Saltar al contenido

El Interprete Digital

El cine alimenta los sueños de los refugiados sirios en Iraq

Por Lyse Mauvais para Syria Direct

Hola, te está mirando, chico. [Bo47 / Creative Commons]

Calmar a las docenas de niños que corrían por los pasillos de la sala de proyección parecía imposible. Niños y niñas en edad escolar correteaban excitados, entrando y saliendo en avalancha por la puerta principal, plegando y desplegando las butacas del cine, riendo y pinchándose unos a otros mientras los adultos entraban con calma, ocupaban sus asientos y esperaban a que empezara la película. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Adil Ebdulrehm y los demás voluntarios se rindieron. “Espera a que empiece la película. La cosa empeora. Se excitan mucho y se pasan el tiempo corriendo dentro y fuera de la sala. Nuestro principal trabajo es calmarlos” dijo, encogiéndose de hombros y con una amplia sonrisa.

Equipada con una gran pantalla hinchable, un proyector y unas 200 butacas de terciopelo rojo, la sala parecía casi un cine. La única diferencia era su ubicación: dentro de un campo de refugiados sirios en Irak. Muchos de los niños que recorrían los pasillos no habían estado nunca en una sala de cine.

El lugar, un gran salón de actos utilizado para celebrar bodas y funerales, se convirtió durante unas semanas en una sala de proyecciones para el Festival Internacional de Cine de Duhok, que se celebra desde 2011 en la ciudad de Duhok, en la región autónoma del Kurdistán iraquí. Cada año, el festival exhibe decenas de películas y reúne a cineastas kurdos de la región y de la diáspora, así como a extranjeros. 

Hasta este año, las películas se proyectaban en la Universidad de Duhok y en el único cine de la ciudad, un local anticuado con tres pequeñas salas. Pero la edición de 2022, que se celebró del 1 al 8 de diciembre, fue diferente. 

“Decidimos proyectar algunos de los largometrajes kurdos en el campo de Domiz, para crear un puente entre los refugiados y el festival”, explicó a Syria Direct Shawkat Amin Korki, director artístico del festival. Domiz I es el mayor campo de refugiados de la región del Kurdistán iraquí. Se encuentra a las afueras de Duhok y alberga a 30.000 refugiados sirios, además de unos 10.000 más en el cercano campo de Domiz II.

Llevar el arte al campo

La decisión de llevar el festival a Domiz surgió del tema elegido para la edición de este año, Hijra, que se traduce como “éxodo o migración”.

“Por todas las cosas que ocurrieron en esta parte del mundo, porque la migración no dejó de aumentar en los últimos años, porque en nuestra región existen muchos campos de refugiados y campos de desplazados, por la guerra de Ucrania, la migración es un tema universal”, señaló Korki.

Los organizadores pensaron que el tema resonará con especial fuerza entre los residentes de Domiz, refugiados sirios que huyeron de su país en el transcurso de la guerra siria, así como entre las personas que viven en otros campos de refugiados y desplazados en los alrededores de Duhok. Pero llevar a este público a las salas de cine puede ser difícil. “Los campos están un poco alejados, y a las familias les resulta difícil desplazarse a la ciudad todos los días para ver las películas. Por eso decidimos llevarles las películas a ellos, al campamento”, explica a Syria Direct Saman Mustafe, coordinador del festival.  

Fue más fácil decirlo que hacerlo. Encontrar salas para proyectar el festival es siempre un reto, incluso en la ciudad de Duhok, donde sólo existe un cine comercial. En Domiz, la única opción era una sala vacía que hubo que equipar desde cero. “Aun así, pensamos que sería mejor que nada”, comentó Korki.

Una sala abarrotada

Estos esfuerzos dieron sus frutos, y las proyecciones resultaron ser muy populares. “La sala está siempre llena todos los días”, afirma Mustafe durante la primera semana del festival. “Estamos impresionados con el público”. La mayoría de los asistentes eran familias y niños, aunque las películas seleccionadas, largometrajes y documentales de ritmo lento, podrían resultar difíciles de disfrutar para los más jóvenes. 

Los espectadores entrevistados por Syria Direct tras la proyección el 6 de diciembre de Antes de la noche, un largometraje producido en la región kurda de Turquía, hablaron muy positivamente del festival, aunque algunos se mostraron incómodos ante películas que cuestionan las normas culturales y sociales imperantes. 

“Me gustó mucho la película de esta noche, y doy las gracias a los organizadores por traérnosla”, explicó Ramadan, un joven veinteañero que asistió por primera vez a una proyección el 6 de diciembre. “Pero hubo algunas escenas que no deberían haber estado en la película”. Una de las escenas de esa noche provocó jadeos entre el público cuando apareció en pantalla un gran cuadro de una mujer desnuda. 

Puede que Ramadan también se refiriera a la siguiente escena, en la que la protagonista, una joven kurda, se acuesta en la cama con su amante mientras beben alcohol. Pero Rojen, una joven de 18 años que acudió a todas las proyecciones, dijo que no se escandalizó. “Estas historias ocurren en todas partes del mundo”.

Una oportunidad para actuar

A lo largo de los años, el festival atrajo a muchos cineastas extranjeros y kurdos a Duhok, y muchos han regresado para rodar películas en la zona. Esto creó oportunidades para algunos en el campamento, como Sawsan, una joven treintañera residente en el campamento que trabajó como extra en varias películas en los últimos tres años, cobrando unos 13 dólares al día por rodajes ocasionales. 

“Desde niña quise intentar actuar, pero nunca pude imaginar que este sueño se haría realidad algún día, sobre todo después de casarme y tener hijos”, afirma esta madre de tres hijos, procedente de la campiña de Qamishli, en el noreste de Siria. Uno de los montajes más memorables en los que participó fue La novia, un drama ficticio de 2022 sobre una joven europea que se casa con un combatiente del Estado Islámico (EI) y se enfrenta a un juicio en Irak por formar parte del EI. Sawsan y otras 50 mujeres del campamento de Domiz fueron contratadas y se les pidió que interpretaran el rol de otras esposas y madres del EI en espera de juicio. 

“Cuando me puse la ropa para este papel, al principio tuve miedo. Nunca me había puesto un niqab. Fue una extraña experiencia”, recuerda Sawsan.

Actuando en la misma película como un soldado kurdo, Ali Haji aprovechó el trabajo de actor como una oportunidad para reencontrarse con sus sueños y escapar del aburrimiento y el desempleo en el campo. “Actué en varias películas antes, pero La novia era mi favorita entre todas porque interpretaba a un soldado”, apuntó Haij, con los ojos brillantes de emoción. “Llevaba el uniforme de un soldado iraquí y vigilaba a los prisioneros del IS. Me encantó ese rol, porque antes era un peshmerga, incluso me hirieron en la guerra. Pero dejé el ejército y ahora no existe mucho que hacer”.

Una comunidad de actores emergente

El rodaje en Domiz también proporcionó una salida a la pequeña pero creciente comunidad de actores del campamento. Entre sus actores emblemáticos se encuentra Muhammad Muselmini, conocido por su nombre artístico “Qanjo”, un kurdo sirio de al Qahtaniya (Tirbespî) que lleva más de 50 años actuando, primero en Siria y luego en el campo. 

“Allí, en Siria, no teníamos espacio para actuar, no había libertad. En la primera película en la que participé en Siria, al día siguiente teníamos a alguien de los servicios de seguridad delante de casa, lo juro por Dios”, señaló Qanjo. En este restringido panorama artístico, Qanjo prefirió pasar desapercibido y dirigió su energía hacia pequeños sketches y obras de teatro menos propensos a atraer una atención no deseada. “Actuábamos dentro de las casas, dentro de nuestra comunidad, y durante las celebraciones, por ejemplo durante Newroz y otros festivales kurdos”, añadió.

Desde que llegó a Domiz en 2012, Qanjo mantuvo su pasión por la actuación, junto con dos trabajos diarios. Forma parte de un pequeño grupo de actores que actúan en comedias y obras de teatro dentro del campamento, así como en vídeos de YouTube. Para él, la actuación es un vínculo importante entre la vida en el campamento y el mundo exterior. “Los hábitos que tenemos aquí son diferentes, las dificultades a las que nos enfrentamos son diferentes. Al actuar, tenemos la oportunidad de mostrar nuestra vida y nuestra propia realidad al mundo”, afirmó.

Pero esta oportunidad no se ofrece a todos de la misma manera, y la actuación sigue estando socialmente estigmatizada en algunas familias, sobre todo para las mujeres. “No oculto nada a mi marido ni a nuestras familias, y agradezco de todo corazón a mi marido que no obstaculice este sueño. Pero mi familia no me apoya del todo: es una mezcla” asevera Sawsan.

A pesar de su propio amor por la interpretación, Ali se siente incómodo con la idea de que su mujer actúe delante de una cámara. “No quiero que actúe, porque en nuestra comunidad vemos como algo vergonzoso que una mujer casada salga de casa para trabajar: significa que su marido no le da lo suficiente. Si realmente quiere trabajar puede que no me oponga, pero no actuando porque todo el mundo la verá, la conocerá y hablará de ella”, expone.

A pesar de estas reacciones encontradas, la comunidad de actores del campamento creció año tras año gracias a la presencia del festival, creando nuevas conexiones artísticas en Domiz en torno al cine y ha abierto nuevas puertas a algunos de los residentes. 

Traer el cine a Domiz este año es un paso más en esa dirección, permitiendo a los residentes acceder a un nuevo universo artístico y perseguir sueños que de otra manera podrían estar fuera de su alcance.  “Estamos muy contentos de que el festival se celebre aquí este año. Realmente sentimos que no nos han olvidado. La gente piensa en nosotros” afirma Qanjo.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de 

Lyse de origen francés, creció en varios países africanos. Estudió Ciencias Políticas y Conflictos entre París y Londres, antes de trasladarse a Jordania para estudiar árabe. Vive en Ammán desde septiembre de 2019.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 12 de diciembre de 2022.