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El Interprete Digital

Sobrevivientes de Hayat Tahrir recuerdan su experiencia en las celdas

De Alaa Nassar para Syria Direct

Mujeres activistas sirias hablan en la conferencia de prensa de ONU Mujeres. [Galería Mujeres ONU/Creative Commons]

La activista comunicacional y trabajadora humanitaria, Nour Al Shalo, fue liberada el lunes después permanecer detenida por Hayat Tahrir Al Sham (HTS) (N.d.T: en español “Organización para la Liberación del Levante”) durante casi tres meses. Sin embargo, tanto el discurso en torno al caso de Shalo y las pruebas insuficientes en su contra, generaron preguntas sobre lo que ocultan las prisiones de HTS, desde las detenciones arbitrarias y los cargos “fabricados” contra las mujeres hasta a lo que se las somete en esas celdas.

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Shalo, una viuda de 30 años y madre de tres hijos, desplazada de la ciudad de Atereb, en la provincia de Alepo, desapareció en septiembre en la ciudad de Sarmada, en el norte de Idlib. En noviembre, se difundió la noticia de que HTS, que controla la provincia de Idlib, la había condenado a muerte acusada de proporcionar información a la coalición internacional —cuyas fuerzas están en el noreste de Siria— y de fotografiar a mujeres con ropa impúdica para chantajearlas. Su acusación provocó el repudio de muchos activistas en las redes sociales y algunos de ellos lanzaron el hashtag #FreeNourAlShalo en Twitter, para exigir su liberación inmediata.

La portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUR), Ravina Shamdasani, también expresó su preocupación por el destino de Shalo y pidió a las “autoridades de facto”, como ella describió a HTS, que “se abstengan de cualquier acto dañino, asegure su protección y que la libere de inmediato”.

En los últimos años, Shalo trabajó en los medios de comunicación y con las organizaciones humanitarias Masrrat y Darna. Presentó una demanda contra la familia de su marido para conservar la custodia de sus hijos, por lo que inicialmente fue citada ante el poder judicial, del que posteriormente desapareció.

Aunque la oficina de medios de HTS negó el dictamen de sentencia de muerte para Shalo, afirmó en un comunicado publicado en su canal de Telegram, el 18 de noviembre, que fue arrestada “después de que se presentara una denuncia en su contra, documentada por testimonios”. Luego de “una investigación en profundidad, se demostró la participación de la acusada en una serie de casos penales y morales”, se lee en el comunicado, y agrega que “trabajar en los medios de comunicación no significa inmunidad frente a la responsabilidad judicial”.

El Sindicato de Medios de Alepo emitió una declaración, el 25 de noviembre, confirmando que no se había dictado sentencia de muerte para Shalo y negó las acusaciones de HTS sobre la participación de la comunicadora en cualquier actividad no ética.

Acusaciones “fabricados”, uno entre muchos

Shalo fue solo una de las docenas de mujeres detenidas por HTS. Según un informe de la Red Siria por los Derechos Humanos (SNHR, por su sigla en inglés) de noviembre de 2020, hay 44 mujeres en las cárceles de HTS, mientras que “al menos 10.566 mujeres siguen detenidas, retenidas o desaparecidas forzosamente por las fuerzas que operan en el de Siria”. Estas incluyen: “8.474 a manos de las fuerzas del régimen sirio”, “866 a manos de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), 896 a manos de la oposición armada, el Ejército Nacional Sirio —patrocinado por Turquía—, y 276 mujeres que fueron arrestadas por Ejército de Irak y el Levante (EIIL) antes de su retirada y que todavía están desaparecidas”.

Asimismo, el secuestro de Shalo no es el primero de este tipo contra una trabajadora de los medios de comunicación en la provincia de Idlib. El mismo escenario ocurrió con la comunicadora y activista, Fatima Al Asmar, que ahora vive en el norte de Alepo, controlado por la oposición.

Asmar fue secuestrada el 2 de marzo de 2019 en la ciudad de Idlib, tras lo cual declaró a Syria Direct: “Me llevaron a un sótano subterráneo en un lugar desconocido, ya que en ese momento tenía los ojos vendados” y agregó: “Supe más tarde que eran miembros de HTS. Me acusaron de fotografiar sin permiso el cuartel de seguridad que les pertenece”.

Varios días después de que Asmar fuera detenida e interrogada, se formularon otros cargos en su contra como “trabajar para el régimen y la coalición internacional fotografiando la sede de HTS en Idlib, y exponerlos como blanco de ataques”. A lo que Asmar alegó: “El edificio que fotografié estaba desierto y no era una sede. Estaban fabricando acusaciones en mi contra para encubrir mi identidad en sus celdas y para callarme porque siempre fui crítica con sus políticas”.

A su vez, Asmar destacó que HTS utiliza este método con todos las personas que detiene en sus cárceles. “Cuando se hace el arresto, la detenida enfrenta un cargo, luego cuando está en sus cárceles, otras acusaciones le caen encima”, detalló Asmar. El número de cargos que enfrenta una persona detenida depende del “interés de los guardias en ella y su deseo de mantenerla más tiempo” en sus cárceles.

Además, los miembros de HTS no se limitan a presentar nuevos cargos inventados contra quienes arresta. Más bien, “se esfuerzan por demostrarlos con pruebas endebles, mediante el testimonio de testigos en los tribunales que les pertenecen, para así justificar el pretexto del arresto ante la gente”, dijo Samar Al Shami, viuda y ex detenida en las cárceles de HTS.

Shami, que vive en el campo de Idlib, fue arrestada por HTS en diciembre de 2018 “por insultar a su líder, Abu Muhammad Al Jolani, y oprimir a la juventud de la nación”.

Como resultado de los enfrentamientos entre los miembros de HTS y los combatientes de otra facción, el hermano de Shami fue asesinado. Le comentó a Syria Direct, que “murió instantáneamente después de recibir un disparo en la cabeza, lo que me hizo gritar a todo pulmón en la calle y al alcance de sus oídos (los de HTS): que Dios no te ayude, que Dios se vengue de ti”.

Días después del incidente, miembros de HTS allanaron la casa de Shami. La llevaron a “una prisión secreta en una granja en el campo de Idlib” y la acusaron de “apoyar al régimen sirio y tratar de contrabandear personas de Idlib a áreas del régimen”. “No hay nada de verdad en esto”, dijo la mujer.

Violacion ilimitada

La Red Siria por los Derechos Humanos documentó “al menos 32 prisiones y centros de detención pertenecientes a HTS”, dijo a Syria Direct, Fadel Abdul Ghany,  presidente y fundador de la red. “Hemos detectado la existencia de secciones designadas para mujeres en 11 de ellas”, agregó. “El régimen tomó el control de algunos de estos centros durante su reciente campaña en el campo de Idlib, y la prisión de Al Oqab en la ciudad de Harem es la peor de ellas”.

“Las prácticas aplicadas por HTS” se asemejan “en gran medida a la política del régimen sirio de detención sistemática y desaparición forzada”, según explicó Nour Al Khatib, jefe del Departamento de Detención y Desaparición Forzada de SNHR. El grupo “no revela la suerte de sus detenidos, ni les provee de ningún juicio, salvo aquellos ficticios, los juicios secretos llevados a cabo por sus juristas”.

“A pesar de la formación del Gobierno de Salvación por parte de HTS, que a su vez estableció un Ministerio de Justicia y el Poder Judicial en Idlib, el grupo continúa realizando detenciones a través de su aparato de seguridad, que tiene como objetivo a todos aquellos que se oponen a su política”, añadió Khatib. 

No hay límite aparente en las cárceles de HTS para las violaciones cometidas contra las personas detenidas, incluidas las mujeres. En el caso de Shami, esto equivalió a una violación. “Antes de que me liberaran, tras la mediación de otras facciones, fui violada dos veces por el carcelero y uno de los miembros de HTS que estaba con él. Antes de violar a las niñas detenidas, les preguntan si están casadas o no. Si están casadas, la violan. Si son virgenes, se contentan con torturarlas. Pero si es virgen y la violan, la matan inmediatamente, para no dejar ninguna prueba”, dijo Shami.

En cuanto a Asmar, quien logró escapar de la prisión y luego se mudó al campo de Alepo, desde el primer día de detención le “quitaron la ropa mientras tenía los ojos vendados. Me echaron agua fría en el cuerpo y me toquetearon sin prestar atención a mis gritos y maldiciones. Estuve desnuda durante dos días sin comer ni beber nada”, reveló.

“Al tercer día, uno de ellos me cubrió el cuerpo con una toalla, con el pretexto de que Abu Tareq, el funcionario a cargo de la tortura en prisión, no le gustaba mirar la desnudez de una mujer. Abu Tareq me tiró en un sofá que estaba en la habitación, me ató las manos y los pies a los lados y me golpeó. Recuerdo que seguí gritando y tuve dolor durante dos horas; luego me desmayé”, recordó.

El cuarto día, Asmar fue llevada a otro lugar desconocido. “Luego supe que era la Prisión Central de Idlib, que no es mejor que el lugar donde yo estaba. Las voces de mujeres torturadas resonaban en el lugar. Sentí que moriría allí hasta que el régimen bombardeó la prisión y encontramos una oportunidad de oro para escapar de ese infierno”, manifestó.

Syria Direct se puso en contacto con la oficina de medios de HTS para obtener una respuesta con respecto a estas violaciones, pero no recibió respuesta.

La oportunidad de rendir cuentas

Según Ahmad Al Hussein, un abogado sirio que vive en Turquía, el Poder Judicial en las áreas controladas por HTS se basa en un “Consejo Supremo de Jeques que supervisa el Ministerio de Justicia en el Gobierno de Salvación”. Las leyes “son aprobadas por el Ministro de Justicia para ser aplicadas siguiendo los fallos del Consejo que se basan en la jurisprudencia religiosa”. Sin embargo, Hussein descartó la aplicación de justicia en esas áreas “debido al dominio de las fuerzas militares sobre ellas”.

Asmar también cree que responsabilizar a los perpetradores en los centros de detención de HTS es “imposible a la luz del control que ejerce, porque los jueces no gobiernan de acuerdo con la ley de Dios, sino de acuerdo con los requisitos del caso”. Al recordar la experiencia de una amiga suya, dijo: “Si ladetenida denuncia una violación y el perpetrador tiene un vínculo con el juez o tiene contactos cercanos al juez, este último lo absuelve sin considerar la opinión de la víctima”. Incluso, pueden “retenerla durante años sin soltarla ni siquiera juzgarla, que es lo que pasó con mi amiga que sigue detenida”.

Por esa razón, Shami pidió la rendición de cuentas internacional para los responsables de las violaciones en Siria, tanto del HTS como del régimen. “El régimen sirio bombardeó mi ciudad y desplazó a mi familia y a mis parientes, pero los miembros de HTS me violaron y dejaron cicatrices en mi cuerpo también”, se lamentó y agregó: “El dolor me persigue hasta el día de hoy a causa de la tortura, que provocó desgarros de ligamentos e infecciones”.

Aunque Abdul Ghany cree que “la responsabilidad legal de HTS no se cumple en el momento actual”, enfatizó que la consecución de la justicia comienza “con el establecimiento de tribunales especiales para responsabilizar a los perpetradores de violaciones como la tortura y las desapariciones forzadas que han ocurrido en Siria. Y la existencia de un gobierno democrático, permitiría el enjuiciamiento de los perpetradores de estos crímenes, con HTS a la cabeza”.

La identidad de los sobrevivientes de las cárceles de HTS se ha ocultado por su seguridad.

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Este informe fue elaborado como parte del proyecto de Syria Direct que promueve la igualdad de género, con el apoyo del Fondo de Canadá para iniciativas locales (CFLI) de la Embajada de Canadá en Jordania. Fue publicado originalmente en árabe y traducido al inglés por Mateo Nelson.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 7 de enero de 2021.