Por Chloé Bernadaux para Middle East Institute
En abril, el Centro Euro-Mediterráneo para el Cambio Climático publicó un nuevo estudio que pronostica el surgimiento de olas de calor con temperaturas de 56°C en Medio Oriente si el cambio climático no se aborda prontamente.
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Según el informe, el aumento de las temperaturas podría representar un riesgo potencialmente mortal para Medio Oriente y su gente, lo que podría causar una sequía desastrosa y trastornos sociales en toda la región.
Como uno de los lugares más cálidos y secos del mundo, la región enfrenta algunos de los peores impactos del fenómeno climático. Muchos de estos eventos no solo son devastadores desde el punto de vista social y político, sino que también provocan enormes pérdidas financieras para países que ya experimentan inseguridad económica.
Los países de Medio Oriente y el Norte de África se ven cada vez más expuestos a fenómenos meteorológicos extremos y desastres naturales, los cuales, afectan a más de 40 millones de personas, representando costos aproximados de USD 20.000 millones en los últimos 30 años —de acuerdo al Banco Mundial—.
Sólo durante los últimos cinco años, se registraron 120 desastres en la región, lo que resultó en un promedio de USD 1.000 millones anuales en daños y pérdidas.
Además, los observadores estiman que el 60% de la población de la región ya vive en áreas bajo un severo estrés hídrico, lo que aumenta la amenaza potencial de devastadoras pérdidas financieras futuras como resultado de desastres naturales.
El sector agrícola predominantemente de secano, al que se dedica el 83% del uso total del agua, es la industria más afectada por los patrones irregulares de desertificación y, como tal, tiene una gran necesidad de una variedad de medidas de adaptación sostenible.
Quizás con mayor urgencia, la tendencia histórica de la migración de las áreas agrarias a las urbanas se vio exacerbada por el calentamiento global. El cambio climático podría representar una amenaza para la cohesión social y la estabilidad política en Medio Oriente, con medios de vida, regiones y economías en riesgo de colapso.
Es probable que el cambio climático ejerza una presión adicional sobre los gobiernos locales para que presten servicios sociales y respondan a las nuevas necesidades de ayuda en emergencia. En otras palabras, las autoridades y partes interesadas están obligadas a desarrollar la resiliencia social y financiera frente a este fenómeno lo más rápido posible y por múltiples medios.
Los seguros como herramienta de gestión
La gestión de riesgos climáticos identifica y reduce todos los efectos asociados a la materia con el objetivo de proteger de manera eficiente a las empresas y poblaciones vulnerables. No obstante, estas medidas pueden resultar costosas y permanecer fuera del alcance de muchos.
De hecho, la mayoría de los países de ingresos más bajos de la región, plagados de una gobernanza deficiente y con economías que dependen en gran medida de la agricultura, probablemente carezcan de los recursos adecuados para abordar el cambio climático a través de la adaptación. Por lo tanto, reducir los costos debería ser el primer paso para desarrollar la resiliencia climática en Medio Oriente.
Como un componente de la gestión del riesgo climático, el seguro consiste en transferir el riesgo de una persona asegurada, colectivo u objeto a las compañías de seguros. Las aseguradoras, a su vez, son parte de grupos más grandes llamados esquemas de reaseguro, que abarcan diferentes riesgos y compensaciones.
La mayoría de estas pólizas de seguro de riesgo climático se basan en índices, y los pagos se activan directamente si se alcanzan determinados indicadores meteorológicos. Los sistemas de alerta temprana pueden involucrar un conjunto diverso de indicadores de posibles crisis alimentarias, incluidas mediciones de precipitaciones, datos de temperatura para determinar la sequedad del suelo o incluso el seguimiento directo del crecimiento de las plantas.
El seguro de riesgo climático podría ayudar a promover la resiliencia y la adaptación climática en la región MENA de muchas maneras. En primer lugar, los mecanismos de seguro adecuados, al proporcionar una compensación financiera rápida después de desastres a gran escala, podrían permitir que los afectados se recuperen más rápido, haciendo que las sociedades y las economías sean más resilientes a corto y largo plazo. Mientras que, en segundo lugar, las compañías de seguros podrían desempeñar un papel destacado en la evaluación y comunicación de los riesgos relacionados con el clima a través de las primas, de modo que quienes estén sujetos al riesgo puedan comprender mejor la amenaza.
Las compañías de seguros también suelen desempeñar un papel de liderazgo en el desarrollo de índices y herramientas de medición para evaluar los impactos financieros y físicos del cambio climático en un país.
Los gobiernos de MENA, en particular, podrían beneficiarse de las asociaciones con compañías de seguros privadas, cuya experiencia y capacidades técnicas les permiten respaldar la creación de índices de riesgo individualizados. Esto implicaría que estén mejor informados sobre los riesgos inminentes relacionados con el clima.
Además, el seguro contra riesgos climáticos probablemente aumentará la conciencia y proporcionará incentivos para implementar otras medidas de adaptación. Por ejemplo, las partes interesadas de los seguros podrían generar incentivos para que los gobiernos promuevan la gestión del riesgo climático basada en el conocimiento, y para las empresas y los actores privados al otorgar primas más bajas a quienes tomen medidas de adaptación a pequeña escala.
Particularmente relevante para Medio Oriente, con escasez de agua, es la oportunidad de desarrollar seguros agrícolas que protejan a los pequeños agricultores de las consecuencias financieras del cambio climático. Al respecto, los estudios demostraron que herramientas basadas en índices meteorológicos y asociadas a los servicios de microfinanzas podrían ayudar a las poblaciones rurales a resistir los daños provocados por el clima.
El modelo de Asia
Si bien la región del MENA tuvo una adopción muy limitada de seguros climáticos, Asia Pacífico los implementó rápidamente debido a la necesidad de atender el aumento demográfico y el proceso de urbanización.
En Sri Lanka, por ejemplo, SANASA Insurance Company ofreció seguros climáticos basados en índices a más de 50.000 productores de té y arroz desde 2011. En Bangladesh, el Programa de seguros contra inundaciones, lanzado por Oxfam en 2012, se basa en un modelo que evalúa las inundaciones y niveles para el cálculo de primas, llegando a 1.660 hogares pobres y vulnerables. La Compañía de Seguros Agrícolas de la India también introdujo un Plan Nacional basado en un índice que cubre las pérdidas de cosechas, subsidiado entre un 30 y un 75% por el gobierno.
Junto con estos programas nacionales de seguros climáticos, los esfuerzos hacia una respuesta coordinada dieron como resultado el establecimiento de un grupo regional: Fondo de Seguro contra Riesgos de Desastres del Sudeste Asiático (SEADRIF), destinado a brindar soluciones de seguros y financiamiento de riesgos climáticos y de desastres.
Al ‘fusionar’ los riesgos en una cartera diversificada, los grupos de riesgo de catástrofes soberanos tienen como objetivo estabilizar el seguro climático, haciendo que los riesgos sean más baratos de reasegurar. Por lo tanto, al hacer que el seguro contra riesgos climáticos sea más asequible para los países de bajos ingresos, los grupos regionales podrían resultar en una mejor adaptación climática en todo Medio Oriente.
La menor frecuencia de desastres naturales en Medio Oriente en comparación con el sudeste asiático, combinada con la conciencia pública generalmente baja sobre el cambio climático, ha hecho que el desarrollo de productos de seguros climáticos adaptados sea menos relevante.
La baja penetración de los productos de seguros en general, estimada por debajo del 2% en 2016, en parte debido a la falta de productos takaful [N.d.T: tipo de seguro islámico en que los miembros aportan dinero a un sistema de fondo común para garantizarse mutuamente contra pérdidas o daños] desarrollados de conformidad con la ley de la sharia, también parece ser un factor que contribuye a la falta de productos de seguros climáticos.
Sin embargo, a medida que Medio Oriente se vuelve cada vez más vulnerable al cambio climático, la región podría beneficiarse de la implementación de políticas similares para respaldar el seguro contra riesgos climáticos y confiar en la experiencia de Asia.
Iniciativas de seguros climáticos en MENA
En 2016, Marruecos, expuesto a numerosas inundaciones a lo largo de los años, tomó la iniciativa en la promoción de seguros contra riesgos climáticos innovadores. Su accionar se sustentó en la puesta en marcha de un programa de seguros de “clima multirriesgo” para cereales y cultivos de primavera.
En la región rural marroquí de Souss-Massa, propensa a las inundaciones, por ejemplo, un plan de seguros coordinado por la Iniciativa de Seguro Climático de Munich también pretende proteger a aquellos cuyos medios de vida dependen de la agricultura, abarcando toda la cadena de valor para desarrollar la resiliencia.
Marruecos, junto con Barbados, China y Ghana, también lanzó la iniciativa Advancing Climate Risk Insurance Plus, en asociación con las autoridades locales y socios del sector privado. Tuvo el fin de fomentar soluciones integradas e inclusivas vinculadas a todas las fases del ciclo de gestión del riesgo de desastres, desde el diseño hasta la implementación.
Recientemente, la región del Golfo, que anticipa el mayor aumento de temperatura y del nivel del mar en MENA, también incrementó sus esfuerzos para establecer instrumentos de seguro contra riesgos climáticos. En septiembre pasado, los EAU llevaron a cabo un taller para discutir el papel del sector de los seguros para ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Desafíos y caminos a seguir
Al día de hoy, la región enfrenta varios desafíos en la implementación de soluciones de seguros climáticos. En primer lugar, la falta de inversión en infraestructura y equipos de protección resistentes al clima hace que los riesgos relacionados sean demasiado costosos de asegurar, lo que dificulta el desarrollo general de los seguros climáticos. Esta brecha de inversión se debe en parte a la ausencia general de voluntad política para adaptarse a las crisis climáticas, que a menudo compite con las prioridades a corto plazo.
Una encuesta de 2016 reveló que los tres quintiles de riqueza más bajos en la región MENA están más expuestos a los impactos climáticos que los dos primeros, especialmente en términos de pérdidas de ingresos. Dado que los pobres son los más afectados por las perturbaciones meteorológicas inducidas por el clima, es más necesario que nunca promover productos de seguro de riesgo climático inclusivos. La cuestión de la asequibilidad de las primas basadas en el riesgo sigue siendo el principal desafío.
Los problemas sociales, culturales y de capacidad se unen para frenar aún más el desarrollo de planes de seguros innovadores y rentables. Estos incluyen: la falta generalizada de conciencia sobre los productos de seguros entre las poblaciones vulnerables; la ausencia de coordinación entre las partes interesadas; los tabúes sociales sobresalientes en torno a los seguros y el déficit en la capacidad de evaluación para medir los datos del cambio climático.
Abordar estos desafíos implica desarrollar un entorno sostenible para integrar los seguros dentro de una estrategia de gestión de riesgos climáticos. Este enfoque integral centrado en el desarrollo de la resiliencia debe abarcar la reducción y la prevención de riesgos. Específicamente, las estrategias de gestión de riesgos previas a los desastres, que van desde la construcción de infraestructura resistente a la intemperie y equipos de protección hasta la implementación de leyes de planificación urbana adecuadas, deben complementar los seguros para que sean más asequibles.
Además, el seguro contra riesgos climáticos podría beneficiarse del crecimiento junto con un conjunto más amplio de instrumentos financieros como los islámicos y verdes —alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible—.
Un sistema financiero sostenible integrado permitirá la construcción de infraestructura resiliente, sistemas de alerta temprana y mecanismos de evaluación necesarios para que el seguro climático entre en funcionamiento.
Otra posible solución podrían ser los subsidios para los planes de seguro financiero por parte de los gobiernos de MENA, incentivados para reducir el costo de la adaptación al cambio climático y mitigar la crisis de la migración rural. Los consorcios de seguros de riesgo regionales con el mismo modelo que el SEADRIF de Asia también podrían proteger a las poblaciones más vulnerables en caso de desastre.
Por último, y de manera significativa, la movilización y colaboración de los actores públicos y privados podría fomentar sinergias entre diversas estrategias de adaptación climática para desarrollar indicadores y seguros eficientes.
Impulsar la alfabetización en seguros de las comunidades locales es clave para construir puentes entre los diferentes actores involucrados. Asimismo permitiría enmarcar soluciones de financiación de riesgos inclusivas e innovadoras, en contacto con las realidades de las poblaciones vulnerables de la región.
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Chloé Bernadaux es especialista en seguridad internacional. Sus investigaciones se basan en el análisis de la intersección de los movimientos sociales, economía y política exterior en Medio Oriente.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 23 de junio de 2021.