Saltar al contenido

El Interprete Digital

La relevancia de los eruditos mauritanos en el islam global

Por Zekeria Ould Ahmed Salem para Middle East Research and Information Project (MERIP)

Los manuscritos de Chinguetti. [Valerian Guillot/Creative Commons]

El 13 de agosto de 2020 el gobierno de Estados Unidos anunció con orgullo lo que llamó un ‘acuerdo de paz’ entre Israel y Emiratos Árabes Unidos (EAU). El Gobierno del entonces Presidente Donald Trump comunicó el pacto como un paso decisivo hacia una paz duradera en Medio Oriente. No obstante, la noticia generó conmoción en las comunidades de musulmanes en el mundo. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Las controversias alrededor del acuerdo fueron rápidamente expresadas en términos religiosos. Las partes involucradas lo bautizaron como ‘Los acuerdos de Abraham’, mientras que sus muchos detractores por poco no lo llamaron blasfemo. El Sheij Abdullah Bin Bayyah, Presidente del Alto Consejo de Fatwa de EAU, de origen mauritano, promulgó el acuerdo con una fatwa que alababa el liderazgo emiratí en este proceso. Resulta significativo que muchas de las reacciones negativas frente al acuerdo se centraron no en la decisión de EAU de normalizar relaciones con Israel sino en la voluntad de Bin Bayyah de darle a esta controversial política su más alta aprobación. Con esto, el religioso puede haber precipitado una crisis de autoridad entre los musulmanes. Considerado por sus pares como uno entre los “mayores genios y eruditos” en jurisprudencia islámica con vida, Bayyah (nacido en 1935) encarna la “autoridad simbólica de Mauritania, que en la imaginación de los musulmanes occidentales es ejemplo de uno de los pocos espacios no alcanzados por la modernidad, sobre todo por la gran cantidad de du’at (predicadores) e imanes en Occidente que se formaron en el país”. [1]

Mientras que la autoproclamada República Islámica de Mauritania es considerada periférica en materia de asuntos internacionales, Bilad Shinqit (su nombre islámico precolonial) tiene un peso considerable en la imaginación religiosa de los musulmanes a lo largo del mundo. De ahí que la ubicuidad de los eruditos de Mauritania en los circuitos globales de la Autoridad Islámica ya no esté pasando desapercibida. 

Desde el continente africano hasta La Meca y desde Abu Dhabi hasta California, llevar el apellido de Al Shinqiti señala una fuerte reivindicación de una incomparable experiencia académica. Entre los varios miles de mauritanos viviendo en el Golfo, cerca del 70% son trabajadores religiosos. Zaytuna College, la primera Universidad Islámica de humanidades en Estados Unidos, se inspira en Mauritania, donde el Sheij Hamza Yusuf, uno de sus fundadores, se educó. Las academias islámicas mauritanas continúan atrayendo estudiantes de todo el mundo, reforzando la imagen del país como “la ciudad musulmana global”. [2]

A menudo distinguido como “el erudito musulmán más influyente de Occidente”, Shiej Hamza Yusuf y sus seguidores crearon una mitología alrededor de Mauritania, que puede verse en sus videos de Youtube. El estatus de Bilad Shinqi como una fuente inagotable de conocimiento puro del islam se volvió difícil de desafiar. En octubre de 2010 Aid al Qarni, un popular predicador saudí, criticó ‘el ascetismo’, la “centralidad en la memorización” y la “abrumadora cantidad de producción escrita” de los eruditos mauritanos. Sin embargo, inmediatamente sintió la necesidad de publicar una particular disculpa para quienes declaró los “nobles e imponentes eruditos de Shinqit”. [3] Más aún, Al Qarni expresó elogiosamente: “Mauritania, tierra de ulemas y del conocimiento islámico puro, la última línea de defensa del mundo musulmán contra las amenazas culturales externas”. [4]

La tradición discursiva mauritana es considerada o bien como atemporal y excepcional, o bien como la consecuencia de una frenética búsqueda de autenticidad islámica tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, ninguna de estas narrativas tiene en consideración la historia intelectual de Bilad Shinqit, la compleja economía política interna, ni la politización ocasional de su excepcional estatus. 

Pioneros itinerantes 

El islam llegó a las costas del Sahara alrededor del siglo IX. Ya en el siglo XI, el movimiento Almoravid (presuntamente surgido en una isla en la costa atlántica de la actual Mauritania) consagró la escuela de jurisprudencia sunní Maliki, la teología Ashari y el sufismo en el Sahara. En el siglo XVII surgió una estructura social fuertemente jerárquica con un clero poderoso y varias genealogías, mientras se iba desarrollando una robusta vida intelectual. Se intensificó la memorización del Corán, el dominio del árabe y la práctica de jurisprudencia islámica a la vez que algunos pueblos del Sahara, como Shinqit (que dio el nombre al país), se volvieron aclamados centros de estudios islámicos.

La hegemonía cultural islámica de Shinqit en la región alcanzó su punto más alto en el siglo XIX, cuando se generó una masiva producción escrita. De 10 mil manuscritos recuperados en el país, 5 mil obras son originales de eruditos locales. [5] Como comentó el historiador Bruce Hall: “La región más rica de África Occidental en cuanto a manuscritos en árabe es, de seguro, Mauritania. Los manuscritos de Timbuktu son parte de un contexto intelectual más amplio, centrado en Mauritania” [6]. La alta cultura islámica no se desarrolló aislada sino en íntima conexión con su contexto más amplio. El historiador Ghislaine Lydon declaró: “El profeta Muhammad incitó a todos los musulmanes a buscar el conocimiento así sea hasta China. La Shanqita (los mauritanos) históricamente tomaron al pie de la letra al Profeta”. [7] Murtada Al Zabidi, un famoso erudito egipcio del siglo XVIII, guardó meticulosamente los trabajos de Shinqiti y el resto de la red erudita africana. Documentó particularmente la diáspora de los eruditos de Mauritania en el Hijaz, que hoy incluye mayoritariamente a la región occidental de Arabia Saudí. [8]

La influencia de Shinqiti alcanzó una importancia sin precedentes en la segunda  mitad del siglo XIX, a medida que sus académicos se movían por el mundo musulmán desplegando su identidad tras décadas de productividad y gran visibilidad en Medio Oriente. El Sheij Muhammad Mahmud Al Turkuzi Al Shinqiti, a menudo llamado “el principal erudito en lengua árabe” de su tiempo, impuso la autoridad que luego quedaría asociada para siempre a Shinqit. Al Turkuzi Al Shinqiti —primero en obtener la posición de catedrático de lengua árabe en la Universidad Al Azhar y socio cercano de Muhammad Abduhm quien lo designó en ese rol— fue reverenciado por importantes intelectuales árabes y reformistas como Rashid Rida y Ahmad Taymur. Asimismo, aparece en las conocidas memorias de Taha Hussein y Ahmad Hassan Al Zayyat, reconocidas figuras del renacimiento literario árabe llamado Al Nahda.

Los mauritanos continuaron surgiendo como eminentes eruditos del islam en Medio Oriente a lo largo del siglo XX, como es el caso de la familia Mayaba, donde cuatro hermanos emigraron desde su tierra natal en 1908 para protestar contra el advenimiento del colonialismo francés. Estos eruditos se asentaron brevemente en Marruecos, y luego en el Hijaz en 1912. El mayor entre ellos, Muhammad Al Khadar, ocupó sucesivamente la posición de jurisconsulto sunita de la escuela Maliki en Medina. Para cuando la familia Al Saud dominó el Hijaz en 1925, Al Khadar ya había accedido a acompañar a Abdullah Bin Al Hussein en el establecimiento del Emirato de Transjordania en 1921. Muhammad Al Habib Mayaba fue profesor de Hadiz en Al Azhar hasta su muerte en 1943.  El hijo de Al Khadar, Muhammad Al Amin Mayaba, más tarde ocupó cargos clave en Jordania, incluyendo Miembro del Consejo de Eruditos Islámicos, Presidente del Tribunal Supremo, Ministro de Educación y por último, embajador de Jordania en Arabia Saudí.

Asimismo, los eruditos mauritanos fueron protagonistas en el surgimiento de redes protosalafíes. Muhammad Al Amin Val Al Khayr Al Shinqiti emigró de Mauritania en 1899 en un viaje en búsqueda del conocimiento durante 30 años que lo llevó por Kuwait y el sur de Irak, donde ejerció una importante influencia cultural, política y social. [9] Conocido como un enardecido anticolonialista salafí, es recordado en la actualidad como el fundador de la escuela Madrasat Al Najat, la primera escuela islámica moderna donde generaciones de élites locales fueron entrenadas en el período entreguerras. Por otro lado, Muhammad Al Amin ibn Muhammad Al Mukhtar Al Shinqiti, una reconocida autoridad en exégesis coránica, viajó a Hijaz a finales de 1940 y se convirtió en uno de los pocos no saudíes en ser miembros del Consejo de Eruditos Expertos mientras fundaba y enseñaba en el principal instituto de estudios Wahhabi. [10] Los politólogos Alex Thurston y Michael Farquhar sugirieron que existen más profesores de Mauritania en las universidades islámicas saudíes que de cualquier otro país. En un reciente artículo titulado How Mauritania exports Salafism to Saudi Arabia [Cómo Mauritania exporta salafismo a Arabia Saudí], Thurston y Farquhar argumentan incluso que  “incluso los eruditos mauritanos, cuya perspectiva es bien cercana al poder establecido en materia religiosa de Arabia Saudí, se toman el trabajo de demostrar su independencia”. De hecho, la mayoría de ellos tienen mayores privilegios que sus pares saudíes, inclusive entre los líderes de grupos extremistas, debido a la gran reputación de su genealogía mauritana. 

Un arma de doble filo

En la atmósfera posterior al 11/9, la enorme influencia religiosa de Mauritania resultó ser un arma de doble filo. Por un lado, las redes terroristas atrajeron a muchos graduados del sistema escolar islámico tradicional de Mauritania, un sistema que también entrenó a algunos extremistas extranjeros. Por otro lado, el Gobierno de Mauritania y sus aliados en países extranjeros delegaron a la autoridad teológica del país el oponerse a la justificación islámica de la yihad. [11] El estatus de Mauritania incluso se considera una ventaja para promover los intereses estadounidenses en este sentido. Por ejemplo, en enero de 2015 la entonces Subsecretaria de Estado para Asuntos Africanos, Bisa Williams, reconoció el éxito de Mauritania en contrarrestar la violencia extremista. Williams asoció este éxito con la reputación de Mauritania como centro de enseñanza islámica cuyos eruditos “estaban bien preparados para responder a los ataques a la práctica del islam con mensajes de paz”. Sin embargo, los eruditos mauritanos también aparecen asociados al apoyo ideológico del extremismo islamico. 

Como señala un reporte de febrero de 2016 de Carnegie, “en relación al tamaño de su población, ningún otro país de la región del Sahel y el Sahara produce tantos ideólogos yihadistas y líderes terroristas como Mauritania”.

En la década de los noventa, varios de esos cuadros militantes se unieron a Al Qaeda. Mahfouz Ould Al Waled (también conocido como Abu Hafs Al Mauritani) fueron parte del círculo íntimo de Bin Laden tanto en Sudán como en Afganistán. En el contexto posterior al atentado del 11 de Septiembre, trabajó en el Centro Islámico Kandahar. Luego del ataque a Afganistán en 2002, Al Mauritani se exilió en Irán donde pasó 10 años en prisión. Repatriado a Mauritania y eventualmente liberado en julio de 2012 con la aprobación de las autoridades estadounidenses, es conocido como el reclutador de un conciudadano aún más famoso, Mohamedou Ould Slahi, quien fue arrestado en 2002 y enviado a la prisión de Guantánamo. En un reporte sobre el 11 de septiembre, Slahi fue vinculado con algunos de los atacantes, a quienes había conocido años antes de los ataques de 2001. A pesar de que las autoridades estadounidenses nunca fueron capaces de probar su vinculación con el terrorismo, admitió haber sido miembro de Al Qaeda y ser el imán en mezquitas canadienses y alemanas que fueron luego vinculadas al terrorismo. Slahi pasó quince años en Guantánamo, fue luego liberado y repatriado a Mauritania en 2016. Su autobiografía quedó registrada en Guantanamo Diary (Diario de Guantánamo), un best seller del New York Times que más tarde se convirtió en una película de Hollywood ganadora de importantes premios: The Mauritanian (El Mauritano).

Pasada la etapa post 11/9, unas pocas figuras internacionales del yihadismo hicieron alarde de su educación islámica mauritana. Quien fuera el número dos de Al Qaeda, Abu Yahya Al Libi fue el líder intelectual de la organización, precisamente por el gran estatus ganado de su educación religiosa en Mauritania. [12] Además,  Abu Al Munzir Al Shinqiti, un ideólogo cyber-yihadista de alto rango, acuñó el concepto de ansar al sharia (partidarios de la ley islámica), que varios grupos extremistas adoptaron por nombre. [13] También hay mauritanos con rangos jerárquicos en Al Qaeda. 

Jerarquía, etnia y género 

La prestigiosa reputación islámica del país tanto en ámbitos convencionales como extremistas coexiste con una larga historia de esclavitud y división étnica. Mauritania es una sociedad multiétnica con una estructura similar a la sociedad de castas. Aquí los Bidan (que significa ‘los de piel clara’) son quienes ejercen autoridad mientras los Haratin (personas previamente esclavizadas también llamados ‘árabes negros’) ocupan lo más bajo de la jerarquía social. Históricamente, la esclavitud permitió a los Bidan pertenecientes a genealogía del clero (llamados Zawaya) liberarse de presión material de la vida nomádica beduina para enfocarse en desarrollar una robusta escuela islámica. Mauritania, colonia francesa desde 1904 hasta 1960, abolió la esclavitud recién en 1981 y sus efectos duraderos siguen marcando el desarrollo de la dinámica cultural islámica del país.

Actualmente, los Haratin y ex miembros de las castas más bajas, como músicos o narradores errantes y herreros, critican abiertamente el uso por parte de los Zawaya de la ley islámica para legitimar el presente de estratificación social y el legado de la esclavitud. [14] Además, los grupos étnicos afromauritanos de lengua no árabe (un cuarto de la población) no se identifican con el término Bilad Shinqit a pesar de su contribución a la educación islámica y vida espiritual como eruditos y líderes sufíes.

A pesar de que innumerables académicas shinqiti contribuyeron en todas las áreas de la educación tradicional islámica, las mujeres mauritanas con educación son “más fácilmente ubicables en la tradición oral que en las librerías”, como declara Ghislaine Lydon. [15] Khadija Ibn Al Aqil, que vivió a comienzos del siglo XIX y enseñó lógica aristotélica al celebrado gramatólogo Al Mukhtar Ibn Buna y a Abdel Kader Kane, que dirigió el movimiento de reforma islámica Torodo en la región de Futa de lo que fuera Senegal-Mauritania. Khadija bint Muhammad Vall Al Samsadi Al Shinqiti fue apodada Al Qaria Al Shinqitiyya por su persuasiva habilidad para ganar argumentos frente a sus pares hombres. Ella defendió activamente el rol de las mujeres en la producción de conocimiento islámico usando evidencia del Corán y los Hadices. [16]

Sin embargo, la historia de la esclavitud y la omisión de la contribución de las mujeres continúa ausente de las representaciones populares e idealizadas de Bilad Shinqit en el exterior, mientras Mauritania continúa afirmando con fuerza su relevancia religiosa en la autoridad islámica a escala global. La historia de los eruditos mauritanos y su significativa influencia demuestra cómo los márgenes geográficos del mundo musulmán delinearon y continúan delineando el islam en todo el mundo. Este hecho incuestionable, aunquee no es únicamente aplicable a Mauritania, desafía la polaridad centro-perfiería que las representaciones convencionales de la autoridad religiosa en el mundo musulmán dan por sentadas. La gran influencia mauritana y su alcance global muestra cómo la tradición, la movilidad y el desempeño académico son piezas más fundamentales en la articulación de la autoridad islámica que las instituciones supuestamente centrales localizadas en el llamado corazón del islam. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Zekeria Ould Ahmed Salem es profesor adjunto en ciencia política en la Universidad Northwestern y director del Instituto para el Estudio del Pensamiento Islámico en África. 

N.d.T.: El artículo original fue publicado por MERIP el 13 de abril de 2021.

Referencias

[1] Thomas Parker and Walaa Quisay, “On the Theology of Obedience: An Analysis of Shaykh Bin Bayyah and Shaykh Hamza Yusuf’s Political Thought”, Maydan, 8 de Enero, 2019.

[2] Joseph Hill, “The Cosmopolitan Sahara: Building an Islamic Global Village in Mauritania”, City and Society, 24/1 (2012).

[3] A’id al-Qarni, “The Joke of Memorization”, al-Sharq al Awsat, 12 de Octubre, 2010. [Arabic]

[4] Aid al-Qarni, “See you in Mauritania and Greetings to the Shanaqita”, al-Sharq al-Awsat, 20 de Octubre, 2012. [Arabic]

[5] Ulrich Rebstock, “La littérature mauritanienne. Portrait d’un héritage négligé”, L’Ouest saharien 2 (1999).

[6] Bruce S. Hall, “Rethinking the Place of Timbuktu in the Intellectual History of Muslim West Africa”, en Toby Green and Benedetta Rossi, eds. Landscapes and Intellectual Projects of the West African Sahel Past (Leiden: Brill, 2018) p. 240.

[7] Ghislaine Lydon, “Inkwells of the Sahara”, en Scott Reese, ed. The Transmission of Learning in Islamic Africa (Leiden: Brill, 2004) p. 39.

[8] Stefan Reichmuth, “Murtada al-Zabidi (1732–91) and the Africans: Islamic Discourse and Scholarly Networks in the Late Eighteenth Century”, en Scott Reese, ed. The Transmission of Learning in Islamic Africa (Leiden: Brill, 2004).

[9] Abudrrahman Alebrahim, “Kuwait-Zubayri Intellectual Relations until the Beginning of the Twentieth Century”, en Marc Jones, Ross Porter and Marc Valeri, eds. The Gulfization of the Arab World (Berlin: Gerlach Press, 2018), 135.

[10] Michael Farquhar, Circuits of Faith. Migration, Education, and the Wahhabi Mission (Stanford: Stanford University Press, 2016).

[11] Christopher Bouceck, “Saudi Extremism to Sahel and Back”, Carnegie Endowment for International Peace, 26 de Marzo, 2009.

[12] “Abu Yahya al-Libi, Al-Qaeda’s Theological Enforcer”, Terrorism Focus 4/25 (2007). Michael Moss and Souad Mekhennet, “Rising Leader for Next Phase of Al Qaeda’s War,” The New York Times, 4 de Abril, 2008.

[13] Joas Wagemakers, “Al-Qaida Advises the Arab Spring: Yemen”, Jihadica, 5 de Junio, 2012.

[14] Zekeria Ould Ahmed Salem, Prêcher dans le désert. Islam politique et changement social en Mauritanie (Paris: Karthala, 2013).

[15] Lydon, “Inkwells of the Sahara”, 68.

[16] Said Tawla, Faces of the Intellectual Life in Medina from the 11th Century to the 14th Century (Medina, Maktabat al-Mubarak, 2018) [Arabic].