacia académica pasa por alto la historia de las censuras de Estados Unidos, ha abordado esta evolución. Los partidarios de Israel, escribe, lograron “la influencia financiera y política necesaria para influir en la opinión del Congreso”, y esa tendencia política se cimentó decididamente tras otra victoria israelí en la guerra de 1973. [23] Mientras tanto, la diplomacia estadounidense estaba básicamente reforzando el control de Israel sobre el territorio conquistado en 1967, lo que tuvo el efecto de perpetuar el proyecto de asentamientos que se ve hoy.

Israel firmó un tratado de paz con Egipto en 1978, al que seguiría otro con Jordania, pero el dilema central de los años cincuenta seguía vigente: ¿Cómo respondería Washington a las ‘represalias’ israelíes en las que los muertos eran en su mayoría civiles palestinos?  Con los conflictos de Estado a Estado aparentemente desactivados entre árabes e israelíes, los políticos estadounidenses dudaron en contrarrestar a Israel en casi cualquier asunto.

Washington no hizo nada, ni siquiera cuando la CIA determinó, en 1980-81, que Israel era “absolutamente vital” para que el régimen del apartheid sudafricano construyera seis bombas atómicas. [24] Los estadounidenses fueron igualmente impotentes en el verano de 1982, cuando Israel llevó a cabo un bombardeo de saturación en el oeste de Beirut -en un intento de destruir la Organización para la Liberación de Palestina- que el presidente Ronald Reagan describió de forma muy directa al primer ministro israelí Menachem Begin como “un holocausto”. [25]

El final de la Guerra Fría en 1991, y los subsiguientes Acuerdos de Oslo, supusieron un cambio mínimo en el terreno ocupado por Israel.  Una de las razones, observó un enviado especial adjunto de Estados Unidos para la seguridad regional de Oriente Medio, fue que “ellos [el gobierno israelí] trataron de engañarnos en todo momento”. [26] Durante las administraciones de George W. Bush y Obama, resultó fácil, por ejemplo, conseguir que los funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional se centraran en las minucias de esos acuerdos, como qué pasos fronterizos de Cisjordania podrían acordar las autoridades israelíes para abrir a las diez u once de la mañana la próxima semana.

Dada la implicación de Israel con la Sudáfrica del apartheid, resultó irónico cuando, a principios de la década de 2000, el obispo sudafricano Desmond Tutu empezó a hablar de “las marcas del apartheid en las políticas del gobierno israelí”. Al poco tiempo, estaba recordando a los estadounidenses indecisos que ‘segregación’ es una palabra grabada en la experiencia de su propia nación”. Citó la erradicación de Jim Crow, y preguntó: “¿Están ustedes llamados a hacerlo de nuevo en nombre de un pueblo profundamente oprimido en Palestina?” [27] El obispo Tutu se convirtió en un testigo moral único, dentro de la fe anglicana, y de la lucha palestina. Llegó a tener el eco de una serie de estadounidenses, incluido el general del Cuerpo de Marines James Mattis, futuro secretario de Defensa, que advirtió en 2013 que el resultado de la construcción de asentamientos en curso por parte de Israel “será el apartheid.” [28] Amnistía Internacional, Human Rights Watch y B’Tselem han aportado en el último año pruebas en sus informes con esa conclusión.

En última instancia, el obispo Tutu les diría a los estadounidenses lo obvio: como en el caso del apartheid en Sudáfrica, “sólo la presión económica puede obligar a los poderosos a sentarse a la mesa”, esta vez para remediar “las políticas inhumanas infligidas por el Estado de Israel a los palestinos”. [29] La Iglesia Episcopal llama a ese paso “escrutinio económico”.

Sin embargo, a diferencia de la década de 1950, los asesinatos de civiles desarmados, más graves que en Qibya o en Sharpeville, en Transvaal no han provocado condenas tangibles de Washington. Pensemos en los 254 palestinos muertos en Gaza durante 2018 (149 no implicados en las hostilidades, según B’Tselem). La mayoría fueron abatidos por francotiradores de las FDI con miras telescópicas de fabricación estadounidense. Y el recuento de cadáveres palestinos continúa en 2022, sin la censura de Estados Unidos.

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El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Yair Lapid, afirmó a principios de 2022 que las acusaciones de ‘apartheid’ tienen el “potencial de causar un daño significativo” [30]. Esto podría aplicarse sobre todo a las relaciones de Israel con Estados Unidos.  Lo único cierto en la política estadounidense es que la opinión tiene una forma de cambiar a la velocidad del rayo: la reevaluación nacional provocada por el movimiento “Black Lives Matter” es un ejemplo. Calificar el gobierno de Israel sobre los palestinos de ‘apartheid’ añade un elemento nuevo y volátil a la ocupación, especialmente cuando esa presencia está impregnada de lo que el general de división Yehuda Fuchs, comandante de las FDI en Cisjordania, llama “terrorismo de los colonos”. [31]

Los analistas agudos escriben que la conversación de la corriente principal en Estados Unidos sobre Israel-Palestina ha cambiado más que nunca en el último año. [32] Seguramente este debate se intensificará con el asunto del “Apartheid de Israel contra los palestinos”, tal como lo ha enmarcado recientemente Amnistía Internacional. El resultado puede ser que la próxima ‘represalia’ del tipo de la Qibya de Israel, o la siguiente, provocará una respuesta de Estados Unidos bastante diferente a la de los últimos años, desde las bases de Estados Unidos si no desde el Despacho Oval. Eso es lo que el obispo Tutu anticipó, dada la propia historia tensa de Estados Unidos. Sin embargo, también es una historia en la que los sucesivos presidentes de Estados Unidos han enfrentado con éxito la expansión y el terror de Estado en este conflicto.  En 2022, el debate no puede unirse completamente sin saber eso.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mondoweiss el 16 de febrero de 2022.

[1] Dwight D. Eisenhower, “Radio and Television Address to the American People on the Situation in the Middle East,” Feb. 20, 1953, American Presidency Project.

[2] Call from Senator Knowland, Feb. 16, 1957, 6:40 p.m., JFD telephone transcripts.

[3] The Acting Secretary of State to the Special Representative of the United States in Israel (McDonald), Dec. 30, 1948, in FRUS, 1948: The Near East, South Asia, and Africa, Volume V, Part 2.

[4] FRUS 1949, “Mr. Mark F. Ethridge to the President,” (Jerusalem) April 11, 1949, pp. 905-06

[5] No. 5, Memorandum of Conversation, Prepared in the Embassy in Cairo, May 12, 1953, in FRUS, 1952–1954: The Near and Middle East, Volume IX, Part 1.

[6]. No. 3 Memorandum of Conversation, Prepared in the Embassy in Cairo, May 11, 1953, in FRUS, 1952–1954: The Near and Middle East, Volume IX, Part 1.

[7] No. 14, The Consul General in Jerusalem to the Department of State, FRUS, 1952-1954, The Near and Middle East, Vo. IX, Part 1.

[8] The American Jewish World, 2 October 1953, p. 4, “Zionists Deplore Dulles Boycott”

[9] Israel’s Border Wars, Benny Morris, p. 147

[10] “Israel: Massacre at Kibya,” Time, Oct. 26, 1953; censuring is found at https://avalon.law.yale.edu/20th_century/mid009.asp

[11] Morris, op. cit., p. 265

[12] On “terror unit,” see “IDF Declassifies Docs,” Haaretz, May 11, 2015, quoting documents from Nehemiah Argov, Ben-Gurion’s military secretary

[13] The Fifty-Year Wound, Leebaert, p. 212

[14] MemCon With the President, White House, Washington, November 5, 1956, in FRUS, 1955-1957: Eastern Europe, Vol XXV

[15] Devil and John Foster Dulles, Townsend Hoopes, p. 328

[16] Eisenhower to Hazlett, Nov. 2, 1956, cited in FRUS, 1955–1957: Suez Crisis, July 26–December 31, 1956, Volume XVI, 944.

[17] Isaac Alteras, Eisenhower and Israel: U.S.-Israeli Relations, 1953–1960 (Gainesville: University of Florida Press, 1993), 224

[18] Call from Ambassador Lodge, Feb. 11, 1957, 4:30 p.m., JFD telephone transcripts

[19] Call to Ambassador Lodge, Feb. 12, 1957, 2:22 p.m., JFD telephone transcripts, in which Lodge tells of Bunche’s conclusion

[20] Ibid

[21] Dulles MemCon

[22] Rostow transcript

[23] Michael Oren, Power, Faith, and Fantasy, p. 536

[24] Leebaert interview of Tyler Drumheller in the Globalist, April 2013

[25] Strober and Strober, Reagan, p. 231

[26] Michael Durkee, interviewed and quoted in Leebaert, Magic and Mayhem, p. 252.

[27] Archbishop Emeritus Desmond Tutu, “Foreword,” to Leebaert, et al, The Episcopal Church’s Response to the New Political Landscape in Israel/Palestine, August 2015 

[28] Mattis quote, Aspen Institute, July 2013, as cited in Haaretz, Apr. 24, 2018, “James Mattis, Trump’s Reported Pick for Defense Post, Sees Israel Turning Into an Apartheid State”; https://www.hrw.org/report/2021/04/27/threshold-crossed/israeli-authorities-and-crimes-apartheid-and-persecution

[29] Op. cit., in Church’s Response

[30] Yair Lapid, press conference, Jan. 7, 2022

[31] New York Times, Feb. 12, 2022, “As Violence Rises in the West Bank, Settler Attacks Raise Alarm”

[32] Washington Post, May 14, 2021, “The History of Israel ‘Mowing the Grass’ in Gaza”; Peter Beinart, “2021: The Year Palestinians Entered America’s Debate Over Israel-Palestine,” Jan. 3, 2022, Beinart Notebook, substack.com