Por Usama Hasan y Matt Godwin para Arab News
Millones de personas presenciaron el mes pasado la coronación del rey Carlos de Inglaterra por el arzobispo de Canterbury, en una ceremonia impregnada de tradición cristiana pero a la que asistieron líderes de otras confesiones, que desempeñaron un destacado rol en los actos del día. Menos de una semana después, el arzobispo Justin Welby volvía a generar titulares, esta vez por criticar las políticas del gobierno hacia los inmigrantes desde su lugar en la Cámara de los Lores.
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Como sostenemos en un nuevo informe publicado esta semana, la fe desempeña un rol en la política y la vida pública de muchos países. El hinduismo en la India, el budismo en Sri Lanka y el judaísmo en Israel siguen siendo fuentes tanto de unidad como de división. Y en los más de 50 países del mundo de mayoría musulmana, el Islam estuvo a menudo entrelazado con la política. Lejos de ser estáticos, los países donde el islam es la religión mayoritaria experimentaron inmensos cambios en sus sistemas de gobierno y en el rol formal desempeñado por el islam. Sin embargo, durante demasiado tiempo, los islamistas dominaron el discurso político.
Representando una ideología teológicamente deformada y preocupante, los islamistas creen que es una obligación para los musulmanes restablecer una clerocracia que recuerde el gobierno del Profeta en los primeros años de la fe. Pasando por alto siglos de pluralismo y evolución política en los sistemas políticos musulmanes, su interpretación extremista es ahora sistémica en el Irán de la República Islámica y en el Afganistán de los talibanes, mientras que grupos terroristas como Al Qaeda, Daesh y otros atacan y tratan de sustituir al Estado en todo el Medio Oriente y África.
Defendemos que para hacer frente a estas ideologías hay que ir más allá del campo de batalla, a la batalla por las ideas. Los musulmanes moderados son, con diferencia, la mayoría en todos los países, pero los islamistas dominaron durante demasiado tiempo el pensamiento musulmán en política. Defendemos que las voces musulmanas moderadas deben reforzarse y potenciarse como “tercera vía” entre un laicismo que no concuerda con los Estados de mayoría musulmana y el islamismo violento.
Para entender dónde y cómo reconocer y apoyar a los musulmanes moderados es necesario comprender la variación política en los países de mayoría musulmana, y ofrecemos un nuevo marco para considerar el cambio dinámico en estas naciones. Por ejemplo, Egipto pasó en la última década del nacionalismo islámico al islamismo y luego de nuevo al nacionalismo. En la vecina Túnez, se pasó del nacionalismo islámico a una república laica. En Pakistán, el país oscilo durante mucho tiempo entre el republicanismo laico y el pensamiento islamista.
Muchos otros países, incluidos los de la región del Golfo, se esforzaron por modernizar sus Estados y sociedades, reduciendo el rol de instituciones religiosas como la policía religiosa, y fomentando la participación de la mujer en los negocios y la vida pública. Aunque muchos observadores occidentales siguen considerando “atrasados” a algunos países de mayoría musulmana, especialmente en el Medio Oriente, no tuvieron en cuenta las reformas sociales y teológicas. Por ejemplo, las reformas sociales en curso en Arabia Saudí fueron impulsadas por el príncipe heredero Mohammed bin Salman tras escuchar al público saudí, especialmente a las mujeres, y fomentar las deliberaciones jurisprudenciales de los eruditos religiosos saudíes.
La temida policía religiosa del país, la Mutawa, se reformó en 2016 para convertirse en una institución con un liderazgo más moderado y una función más consultiva que disciplinaria. La actual temporada del Hayy nos recuerda que, en 2021, las autoridades eliminaron el requisito de que las mujeres fueran acompañadas por un tutor masculino (mahram) para la peregrinación a La Meca.
En 2019, la Liga Musulmana Mundial, patrocinada por Arabia Saudí, anunció la histórica Carta de La Meca, tras una conferencia a la que asistieron 1.200 eruditos islámicos de 139 países. Destacados participantes y oradores de la conferencia procedían de 27 grupos musulmanes y escuelas de pensamiento diferentes, incluidos suníes y chiíes. La Carta de La Meca aboga por el diálogo religioso, el pluralismo, la asociación y la cooperación. Además, rechaza la supremacía étnica o religiosa, afirmando la fraternidad y la igualdad humanas. También promueve el desarrollo global ético, la protección del medio ambiente y el diálogo cultural y entre civilizaciones.
El impacto de la Carta de La Meca fue amplio. Fue adoptada por unanimidad por la Organización de Cooperación Islámica en 2020, lo que significa que se recomienda su uso en instituciones religiosas, culturales y educativas de los países de la OCI. La Carta también se ha lanzado y promovido en Estados Unidos, Europa continental y este año, en Londres, donde grupos extremistas intentaron, pero no consiguieron, disuadir a las comunidades musulmanas británicas de comprometerse con ella.
Sostenemos que transformaciones como éstas están llevando a muchos Estados musulmanes por un camino pragmático hacia lo que el ex presidente estadounidense Barack Obama denominó “religión civil”, en la que las instituciones estatales son en gran medida laicas, pero donde las personas de fe pueden participar en la vida pública informadas e inspiradas por sus valores religiosos. A medida que avanzan hacia sociedades más pluralistas, los Estados de mayoría musulmana no deberían tener que hacer una falsa elección entre laicismo e islamismo, sino que pueden tomar una tercera vía en la que el islam siga siendo una parte fundamentalmente importante de la política y la vida pública.
La reelección del Presidente Recep Tayyip Erdogan en Turquía refleja los cambios de rumbo en los Estados de mayoría musulmana. Un país que en su día abrazó un laicismo vehemente lleva ahora más de dos décadas dirigido por un islamista. Mientras los partidos de la oposición del país reflexionan sobre las recientes elecciones, deberían alejarse del deseo de excluir totalmente la fe de la vida pública y reconocer la legítima participación de los musulmanes moderados. De hecho, la inclusión es probablemente el mejor enfoque para rebatir el pensamiento islamista.
El año que viene se celebra el centenario de la abolición oficial del Imperio Otomano, el último califato del mundo. Los islamistas aprovecharán la ocasión para lamentar el fin de un Estado teocrático, aunque en gran medida laico, y para pedir que vuelvan a gobernar quienes, según ellos, conocen la mente de Dios. La religión siempre será importante en los países de mayoría musulmana, como lo es en muchos Estados no musulmanes, y la mejor manera de hacer frente al islamismo violento es reconocer y apoyar a los musulmanes moderados en la política.
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Matthew Godwin es jefe de programa en el equipo de geopolítica del Instituto Tony Blair.
Usama Hasan es analista principal del Instituto Tony Blair e imán practicante.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 23 de junio de 2023.