Por Bilal Saab para Middle East Institute
No resulta difícil ver por qué existe una atracción perdurable por un diálogo de seguridad regional en Medio Oriente. Los países de la región enfrentan desafíos compartidos que no saben de fronteras 一incluidos el terrorismo, la insurgencia, la seguridad ambiental, la carrera de armamentos, la ciberseguridad, la piratería marítima y la proliferación de armas de destrucción masiva一, que pueden abordarse de manera más eficaz a través de medidas multilaterales.
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Este marco regional es ahora increíblemente importante porque podría hacer o deshacer cualquier trato que la Administración Biden forje con Irán para limitar su programa nuclear. De hecho, incluso el acuerdo nuclear más razonable entre Estados Unidos e Irán tendrá pocas posibilidades de pacificar la región y ser aceptado por los socios regionales de Washington si no va acompañado de conversaciones de seguridad integrales que aborden, entre otras cosas, los misiles balísticos y la red de amenazas indirectas de Teherán. Naturalmente, tales conversaciones requieren un foro regional en el que idealmente participen todas las potencias regionales clave.
La buena noticia es que la mayoría de los Estados de la región, incluidos los principales antagonistas, Arabia Saudí e Irán, respaldaron públicamente la idea de un diálogo de seguridad regional. La mala es que siguen existiendo obstáculos importantes, tanto viejos como nuevos.
Amplio interés
Los saudíes, los iraníes, los estadounidenses y los rusos expresaron, en varias oportunidades, su interés en la celebración de un diálogo de seguridad regional.
Los últimos dichos prometedores provienen de Riad. El Embajador Rayd Krimly, jefe de planificación de políticas en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Arabia Saudí, declaró el 14 de abril: «Podemos comenzar con un acuerdo nuclear y pasar a otro formato que discutirá todos estos temas de manera positiva (…) y empezar con medidas de construcción de confianza».
La declaración de Krimly se produjo días después de un informe que sugería que los saudíes y los iraníes estaban manteniendo conversaciones de bajo nivel sobre Yemen y El Líbano en Bagdad desde el 9 de abril. No obstante, ninguna de las partes confirmó las conversaciones bilaterales y un alto funcionario saudí negó que las mismas hayan tenido lugar.
Irán está ansioso por mantener un diálogo de seguridad regional desde que Washington no lo invitó a las conversaciones multilaterales iniciadas en 1991 como parte del Proceso de Paz de Medio Oriente liderado por Estados Unidos en Madrid. De todos modos, estas no fueron gran cosa y murieron cuatro años después porque Egipto e Israel no pudieron ponerse de acuerdo sobre la secuencia de las cuestiones pertinentes al desarme nuclear y el control de armamentos.
El 16 de marzo, el Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, subrayó que su país estaba ‘listo para mantener conversaciones con todos los vecinos’ y resaltó los méritos de una iniciativa que propuso en septiembre de 2019 durante una sesión especial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llamada Esfuerzo de Paz en Ormuz. Lo más curioso es que esa iniciativa pide un pacto de no agresión y no injerencia, similar al que se llegó en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE). A principios de este año, Zarif tuiteó: «Queridos vecinos, tenemos la oportunidad de volver a reflexionar sobre el tema de la seguridad regional».
El presidente Joe Biden dijo que tiene la intención de entablar negociaciones posteriores con Irán para lograr un acuerdo ‘más largo y más fuerte’ que aborde las preocupaciones de seguridad de los socios regionales de Estados Unidos. El Secretario de Estado Antony Blinken declaró en su audiencia de confirmación en enero de 2021: «Es de vital importancia que participemos en el despegue, no en el aterrizaje, con nuestros aliados y socios en la región, para incluir a Israel y a los países del Golfo».
Los rusos también ofrecieron una retórica constructiva al sugerir el establecimiento de un diálogo entre Irán y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Cuando se le preguntó al respecto en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2018, el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, declaró: «Lo venimos discutiendo hace al menos 15 años. Destacamos la importancia de que consideren esta iniciativa en cada reunión ministerial con nuestros colegas del CCG».
Luego, el 31 de marzo de 2021, durante el Club de Discusión de Valdai, Lavrov volvió a enfatizar el interés de Rusia en un foro de Medio Oriente parecido a la CSCE, al afirmar: «Nuestras propuestas incluyen el aspecto político-militar, como acciones de fomento de la confianza, una transparencia presupuestaria militar, invitaciones mutuas a ejercicios militares y ejercicios conjuntos. También hay una dimensión política, que incluye el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre todos los países. Los contactos económicos deben estar desbloqueados. Esto representa un enfoque integrado».
Sin embargo, por más alentadoras que sean estas declaraciones de Riad, Teherán, Washington y Moscú, todavía no se tomaron acciones concretas y no se espera que se tomen en el corto plazo debido a desacuerdos fundamentales entre al menos tres de estas partes.
Preferencias iraníes
Aunque los iraníes abogan por la inclusión en un diálogo de seguridad regional, además de Israel, una parte que les gustaría mucho excluir es Occidente, en particular, Estados Unidos. «No habrá NINGUNA conversación sobre NUESTRA región con (los estadounidenses y los europeos) ya que ellos mismos son el problema», afirmó Zarif el 8 de diciembre de 2020.
Teherán incluso vincula cualquier compromiso que pudiera hacer con respecto a su programa de misiles y sus representantes regionales a la retirada militar de Estados Unidos de la región, que seguramente ningún presidente estadounidense considerará independientemente del desplazamiento de Estados Unidos al Indo-Pacífico.
Estas preferencias poco realistas, si no condiciones de Irán, no son ilógicas ni sorprendentes. No importa cuán sincero sea Teherán sobre un pacto de no agresión y no injerencia con los saudíes y otros en la región, Riad no es la parte de la que los iraníes realmente quieren obtener concesiones. La principal preocupación de los iraníes es y siempre fue el poder militar de Estados Unidos en la región, seguido de Israel, no las capacidades de los saudíes o los emiratíes para el caso. Es la huella de Washington, más que cualquier otra cosa, lo que quieren reducir e idealmente eliminar de la región.
Entonces, si bien podría ser beneficioso para Teherán tener un acuerdo de buena vecindad con Riad con fines de diplomacia pública y de pulir su reputación, en la práctica, es un acuerdo menos significativo que no lo ayudaría a lograr sus objetivos de seguridad más importantes.
Sin embargo, hay una cosa que los iraníes quieren de los saudíes y los árabes del Golfo: dinero. A Teherán le encantaría contar con la ayuda de Riad y Abu Dabi para relajar o eliminar las sanciones económicas de Estados Unidos en su contra, ya sea mediante el cabildeo en Washington o mediante una cooperación económica bilateral mejorada.
Pero este trato de dinero por misiles no es una buena base para un diálogo de seguridad productivo. En ausencia de simetría en los temas y cierto nivel de vulnerabilidad mutua, es difícil ver cómo los iraníes y los saudíes llegarían lejos en sus negociaciones y harían concesiones mutuas.
Ansiedades saudíes
Es por estas razones que Arabia Saudí tiene grandes reparos en un diálogo de seguridad regional o bilateral con Irán. Simplemente no tiene ninguna confianza en las intenciones de Teherán dado el comportamiento agresivo de este último en toda la región.
Es por eso que cuando se le preguntó en febrero de 2020 si Riad entraría en conversaciones para resolver sus diferencias con su némesis iraní, el Ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan, dio la misma respuesta que todos sus predecesores: «Nuestro mensaje para Irán es que primero cambie su comportamiento antes de discutir cualquier cosa (…) Hasta que podamos hablar sobre las verdaderas fuentes de esa inestabilidad, hablar será improductivo».
Por un lado, no se puede culpar a los saudíes por no querer hablar con los iraníes mientras los hutíes lanzan proyectiles mortales en sus ciudades y aeropuertos. Por otro lado, el objetivo de un diálogo es tratar de encontrar soluciones a los problemas y gestionar las diferencias siempre que sea posible.
Pero los saudíes no están dispuestos a mover un dedo no solo porque no tienen fe en que el régimen radical de Teherán alguna vez cambie sus formas, sino también porque tienen poca confianza en que los estadounidenses los apoyarían durante y después de las negociaciones y les ofrecerían un compromiso de seguridad serio. Lo último que van a hacer los saudíes es entablar conversaciones con los iraníes con una mano negociadora mucho más débil.
Aparte de las preocupaciones de Riad con respecto a la garantía de seguridad de Estados Unidos, los saudíes tampoco están tan seguros de su propia capacidad para negociar eficazmente con los diplomáticos y especialistas técnicos iraníes mucho más experimentados. No se trata solo de un apalancamiento estratégico, sino también de una experiencia en negociaciones y conocimiento especializado de temas complejos, incluida la reducción de riesgos, tecnologías de doble uso, rangos de armas y cargas útiles, y mecanismos de verificación, de los que carecen los saudíes.
Los iraníes acumularon años de experiencia diplomática, en parte, negociando con los estadounidenses y otras potencias importantes y aprendiendo cómo salirse con la suya. Si las conversaciones regionales se iniciaran sin un compromiso significativo de Estados Unidos, los iraníes tendrían ventaja en la mesa de negociaciones.
La asociación golfo-israelí
Para complicar aún más la posibilidad de un diálogo de seguridad regional está la relación floreciente entre los israelíes y los árabes del Golfo.
Hay muchas cosas buenas en los Acuerdos de Abraham, los recientes acuerdos de normalización que Emiratos Árabes Unidos y Bahréin firmaron con Israel, y Arabia Saudí podría unirse un día cuando fallezca el rey Salman, de 85 años, y su hijo, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, asuma el cargo. De hecho, cualquier avance histórico en las relaciones árabe-israelíes que pueda abrir la puerta a una mayor seguridad y cooperación económica entre las dos partes debe ser bienvenido.
Además, es bueno tener un poderoso amigo israelí de tu lado.
Dicho esto, hacerse amigo de una potencia de gatillo fácil, cuyas preocupaciones sobre la teocracia iraní son más profundas que las de cualquier otra persona dado el compromiso declarado de los mulás con la destrucción del Estado judío, coloca a los árabes del Golfo en una posición incómoda y potencialmente peligrosa.
Además, Israel no tiene ningún interés en sentarse a la mesa y hablar con los iraníes sobre cualquier tema. Lo mismo ocurre con los iraníes, que ni siquiera reconocen a los israelíes.
Si el conflicto en curso entre Israel e Irán se intensifica 一lo que no es improbable dados los últimos enfrentamientos tanto en tierra como en el mar一 los iraníes irán primero tras los árabes más débiles del Golfo, no Israel. Eso es exactamente lo que hicieron en septiembre de 2019 cuando atacaron la infraestructura petrolera de Arabia Saudí con misiles y drones, a pesar de que el ataque en ese momento fue en respuesta a las sanciones económicas de la Administración Trump.
Perspectivas oscuras
Por más crítico y urgente que parezca un diálogo de seguridad regional, probablemente no sucederá pronto porque aquellos que lo están pidiendo de manera más agresiva, los iraníes, lo quieren por todas las razones equivocadas; los que más podrían beneficiarse de él, los saudíes, son profundamente reacios a participar; aquellos que tienen un papel fundamental que desempeñar, los estadounidenses, están ocupados con otras prioridades y no tienen claro su nivel de compromiso con sus amigos regionales, y aquellos que históricamente tuvieron poca paciencia con los foros multilaterales, los israelíes, seguirán confiando en la autodefensa y desempeñando el papel de saboteadores.
No está muy claro cómo se puede arreglar todo esto mientras los estadounidenses y los iraníes continúan negociando sobre cuestiones nucleares en Viena (aunque indirectamente por ahora). Cuando Washington y Teherán lleguen a un acuerdo, la parte estadounidense se dará cuenta de que cualquier promesa que hayan hecho a sus amigos regionales con respecto a abordar sus preocupaciones de seguridad resultará mucho más difícil de cumplir.
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Bilal Saab es analista especializado en el área político-militar de Medio Oriente y de Estados Unidos hacia la región. Es Senior Fellow y Director del Programa de Defensa y Seguridad del Middle East Institute.
N.d.T: El artículo original fue publicado por MEI el 26 de abril de 2021.