Por Zaid M. Belbagi para Arab News
El discurso anual del Día del Trono en Marruecos es siempre un barómetro importante de la política marroquí, tanto nacional como internacional. Los marroquíes están acostumbrados a su contenido, que incluye temas tales como la forma en que el país está lidiando con los cambios sociales, los desafíos del desarrollo, la creación de asociaciones en el extranjero y, por supuesto, la habitual confirmación indiscutible de la importancia del Sáhara Occidental para su integridad territorial.
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Sin embargo, este año, muchos quedaron sorprendidos, ya que la mitad del discurso del rey Mohammed explicitaba una apertura diplomática en la que pedía a Marruecos y Argelia pasar la página en sus tensas relaciones. El mensaje fue claro: dos países que son tan increíblemente parecidos no deberían permanecer a ambos lados de una frontera cerrada, “cuando sus pueblos ahora están conectados a través de la tecnología”.
Los comentarios asombraron a muchos, pero los generales en Argel deben haber sido los más sorprendidos. El año pasado se intensificó la tensión entre los dos países. Después de casi una década de un descongelamiento vacilante, la furia de Argelia a causa del reconocimiento por parte de Estados Unidos del derecho de Marruecos al Sahara Occidental, durante el año pasado ーa cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas de Marruecos con Israelー y la visita secreta en mayo del líder del Frente Polisario a España con documentos diplomáticos argelinos falsificados, anunciaron el advenimiento de un período aparentemente renovado de ‘tensos vínculos’.
A nivel doméstico, las protestas no correspondidas en Argelia reflejaron una creciente ira pública con “Le Pouvoir”, los militares que controlan el país del norte de África. La semana pasada, la escasez de agua corriente limpia causada por la mala gestión oficial fue testigo de escenas donde se descartaron desechos humanos en montones de bolsas de plástico a temperaturas cercanas a los 40º centígrados. La ira del público por tales deficiencias se combina cada vez más con las redes sociales que arrojan luz respecto al progreso y desarrollo que se está logrando en el ‘Marruecos más pobre’. Un grupo de jóvenes argelinos se filmó la semana pasada, en el cruce fronterizo cerca de Oujda que permanece cerrado, haciendo un intento fallido de pasar a Marruecos bajo el lema: “para que podamos trabajar y vivir”.
Tradicionalmente, la clase de 1962 ー veteranos de la independencia argelina de Francia ー encontró políticamente conveniente tener un enemigo en Marruecos, ya que esto justificaba la continua militarización del estado. Sin embargo, cada vez más, los intentos oficiales de culpar a Marruecos por los fallos de una anticuada perspectiva pseudo-soviética del país se debilita, sumado a un público que desea mirar hacia el futuro.
A medida que el ejército trata de inculcar un sentido de separación entre los dos países, un movimiento ‘moro en línea’ se afianza entre los jóvenes de ambos lados, compartiendo su historia, herencia y orígenes comunes. Los jóvenes argelinos son cada vez más escépticos a la luz de las imágenes y las noticias positivas sobre los alentadores acontecimientos en Marruecos, que fueron retocados por los canales oficiales. En un claro intento por capturar este sentimiento, el rey Mohammed fue directo al pedir que los dos países aprovechen la oportunidad de celebrar su historia común, afinidades culturales e interacciones sociales para reconstruir las relaciones “en un espíritu de bienestar, paz y libertad”.
Al dejar claro que el cierre de la frontera entre Argelia y Marruecos no fue obra suya ni del actual presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, El rey Mohammed ofreció una inconfundible rama de olivo a Argel para remediar las crecientes tensiones. Su discurso también aludió a un importante hecho histórico: antes de la conquista francesa de lo que luego se convirtió en Argelia, grandes extensiones del norte de África estaban unidas como Marruecos, y fue sólo el advenimiento del colonialismo europeo lo que afianzó las divisiones que ya habían fomentado las gobernaciones otomanas de Argel y Túnez.
La persistencia de tal división, prosiguió el discurso del rey, es contraria a las aspiraciones de desarrollo económico de los pueblos de ambos países. Pidió la libre circulación de mercancías, personas y capitales. En circunstancias en las que a las empresas argelinas les resulta más barato importar algunos productos de China que de sus vecinos y donde las refinerías marroquíes tienen que servir a los productores de África Occidental en lugar del gigante energético de al lado, está claro que el espíritu de unidad del Magreb necesita una reforma.
La pandemia exacerbó las deficiencias económicas en ambos países, destacando el impacto de su dependencia de los patrones comerciales internacionales. Los efectos de esto, por primera vez en tres décadas, renovaron el interés en desarrollar el comercio en lo que sigue siendo la región menos integrada económicamente del mundo. Con este fin, las relaciones de ‘ojo por ojo’ entre los dos países requieren un nuevo enfoque, y el discurso del rey pidió el fin de una retórica inútil que ha manchado la imagen de los dos países en la arena internacional.
Durante la guerra de independencia, que sigue siendo el momento más crucial de la formación del estado moderno de Argelia, los combatientes argelinos lanzaron ataques desde Marruecos, además que fueron ‘armados’ y ‘vendados’ por su vecino mientras trabajaban como “hermanos gemelos”, tal como el rey Mohammed decidió referirse a ellos. El anuncio de la semana pasada crea un momento oportuno para captar este sentimiento, reabrir fronteras y reanudar las relaciones políticas y económicas para satisfacer las aspiraciones de ambos pueblos, que se ven bajo la misma luz fraternal en la que sus líderes una vez se vieron.
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Zaid M. Belbagi es comentarista político y asesor de clientes privados entre Londres y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 6 de agosto de 2021.