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El Interprete Digital

Los recursos hídricos promueven una nueva cooperación entre Turquía y Rusia

Por Sinem Cengiz para Arab News

Unidades de Protección Popular Kurdas [Kurdishstruggle/Creative Commons]

Las delegaciones militares turcas y rusas llegaron a un acuerdo para cooperar en la búsqueda de una solución al problema del agua, relacionado con la electricidad en el noreste de Siria durante su visita a la estación de agua de Allouk y la planta de energía de Mabrouka esta semana. 

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Ubicada en la provincia de Hassakeh, la estación de agua de Allouk es considerada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como la única fuente de agua viable en el noreste de Siria. La misma ha experimentado interrupciones causadas por las Unidades de Protección Popular Sirio-Kurdas (YPG por sus siglas en kurdo), que es el ala siria del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PTK). Las Unidades de Protección Popular (UPP) ocupan el centro eléctrico en Darbasiyah donde los estados operan con energía. Las delegaciones militares turcas y rusas estuvieron manteniendo conversaciones para resolver el problema durante un tiempo. 

La estación de Allouk suministra agua a casi 460.000 personas en ambas áreas controladas por las fuerzas turcas y las UPP en el noreste de Siria. Sin embargo, se informó de que las UPP privaron a las personas que viven en áreas controladas por Turquía de la electricidad producida por las represas en el río Éufrates desde abril. Esto afectó negativamente al sector agrícola, que es la principal fuente de ingresos de esa región. 

Por otro lado, las UPP afirman que Turquía está utilizando el agua como una herramienta de presión a las autoridades locales para que les proporcionen más electricidad en las áreas controladas por Turquía. En un intento de incitar a la hostilidad internacional contra Turquía, las UPP y el régimen sirio han afirmado con frecuencia que Turquía era culpable de la escasez del agua.

Según los medios sirios, el presidente de la Asamblea Popular Siria, Hammoudeh Sabbagh, envió 48 cartas al Secretario General de la ONU, al alto comisionado para los derechos humanos y a organizaciones parlamentarias árabes instándolos a condenar a Turquía por los cortes de agua en la provincia nororiental de Hassakeh. La cuestión también fue planteada por la ONU, pero Ankara rechazó el enfoque adoptado por el organismo internacional, pidiéndo que evite actuar de manera sesgada sobre el tema.

Esta no es la primera vez que el régimen sirio lleva el tema del agua a la mesa en un intento de crear presión internacional sobre Turquía. A lo largo de la década de 1990, la fricción por el agua entre Turquía y Siria estuvo relacionada con un problema de seguridad para Turquía. Por lo tanto, es importante explicar en qué consiste la disputa por el agua. El desacuerdo entre Turquía y Siria sobre la apropiación de las aguas debajo de los ríos Éufrates y Tigris estalló en la década de 1970 cuando Turquía comenzó a construir presas en estos ríos para desarrollar la agricultura y la industria en el sureste del país. El llenado de la presa ‘Ataturk’ por parte de Turquía en 1990 redujo el flujo de agua del Éufrates y provocó escasez de agua en Siria e Irak.

El Proyecto de Anatolia del Sudeste de Turquía (GAP por sus siglas en turco), que incluye la construcción de presas en el Éufrates, profundizó aún más la disputa entre Turquía y Siria, y provocó que este último apoyara a la organización terrorista PTK. Según Joost Jongerden, un experto en temas kurdos, “aunque GAP comenzó como un proyecto de energía y riego para utilizar el potencial de los ricos recursos hídricos y terrestres de la región, el proyecto también se convirtió en un elemento clave en el abordaje del estado turco de la Cuestión kurda”.

Como represalia a la política de agua de Turquía, Siria utilizó al PTK como palanca en la década de 1990. Permitió que la organización y su líder Abdullah Öcalan se refugiaran en Siria y establecieran campos de entrenamiento tanto en su suelo como en el del Líbano. A medida que la insurgencia del PTK se intensificó a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, algunos funcionarios turcos de alto rango teniendo en cuenta que se requeriría un acuerdo diplomático con Siria, lanzaron iniciativas para encontrar una solución que abordara las preocupaciones de este último sobre el agua a cambio de poner fin al apoyo de PTK. Luego que estas iniciativas fracasaron, los funcionarios turcos endurecieron su retórica contra Siria. Vale la pena recordar aquí el discurso pronunciado por quien era entonces ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Deniz Baykal: “Siria, como país vecino, debería dejar de ser la sede de una organización terrorista. Se puede pensar que las manos con sangre del terror podrían lavarse con más ‘agua’. Sin embargo, Turquía nunca negociará el uso del terror para la guerra”. 

Por lo tanto, la cuestión del agua y el PTK se convirtió en un tema entrelazado entre Ankara y Damasco a lo largo de la década de 1990. La postura de Damasco para presionar a Turquía en la disputa por el agua recibió el máximo apoyo de otros países árabes.

Turquía quiere evitar ese apoyo ahora, especialmente luego del reciente acuerdo que firmaron Irak y Siria para regular los recursos hídricos entre los dos países. En consecuencia, la parte turca anunció inmediatamente que enviará una delegación del Ministerio de Agua de Turquía a Irak para entablar conversaciones. El ministro de Recursos Hídricos de Irak, Mahdi Rashid Al Hamdani, y su homólogo sirio, Tammam Raad, firmaron un acuerdo conjunto para intercambiar datos relacionados con las importaciones de los ríos Tigris y Éufrates “periódicamente y en situaciones de emergencia”. El acuerdo también incluyó la creación de comités técnicos y la unificación de posiciones con respecto a las cantidades de agua recibidas en la frontera turco-siria.

En declaraciones a los medios de comunicación estatales iraquíes, el cónsul general de Turquía en Mosul dijo que el tema del agua era un asunto de gran importancia y que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, había formado un equipo para resolver los problemas del agua que afectan a Irak. Con respecto a los bajos niveles de agua de este año, el cónsul general dijo que la razón se debe a la escasez de lluvias, afirmando que “Ankara nunca ha bloqueado el agua” que fluye a través de su frontera.

A pesar de sus conflictos de intereses, Siria fue el principal problema político entre Ankara y Moscú durante una década. Gracias a las ambivalencias en las relaciones turco-estadounidenses, Rusia aprovechó la oportunidad para superar sus diferencias con Ankara respecto a Siria. El apoyo de Estados Unidos a las UPP y a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) complicó especialmente las relaciones entre Washington y Ankara, y empujó a este último a aumentar su cooperación con Rusia respecto a la amenaza kurda. En los últimos años, Moscú y Ankara se sintieron motivados a trabajar juntos para contrarrestar la influencia de Estados Unidos en el noreste de Siria y la cooperación estadounidense con las fuerzas de las UPP/FDS.

Rusia y Turquía resistieron tormentas en sus complicadas relaciones mediante la cooperación en múltiples áreas. Así, ambos estados dentro de las conversaciones de paz de Astana, cuestión que también involucra a Irán, encontraron en el tema del agua una nueva área de cooperación. En el tema del agua, Rusia, más que Estados Unidos, se convirtió en el principal actor sobre el terreno, buscando una solución entre Turquía y las milicias kurdas. Rusia se niega enfáticamente a que la cuestión del agua se convierta en un grave problema entre las milicias kurdas y Turquía, mientras que, al mismo tiempo, Ankara no quiere que la historia se repita con el agua y el terrorismo.

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Sinem Cengiz, residente por décadas en Kuwait, es una investigadora turca enfocada en los asuntos del Golfo y las relaciones de Turquía con el Medio Oriente en general. Es columnista habitual de Arab News y autora del libro “Relaciones turco-saudíes”.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 13 de agosto de 2021.