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El Interprete Digital

Recordando la revolución siria a través de la canción

Por Mayson Shokair para Syria Untold

 Niñas y niños bailando y cantando para olvidar el dolor del conflicto sirio. [Departamento para el desarrollo internacional del Reino Unido/Creative Commons]

Este artículo es parte de la serie en curso de Syria Untold sobre música siria. Leé esta pieza en el árabe original aquí.

Música como un archivo de la Resistencia

“Estamos atravesando una fase de transición, pasando de la música de entretenimiento a algo más expresivo. Esto significa que la nueva ola musical es diferente a la anterior. Ahora tratamos a la música como un arte más allá de la canción. La historia de la música árabe es la de la canción, y está estrechamente ligada a la autoridad del discurso. Sin embargo, con las canciones de protesta, ahora escuchamos piezas musicales con temas específicos. Esto marcó el comienzo de una nueva etapa centrada en la voz como arte. Nuestra relación con la palabra se volvió, por tanto, inseparable del acto musical. Tal desarrollo conducirá a una evolución cualitativa en la historia de la música árabe”, comentó el músico sirio Adel Bou Ilaq, en conversación con Daraj en 2020.

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En su libro de 2016 Art and the Syrian Revolution (Arte y la Revolución Siria), el escritor, director y ex preso político sirio Ghassan Al Jebai define el arte como “una actividad mental y un fenómeno social  creativo y  fluido, que se renueva en contenido y forma”.

En esencia, escribe Jebai, “el arte es un acto revolucionario continuo. No puede ser otra cosa. Generación tras generación, se renueva y desmantela la profundamente arraigada constante oficial para construir un nuevo referente alternativo basado en valores y percepciones intelectuales y estéticas contemporáneas”.

El escritor austriaco Ernst Fischer escribe en The Necessity of Art (La Necesidad de Arte): “Para ser un artista, es necesario poseer la experiencia, controlarla y transformarla en memoria, luego convertir la memoria en expresión o el material en forma. La emoción para un artista no lo es todo; también debe conocer su oficio y disfrutarlo”.

El arte tiene una naturaleza revolucionaria porque es una revolución en y de sí mismo. Nos rebelamos primero contra nosotros mismos. Es una revolución privada y diferente, que habla al alma y remueve en lo profundo del pensamiento y las nociones.

La naturaleza revolucionaria del arte se encarna fuerte y claramente en el canto porque una canción tiene, además del poder de las palabras, otro poder más influyente: el de la música. La música tiene el poder de hablarle al alma y llegar a la conciencia sin pasaporte. Contribuye a la construcción de una conciencia colectiva y la identidad tanto del individuo como de la sociedad. El lenguaje no limita su poder y no requiere traducción.

Las canciones de protesta tienen dos funciones. Uno es la acción de la palabra, o de la literatura de protesta, mientras que el otro es el poder del canto, que trasciende todas las barreras y alcanza mayores profundidades de lo que podemos imaginar. Al hacerlo, dicha música se convierte en un reflejo real de nuestro tiempo y documenta la situación política, social y económica de las personas que la produjeron. Proporciona una narrativa musical de las luchas de los pueblos indígenas alrededor del mundo y su resistencia a la ocupación y el genocidio. Representa las verdades que quedaron fuera de los libros de historia, que fueron escritos por los vencedores.

Las canciones describen las historias de las personas. Una historia no puede ser encarcelada, porque el aire es abierto y libre. La canción, como todo arte, venció a la muerte y a los opresores. Como dijo Mahmoud Darwish: “Tenemos en esta tierra lo que hace a la vida digna de ser vivida… el miedo de un tirano a las canciones”. Tienen miedo de las canciones accesibles que unen a la gente y que todos puedan cantar al unísono, porque esas canciones son empoderantes y vigorizantes. Las canciones inspiran familiaridad y seguridad, incluso si las balas caen como lluvia sobre las cabezas de los cantantes.

Un nuevo género musical

Durante el siglo pasado, el mundo vio surgir un nuevo género musical del dolor de la gente y de su resistencia a todas las formas de tiranía política, racial y religiosa. El fenómeno pronto se extendió por todo el mundo, provocando levantamientos, movimientos de resistencia y demandas de cambio y derechos humanos.

En Italia, ‘Bella Ciao’ se convirtió en la canción de los desamparados del mundo, el himno de aquellos que luchaban contra el fascismo, una balada por la libertad y la resistencia. En Cuba, ‘Guantanamera’ se convirtió en la canción de quienes rechazaban la ocupación y luchaban por la libertad. Documentó el período más importante de la historia de Cuba. ‘Free Nelson Mandela’ fue la canción que se escribió después de que Mandela fuera arrestado en 1962. Bob Marley escribió ‘Ambush in the Night’ después de un intento de asesinato en su contra en 1976. La letra describe la política de Jamaica y el hecho de que los mismos políticos que impusieron la guerra a los jóvenes no fueron a estas guerras ellos mismos.

La música política llegó al mundo árabe con la canción del músico egipcio Sayed Darwish ‘Aho Dali Sar’ (Esto es lo que pasó) en 1919. La letra decía: “¿Cómo puede culparme, señor, cuando la riqueza de nuestra tierra no es nuestra?”

Sheikh Imam fue el siguiente, y él pronto se convirtió en un ícono dentro de este género, documentando la mayoría de las fases de la historia moderna de Egipto. Hasta el día de hoy, nuestros corazones laten más rápido mientras repetimos su letra: “Construye tus palacios en granjas y enciérranos dentro de tus celdas”.

Lo mismo ocurre con las canciones de Eman Al Bahr Darwish, Mohamad Mounir y Sami Kamal en Irak, cuya canción ‘Souwaiheb’ documentó el gobierno feudal y el surgimiento del pensamiento marxista en el país. Estábamos también unidos en torno a las canciones de Marcel Khalife, que pusieron música a la poesía de Mahmoud Darwish. Tocaron nuestros corazones al igual que la voz de Ahmad Kaabour cantando ‘Ounadikom’ (Recurro a vos).

Nuestra generación no puede olvidar que las canciones más influyentes que nos afectaron colectivamente fueron sobre la causa palestina, la herida árabe que permanece abierta. Awad Al Nabulsi escribió el himno ‘Ya Leil, Khalli El Assir Ta Ykamil Nwahou’ (“Oh, noche, deja que continúen los lamentos del prisionero”) en 1929, usando un objeto filoso en las paredes de su celda de la prisión. La noche siguiente, las fuerzas de ocupación británicas, en connivencia con los sionistas, lo ejecutaron por su oposición a la afluencia de colonos judíos en Palestina. Es nuestro himno. Las canciones de la banda palestina Alaashkeen, como ‘Walla La Zraak Bl Dar Ya Oud Lawz Al Akhdar’ (Por Dios, plantaré una almendra en mi salón), y las de Al Ard Palestine nos emocionan y reabren nuestras heridas. Y la voz del difunto Reem Al Banna llevó el alma palestina mientras cantaba ‘Ya Leil Ma Atwalak’ (Oh noche, qué larga eres).

Canciones de protesta en Siria: Samih Choucair como ícono

Cuanto más nos acercamos a la experiencia siria con canciones de resistencia, más nos acordamos de las experiencias de los músicos sirios Bachar Zarkan y Fahed Yakn, y la canción satírica de Ziad Harb ‘Kil Ma Ilna La Wara’ (Moviéndonos hacia atrás), que representa la situación trágica de Siria.

Sin embargo, los ejemplos más importantes de canciones sirias de resistencia son los del músico sirio Samih Choucair. Ellas sirven como una especie de panorama, documentando la historia de la región durante los últimos 40 años. En su primera canción, ‘Li Man Oughani’ (Para quien cantaré), Choucair cantaba para “los pobres, las cenizas de los fuegos de este mundo”. También cantaba sobre la supresión de la libertad de expresión y el dolor de una Palestina ocupada. Choucair se desafió a sí mismo, a su voz y a nuestros espíritus a elegir el camino empinado y luchar contra todas las formas de opresión, despilfarro y los lugares comunes. Nos dio un arte que hablaba de la profundidad de nuestras experiencias cuando luchamos contra la opresión y luego regresamos a nosotros mismos, exhaustos pero a salvo.

Cuanto más evolucionaba esta experiencia musical, más se acercaba a nosotros. En 1984, Choucair lanzó ‘Bi Yadi al Kithara’ (Una guitarra en mi mano), luego, un año después, ‘Hanajirokom’ (Sus voces). La identidad artística de Samih comenzó a quedar más clara cuando produjo ‘Zahr al Roumman’ (Flores de granada) en 1990. Este trabajo, más que a través de los medios de comunicación, fue ampliamente compartido por individuos que lo combatieron activamente.

Durante este tiempo, Choucair interpretó más de 20 canciones palestinas. Documentó la masacre de Sabra y Chatila, el sitio de Beirut en 1982 y la deportación de palestinos en la canción ‘Roummana’ (“Granada”). Cantó en apoyo a los prisioneros palestinos en su canción ‘Asfour’ (Pájaro) y a los presos de conciencia alrededor del mundo árabe en ‘Ghorfa Saghira wa Hanouna’ (En una habitación pequeña y apacible). Choucair también cantó la poesía de Mahmoud Darwish en ocho canciones, incluidas ‘Beirut’ y ‘Minkoum al Seif’ (Una espada tuya). En su canción ‘Heen Naatadou al Raheel’ (Cuando irse se convierte en un hábito), se dirigió a la diáspora palestina y la fuga de cerebros de Siria. La canción ‘Fi Hana Saghira’ (En un pequeño bar) describe la muerte de sirios decentes que intentaban ganarse la vida bajo un régimen que les robaba abiertamente. Cantó por el derecho kurdo a la igualdad y la justicia en ‘Ghanni Ya Shayfan Ghanni’ (Canta, oh Shayfan, Canta) y por los Altos del Golán ocupados en ‘Ya Golan Wa Yalli Ma Thoun Aleyna’ (Oh Golán, nuestros corazones salen para tí). 

Durante 20 años, todos los días de la independencia siria estuvo en Ain al Tineh, en el lado sirio de la valla fronteriza que separa los Altos del Golán ocupados, cantando la canción de resistencia ‘Zahr al Roumman’ (Flor de granada). Samih también cantaba ‘Mouzaharat’ (Protestas), en la que anunciaba la Intifada Palestina y la Primavera Árabe antes de que sucedieran.

La canción y primavera árabe

Debido a que esta generación vivió giros históricos de acontecimientos, somos tan afortunados como desafortunados al mismo tiempo. El estallido de las revoluciones de la Primavera Árabe y las canciones que las acompañaron llevaron la antorcha desde Túnez hasta la plaza Tahrir en El Cairo y las plazas de Sanaa. Entonces, escuchamos la voz del primer sirio gritando ‘Viva Siria, que caiga Bashar’.

No podemos olvidar cómo nos afectaron las canciones de la revolución siria, cómo no solo contribuyeron a los acontecimientos en Siria, sino también a inspirar a los manifestantes y aliviar la pesadez de las detenciones, los asesinatos y las torturas. La canción de Abdul Baset al Sarout ‘Janna, Janna Ya Watana’ (El cielo, el cielo, nuestro país es el cielo) y ‘Yalla Erhal Ya Bashar lil Kashoush’ (Andate, Bashar) documentó nuestra revolución y sus objetivos inicialmente nobles.

Ziad Harb, por su parte, cantó ‘Darayya’ para documentar una protesta pacífica. Su canción ‘al Suwayda’ marcó el regreso de las protestas pacíficas en la gobernación de Suwayda en 2020, después de nueve años de guerra. Todo murió en nosotros durante esos años intermedios.

Mientras estas canciones permanezcan en nuestra memoria, siempre recordaremos la primera sobre la revolución, 10 días después de que cayeran los primeros cuatro mártires en las protestas de Daraa el 18 de marzo de 2011. La canción era ‘Ya Haif’ de Samih Choucair. En ella, documentó el arresto por parte del régimen sirio de 15 niños en Daraa y su uso como munición viva contra los manifestantes que condenaban esta medida. Documentó la naturaleza del régimen de Assad, que se arrodilló ante Israel durante más de 40 años, pero no dudó en abrir fuego contra su propio pueblo.

‘Ya haif’ o ‘¡alas!’ es una expresión que todo palestino, sirio, jordano o habitante del Levante entiende. Expresa el profundo dolor entrelazado con amargura y dignidad. Refleja el trato degradante de personas dignas y libres por opresores. “Ya Haif” rápidamente se convirtió en un símbolo de la revolución. El régimen sirio no pudo silenciarlo ni ocultar los hechos descritos en la canción. Era la voz de los sirios masacrados. Después, la canción ‘Sourakhon’ (¡Oh mujeres!) continuó la historia. En nuestros momentos de optimismo antes de que el mundo nos fallara, resonó la canción ‘Arrabna Ya Houriyi’ (Cerca de la libertad). Cuando el mundo nos defraudó y todas las potencias regionales nos abandonaron, Choucair describió la emigración de sirios y sus amargas muertes en el Mediterráneo en la canción ‘Qader Ya Bahr’ (Poderoso mar). Después de que banderas e historias que no nos representan comenzaran a reivindicar a la oposición siria, vimos cómo nuestros sueños se desvanecían frente a nuestros ojos. La canción de Choucair ‘Ya Ibn El Balad, Khali Aynak Aal Balad’ (Hombres de este país, pongan un ojo en este país) fue una advertencia. Para expresar la revolución como una idea imperecedera, cantó ‘Ayazounou’ (¿Qué piensa él?).

Choucair quería comparar la revolución siria con un fénix que resurge de sus cenizas. Al igual que el fénix, la idea de la revolución regresa y clama por libertad, justicia, un estado civil, igualdad y una democracia regida por leyes que defiendan los derechos de todos.

En el décimo aniversario de nuestros más bellos y dolorosos recuerdos, que permanezca viva toda experiencia  que nos construya y eleve nuestra autoconciencia. Que la idea y la revolución misma sigan vivas. Que nuestra música llegue a todos los rincones del mundo y florezca con belleza, resistencia y una voz que no se puede silenciar. Seguiremos cantando junto a Choucair:

Cuando mi voz desaparezca, la tuya se quedará

Mis ojos están en el futuro y en ti

La canción sobrevive al cantante

Y sigue viva

Uniendo y reparando corazones rotos.

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Mayson Shokair es una farmacéutica, poeta e investigadora siria que actualmente reside en España como refugiada.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Untold el 9 de abril de 2021.