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El Interprete Digital

Una década de levantamiento y de guerra en Siria: una visión desde el diwan de los terapeutas

Por Alicia Medina para Syria Direct. 

Tejiendo un futuro mejor para los refugiados sirios en Líbano. [DFID – UK Department for International Development / Wikimedia Commons]

BEIRUT – M. llevaba dos meses sin dormir cuando acudió a Jouhaina Mouslem pidiendo ayuda psicológica. “Esta mujer estaba devastada, derrumbada”, recuerda Mouslem, psicóloga originaria de Alepo y actualmente activa en los programas de salud mental de la ONG “Women Now” (Mujeres Ahora) en Líbano. 

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M. había estado detenida en una prisión del régimen sirio. Tras ser liberada, su marido la abandonó, por lo que huyó a Líbano, dejando a sus dos hijos en Siria. M. se volvió a casar y tuvo un hijo, pero su segundo marido también la abandonó. Se encontraba en una situación económica crítica. “Tenía depresión, ansiedad aguda; pasó por todos los síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) viviendo sola”, explicó Mouslem.

Después de nueve sesiones de terapia y de recibir ayuda financiera para cubrir el tratamiento del psiquiatra y pagar el alquiler, M. empezó a recuperarse. “Cuando vi la diferencia, me emocioné mucho”, dijo Mouslem, que a su vez es una refugiada siria que también ha sufrido la pérdida de “mi país, mis seres queridos, mi hogar; esto me ayuda a entender el dolor de los sirios”. 

Este dolor podría pasarse por alto en medio de las macrocifras de diez años de levantamiento y guerra en Siria: 227.413 muertos civiles, 99.479 desaparecidos forzosos, 5,6 millones de refugiados y 6,6 millones de desplazados internos. Pero los sirios sufren una pandemia de salud mental.

Según una encuesta de Syria Relief, el 99% de los desplazados internos y el 73% de los refugiados sirios muestran síntomas de TEPT, un trastorno de ansiedad que puede desarrollarse después de haber participado o presenciado un acontecimiento traumático.  

Este informe muestra que, entre quienes experimentaron un suceso que puso en peligro su vida, el 52% de las mujeres presentaron diez o más síntomas de TEPT, mientras que entre los hombres esa cifra se reduce al 37%. Las mujeres son más propensas a desarrollar TEPT “en parte por la forma en que reaccionan al estrés y al trauma; mientras que los hombres tienen una respuesta más orientada a la acción, las mujeres tienen una respuesta más de tipo evasivo, lo que aumenta el riesgo de TEPT”, explicó Angela Daaboul, psicóloga clínica del Centro de Rehabilitación de Víctimas de la Violencia y la Tortura Restart.

La edad también es un factor. “Cuanto más joven es la persona cuando se expone a un trauma, mayor es el riesgo de desarrollar TEPT”, añadió Daaboul. Entre los niños, los signos del TEPT incluyen la pérdida de apetito, la incontinencia, las pesadillas y el aumento de la agresividad al jugar.  En Siria, el 47 por ciento de los jóvenes ha tenido un familiar o amigo cercano muerto en el conflicto, el 54 por ciento experimenta trastornos del sueño y el 73 por ciento sufre ansiedad, según un reciente estudio del CICR

Los síntomas más destacados del TEPT entre los sirios son “sentirse constantemente en guardia, actuar o sentir como si el suceso traumático se repitiera, irritabilidad o estallidos de ira, problemas de concentración y un intenso malestar físico o emocional cuando se exponen a cosas que les recuerdan el suceso traumático”, explicó Alaa Kaddoura, psicólogo de la Unión de Asociaciones de Ayuda y Desarrollo (URDA).

Mientras que los refugiados sirios en los países occidentales suelen tener acceso a la ayuda de salud mental, en Líbano estos servicios son escasos, y en Siria casi inexistentes debido a la estigmatización de la terapia. Sólo el 7% de los sirios en Siria y Líbano reciben el apoyo psicológico que necesitan. 

Diez años de cicatrices en la salud mental del Líbano

Pocos de los 1,5 millones de refugiados sirios que huyeron al Líbano en los primeros años del conflicto sirio podían imaginar que se quedarían una década en el país vecino.  

Al principio de la crisis siria, los refugiados en Líbano se ahogaban en “la confusión, la ansiedad, los ataques de pánico muy fuertes y las crisis nerviosas”, explicó Kaddoura. “Al principio, se trataba de problemas de adaptación. Los sirios vivían en casas y ahora en tiendas de campaña, y había muchos casos con TEPT; el trauma de haber presenciado masacres y bombardeos era reciente”, añadió Mouslem.   

Cuando el levantamiento se convirtió en guerra y luego el régimen de Assad se consolidó en el poder, la desesperanza se instaló entre los refugiados. “Al principio, los sirios tenían la esperanza de llegar a la rendición de cuentas por los crímenes del régimen, de ver la liberación de los detenidos y de regresar a Siria, pero ya no”, dijo Mouslem. “La gente ahora está esperando que ocurra una nueva calamidad; la única esperanza ahora es salir del Líbano”.

Como muchos se dieron cuenta de que un regreso seguro a Siria era un escenario lejano, tuvieron que lidiar con la pérdida de la esperanza. “Les hacemos ver cómo les afecta esta pérdida de esperanza, e intentamos abandonar esta idea de que si no puedes volver [a Siria] tu vida está acabada; encontremos la esperanza en otra parte”, explicó Stephanie Haddad, psicóloga del Centro Libanés de Derechos Humanos (CLDH).

Los terapeutas tienen que lidiar con el hecho de que los refugiados sirios en el Líbano se enfrentan a un futuro incierto. “No podemos pensar en lo que va a pasar dentro de cinco años, así que nos centramos en el concepto de adaptación y en lo que están viviendo ahora”, dice Kaddoura. “Siempre están en guardia y con miedo; no saben qué esperar del día siguiente”. 

Para hacer frente a esta incertidumbre, los refugiados tienen que entender que hay cosas que escapan a su control, según Maya Zaghloul, psicóloga clínica del Centro Restart. “Una vez que se dan cuenta de que no son capaces de controlar ciertas cosas, les permite tener más control sobre sus sentimientos de incertidumbre y estrés”.

Además del TEPT, muchos sirios fueron diagnosticados con depresión, ansiedad y trastornos de conducta a lo largo de los años anteriores. “Se podría pensar que después de diez años las cosas estarían en su sitio; pero no es así”, dijo Kaddoura.

“Observamos muchas dificultades de comportamiento y trastornos de la conducta entre los niños, y esto se debe a los factores de estrés que están viviendo en el Líbano, además de los acontecimientos traumáticos que vivieron en Siria”, explicó Joelle Wehbe, psicóloga clínica del Centro Restart.

Mouslem también ha observado “ansiedad social”, dado que algunos refugiados sienten que “esta sociedad no nos acepta; sufren de racismo, se quedan en casa, y esta ansiedad se convierte en depresión”. 

El Líbano no es un lugar para sanar

Los recientes capítulos turbulentos vividos en Líbano -el levantamiento libanés de 2019, el colapso económico, la pandemia del COVID-19 y la explosión de Beirut- han afectado al estado mental de los refugiados sirios. 

El levantamiento libanés fue desencadenante para muchos sirios porque se sintió “como un recordatorio de cómo empezó la guerra en Siria y esto provocó mucho miedo”, según Zaghloul.

La crisis financiera también ha empujado al 80% de los refugiados sirios por debajo del umbral de la pobreza, y los pensamientos suicidas van en aumento. “Ahora hay una mayor incidencia de pensamientos suicidas e intentos de suicidio. Antes era la excepción, ahora es la regla”, dijo Daaboul. Mouslem se ocupa actualmente de dos mujeres que sufren una profunda depresión e intentan suicidarse. “Incluso entre los jóvenes, hay pensamientos sobre la muerte”, dijo.

La explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020, que destrozó la capital libanesa, fue un detonante para muchos sirios que “tuvieron recuerdos, sueños recurrentes y las mismas emociones que tuvieron cuando vivieron otro tipo de explosiones allá en Siria”, explica Haddad, que intenta mostrarles cómo su reacción está ligada a sus traumas anteriores en Siria. 

La explosión de Beirut fue el punto de ruptura para uno de los pacientes de Haddad. Un hombre sobrevivió a la tortura en una prisión del régimen sirio y huyó a Beirut, donde trabaja como fontanero. Acudió al CLDH en busca de terapia. “Tenía muchos recuerdos. Estaba en un estado de depresión, no se levantaba para ir a trabajar y tenía problemas de espalda a causa de la tortura”, dijo Haddad.

A los pocos meses de terapia y fisioterapia, mostró progresos. Paradójicamente, el cierre de COVID-19 le ayudó: “Ver a los libaneses viviendo lo mismo le ayudó a crear algún tipo de resiliencia”. Encontró consuelo a través de este dolor compartido. “Estamos bien porque todo el mundo no está bien”, le dijo a Haddad.

Pero en la explosión de Beirut, su mujer embarazada perdió a su bebé debido al shock. Él se derrumbó. Dos meses después, volvió a la terapia y empezó a mostrar progresos. Pero mientras él mejoraba, su mujer empeoraba. “Mientras él no estaba bien, ella estaba bien porque tenía que estar bien; cuando él empezaba a mejorar, cambiaba en ella”, explicó Haddad. Su mujer se negó a ir a terapia, así que él “decidió dejar de mejorar para que ella volviera a sentirse mejor”. 

El tabú sobre la salud mental entre la comunidad siria en Líbano ha disminuido en la última década. Al principio, cuando se les ofrecían servicios de salud mental, “nos enfrentábamos a mucha gente que decía ‘no estamos locos'”, recuerda Kaddoura. Los terapeutas entrevistados para este reportaje coinciden en que ahora la terapia no se considera controvertida. 

La caja de herramientas de la sanación

“Los psicólogos no hacen magia”. Kaddoura tenía que repetir esta idea a los pacientes que veían la terapia como una forma de deshacerse de sentimientos dolorosos. “La terapia no es magia para borrar los recuerdos; se trata de adaptarse y pensar en el futuro”.

En “Women Now”, Mouslem organizó grupos de apoyo de mujeres sirias para construir un espacio seguro y tratar de sanar juntas. “Hablamos de la depresión, de la pérdida de su familia y de sus dificultades económicas; cuando hablan de los dolores compartidos, se dan cuenta de que no están solas. Esto forma parte del tratamiento”, explica Mouslem. También aprenden a gestionar el estrés, la ira y a “cuidarse y ocuparse con actividades que les gustan, para no pasar por esto solos”. 

Para tratar el TEPT, se suele utilizar la terapia cognitivo-conductual (TCC). El objetivo es “cambiar los patrones de pensamiento negativos por patrones de pensamiento positivos”, explicó Lana Kalawoun, terapeuta del Centro Libanés de Derechos Humanos. Un cambio en los pensamientos se traduciría después en un cambio en las emociones y luego en los comportamientos. 

“Lo más importante es tratar de encontrar el sentimiento detrás de ese pensamiento intelectual. Normalmente, el intelecto está bloqueando las emociones que no salieron cuando ocurrió el trauma”, añadió Haddad. Una vez que estos sentimientos pueden salir, el dolor se apacigua. 

Para combatir los recuerdos intrusivos o los flashbacks de sucesos traumáticos, los psicólogos enseñan a los pacientes técnicas de enraizamiento, como la relajación, los ejercicios de respiración y la mindfulness, para que puedan calmarse, estar presentes en el momento y comprender que lo que sienten es algo que ocurrió en el pasado. Kaddoura recuerda que una de sus pacientes sufrió episodios de recuerdos intrusivos. Esta mujer fue secuestrada, violada y, como resultado, quedó embarazada. Más tarde, su marido la abandonó, por lo que vino con sus hijos a Líbano. Sigue yendo a terapia y, aunque todavía sufre episodios de flashback, “se mantiene en pie”. Ha aprendido a coser y ahora “se siente productiva de nuevo porque es capaz de mantener a sus hijos”.

Otra técnica para procesar el trauma es la Terapia de Exposición Narrativa (NET), en la que el paciente narra la experiencia traumática. “Esto le permite situar el suceso en la línea de tiempo, lo asienta en el pasado y también ayuda a llenar esos vacíos en los que hay una fragmentación de los recuerdos”, explicó Kalawoun.

Aceptar una pérdida es una batalla ardua. Hace poco, Daaboul conoció el caso de una mujer siria que se esforzaba por superar la muerte de su hermano. “Estaba desesperada, deprimida y tenía pesadillas sobre la muerte de su hermano”, explicó Daaboul.  En 15 sesiones, “fue capaz de lidiar con este dolor y hablar de él sin sentirse abrumada”. Al final, le contó a Daaboul que había soñado que estaba con su hermano en un jardín y él le decía: “No te preocupes, estoy a salvo”. 

“Este sueño reflejaba que había asumido la pérdida”, explicó Daaboul. En una década en la que los sueños sirios se convirtieron en pesadillas, la terapia está ayudando a algunos a encontrar la curación.

Este artículo ha sido elaborado en colaboración con Friedrich Ebert Stiftung.

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Alicia Medina tiene un máster en Periodismo, Medios de Comunicación y Globalización del programa Erasmus Mundus. Es una periodista española establecida en Beirut y su trabajo ha sido publicado en medios de comunicación internacionales. 

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 6 de abril de 2021.