Saltar al contenido

El Interprete Digital

Hay que descolonizar la comprensión del antisemitismo

Por Robert A.H. Cohen para Mondoweiss

Judíos en solidaridad con los palestinos. [Alisdare Kickson/Creative Commons]

No quiero que se malinterprete el antisemitismo ni quiero que se mezclen conceptos como judíos, sionismo e Israel. No quiero que me perciban como un aliado a un Estado opresivo y antidemocrático solo porque soy judío. No quiero estar asociado con una interpretación unidimensional del sionismo que niega a otras personas su historia e identidad. No quiero que una definición de racismo en mi contra signifique que otra gente no pueda protestar por el racismo en su contra.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Pero si apoyase la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por su sigla en inglés), significaría apuntarme exactamente a todo aquello a lo que me opongo. Es por eso que necesitamos descolonizar nuestra comprensión del antisemitismo de manera urgente. Y eso significa deshacerse de la IHRA.

Para aquellos que aún no están familiarizados con la IHRA, aquí está la definición en sí y luego los dos ejemplos (extraídas de once ejemplos en el documento) que lograron generar tal dicotomía y antagonismo:

“El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las expresiones retóricas y físicas del antisemitismo están dirigidas hacia individuos judíos o no judíos y/o sus propiedades, hacia instituciones de la comunidad judía e instalaciones religiosas”.

1.- Negar al pueblo judío su derecho a la autodeterminación, por ejemplo, al afirmar que la existencia de un Estado de Israel es de carácter racista.

2.- Aplicar un doble rasero exigiendo un comportamiento no esperado ni exigido de ninguna otra nación democrática.

Si los ejemplos de la IHRA se consideran ahora tan centrales para definir el antisemitismo, entonces, por lógica, también deben definir qué es ser judío. Según ese cálculo, ser judío es negar la posibilidad de que el sionismo se haya desarrollado de manera racista, a pesar de la abrumadora evidencia que muestra lo contrario. Y ser judío es creer que el Estado de Israel es una nación democrática como cualquier otra, a pesar de que las propias leyes constitucionales de Israel lo definen como el Estado-nación del pueblo judío, en lugar del Estado de todos sus ciudadanos. Y eso es antes de que lleguemos al hecho no menor de una ocupación de territorio palestino cuya duración abarca la mayor parte de la historia del Estado. Entonces, ser judío, según la IHRA, es negar la verdad, ignorar la realidad y defender lo indefendible. Entonces, gracias pero no. No necesito ni quiero que esta versión colonizada de la identidad judía me defina a mí o lo que es ser judío, y nadie más debería.

Un poderoso fracaso

A regañadientes llegué a la conclusión de que aquellos que estuvieron promoviendo la IHRA realmente no se preocupan por los judíos, el judaísmo o nuestra relación actual y futura con otros grupos minoritarios étnicos/religiosos, en particular, con el pueblo palestino. Si estoy en lo cierto, este estado de cosas sugiere un gran fracaso en el corazón del liderazgo comunitario judío. 

A juzgar por su apoyo inquebrantable a la IHRA, la Junta de Representantes, la Unión de Estudiantes Judíos, el Gran Rabino y todas las demás instituciones judías formales en el Reino Unido parecen saber poco sobre cómo se crean amplias alianzas para abordar las estructuras de poder que generan y mantienen el racismo en todo el mundo (incluido el antisemitismo). No solo eso. Parecen entender poco sobre el camino que se necesita recorrer para alcanzar una paz genuina, justa y duradera para los pueblos de Israel y Palestina.

Débil y torpe

Es preocupante que los líderes de la comunidad judía en el Reino Unido crean que un documento tan mal redactado y moralmente problemático ayudará a combatir el antisemitismo o construir alianzas con no judíos, especialmente en los campus universitarios. La definición concreta de unas 40 palabras es la definición de antisemitismo más débil y torpe que leí. El antisemitismo no comienza con ‘odio’ como dice la IHRA, comienza con pequeños prejuicios y discriminación, comienza con guiños, calumnias e insinuaciones.

Esta definición fija el indicador demasiado lejos en el espectro del antisemitismo y no comprende cómo no es sólo el ‘odio’ irracional, sino que fueron la religión, la economía y el poder político los que dieron forma a la hostilidad hacia los judíos. ¿Era realmente tan difícil encontrar un escritor medianamente decente para redactar esta definición en un lenguaje más llano?

Sin mejillas ruborizadas

Desde hace unos cuatro años aumentó la preocupación y la oposición a la IHRA en todo el mundo, incluso de importantes expertos judíos en antisemitismo como Kenneth Stern o David Feldman, quienes difícilmente puedan describirse como ‘judíos izquierdistas antisionistas’. Sin embargo, la Junta de Representantes no muestra la más mínima incomodidad o malestar ante tales críticas.

Existen preocupaciones legales, inquietudes por la libertad de expresión y, con razón, una gran intranquilidad por el impacto que tiene en la expresión de la identidad palestina y la capacidad de hacer luchar por la igualdad de derechos de los palestinos. A estas alturas, aquellos que estuvieron defendiendo este documento y se lo impusieron activamente a casi todos los demás deberían haberse, al menos, ruborizado o tal vez deberían haber experimentado un persistente sentimiento de vergüenza.

Si algo que se cree que es tan perfecto y tan necesario obtiene semejantes contragolpes a nivel global, una persona razonable podría hacer una pausa para recapacitar, reflexionar y tomarse un momento para reevaluar su estrategia. Pero aquí en el Reino Unido no hay señales de semejante reflexión. Por el contrario, la IHRA continúa siendo promovida como la única forma satisfactoria para que las instituciones públicas expresen su compromiso de combatir el antisemitismo y su solidaridad con la comunidad judía. Cualquier cosa menor se considera sospechosa en el mejor de los casos. No es difícil ver por qué muchas de las organizaciones que están siendo presionadas simplemente dicen: “Bien, lo adoptamos”. Pocos tienen el tiempo, la energía o el capital político para gastarlos en una discusión con la Junta de Representantes. Es preferible una vida más tranquila.

Políticas de identidad

Más allá de que la definición de la IHRA “es la que quiere la comunidad judía”, todavía no escuché un solo argumento que explique exactamente por qué es tan buena (y mejor que cualquier otra cosa) a pesar de la ira que creó y la mala calidad de la definición real.

Este camino y modelo de justificación fue utilizado en enero de este año por la Unión de Estudiantes Judíos de Gran Bretaña e Irlanda (UJS, por su sigla en inglés), que intensificó su defensa del documento bajo las crecientes críticas de su adopción y uso a nivel global. En una carta al periódico The Guardian, el presidente de la UJS junto con los líderes de docenas de sociedades universitarias judías en todo el país, eligieron usar una versión simplificada de las políticas de identidad para defender su caso:

“Es hora de discutir la definición de la IHRA y su adopción por parte de las universidades británicas para reflejar las situaciones vividas por los estudiantes judíos. Los jueces jubilados, los activistas radicados en Medio Oriente y los académicos no judíos de extrema izquierda no están en la primera línea del antisemitismo continuo en el campus, pero nosotros sí lo estamos”.

La falta de autoconciencia y respeto que se muestra aquí es bastante asombrosa. Pero, sobre todo, quienes quedaron fuera de esta lista de personas cuyas opiniones no cuentan para la UJS son los estudiantes palestinos en los campus del Reino Unido. Ni siquiera merecieron una mención. Sus ‘situaciones vividas’ se borran por completo en esta carta de superioridad moral judía, al igual que los ejemplos de la IHRA borran la historia palestina. Esto no hace absolutamente ningún favor a los intereses de los 8.500 miembros judíos de la UJS.

En los últimos días, los estudiantes palestinos en mi propio campus en la Universidad de Lancaster, en el norte de Inglaterra, sufrieron atroces insultos racistas y misóginos en línea (junto con las habituales acusaciones de antisemitismo) porque se atrevieron a hablar en contra de la IHRA. Las autoridades de la Universidad están investigando el incidente, pero hasta ahora no se tomó ninguna medida. Esto es sólo un ejemplo más de cómo la IHRA hace más mal que bien.

Acá es donde terminás cuando las políticas basadas en la identidad salen mal. La discriminación contra un grupo no se puede articular de una manera que se base en la discriminación contra otro grupo. Si acá es donde terminás, tomaste un camino equivocado y te perdiste terriblemente.

Descolonizar el antisemitismo

No tiene sentido una definición de antisemitismo que incorpore otras formas de racismo. Así que necesitamos urgentemente despolitizar y descolonizar nuestra formulación de racismo antijudío. Para lograrlo, también necesitamos descolonizar la identidad judía moderna dominante. Alana Lentin, una academica que se enfoca en la crítica antirracista, identifica y explora la necesidad de ‘descolonizar el antisemitismo’ en su libro de 2020 Why Race Still Matters (N.d.T.: Por qué la raza sigue siendo importante). Aquellos que estudian, hacen campaña en contra y comentan sobre el antisemitismo se beneficiarán del análisis de Lentin, como lo hice yo.

El sionismo fue, y sigue siendo, un movimiento de liberación judío nacido del deseo de escapar del antisemitismo. Los sionistas creen que la autodeterminación nacional en la forma de un Estado judío es la única forma de lograrlo. Sin embargo, también fue, y sigue siendo, un proyecto de colonialismo que llevó directamente al despojo y la opresión continua del pueblo palestino. Ambas descripciones son verdaderas, una no anula a la otra, sino que coexisten simultáneamente.

Como dije antes, el concepto y la experiencia del sionismo no pertenecen exclusivamente al pueblo judío, y mucho menos a un grupo de élite judía en el Reino Unido con una responsabilidad mínima. La situación en Israel/Palestina crea un profundo problema ético para cualquiera que se preocupe por la justicia, la equidad y la igualdad; para cualquiera que se preocupe por la historia judía, y para cualquiera al que le interese la tradición ética judía. Esto es lo que convierte a Israel/Palestina en el mayor desafío al que se enfrentan los judíos, y, de hecho, el propio judaísmo, en el siglo XXI. Simplemente al reconocer el desafío y lo que lo causa comenzaremos a trabajar para descolonizar la identidad judía y podremos formular una comprensión progresista del antisemitismo.

Abordar el antisemitismo sin prejuicios

Ser judío en 2021 es vivir en un mundo de contradicciones y ambivalencias. Es un momento en el que la vulnerabilidad judía en curso coexiste al lado del empoderamiento judío y la opresión israelí de los palestinos. Es posible ser víctima del racismo en un espacio y generarlo en otro. La palabra ‘complicado’ no alcanza siquiera a captar la dinámica de intersección de la identidad judía contemporánea. Y esto puede confundir a los mismos judíos tanto como a cualquier otra persona.

Existen algunos en la izquierda que optan por luchar contra el racismo contra los palestinos tomando el camino hacia el antisemitismo. Tales actitudes están muy erradas y perjudican tanto a los judíos como a la causa de la solidaridad palestina. Por otro lado, están los de derecha, o los que se llaman a sí mismos liberales, que piensan que está bien luchar contra el antisemitismo promoviendo discursos que fomentan la islamofobia y, ciertamente, el antipalestinismo. Acá es donde te lleva la promoción y defensa de la IHRA.

La conclusión es la siguiente: no se lucha contra el racismo con el racismo. No luchás contra el odio con el odio, no importa cuán injustos o desagradables puedan ser tus oponentes. Existen otras tácticas mucho mejores disponibles. 

Así que, si usted desea un debate constructivo y unificador sobre el antisemitismo, si quiere descolonizar la identidad judía y si desea trazar una ruta hacia un Israel/Palestina reconciliados, entonces, por el amor de dios, deshágase de la IHRA.

Nota: Agradezco a Alana Lentin por identificar y explorar el concepto de ‘descolonizar el antisemitismo’ en su libro Why Race Still Matters. Si desea leer más sobre cómo algunos pensadores judíos clave entendieron el colonialismo y la identidad judía de manera más amplia, recomiendo Decolonial Judaism: Triumphal Failures of Barbaric Thinking (Judaísmo descolonial: fracasos triunfales del pensamiento bárbaro), de Santiago Slabodsky. Para una descripción detallada de cómo se desarrolló el colonialismo en Israel/Palestina, vea el nuevo libro de Jeff Halper Decolonizing Israel, Liberating Palestine: Zionism, Settler Colonialism, and the Case for One Democratic State (Descolonizando Israel, liberando Palestina: sionismo, colonialismo y el caso de un Estado democrático).

Una versión de este artículo en su versión en inglés se publicó originalmente en Writing on the Edge el 6 de marzo de 2021, la versión en inglés se reimprime con su permiso.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Robert Cohen fue periodista de radio para la BBC Radio Five Live y actualmente publica continuamente en Mondoweiss, Tikkun Daily y Jews for Justice for Palestinians.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mondoweiss el 10 de marzo de 2021.