Por Maleeha Lodhi para Arab News
El anuncio del presidente Joe Biden acerca de que EE.UU. retirará incondicionalmente todas sus fuerzas militares de Afganistán en septiembre y pondrá fin a su “guerra eterna” no causó ninguna sorpresa. El presidente estadounidense llevaba tiempo considerando que mantener las tropas en Afganistán no sólo era insostenible, sino que había perdido toda justificación una vez que la amenaza de Al Qaeda se había reducido. Así lo expuso en su previsible discurso.
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“Hicimos justicia con Osama bin Laden hace una década”, dijo, pero “permanecimos en Afganistán durante una década desde entonces. (…) Nuestras razones para permanecer en Afganistán son cada vez menos claras”. Añadió otra razón convincente para su decisión: Los nuevos retos estratégicos en los que Washington debía centrarse.
Para adelantarse a las esperadas críticas internas, especialmente a la luz del criterio del Pentágono de una retirada gradual basada en las condiciones, dijo: “No podemos continuar el ciclo de ampliar o expandir nuestra presencia militar en Afganistán esperando crear las condiciones ideales para nuestra retirada, esperando un resultado diferente”.
Con este anuncio, Estados Unidos comenzará a retirar sus fuerzas el 1 de mayo y completará la retirada antes del 11 de septiembre, cuando se cumpla el 20º aniversario de los atentados contra Estados Unidos que condujeron a la invasión de Afganistán.
¿Qué significa esto para la futura estabilidad de Afganistán? ¿Cómo afectará esto al proceso de paz afgano, que lleva meses estancado? ¿Qué pasa con los planes de paz que Washington reveló hace más de un mes, que preveían conversaciones mediadas por la ONU entre las partes afganas en Turquía, programadas del 24 de abril al 4 de mayo, así como una conferencia de estados regionales para movilizar el consenso que apoye el proceso de paz?
Los Talibán, incluso antes del anuncio de Biden, dijeron que no participarían en las conversaciones en Turquía y amenazaron con “consecuencias” si se cambiaba el plazo de retirada acordado en el acuerdo de Doha entre Estados Unidos y los talibanes de febrero de 2020. Su respuesta inicial al anuncio de Biden reiteró la posición de que un retraso en la retirada era una violación del acuerdo de Doha, lo que liberaba al grupo de tomar “todas las contramedidas necesarias”.
Por lo demás, la declaración fue lo suficientemente matizada como para dejar espacio a un compromiso diplomático. Es posible que los Talibán vuelvan a aceptar la nueva fecha de finalización de la retirada, ya que es clara e incondicional, y que también se replanteen su participación en la conferencia de Estambul. Los Talibán, tras haber obtenido el reconocimiento internacional, no se arriesgarán a perderlo adoptando una postura intransigente. También es posible que sus líderes vean esto como una oportunidad y, por tanto, adopten una posición contenida.
La atención se centrará ahora en la próxima reunión diplomática en Turquía -la Conferencia de Estambul sobre el Proceso de Paz Afgano-, que pretende acelerar el diálogo intraafgano y hacerlo avanzar desde el punto en que se quedó en Doha el pasado noviembre. El prolongado estancamiento ha tenido mucho que ver con la postura de ”esperar y ver” adoptada por ambas partes a la luz de la revisión de la política afgana de la nueva administración estadounidense. La misión de la ONU ha descrito la conferencia de Estambul como una “importante oportunidad para poner en marcha un plan concreto que ponga fin a la guerra”.
Todo parece indicar que Estados Unidos intensificará su diplomacia para presionar a las partes afganas a fin de que rompan el estancamiento en Estambul y luego inicien negociaciones sustantivas en Doha. Todavía está por ver si el anuncio de que los estadounidenses se marchan obligará a las partes afganas a llegar a un acuerdo, como algunos esperan. Lo que sí se sabe de la cumbre de paz dirigida por la ONU es que las conversaciones entre el gobierno afgano y los Talibán irán precedidas de una reunión de ministros de asuntos exteriores y representantes de los estados regionales, en la que se espera que se desarrolle un “enfoque unificado” en apoyo de un proceso de paz inclusivo y un llamamiento a la reducción de la violencia.
Uno de los factores decisivos para que el proceso de paz en Turquía tenga éxito -o incluso se inicie- es la seriedad con la que se comprometa Estados Unidos, especialmente la presión que ejerza sobre el presidente Ashraf Ghani para que abandone su postura intransigente y la forma en que los Talibán jueguen sus cartas. El enviado especial de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, se encuentra en la región intensificando los esfuerzos para persuadir a las dos partes de que acudan a la conferencia de Estambul con una mentalidad abierta, lo cual es una tarea formidable. No cabe duda de que a Estados Unidos le interesa salir de Afganistán habiendo logrado avances en las negociaciones para un acuerdo de paz. Pero la cuestión es cuánta influencia tiene ahora que se va y qué herramientas está dispuesto a utilizar para lograr un último resultado.
En cuanto a los líderes de los Talibán, que han sido astutos negociadores, la pregunta sin respuesta es si serán capaces de resistir la opinión de aquellos en su seno que quieran esperar a que los estadounidenses se vayan y no vean ningún valor en reanudar el diálogo intraafgano. Por otro lado, los líderes Talibán pueden calcular que, tras dos décadas de lucha militar, la oportunidad de asegurar su resultado deseado se presente también a través de las negociaciones, una opción que les ayudaría a recibir el apoyo y la ayuda internacional que necesitarán en el Afganistán post-estadounidense y, lo que es más importante, les ofrecería una mejor oportunidad de lograr una paz duradera.
El peligro, sin embargo, es que si se rechaza la vía de las negociaciones y las conversaciones fracasan, Afganistán podría volver a caer en el caos y en una sangrienta guerra civil que no haría sino prolongar la tragedia para su sufrido pueblo, que anhela la paz. En ese caso, la “guerra eterna” de Afganistán continuará, incluso cuando la de Estados Unidos termine.
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Maleeha Lodhi Doctora en Letras por la Universidad Metropolitana de Londres, se desempeñó durante muchos años como embajadora de Pakistán en Estados Unidos, el Reino Unido y la ONU. Actualmente trabaja como escritora y editora para diversos medios de comunicación.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 21 de abril de 2021.