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El Interprete Digital

La búsqueda de un denominador común: cooperación ambiental en el Golfo Pérsico

Por Fatemeh Aman para Middle East Institute (MEI)

Desierto árabe. [Michele Solmi/Creative Commons]

Cuando se trata del Golfo Pérsico, salvar el medioambiente podría parecer el último ítem en la lista de tareas pendientes de Irán y sus rivales árabes de la región. No obstante, se trata de un asunto urgente y podría ayudar a convertir a estos enemigos en amigos. Incluso Estados Unidos puede desempeñar un papel importante en este asunto: ya ayudó a la región a resolver conflictos por el agua en el pasado y podría volver a hacerlo.

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Una situación funesta

El Golfo Pérsico, un cuerpo de agua semicerrado de 600 millas de largo, es una extensión del Océano Índico, desde el Golfo de Omán hasta su punto más estrecho, el Estrecho de Ormuz, de 35 millas de ancho. Debido a su ubicación geográfica y al semiaislamiento de otras aguas internacionales, el Golfo Pérsico tiene un ecosistema único y diverso. Sin embargo, ahora está amenazado y algunas de sus especies marinas más preciadas están al borde de la extinción.

Según Davoud Mirshekar, director de la Oficina de Biomas Marinos de Irán, el cambio climático, la mala gestión de los desechos y la sobrepesca han dejado la vida marina en el Golfo Pérsico en un estado crítico. Por ello, instó a los legisladores del Parlamento iraní, el Majlis, a poner en marcha nuevas leyes de protección ambiental y pidió la cooperación regional para salvar la vida marina restante.

Actualmente, Irán se enfrenta a una sequía y a una grave escasez de agua causada por décadas de mala gestión ambiental, el crecimiento de la población y el cambio climático, con amplias consecuencias económicas. Se cree que las tormentas de arena, intensificadas por los lagos que se secaron, así como también los índices de calor récord y los incendios forestales son en gran parte el resultado del cambio climático. Pero los efectos tampoco se limitan a un solo país. Si bien se convirtieron en una grave crisis de salud pública en Irán, también afectaron la salud y el bienestar de las personas en toda la región. Puede que no sea realista esperar que la degradación ambiental de la región pueda detenerse o revertirse por completo, pero cualquier mejora requerirá una cooperación regional e internacional urgente.

La contaminación marina, aunque es un problema en muchas partes del mundo, es particularmente intensa en el Golfo Pérsico. Muchas especies, como tortugas, peces, delfines y corales, fueron dañadas al igual que los manglares, que son una especie esencial para los peces y otros animales. Este daño también amenaza a los residentes humanos de la región. La pesca es el medio de vida principal para muchas personas que viven a lo largo de la costa del Golfo Pérsico y la contaminación es una amenaza existencial para su seguridad alimentaria.

La sobreexplotación también se convirtió en un problema creciente en los últimos años. Si bien la demanda de tiburones y otros productos del mar en Asia aumentó drásticamente, las poblaciones de peces en el Golfo Pérsico cayeron a niveles críticos. Sin embargo, la falta de datos regionales dificulta enormemente determinar qué especies de vida marina son las más vulnerables. Según los expertos, es fundamental que los Estados del litoral del Golfo Pérsico recopilen e intercambien datos para abordar este problema y evitar una extinción catastrófica.

Además, la región también tiene las cicatrices de varias guerras destructivas, incluida la Guerra Irán-Irak de 1980-88, la Guerra del Golfo Pérsico de 1990-91 y la Guerra de Irak de 2003. Todas ellas causaron daños ambientales sustanciales, así como también provocaron la pérdida de incontables vidas. Solo durante la Guerra del Golfo se vertieron unos 11 millones de barriles de petróleo en el Golfo Pérsico y eso representa sólo una parte del costo ambiental de la guerra. También se vertieron en sus aguas productos químicos, escorrentías de plantas de energía y materiales radiactivos. Los resultados son nefastos: la vida marina está en peligro y las especies de plantas y animales en peligro de extinción están desapareciendo a un ritmo acelerado.

Rico en recursos, pero sin regulación

El Golfo Pérsico también es rico en recursos naturales. La mayoría de los campos petroleros de la región están ubicados en la cuenca del Golfo Pérsico y gran parte de la contaminación de la región proviene de Estados con importantes reservas de petróleo. En 2018, aproximadamente el 21% del consumo mundial de líquidos derivados del petróleo fluyó a través del Estrecho de Ormuz, hecho que lo convierte en el punto de estrangulamiento de tránsito de petróleo más importante del mundo.

Debido a la evaporación significativa, causada en parte por las altas temperaturas de los vertidos de las plantas de energía en el Golfo Pérsico, la concentración de sal de sus aguas está alcanzando niveles peligrosos que amenazan la vida marina. Los desechos sólidos, transportados por los ríos durante las inundaciones, solo se suman a la degradación ambiental.

Las regulaciones y protocolos para preservar y proteger el ecosistema del Golfo Pérsico son pocos y difieren mucho entre sí. Los niveles de contaminación en las aguas locales son varias veces más altos que en otras regiones productoras de petróleo. En promedio, entre 100 mil y 160 mil toneladas de petróleo y productos derivados del petróleo terminan en el Golfo Pérsico cada año.

Desalinización

Una de las principales causas de contaminación es la proliferación de plantas desalinizadoras, cuyo uso provoca niveles extremadamente altos de evaporación del agua de mar. Medio Oriente representa alrededor de la mitad de la capacidad mundial de desalinización y la mayor concentración de plantas en todo el mundo se encuentra en la región del Golfo Pérsico, de las cuales el 96% se encuentra en los países del Consejo de Cooperación del Golfo.

Irán es relativamente nuevo en la desalinización. En su desarrollo más reciente en esta área, Teherán planea transferir agua desde el Golfo Pérsico en Bandar Abbas a las regiones desérticas de todo el país, como las provincias de Kerman, Yazd y Hormuzgan. La primera fase del proyecto fue inaugurada el 5 de noviembre de 2020 por el Presidente Hassan Rohani y supondrá la desalinización de 200 mil litros diarios de agua potable para uso industrial.

Hay informes contradictorios sobre el costo y la utilidad económica de este proyecto. Según uno de sus defensores, Hossein Gafoori, ex Director Ejecutivo de la Autoridad del Agua de Yazd, el agua transferida ‘solo’ se utilizará para la industria. Muchas de las principales industrias de Irán, como la fabricación de metales, están ubicadas en la parte central del país y actualmente enfrentan una escasez de agua. Resolver este problema requiere mover estas industrias a ciudades portuarias como Bandar Abbas o transferir agua desde el Golfo Pérsico a estas regiones. Al parecer, la primera sería más cara que la segunda.

Los críticos del proyecto advierten que conducirá a una contaminación masiva de las aguas residuales, aproximadamente 130 millones de metros cúbicos solo en la primera fase. Además, según Hossein Malekinejad, profesor asociado de la Universidad de Yazd, la tubería para transportar el agua ocupará cien kilómetros cuadrados de tierra, algo que causará su propio daño ambiental, como deforestación, destrucción del hábitat y contaminación del agua de mar.

Una necesidad urgente de cooperación

Con algunos Estados del Golfo Pérsico que buscan seguir a Irán en la construcción de sus propias capacidades nucleares civiles, la cooperación y el diálogo para preservar el medioambiente de la región son más vitales que nunca.

El daño ambiental en cualquier parte del Golfo Pérsico afecta a toda la región, pero la falta de cooperación entre los Estados litorales amenaza el desarrollo sostenible. A pesar de sus rivalidades históricas, los Estados del Golfo cooperaron en asuntos ambientales en el pasado. Un ejemplo de ello fue el Convenio regional de Kuwait para la cooperación para la protección del medio marino contra la contaminación, que fue adoptado en abril de 1978 por todos los Estados del litoral: Bahrein, Kuwait, Irán, Irak, Omán, Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Como parte de esta convención, los Estados miembros acordaron tomar medidas individuales y conjuntas para “prevenir, reducir y combatir la contaminación del medio marino”. Las actividades conjuntas bajo la Convención de Kuwait terminaron en 2006. Desde entonces hubo varios intentos de reactivar la cooperación sobre el medioambiente y la vida marina, pero ninguno tuvo éxito debido a las tensiones políticas entre los Gobiernos.

Existen otros acuerdos internacionales que también pueden proporcionar un marco para la cooperación. La Declaración de Río, un documento elaborado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, exige que los Estados miembros protejan el medioambiente en tiempos de conflictos armados y alienta a los países a cooperar en el desarrollo sostenible. Aunque la declaración buscaba ayudar a aumentar la conciencia ambiental y guiar a los Estados hacia el desarrollo sostenible, no es formalmente vinculante. También existe la Convención sobre el Derecho del Mar de 1982, que proporciona un marco para la protección del medio marino: todos los Estados del Golfo Pérsico, incluido Irán, son miembros.

Promoción de los esfuerzos ambientales regionales

Dadas las declaraciones recientes sobre la necesidad de diálogo entre Irán y sus vecinos árabes, llegó el momento de promover los esfuerzos ambientales regionales como un medio para generar una cooperación más amplia en el Golfo Pérsico. Claro que esto podría llevar a intentar discutir y resolver cuestiones políticas y otras cuestiones pendientes, pero no puede dependerse de que se aborden estos problemas primero para ocuparse luego de las medidas urgentes necesarias para salvar el medioambiente.

Hace más de 70 años, Estados Unidos ayudó a establecer una comisión de tres personas en 1948 para resolver una disputa entre Irán y Afganistán sobre el agua transfronteriza del río Helmand, con miembros seleccionados por ambas partes para investigar el tema. Si bien la disputa no se resolvió por completo, dio lugar a la elaboración de uno de los pocos acuerdos sobre el agua compartida en la región.

Con el mismo espíritu, Estados Unidos debe ahora tratar de unir a Irán y sus rivales árabes en el Golfo Pérsico para abordar la nefasta situación ambiental de la región. No hay tiempo que perder y hay que actuar antes de que sea demasiado tarde.

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Fatemeh Aman es investigadora principal no residente del Middle East Institute. Escribió sobre asuntos iraníes, afganos y temas más amplios de Medio Oriente durante más de 20 años. Las opiniones expresadas en este artículo son suyas.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por MEI el 04 de febrero de 2021.