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El Interprete Digital

Lucha de clanes en Siria: Las semillas de la venganza crecen bajo las cenizas en medio de intentos por renovar el consenso

Por Walid Al-Nofal para Syria Direct

Aleppo, Syria. Foto de Aladdin Hammami en Unsplash.

En la localidad de Ghranij, al este de Deir e-Zor, el mes pasado se puso fin a una venganza de 25 años. Gracias a los esfuerzos de varios jeques y notables del clan en la zona controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), el 10 de noviembre las familias al-Jalifa al-Nayef y al-Aghdab al-Hamada del clan al-Shaytat llegaron finalmente a un acuerdo de reconciliación. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Pero mientras se apagaba una brasa del conflicto entre clanes en Deir e-Zor, se encendía otra en Inkhil, ciudad de la campiña septentrional de Daraa, controlada por el régimen, a cientos de kilómetros al suroeste. Allí, un joven, Rami al-Waked, fue asesinado el 7 de noviembre. Su familia culpó de su muerte a “malhechores y bandidos de la familia al-Doukhi” en un comunicado

“La familia de la víctima del asesinato, Rami Awad al-Waked, y toda la familia al-Eid, declaran que todos los que participaron en la traición son objetivos legítimos, y todos los que dan cobijo a uno de los criminales son cómplices”, concluía el comunicado. 

No se conocía la identidad de los asesinos individuales de Rami, pero su familia acusó a jóvenes de la familia al-Doukhi por lo que comenzó como una disputa reciente entre niños de las dos familias, y se convirtió en una reyerta entre jóvenes. Al final, combatientes de un grupo militar comandado por Abdul Hakim al-Waked -afiliado a la 8ª Brigada dirigida por el ex comandante de la oposición Ahmed al-Awda- atacaron y golpearon a un joven de la familia al-Doukhi. A continuación, Rami al-Waked fue asesinado. 

Tras el asesinato, el grupo de al-Waked quemó más de 10 casas y una fábrica de mármol en Inkhil que pertenecían a la familia al-Doukhi, cuyos miembros abandonaron la ciudad con rumbo desconocido.

Estos dos incidentes -uno de reconciliación entre clanes, el otro de conflicto- son ejemplos de la dinámica de clanes que opera en Siria, así como del papel de las autoridades tradicionales en un Estado destrozado. Forman parte de los 46 incidentes de disputas y reconciliaciones entre clanes que Syria Direct siguió desde principios de 2022 hasta finales de octubre. Se documentaron las partes individuales en conflicto en 29 de esos incidentes, que tuvieron lugar en el norte y el este de Siria. 

En conjunto, ofrecen una imagen de cómo surgen y se resuelven las disputas entre clanes, a través de jeques, ancianos tradicionales y clérigos, de acuerdo con las normas religiosas y las costumbres y tradiciones imperantes en los clanes. 

Más de 11 años después del estallido de la revolución siria, algunos jeques de clanes intentan hoy actualizar el derecho consuetudinario y las normas tribales de acuerdo con la situación actual del país y las repercusiones de más de una década de guerra.

Causas del conflicto entre clanes

Los años de guerra y los cambios en el mapa del control militar en Siria dejaron un profundo impacto en la economía, la sociedad y la seguridad del país. Como consecuencia, aumentaron las luchas y disputas entre clanes, en un país donde -en la mayoría de las provincias- los clanes son un pilar fundamental de la sociedad.  

Prueba de ello, a ojos del jeque Hassan al-Khamri, del clan al-Nasser de la tribu al-Walda, es la naturaleza de los problemas y desacuerdos entre clanes que trataron de resolver con otros jeques y notables de la zona de la ciudad de Tabqa, donde vive en la provincia septentrional siria de Raqqa. Entre ellas, “una disputa que derivó en un asesinato por el apoyo de una persona al régimen, después de que se autorizara su asesinato [ihdar al-dam], porque era un matón [shabih] pro-régimen, tal y como lo ven las facciones”, dijo al-Khamri.

Al-Khamri y otros notables trabajaron para resolver otras disputas mortales, como un asesinato “a consecuencia de un desacuerdo sobre tierras y propiedades, y otro después de que las facciones del Ejército Sirio Libre abandonaran la zona y entrara el Estado Islámico, y se produjeran asesinatos con el pretexto de la incredulidad y la apostasía”, dijo a Syria Direct. Tras la expulsión del EI, las disputas entre clanes “aumentaron significativamente”, añadió al-Khamri. 

En la ciudad rural de Inkhil, en Daraa, Abu Ali, un notable local, atribuyó el aumento de las disputas entre clanes en el sur de Siria en comparación con antes de la guerra a “las armas sin control, que son fácilmente accesibles a todo el mundo”. Hay una “ausencia de ley”, dijo, junto con “el mal estado psicológico de la gente, especialmente los hombres jóvenes, como resultado de la guerra y sus efectos negativos”. 

Para algunos, el caos es una oportunidad. “En la inseguridad durante los años de guerra, especialmente después del acuerdo [en el sur de Siria entre las facciones de la oposición y el régimen en el verano de 2018], algunos encontraron una oportunidad para vengarse, ajustar cuentas y desahogar su odio”, dijo Abu Ali. 

En algunos casos, jóvenes adolescentes saldaron viejas cuentas, aprovechando las armas ampliamente disponibles tras el estallido de la revolución siria para cometer asesinatos por venganza en respuesta a asesinatos que “tuvieron lugar cuando algunos de ellos ni siquiera habían nacido”, añadió. 

El jeque Hawas al Jassim (Abu Kassar), que representa a la ciudad de Baghouz, en Deir e-Zor, y sus alrededores -donde el IS hizo su última resistencia territorial en 2019- y ejerce como secretario de la Asamblea de Clanes de Bukamal Jazira, dijo que hubo un “defecto importante en el liderazgo de los clanes, al este y al oeste del Éufrates, desde que comenzaron los acontecimientos” en 2011. 

Antes de la revolución, había “importantes autoridades de clanes que ejercían su dominio sobre figuras influyentes, y cualquier disputa era respondida y resuelta por los métodos de clan establecidos, ya fuera a través de la costumbre [al-urf], la Sharia o las tradiciones; pero [estas autoridades] ya no existen hoy en día”, dijo.

En Siria, la “contracción de los clanes”, en palabras de al-Jassim, contribuyó al aumento de los conflictos entre clanes. Mientras que antes “los jeques y los notables solían controlar a los miembros del clan, ahora hay caos en el liderazgo de los clanes”, afirmó, junto a “manos extranjeras de países vecinos que juegan con las autoridades de los clanes, intentando controlar a los jeques para socavar la estabilidad e impedir la cohesión de los clanes”. 

Como consecuencia de esta ruptura, “los asesinatos por venganza entre clanes se están llevando a cabo de forma arbitraria y bárbara, en ausencia de una autoridad verdaderamente disuasoria”, afirmó al-Jassim. “Esto dio luz verde a los jóvenes, que no escuchan a la autoridad ni al clan”. 

El periodista y bloguero sirio Sultan al-Kanj, que se centra en los asuntos de los clanes sirios, divide las causas de los conflictos entre clanes en dos categorías. Una categoría son las causas subjetivas, las relacionadas con la estructura del clan. La otra son las causas externas, las relacionadas con el entorno creado por las autoridades locales en las cuatro áreas de influencia de Siria: el régimen sirio, las Fuerzas de Autodefensa, Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y el opositor Ejército Nacional Sirio (SNA). 

Como la propia estructura de los clanes está relacionada con los asesinatos por venganza o el tribalismo, “una persona se venga y no guarda silencio sobre sus derechos, lo que es un rasgo de valentía en las sociedades de clanes”, declaró al-Kanj a Syria Direct. Actuar de otro modo podría “considerarse cobardía, por lo que tiene que adoptar la visión y los comportamientos del clan, sin los cuales podría caer en problemas sociales, como la negativa a casarse con él”.

La competencia entre distintos clanes, un solo clan o miembros individuales deja a la gente “preparada para cualquier incidente menor o pelea”, dijo al-Kanj. En varias partes de Siria, algunos clanes “llevaron sus disputas a las autoridades locales, a través de clanes que se unen a facciones militares o partes en conflicto hostiles a sus oponentes”. 

La debilidad de las autoridades locales y la abundancia de armas contribuyó, desde 2011, a “un aumento de los conflictos de naturaleza clánica”, según el periodista. “Cuando todo el mundo lleva un arma, cualquier pequeño desacuerdo puede convertirse en lucha, y una matanza da origen a otra, a través de lo que se conoce como tha’r”.

Aumento del tribalismo

En las comunidades de clanes, los jeques y los ancianos suelen actuar como válvula de escape, y desempeñan el papel principal para poner fin al conflicto formando una delegación del clan que acude a la familia de la víctima. “El jeque del clan de la víctima ofrece incentivos para que la familia del fallecido negocie la resolución del conflicto y para el pago del dinero de la sangre [al-diya] en caso de derramamiento de sangre”, explica el jeque Ramadan al-Rahhal, del clan al-Ali de la tribu al-Walda. 

Sin embargo, la esfera del conflicto puede ampliarse a un tercer clan, debido a lo que se conoce como “cortar la cara”, taqtia al-wajh. En ese caso, el asesino busca refugio en otro clan, y un jeque o notable de ese clan pone al individuo y a su familia bajo su protección [al-dakhala] “como una forma de tradición del clan”, dijo al-Rahhal. Entonces, el anfitrión se responsabiliza de que ningún miembro de la familia del asesino sea atacado por la familia de la víctima. 

“Si les ocurre algo a quienes están bajo su protección, tiene derecho a demandar a la familia de la víctima en virtud de la ley [tribal] árabe y exigir sus derechos después de que le corten la cara”, añadió. “En algunos casos, eso deriva en un nuevo conflicto”.

Durante la guerra en Siria, en el país se produjo “un importante retorno al tribalismo y un aumento del sentimiento de pertenencia a un clan”, dijo al-Khamri, del clan al-Nasser de Tabqa. Se trata de “una reacción natural dada la rotación de las autoridades de control y la búsqueda por parte del individuo de una sensación de seguridad uniéndose a una agrupación o bloque que le proteja”. 

Subrayando esta dinámica, al-Rahhal dijo que “los incidentes de naturaleza clánica aumentaron en Raqqa después de la crisis siria hasta en un 75 por ciento” en comparación con antes de la guerra, estimó.

Al-Jassim, en Baghouz, se mostró de acuerdo. “El aumento se hizo más pronunciado después de 2019, tras la expulsión del IS de la zona”, dijo. El aumento de los conflictos entre clanes ejerció “una gran presión sobre los jeques de los clanes y los que trabajan por el bien en la zona”.

Los conflictos más recientes “revelaron algunos actos que son inconsistentes [incluso] con las leyes civiles previamente establecidas”, según al-Khamri, incluyendo “un aumento de los asesinatos por venganza, la toma de armas y el gran número de disputas individuales que derivaron en luchas de clanes”. También señaló “la aparición de grupos incitadores en las redes sociales y de fenómenos sociales ajenos a la comunidad, como el consumo de drogas y sus problemas derivados y los actos delictivos ilegales”. 

Renovar el pacto entre clanes

Los clanes sirios están acostumbrados a “tomar medidas de tregua [al-atwa], delegación [al-jaha] y reconciliación en la mayoría de los casos”, dijo al-Khamri, “pero su importancia aumenta en los casos importantes, como los relacionados con el honor, el asesinato, el corte de cara y la violación de la santidad del hogar”. En esos casos, se necesitan “medidas urgentes” para “limitar los conflictos y detener las reacciones”, porque “no seguir las costumbres podría acarrear más problemas y complicaciones”. 

Los procedimientos de reconciliación comienzan con “contactos preliminares”, tras los cuales se aprueba una tregua y se eligen los miembros de la delegación del clan que negociará la reconciliación, explicó el jeque, que comenzó a describir el proceso. “El anciano de la delegación se pone en contacto con el jeque del clan de la víctima, o con representantes del mismo”, y se presiona a los familiares de la víctima “hasta que aceptan el principio de llevar a cabo una reconciliación”.

Cuando los mediadores consideran que hay intención de reconciliarse, “se lo comunican al clan del agresor, para que éste a su vez haga los preparativos necesarios”, explicó al-Khamri. Se forma el órgano de reconciliación, compuesto por notables y ancianos, y “se pone en contacto con los demás notables para determinar el lugar y la hora de la asamblea”.

Generalmente, cuando se resuelve el caso, “se forma un comité de arbitraje con miembros capaces y competentes para cumplir los derechos de las dos partes contendientes y que gocen de credibilidad y confianza entre ellas”, explicó el jeque. En algunos casos, “las dos partes acuerdan litigar a través de un árbitro religioso, que juzga según lo que Dios reveló en el Sagrado Corán”. Y a veces, las partes en litigio aceptan una solución acordada por mediadores del clan.

Al final del proceso, se acuerda un acta de reconciliación entre el agresor y la víctima, o los familiares de la víctima, que incluye una suma acordada de dinero manchado de sangre. Se hace comparecer al agresor, los dos clanes se dan la mano, se nombran garantes de la reconciliación y se revisa y finaliza el acta de reconciliación con la firma de ambas partes ante testigos. “El acta de reconciliación es el documento escrito relativo a los procedimientos para poner fin al caso a través del clan, y [documenta] la pérdida de todos los derechos personales y civiles ante los tribunales”, dijo al-Khamri. 

En la actualidad, las decisiones alcanzadas durante los procesos de reconciliación entre clanes “se publican en Internet, en los periódicos y en los consejos de gobierno tribales”, y equivalen a “un contrato que estipula el fin de la disputa y del estado de hostilidad y conflicto entre las dos partes a causa del delito”, concluyó al-Khamri. 

Los procesos de reconciliación entre clanes se basan en “la ley islámica, como solución principal que las dos partes enfrentadas no pueden traspasar, así como en algunas costumbres y tradiciones”, explicó el jeque al-Jassim. El acuerdo se realiza “en presencia de comités de la sharia procedentes del tejido del clan, que tienen experiencia y conocimientos suficientes para resolver las disputas”, añadió. 

Sin embargo, los cambios sociales en la Siria actual hacen necesario reconsiderar el actual corpus de derecho consuetudinario de los clanes y las tradiciones que rigen la reconciliación y los procesos asociados, según al-Khamri. Por ejemplo, con el aumento de la población de las ciudades sirias, costumbres como la jalwa, en la que cinco generaciones de familiares de un delincuente son desterradas de una comunidad en respuesta a un delito grave, supone “exigir la evacuación de más de 2.000 personas a veces”, dijo. 

Los líderes de los clanes, incluido el propio al-Khamri, están haciendo algunos intentos de reconsiderar prácticas y costumbres de clanes arraigadas para “actualizar este pacto”. Los clanes de Raqqa y Tabqa celebraron múltiples reuniones, a raíz de las cuales se formó un subcomité compuesto por “los propios jeques de los clanes, juristas, clérigos y algunos notables” encargado de “proponer y redactar una carta del clan modificada, y presentarla a los jeques en reuniones conjuntas de coordinación en Raqqa y Tabqa”, explicó. 

El siguiente paso es celebrar reuniones con clanes locales influyentes para presentar el conjunto de normas y prácticas modificadas “y recabar opiniones y propuestas” de los ancianos. Por último, “celebraremos una reunión de los jeques de los clanes con los medios de comunicación locales para anunciar el nuevo pacto, distribuirlo entre los clanes de la zona y anunciar que se está aplicando y acatando”, concluyó al-Khamri. 

Las leyes consuetudinarias que siguen los clanes de Siria “no son una constitución, son como una ley que todos deben reconocer”, afirmó el periodista al-Kanj. “Las normas de los clanes contribuyeron significativamente a poner fin a los conflictos, porque son disposiciones legales basadas en el consenso, y la comunidad del clan está de acuerdo con ellas”. 

Estas disposiciones son detalladas, y prescriben un castigo específico y una cantidad de dinero ensangrentado por cada incidente de asesinato. Según la costumbre de los clanes, la pena por asesinato premeditado difiere del asesinato en defensa propia o la mutilación de un cadáver, explicó al-Kanj.

El régimen sirio “reconoció e invocó” históricamente la ley de los clanes, formando “comités de clanes para decidir sobre algunas cuestiones”, dijo al-Kanj. En la actualidad, este enfoque se repite en partes de Siria fuera del control del Estado central por parte de las autoridades de facto, que “reconocen las leyes de los clanes y forman comités de notables para gobernar entre la gente”, afirmó. 

Desde el punto de vista jurídico, “los tribunales sirios no están obligados por las actas de reconciliación de los clanes”, declaró a Syria Direct Suleiman al-Qurfan, ex director de la Asociación Siria de Abogados Libres. “La Constitución siria no obliga al poder judicial a invocar las escrituras de clan, y se deja a la discreción del tribunal de primera instancia adoptarlas o no”. 

Pero fue habitual que los tribunales sirios “incluyan la escritura en sus sentencias si no hay nada en ella contrario al orden público”, dijo al-Qurfan. “Es decir, los tribunales adoptan la reconciliación si están convencidos de ella y la aplican en forma de sentencia”. En ese caso, el tribunal considera que la escritura “renuncia a los derechos personales, y las pretensiones de los litigantes en el pleito se limitan a lo establecido en las cláusulas resolutorias de la escritura”. Aun así, los derechos del público “siguen vigentes, y el tribunal se pronuncia sobre ellos según los hechos del caso”, añadió. 

Damasco utiliza a los clanes

Con el colapso del “sistema estatal” en Siria tras la revolución y la presencia de cuatro autoridades de facto en el país, “estas autoridades comenzaron a confiar en las lealtades de los clanes y shabiha en sus fuerzas, formaciones y estructuras militares”, según Sakhr Faisal al-Ali, investigador sobre asuntos de clanes sirios que vive en Alemania. 

Desde 2011, el régimen sirio se apoyó en “facciones de clanes, jeques y zonas con el fin de asegurar las instituciones del Estado y el paso de combustible, armas y demás”, dijo a Syria Direct. En ese contexto, Damasco “apoyó a ciertos clanes a expensas de otros, lo que alimenta los conflictos entre clanes”. 

Por ejemplo, Damasco apoyó a la familia Qaterji de la tribu al-Naim en Deir e-Zor, y los convirtió en jeques del clan “para controlar la toma de decisiones del clan [tanto] dentro del clan como sus zonas en el este de Siria, para apoyar las actividades del régimen”, dijo al-Ali. El mismo escenario se repitió al “apoyar a individuos de la familia al-Bashir [en Alepo y Deir e-Zor] de la tribu al-Baqara, enfrentándolos con miembros de tribus que rechazan la presencia del régimen en la zona”, añadió. En un tercer caso, Damasco “apoyó a la familia al-Berri en Alepo contra otras familias de la tribu al-Baqara en la ciudad para lograr intereses milicianos para el régimen e Irán”. 

Teherán siguió la misma política de ganarse a los clanes en Siria. Irán respaldó a algunas tribus y clanes “como al-Baqara, al-Boushaban, al-Berri y al-Asasneh en algunas zonas”, afirmó el investigador. Esta política “dio lugar a la creación de un Estado dentro del Estado, y provocó que cualquier desacuerdo entre una tribu y otra -o entre una tribu y las instituciones militares y de seguridad del régimen- se convirtiera en enfrentamientos armados y conflictos entre clanes”. 

Pero aunque el régimen utiliza a los clanes de Siria, sus fuerzas de seguridad tardan en intervenir cuando estalla un conflicto entre clanes, como ocurrió recientemente en Inkhil. Abu Ali, el notable local, dijo que desde que el asentamiento del verano de 2018 devolvió el control al régimen, las fuerzas de Damasco sólo intervinieron “una vez que [ya] tuvieron lugar los enfrentamientos entre clanes, con la consiguiente matanza e incendio de casas y propiedades”. 

En la disputa de principios de noviembre entre las familias al-Eid y al-Doukhi, dijo Abu Ali, una vez que los dedos acusadores señalaron a la familia al-Doukhi “la policía y la seguridad deberían haber rodeado las casas de los acusados y arrestado al culpable, pero prefirieron mantenerse al margen hasta que el estallido de ira terminó, y luego comenzaron a investigar el incidente y buscar al culpable”.

Acusó además al régimen de apoyar y armar a individuos en Daraa “para que lleven a cabo trabajos sucios -asesinatos, secuestros y robos- en su política de atizar los conflictos de clanes entre las familias de la ciudad y aquellas a las que pertenecen estas personas”.

Relaciones entre las autoridades de facto y los clanes

En el noreste de Siria, donde vive Al Khamri, la Administración Autónoma (AANES) formó “comités y consejos de reconciliación, y recientemente constituyó un consejo de ancianos formado por jeques y notables de la región para que intervengan en todos los asuntos y conflictos y los resuelvan”, afirmó. El Consejo Judicial y de Justicia de la AANES recoge y aplica las actas de reconciliación emitidas por los líderes de los clanes.

En su opinión, “existe cooperación y armonía entre la AANES -en todos sus componentes políticos, administrativos, judiciales e incluso militares- y los jeques y notables de la zona, que tienen plena autoridad y absoluta libertad para disolver y resolver todo tipo de conflictos”. 

Además de los comités de reconciliación que la AANES ayudó a formar, que incluyen un juez de clan, conocido como juez de reconciliación o al-aarifa, junto con abogados, jeques y notables, la administración de facto formó un Comité General de Reconciliación en la ciudad de Raqqa, dijo el jeque al-Rahhal. El cometido de este órgano es “superar las dificultades y resolver los problemas de los clanes después de que los jeques y los comités de reconciliación acudan a él cuando los asuntos lleguen a un callejón sin salida”, explicó. 

Otros esfuerzos para eliminar las luchas intestinas y las disputas en la zona incluyen “reuniones y seminarios educativos, e integrar a los miembros de los clanes a través de los partidos [políticos], la educación y el mestizaje”, añadió al-Rahhal.

El jeque al-Jassim, de Deir e-Zor, controlada por las Fuerzas de Autodefensa, coincidió con los otros dos jeques en su lectura de la situación en los territorios de la AANES. “La AANES supervisa y vigila de cerca cualquier desacuerdo o lucha entre clanes, y se comunica directamente con jeques y notables”, afirmó. Pero también “a veces evita interferir en las luchas entre clanes, salvo cuando se le pide”, añadió al-Jassim, “para no provocar tensiones entre ella y un clan por culpa de otro clan”.

Y mientras los clanes dominan el campo de Deir e-Zor, la autoridad judicial formal está ausente. “No existe un poder judicial real ni tribunales rigurosos que se ocupen de estas cuestiones y disuadan las disputas en la región”, afirmó al-Jassim.

Pero esto no significa que las Fuerzas de Autodefensa no ejerzan “control sobre el componente de los clanes hasta cierto punto”, afirmó el investigador al-Ali. Las autoridades locales utilizaron “al jeque Shammar Hmeidi Daham al-Yarba, a quien nombraron gobernador de la región siria de Yazira [correspondiente a la provincia de Hasakah, controlada por las SDF] en una asociación utilitaria entre ellos”, añadió. 

En la región de Manbij, en el este de Alepo, administrada por las AANES, las SDF lograron “disolver facciones de clanes, como Jund al-Rahman y Suqour al-Raqqa, y desmovilizar a gran parte de sus dirigentes”, dijo al-Ali. “Fueron contenidos en el sistema militar de las SDF después de ser las alas militares de algunos clanes”. 

En las zonas de las FDS, los líderes de los clanes desempeñaron un mayor papel de mediación que en las zonas del régimen, donde su “papel se convirtió en lograr sus intereses”, dijo al-Ali. Aun así, “los jeques son herramientas a través de las cuales las autoridades de facto buscan legitimidad, o a quienes utilizan en beneficio de sus intereses y de sus decisiones políticas”. 

En las zonas del noroeste de Siria controladas por HTS, el grupo de línea dura logró acumular experiencia “institucional y organizada” en “el trato con los clanes, pero está codificada de un modo que sirve especialmente a HTS”, afirmó al-Ali. La facción logró atraer a las tribus sirias a través de “figuras que construye, sin los jeques históricos”, explicó.

A finales de 2018, HTS formó el Consejo de Tribus y Clanes Árabes en Idlib -que le otorga representación con ocho miembros en el Consejo General de la Shura de HTS nombrados por HTS-, así como reconciliaciones en su seno. En marzo de 2020, HTS creó una segunda entidad, el Consejo General de Reconciliación, un órgano competidor para resolver problemas.

En otras partes del norte de Siria controladas por el SNA respaldado por Turquía, la oposición militar y política trata de “atraer a los clanes a sus filas, con la orientación y el apoyo de Turquía”, dijo al-Ali. En consecuencia, el Consejo de Clanes y Tribus Sirios se formó en Turquía en 2017, y luego se trasladó a la ciudad de Azaz, en el norte de Alepo, en diciembre de 2020. 

Invertir en los clanes sirve a “los objetivos políticos turcos”, dijo el investigador, especialmente en un área donde las facciones militares son consideradas como “brazos y alas militares de algunas tribus y clanes sirios”.

Por ejemplo, la facción Ahrar al-Sharqiya del SNA es un ala militar del clan al-Baqara. La facción del Ejército del Este es un ala de los clanes al-Ukaydat y al-Boushaban, mientras que la Brigada Suqour al-Shamal y otras facciones son brazos de la tribu al-Naim. Sobre el terreno, esto significa que “en cuanto se produce cualquier disputa entre dos facciones, las tribus y los clanes se ven implicados en ella”, afirmó al-Ali. 

Eso es lo que ocurrió en una disputa que tuvo lugar en mayo de 2022 en la ciudad de Ras al-Ayn, en la provincia septentrional de Hasakah, controlada por el SNA, entre las divisiones Sultán Murad y Hamza, por un lado, y el Ejército Oriental, por otro. “Las luchas internas se desarrollaron y se convirtieron entre los clanes al-Ukaydat y al-Mawali. El clan al-Boushaban intervino para romper el conflicto como fuerza militar, mientras que las facciones militares [del SNA] no fueron capaces de entrar y romper el conflicto”, dijo el investigador. 

Los clanes también entran en juego en las tensiones y disputas entre el SNA y el HTS. El SNA utilizó a los clanes “para emitir declaraciones contra HTS en el norte de Alepo, e implicarlos en su enfrentamiento”, dijo al-Ali. En el otro bando, “HTS utilizó la misma política y obligó a los clanes a emitir declaraciones en su apoyo, provocando tensiones entre los miembros de una misma tribu o clan”. 

La polarización entre los clanes de Siria fue evidente desde 2017, ya que los diferentes partidos compiten por la “legitimidad política”, mientras que los mayores perdedores son “los miembros de las tribus y clanes”, lamentó. 

Las autoridades de facto sirias también pueden agravar los enfrentamientos entre clanes, por ejemplo si el autor de un delito se une a una autoridad concreta -como el SNA, las SDF u otras-, lo que incita al clan de la víctima a “unirse a un partido contrario o a una facción competidora”, explicó el periodista al-Kanj. “Esto fomenta disputas mayores entre los clanes”. 

Pero aunque las cuatro autoridades sirias -el régimen, el HTS, el SNA y las SDF- pueden impulsar el conflicto, todas participan también en “la formación de comités para resolver los problemas con los notables y los clanes que son aceptables para ambas partes de una disputa, y las autoridades acatan las costumbres tribales”, añadió al-Kanj. 

Y como en ocasiones las autoridades inclinan la balanza entre los distintos clanes “para lograr los intereses de sus líderes o encubrir su corrupción o sus problemas, son así, directa o indirectamente, responsables del desarrollo de los conflictos entre clanes”, afirma el periodista. 

El futuro de los conflictos entre clanes

Al final, fue un proceso de reconciliación de clanes el que resolvió el mes pasado la disputa de 25 años entre las familias Jalifa al-Nayef y al-Aghdab al-Hamada en Deir e-Zor. Pero la propia solución apunta a un problema subyacente: las disputas entre clanes que no desaparecen con el tiempo, sino sólo con sangre -o reconciliación-. 

Los conflictos entre clanes desempeñan un “papel negativo” y amenazan la paz civil a corto plazo, pero su mayor peligro es “a largo plazo, porque siembran la lucha entre clanes en las mentes de las generaciones futuras, lo que conduce a la inestabilidad en la región”, dijo el jeque al-Rahhal. Y desde 2011, con el aumento de los conflictos entre clanes y los débiles esfuerzos para limitarlos o reconciliar a los enfrentados, el peligro de estos conflictos no hizo más que aumentar. 

“Cualquier enfrentamiento dentro de un mismo clan, o con otro clan, no es una pelea momentánea, sino más bien una disputa que lleva a la lucha y luego a la reconciliación”, dijo al-Kanj. Los conflictos pueden resolverse después en la superficie, pero “esta reconciliación es discordia bajo las cenizas, que un día se convertirá en nuevos enfrentamientos”.

Aunque algunos de los resultados de los conflictos entre clanes aparecen “inmediatamente”, en conjunto “allanan acumulativamente el camino para futuros enfrentamientos, que conducen a asesinatos por venganza y amplían la brecha en la comunidad”, añadió el periodista. También dan lugar a problemas sociales y económicos, como “divorcios y quema de propiedades”, esta última no compensada con dinero manchado de sangre porque se considera un arrebato momentáneo de ira.

Por tanto, “cada conflicto o pelea que se produce hoy es como una bomba de relojería social, que presagia un problema mayor en el futuro”, afirmó.

El lado positivo de la sociedad de clanes siria es que está “cohesionada y aprecia a los notables y jeques dentro y fuera del clan”, explicó al-Kanj. Tiene estructuras y mecanismos que pueden ser eficaces, y figuras que siguen gozando del respeto de la comunidad”. 

Aunque los conflictos entre clanes aumentaron durante los años de guerra, los jeques siguen desempeñando un papel importante a la hora de “detener el derramamiento de sangre, pagar el precio de la sangre, aliviar los problemas, enterrar las luchas y poner fin a los asesinatos por venganza”.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Walid Al Nofal es un periodista de Siria Direct originario de la provincia de Daraa en el sur de Siria. Walid se enfoca en documentar las violaciones humanitarias cometidas por varios actores en el conflicto sirio.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 9 de diciembre de 2022.