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El Interprete Digital

La vida secreta de Sido Habib

Por Odette Yidi para Institute of Palestine Studies 

La vida secreta de Sido Habib [Aya Ghanameh / Institute of Palestine Studies]

En tono vacilante preguntamos “Sido (abuelo) Habib, ¿qué pasó aquí?”, produciéndose un breve pero solemne silencio. “Ellos asesinaron a mi tío,” él respondió.

“Cuarenta y ocho … uno, nueve, cuatro, ocho”, expresaba, consumando una pausa después de cada número, luchando con el lenguaje y los recuerdos.

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“¡Vamos, vamos!”, añadió súbitamente, sacando la mano por la ventanilla del auto y agitándola.

Era abril de 2017, Sido Habib había resuelto viajar con conmigo y con mi esposo, su nieto mayor, para visitar Palestina.

Nosotros estábamos emocionados de aprender más sobre su vida en el pueblo de Eilaboun, en Galilea. De hecho, hasta ese viaje la respuesta a todas nuestras preguntas siempre había sido: “¿Por qué quieren oír una historia tan triste?”

Sido no continuó su historia, entonces aligeramos nuestra cautelosa conducción por las angostas calles de Eilaboun dejando atrás la plaza principal donde nos habíamos estacionado.

No obstante, la masacre ocurrió allí una mañana del 30 de octubre de 1948. La repetición de esos cuatro números fue un momento desolador para Sido, como lo sigue siendo para todos los palestinos.

Seguía observando a través de la ventana trasera mientras nos alejábamos de la plaza. Antes de la Nakba, en este lugar se celebraban los matrimonios, y los hombres se reunían los domingos por la mañana antes de asistir a las iglesias y a sus servicios religiosos católico u ortodoxo. Fue ese también el lugar donde se ocultaron los aldeanos cuando oyeron las noticias sobre la derrota del Ejército Árabe de Liberación en los pueblos cercanos. De ahí que, cuando al fin llegaron los invasores israelíes, exigieron a todos los aldeanos que se reunieran en la plaza, abriendo fuego y asesinando a uno de ellos.

Los soldados dispararon a los aldeanos por la espalda, sembrando el pánico y obligándoles a abandonar su país mientras procedían a la limpieza étnica de Galilea. Su tío Zachary (Zaki), se ofreció voluntariamente a ser capturado en lugar de su hermano Hanna, dado que no tenía esposa. Es más, los soldados israelíes eligieron a otros 12 hombres para ser fusilados, a pesar de la capitulación de los aldeanos. Zaki Moussa Skafi* fue uno de los 14 martirizados el 30 de octubre de 1948. Otros seis fueron hechos prisioneros, utilizados como escudos humanos por las fuerzas invasoras contra la posible resistencia de grupos palestinos y árabes mientras escoltaban a los aldeanos.

Por mi parte intentaba recordar todo lo que había leído sobre cómo se desarrolló la catástrofe en aquel pequeño pueblo cristiano rodeado de olivos en flor. Traer a la memoria aquellos sucesos que inquietaba, asumiendo que eran incluso más perturbadores para Sido.

En mayo de 1949, un incómodo régimen israelí se vio forzado a acceder a que los habitantes de Eilaboun regresaran a su pueblo desvalijado y saqueado tras un forzado destino de refugio en Líbano. El regreso de la mayoría de los aldeanos se vio posibilitado por la protesta de clérigos cristianos de Palestina, Líbano y del mundo occidental. Decenas más regresaron en el verano de ese año dadas las demandas adicionales del arzobispo de Galilea, Maximos V Hakim, con el apoyo de representantes libaneses en las Naciones Unidas.

“Cuando [Sido Habib y su familia regresaron] a Eilaboun, era inverosímil. Nadie sepultó a los hombres asesinados, y el [hedor colmó] el pueblo,” me relataba Elias Skafi, uno de sus hijos.

Marchamos más allá del límite del pueblo y continuamos nuestro viaje por carretera a través de Galilea, conduciendo nuestro auto alquilado, sin GPS. Después de deambular por el resbaladizo zoco de la vieja Acre, donde disfrutamos de su pescado frito junto al mar, de la misma forma que cuando Sido Habib y su esposa viajaban desde Flint, Michigan, a Barranquilla, Colombia, para visitar a tres de sus cuatro hijos. Posteriormente, nos detuvimos en Tiberíades en busca de un sencillo hotel YMCA, dónde Sido una vez trabajó junto a Jeannette, su única hija y la menor entre sus hermanos.

En la madrugada, emprendimos nuestro retorno a Eilaboun y Sido Habib nos guió sin esfuerzo. Nuestro día había sido largo y agotador al tratar de entablar conversaciones sencillas pero intensas en una extraña mezcla de nuestro inglés, español y árabe chuecos. Sin embargo, nos deslumbró la habilidad de Sido de reconocer los caminos, siendo ya un octogenario y nacionalizado estadounidense. Después de 30 años de exilio, parecía conocer cada atajo y cada camino de vuelta a casa.

Su sentido de ubicación era igual de agudo que su sentido de adaptabilidad. Sido Habib tenía sólo 13 años cuando su familia fue desterrada, teniendo que caminar descalzos por las heladas montañas durante tres días hacia el sur del Líbano. Se asentaron en el campo de refugiados Mieh Mieh en Saida, donde él recordaba que subsistían con lo que los “perros descartaban”. Tras la masacre de su pueblo y varias semanas en el exilio, se les permitió retornar a los habitantes, una providencia inusual que contrasta con los cientos de pueblos deshabitados durante la Nakba.

La cotidianidad en el pueblo de Eilaboun comenzó lentamente, a pesar del implacable gobierno militar impuesto en Galilea. Los recuerdos de aquella vida pasada  hacían sonreír de vez en cuando a la familia. Durante la época del Mandato, cuando Hanna y tres de sus hijos fueron a buscar agua fueron detenidos por soldados británicos, que les interrogaron por sus nombres. Provocando la burla de los soldados al escuchar los nombres de Habib y Mufideh. Hanna decidió resueltamente cambiar el nombre de Abdallah por “Churchill”, lo que no sólo provocó la aprobación sino también la indulgencia de los soldados, que prometieron visitarlo. Familiares narran que los soldados acabarían llegando al pueblo en busca de Churchill, hijo de Hanna. Desde entonces, su nombre original “Abdallah” caería en el olvido, reemplazado por “Churchill,” hasta su muerte en 2006.

A la temprana edad de 18 años, Hanna padre de Sido Habib falleció dejándolo como responsable de sus seis hermanas y su madre enferma de Parkinson. Durante un viaje a Jerusalén, decidió que el Hospicio de San Vicente de Paúl, dirigido por la Compañía de las Hijas de la Caridad fundado en 1885 — sería el lugar apropiado para sus hermanas y su anciana madre. Allí, ellas se comenzaron una amistad con la que sería la futura esposa, una huérfana originaria de Beit Jala cuya familia extendida se había establecido en Barranquilla a principios del siglo XX.

Sin embargo, Sitti Maria y Sido Habib sólo realmente se conocieron trabajando en el famoso hotel YMCA de Jerusalén. Su vida juntos estuvo llena de tanto de alegrías como adversidades. La suerte también estuvo de su parte, una noche de invierno, Sitti Maria dejó un botella de leche vacía en la puerta de su hogar de Ma’man Allah (un barrio de Jerusalén también conocido como Mamilla), sabiendo que no podían pagar una nueva botella para alimentar a sus pequeños hijos. 

A la mañana siguiente, un extraño ruido despertó a un suspicaz Sido Habib que con cuidado abrió su puerta… y encontró a Lucky, su perro, con billetes metidos en la boca.

El emblemático hotel YMCA también fue escenario de otro encuentro inesperado. Una mañana, durante un viaje oficial en marzo de 1979, el Presidente Jimmy Carter salió de su suite en el Hotel King David y cruzó la calle hasta el YMCA. Los familiares de Sido Habib afirman que el ex-presidente norteamericano quería utilizar la piscina climatizada, dado que el hotel King David no disponía de ella. Es más, un documento de archivo del diario del ex-presidente revela que efectivamente estuvo allí a las 7:30 de la mañana del 12 de marzo de 1979. En dicho lugar, Sido Habib había tratado Carter con extrema amabilidad y prestado un servicio excelente en la piscina, por lo que el presidente buscó recompensarlo. Un esperanzado Sido Habib, solicitó asistencia con un visado para Jeanette. Familiares de Sido Habib y dos hijos afirman haber visto una carta de apoyo firmada por el ex-presidente.

No pasó mucho tiempo para que Sido Habib presentará la carta al consulado estadounidense en Jerusalén obteniendo el ansiado permiso. En septiembre de 1984, Sido Habib, su esposa y su hija partieron rumbo a Estados Unidos para reunirse con sus otros tres hijos. Las historias que contaba a sus ocho nietos sobre su vida en Jerusalén eran una mezcla entre felicidad y magia. No obstante, su infancia en Eilaboun fue un triste recuerdo que rara vez compartía, era parte de un malherido secreto prolongadamente reservado.

Sido Habib falleció el 13 de enero de 2023, a los 88 años. En lugares como Beit Safafa, Jerusalén, Eilaboun, Flint y Barranquilla — donde residen sus hijos y nietos — es recordado como un palestino inconmensurablemente generoso e incansablemente optimista. Un hombre que eligió mirar siempre hacia el futuro, ya que el pasado sólo abriría heridas sin cicatrizar para él, y para toda una nación que sigue buscando la rendición de cuentas, la paz, la justicia y la libertad.

*También conocido como Zaki Musa Nakhla. Nakhla en árabe significa palmera. Un familiar me relata que el nombre se atribuyó a la familia debido a su altura como una palmera.

Nota del editor: Para conocer más sobre la masacre de Eilaboun, el desarraigo y el regreso de los aldeanos, se puede consultar: Nakba and Survival: Stories of Palestinians Who Remained in Haifa and Galilee, 1948-1956, págs 70-75, 168-172. Acceso libre.

Este artículo es el resultado del taller “¿Cómo escribir tu historia de la Nakba?”, organizado por el Institute for Palestine Studies (IPS) con ocasión del 75 aniversario de la Nakba, bajo la dirección de Laura Albast. Siendo disponible en el portal en su versión en inglés y árabe. El Intérprete Digital colaboró con el IPS para hacer llegar estas historias a todo el público hispanohablante. El proyecto fue co-patrocinado por United Palestinian Appeal y el Centro de Estudios Árabes Contemporáneos de la Universidad de Georgetown. 

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Odette Yidi es una emprendedora cultural, investigadora, escritora y educadora palestina-colombiana. Interesada en las relaciones árabe-latinas y en la intersección entre migración e identidad.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Institute for Palestine Studies el 14 de mayo de 2023.