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El Interprete Digital

De una guerra a otra, la vida en fuga

Por Abdulla Moaswes para Institute of Palestine Studies 

De una guerra a otra, la vida en fuga [Aya Ghanameh/ Institute of Palestine Studies]

Un día de abril, sin explicaciones, Salwa se encontró abordando un barco en el puerto de Jafa. Con apenas ocho años de edad, la pequeña se acurrucó junto a sus primos para emprender el viaje hacia la ciudad libanesa de Sidón.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Un día de abril, sin explicaciones, Salwa se encontró abordando un barco en el puerto de Jafa. Con apenas ocho años de edad, la pequeña se acurrucó junto a sus primos para emprender el viaje hacia la ciudad libanesa de Sidón.

Su bisabuelo materno, Mustafa Abu Shelleih, trabajaba en el puerto de la ciudad y era dueño del barco que a duras penas completó la travesía. Cuando emprendieron el viaje, todos pensaban regresar una vez que se terminaran los mashakel (problemas). Sin embargo, la ciudad fue ocupada por las milicias sionistas pocos días después.

Miles de Palestinos residentes en Jafa fueron empujados al mar por la violencia sionista que bombardeaba la ciudad y bloqueaba todas las rutas terrestres. En la desesperación por abandonar el puerto se hundieron muchos barcos… pero el capitaneado por Abu Shelleih evitó la tragedia.

A lo largo de la ardua travesía, el peso de las almas amenazó constantemente la fortaleza del navío. Por eso, los pasajeros respiraron con profundo alivio al ser recibidos por sus familiares en Sidón. “El recibimiento fue tan bueno que nos hicieron sentir como miembros de la realeza”, recuerda Salwa.

Todos seguían imaginando un pronto regreso a Jafa. Se quedaron en Mieh Mieh campo de refugiados en el sur del Líbano. Pero una vez que el regreso se volvió imposible, la familia decidió mudarse al barrio de Sabra en la ciudad de Beirut.

De hecho, esta es la primera vez que puedo conversar con mi abuela abiertamente sobre su expulsión de Palestina. A lo largo de la conversación, ella abordó todos los momentos claves de su vida con entusiasmo.

En septiembre de 1964, Salwa se casó con mi bisabuelo, Adnan. Él también era un refugiado palestino y se encontraba trabajando como entrenador deportivo para YMCA Líbano. Mi madre, Houda, nació diez meses más tarde, y la familia se mudó al barrio de Haret Hreik.

Salwa daba clases en una escuela de la UNRWA en el campo de refugiados de Burj Al Barajneh, mientras que Adnan había comenzado a trabajar para la American Life Insurance Company. Siendo que el trabajo los mantenía muy ocupados, Houda fue criada hasta los nueve años por su abuela paterna, Um Adnan (madre de Adnan).

Hacia finales de 1973, la familia se mudó a Hazmieh. La decisión no fue casualidad. Mi tío, Khalil, llevaba desaparecido tres días al mismo tiempo que las milicias libanesas de derecha atacaban a grupos de palestinos cerca de su escuela. Luego supimos que un profesor había dado asilo a Khalil junto a otros estudiantes en su casa de Souk El Gharb. Por eso, Salwa quiso mudarse para estar más cerca de la escuela (y de sus hijos).

La estancia en Hazmieh duró un año, porque los mashakel (problemas) forzaron una vez más a la familia a buscar un nuevo hogar. Esta vez, el motivo era el avance del Ejército Sirio sobre Líbano. Todos se mudaron hacia el Este y nunca más volvieron a la casa de Hazmieh.

“Encontramos una casa amoblada [en Sawfa]. Planeamos quedarnos allí por sólo tres meses, pero nunca pudimos regresar a Hazmieh. Pasó el verano, luego el invierno … y nos mudamos a un lugar más alejado,” recuerda mi abuela.

La vida, para mi abuela, era una fuga constante. Vivir era escapar de una guerra detrás de otra.

Primero se mudaron a Qab Elias y luego al pueblo de Jdita en medio del Valle de la Beca. Fue en Jdita cuando mi abuela decidió irse del Líbano luego de un bombardeo. Mi madre recuerda “que el dueño de la casa le decía a mi madre [Salwa] con cierto asombro: ¿Todavía estás viva?” Al preguntarle sobre el motivo que impulsó su decisión, mi abuela afirma que fue “la política.”

En 1980, Salwa y su familia dejaron el Líbano. Primero viaja sola para investigar un lugar famoso por su temperatura templada, frutas cítricas jugosas, y costa soleada. El destino bien podría haber sido Jafa, pero la ocupación sionista no se lo permitía. El nuevo hogar potencial era un lugar al otro lado del mundo bautizado con cierto romanticismo: Condado Naranja (Orange County).

Mientras se encontraba en California, Salwa contrató a un abogado para que facilitara la llegada de su familia. Adquirió una casa en Ciprés, una ciudad que comparte su nombre con una especie de árbol estrechamente relacionada con el cedro en la bandera libanesa. Una vez que ella terminó todos los trámites, regresó a Líbano para ayudar el resto de su familia a mudarse a California.

En ese entonces, Houda ya era una adolescente comenzando a descubrir su identidad palestina. De aquellos tiempos, mi madre recuerda una anécdota que fue ganando peso con el paso del tiempo: mientras la familia realizaba el proceso de naturalización, mi abuelo discutió apasionadamente con el abogado que asistía a la familia. Mi abuelo no quería que en su documento dijera: “Lugar de Nacimiento: Jafa, Israel.”

“¡Israel no existía cuando yo nací!”, argumentó mi abuelo según el relato de mi madre.

Salwa pensó por un momento que la cólera de su padre no les permitiría obtener la ciudadanía en estadounidense. Sin embargo, obtuvo una victoria a medias, porque el documento no dice Israel ni Palestina.

Ya con 82 años, Salwa continúa viviendo en California mientras que su hija, Houda, se mudó a la Península [Árabe] luego de casarse con mi padre en 1990. La familia de mi padre vive allí desde que fueron expulsados de Palestina durante la Nakba.

Mi madre, pensativa, menciona qué pasó mucho tiempo en bibliotecas leyendo. “Crecer en una zona de guerra requiere distracciones, te distrae de las cosas importantes”, reflexionaba en 2019, cuando ella y su hermana visitaron Palestina.

Mi abuela recién volvió a Palestina luego de mi nacimiento. Durante la visita, ella sintió que pudo reconectarse con sus familiares que todavía viven allí y resisten la colonización violenta. Ella afirma que puede conectar con Palestina a través “del calor de su tierra, la frescura del agua, los verdes paisajes, y la hospitalidad de las familias”.

Cuando le pregunté si necesitaba ayuda para moverse por la ciudad, Salwa respondió enfáticamente: “No. Recuerdo todo perfectamente”.

Este artículo es el resultado del taller “¿Cómo escribir tu historia de la Nakba?”, organizado por el Institute for Palestine Studies (IPS) con ocasión del 75 aniversario de la Nakba, bajo la dirección de Laura Albast. Siendo disponible en el portal en su versión en inglés y árabe. El Intérprete Digital colaboró con el IPS para hacer llegar estas historias a todo el público hispanohablante. El proyecto fue co-patrocinado por United Palestinian Appeal y el Centro de Estudios Árabes Contemporáneos de la Universidad de Georgetown. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Abdulla Moaswes es escritor, investigador, traductor y educador. 

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Institute for Palestine Studies el 14 de mayo de 2023.