Por Sami Everett para MERIP
El escritor argelino Kateb Yacine se refirió a la lengua francesa como el ‘butin de guerre’ (botín de guerra) de Argelia. Tras la independencia en 1962, los argelinos fueron libres de utilizar el francés no como un legado sino como algo propio.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Lo mismo podría decirse del fútbol tal y como ha sido asumido en Argelia y por los argelinos en Francia. Argelia se independizó de Francia en 1962, pero los legados del colonialismo y la descolonización han moldeado durante mucho tiempo, y siguen influyendo, en lo que significa el fútbol para la gran población compartida de ciudadanos binacionales entre estos dos lugares. Una de cada diez personas en Francia tiene una conexión familiar directa con Argelia, lo que complica cualquier distinción de pertenencia nacional y enturbia las lealtades futbolísticas. Los aficionados deciden a qué selección apoyar, u optan por apoyar a ambas, en los torneos internacionales. En el caso de los futbolistas profesionales, deben elegir para qué nación jugar.
Riyad Mahrez, actual capitán de la selección argelina, es también un extremo del club británico Manchester City. Mahrez nació de padres argelinos de clase trabajadora en la diversa ciudad periférica parisina de Sarcelles, que ahora alberga un estadio que lleva su nombre y que es sede de la Coupe d’Afrique des nations locale. Estas competiciones son derivaciones locales de la Copa Africana de Naciones, en las que futbolistas no profesionales residentes en Francia representan a sus países de origen.
La elección de Mahrez de jugar para Argelia contrasta con la de Karim Benzema, delantero estrella del Real Madrid, que creció en las afueras de Lyon también de padres argelinos de clase trabajadora, y que recientemente ganó el premio más codiciado para los mejores jugadores del mundo, el Balón de Oro, que dedicó a ‘le peuple’ (el pueblo), recordando quizás el símbolo más poderoso de la política argelina: ash-sh’ab [N.d.T.: Esta expresión, es la abreviación de Ash-shab yurid isqat an-nizam, que significa ‘el pueblo quiere derrocar al régimen’]. Las carreras profesionales de estos dos jugadores reflejan las relaciones más amplias y prolongadas entre Francia y Argelia en lo que respecta al fútbol. También señalan el papel cada vez más central del capital global, en particular del Golfo, en el establecimiento de las condiciones de los escenarios deportivos francés y argelino.
El surgimiento de la “asociación” en la Argelia colonial
A principios del siglo XX, el abogado francés, activista deportivo y demócrata cristiano, Jules Rimet, estaba al frente de la misión de ‘civilizar’ el mundo a través del deporte. En 1904, Rimet fundó en París la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y más tarde ayudó a organizar la primera Copa del Mundo. La creación de la FIFA se produjo en paralelo al proceso de secularización de Francia, y sin duda se vio afectada por él. La ley de laicidad, que subordinaba la Iglesia al Estado, se estableció justo un año después de la FIFA. Se basó en la anterior Ley de Asociaciones de 1901, que suprimió la mayoría de las órdenes religiosas, estableciendo la base legal para las organizaciones cívicas llamadas ‘asociaciones’. Tal vez la columna vertebral de la vida cívica francesa y, en su momento, imperial, las asociaciones siguen siendo la estructura institucional clave para la organización de actividades deportivas y de ocio en Francia hoy en día. En la actualidad hay más de 1,5 millones de asociaciones en el país, que representan un asombroso tres por ciento del PIB francés.
Tanto en la periferia colonial como en la metrópoli, el fútbol sirvió para vincular las ideologías francesas de universalismo secular con las expectativas imperialistas de cohesión social y movilidad a través de la asimilación cultural. Los puntos de vista de Rimet de principios del siglo XX sobre el deporte y la cohesión social subrayaban la creencia de la época en una supuesta progresión sin fisuras de la colonización a la inmigración y a la asimilación. Estas opiniones se vieron reforzadas por la creciente movilidad de clases en la Francia colonial. El propio Rimet era hijo de un agricultor. Antes de fundar la FIFA, fundó el primer club de fútbol de trabajadores de Francia, el Estrella Roja, en 1897. A través del Estrella Roja, Rimet trató de hacer realidad sus ideales sobre la emancipación de las clases trabajadoras y mejorar la cohesión social francesa a través del deporte. A partir de la década de 1920, trató de impulsar este proyecto haciendo del fútbol un ‘medio de entendimiento y amistad entre los pueblos’.[1] Una clara superioridad racial apuntalaba esta filosofía, y en los años siguientes se impondría un discurso sobre el valor civilizador del deporte a los súbditos indígenas del Imperio francés que quisieran jugar.
A medida que los clubes de fútbol se fueron extendiendo en Francia en la década de 1920, el espíritu universalista de las asociaciones francesas llegó a afectar a la vida deportiva y cultural de la Argelia francesa, especialmente en las capitales urbanas de Argel y Orán, muy pobladas. Los ideales universalistas seculares del fútbol y de otras organizaciones cívicas entraban en tensión con un incipiente nahda (renacimiento) norteafricano y su política anticolonial, que se basaba en proyectos más amplios del final del periodo otomano y del nacionalismo árabe emergente, y se conectaba con ellos. Los judíos de Argelia también empezaron a sentir la influencia de la vida asociativa judía transnacional en la década de 1920, especialmente a través de la red de clubes deportivos Maccabi de Estambul, que formaba parte de una organización deportiva judía internacional más amplia fundada por atletas judíos a los que se les había negado la afiliación a otros clubes deportivos.
A pesar de estos vínculos locales y transnacionales, los jóvenes futbolistas argelinos se encontraban en primera línea del adoctrinamiento psicológico francés. Las asociaciones eran un lugar de inculcación de la lengua, y el francés era el medio con el que expresar y asimilar los valores laicos y universalistas. Más allá del fútbol, el nuevo pasatiempo nacional del cine sirvió de vehículo para la promoción de la lengua francesa, y el movimiento musulmán de los Boy Scouts se inspiró en los éclaireurs (exploradores franceses), manteniendo elementos de la educación cívica francesa imperial.
A diferencia de los judíos argelinos locales, los musulmanes fueron excluidos de la ciudadanía política y se les negaron los derechos de libertad de expresión y reunión, incluido el derecho a crear asociaciones. Sin embargo, muchos dignatarios argelinos musulmanes locales y entusiastas del deporte se opusieron a la exclusión de los argelinos ‘autóctonos’ de las libertades republicanas francesas y formaron sus propios clubes deportivos. El Mouloudia Club d’Alger (MCA) fue el primero en formarse, en 1921. Era un club polideportivo y se situaba, no en un laicismo universalista ligado a la asimilación lingüística y cultural francesa, sino en una ética islámica universalista asociada a un movimiento clerical (‘ulama) en auge.
Futbolistas argelinos entre Francia y el Frente de Liberación Nacional
A medida que crecía el fútbol autóctono argelino, también lo hacía la migración económica de los futbolistas argelinos a Francia. Antes de la independencia, Argelia formaba parte legalmente de Francia y los argelinos tenían libertad de circulación entre Francia y Argelia. A partir de la década de 1940, los futbolistas argelinos se desplazaron a Francia junto a sus homólogos marroquíes, tunecinos y senegaleses, pero en mayor número.
La juventud de Argel admiraba a jugadores como Moustapha Zitouni, transferido al AS Mónaco en 1954, y Rachid Mekhloufi, transferido al Saint-Etienne ese mismo año. Estos jugadores habían atravesado el Mediterráneo, primero dejando los clubes ‘musulmanes’ por otros ‘europeos’ más ricos y famosos en Argelia, y luego trasladándose a la Francia metropolitana. Al jugar primero en clubes europeos en Argelia y luego en clubes franceses, los futbolistas se adaptaron al estilo de vida francés, lograron la movilidad social y a menudo interiorizaron los valores deportivos meritocráticos. Su influencia en los jóvenes de Argelia fue una de las formas en que el poder blando de la ideología imperialista francesa impregnó la relación entre el fútbol europeo y el autóctono en Argelia.
El premio tangible del progreso económico hizo que muchos jugadores musulmanes de talento acabaran en Francia o fueran reclutados por los clubes europeos más grandes y ricos de Argelia. A menudo menos politizados al partir hacia Francia, estos jugadores, tras encontrar el reconocimiento de su talento deportivo en Francia, también se dieron cuenta del grado de discriminación racial en la Argelia colonial. [3]
De hecho, a nivel nacional, el Frente de Liberación Nacional (FLN) trajo a Argelia a muchos jugadores argelinos desde Francia. En abril de 1958, respondiendo a un plan encubierto del FLN urdido por futbolistas profesionales argelinos en Francia, diez jugadores argelinos, entre ellos Mekhloufi y Zitouni, se escabulleron de Francia para reunirse en Túnez. Estos jugadores formaron el núcleo del equipo, que, en un comunicado del 15 de abril de 1958, el FLN proclamó que fomentaría la aparición de una ‘identidad nacional argelina’. [4] El equipo del FLN jugó más de cien partidos de exhibición entre 1958 y 1962 contra naciones favorables a la autodeterminación argelina, como China, Vietnam, la Unión Soviética, Cuba y muchos países africanos descolonizados. Cualquier equipo nacional que acogiera al equipo del FLN se comprometía a enarbolar la bandera argelina y a tocar el himno.
Francia se opuso a estos partidos simbólicos, vetando el reconocimiento del equipo del FLN por parte de la FIFA e incluso amenazando con sanciones económicas a las naciones que acogieran al FLN en los partidos. [5] Estos gestos tuvieron poco éxito. Cada vez estaba más claro que Argelia iba a conseguir la independencia y que Francia tendría que acabar jugando contra el recién creado Estado-nación argelino. El movimiento anticolonialista argelino estaba reformulando las ideas universalistas francesas sobre el deporte para afirmar la soberanía nacional. La organización de sus propias asociaciones cívicas argelinas autóctonas a través del deporte -ya sea el equipo del FLN de 1958 o el Mouloudia Club d’Alger de 1921- fue un paso hacia la autodeterminación. Teniendo en cuenta este contexto histórico, quizá no sea de extrañar que la historia pese sobre los hombros de jugadores como Mahrez y Benzema, cuyas trayectorias familiares están enraizadas en un pasado de conflicto y subversión.
El fútbol y la ‘banlieue’
Los lazos sociales y afectivos entre Francia y Argelia no se rompieron con la guerra de la independencia. En todo caso, las primeras décadas tras la independencia acercaron aún más los destinos de Argelia y Francia. Entre 1963 y finales de los años 70 -cuando el presidente Valérie Giscard d’Estaing puso fin a las políticas de unificación familiar- Francia siguió siendo el destino más popular de la inmigración argelina.
Los argelinos solían concentrarse en las periferias urbanas francesas y en los barrios de chabolas, donde se construyeron proyectos de viviendas suburbanas (banlieue) junto a las fábricas en las que trabajaban los inmigrantes magrebíes. De la banlieue salieron muchas de las grandes estrellas del fútbol francés, como Benzema y Mahrez, cuyos padres se trasladaron a Sarcelles en la década de 1970.
La presencia magrebí (y en particular argelina) ha tenido una influencia decisiva en la Francia poscolonial y en la evolución de su proyecto nacional y su política. Las preocupaciones francesas en torno a la inmigración, la seguridad, la identidad nacional y la cohesión social, tienden a centrarse en la banlieue. Acontecimientos como las movilizaciones juveniles de 2005 en Clichy-sous-Bois contra la brutalidad policial, tras la muerte de dos adolescentes franceses de origen inmigrante que huían de la policía cuando volvían a casa después de un partido de fútbol en el barrio, han ido acompañados de un cambio en la escena política francesa hacia la derecha. La perpetua preocupación por la ‘seguridad’ urbana y nacional en forma de vigilancia de la banlieue periférica se intensificó aún más tras los atentados de 2015 contra Charlie Hebdo y Bataclan.
El discurso de la seguridad y el control policial diferencial han creado una dicotomía racializada entre una periferia ‘violenta’ (la banlieue) y un centro urbano ‘civilizado’ con importantes matices coloniales. Haciéndose eco de la idea que subyace a las primeras asociaciones de fútbol -que formarían a los sujetos argelinos musulmanes autóctonos a través de la buena ciudadanía y la deportividad-, el fútbol figura en la dinámica social contemporánea en Francia a través del sistema juvenil y su énfasis en la elevación de la juventud poscolonial de la banlieue para aculturarla a los valores de la República Francesa. En el período previo a la famosa victoria de los Bleus en la Copa del Mundo de 1998, la Federación Francesa de Fútbol creó el que quizá sea el sistema de cantera más eficaz del mundo. Este sistema, que se extiende hasta el corazón de la dinámica asociativa de la vida de la sociedad civil francesa, organiza el fútbol para los jóvenes de las banlieues francesas, a los que, como ha dicho Paul Silverstein, se considera ‘un problema que hay que gestionar’. [6]
En el corazón de esta impresionante maquinaria de promoción de la excelencia futbolística se encuentra el Centro Nacional de Fútbol de Clairefontaine. Benzema y Mahrez, procedentes de la banlieue, son ambos productos del sistema de academias de Clairefontaine. Por un lado, el Centro es un testimonio de la profundización de la relación entre la ciencia y el deporte, con su adopción de metodologías psicológicas y tecnologías estadísticas. Por otro lado, el sistema de academias ha sustituido la organización colonial del fútbol en Francia por la gestión poscolonial de generaciones de futbolistas nacidos en Francia cuyos padres o abuelos procedían de las colonias. Clairefontaine y la Federación Francesa, que reclutan en gran medida en la banlieue, recurren al lenguaje de la ‘cohesión social’ para disciplinar a los jugadores. Por ejemplo, Patrice Evra, el lateral de origen senegalés y capitán de la selección francesa al comienzo del Mundial de 2010, lideró a los jugadores en un boicot por lo que consideraba racismo institucional en el equipo tras la expulsión de un compañero. La respuesta de la Federación Francesa fue dejar a Evra en el banquillo durante el torneo, culpando al jugador de socavar la unidad nacional de Francia. [7]
El capital transnacional entra en el juego
En las últimas décadas, tres clubes de fútbol profesional franceses han dominado la escena nacional y han transformado la ‘misión civilizadora’ del deporte en un instrumento de inversión del capital global. El Olympique de Marseille (OM), bajo la dirección del magnate Bernard Tapie entre 1986 y 1993, fue el primer club en llegar al fútbol francés. El club ganó su primera final de la Liga de Campeones en 1991-1992 y posteriormente se vio envuelto en múltiples escándalos de corrupción relacionados con el amaño de partidos y el soborno de árbitros.
Estos escándalos permitieron al Olympique Lyonnais (OL) ascender a la cima del fútbol francés bajo la atenta mirada del director Jean-Michel Aulas entre 1987-2009. Mientras que el Olympique de Marsella había dejado de lado su cantera durante el declive del club, el Olympique Lyonnais invirtió astutamente a nivel local, en particular en jugadores procedentes de banlieues socioeconómicamente desfavorecidas como Bron-Terraillon, donde creció Benzema.
El tercero de estos clubes es el París Saint-Germain, fundado en 1970, y que desde 2011 se ha convertido en una potencia nacional y mundial con una inversión masiva en los salarios de los jugadores y en las tasas de transferencia. El club es propiedad de Nasser Al-Khelaifi a través del grupo Qatar Sports Investments (QSI), un fondo soberano nacional que también está detrás de la Copa del Mundo de Qatar 2022. Al-Khelaifi es el presidente de beIN Media Group, una de las mayores emisoras deportivas del mundo, con un alcance global en múltiples idiomas en Francia, España, Turquía, el norte de África y Oriente Medio, además de asociaciones con estudios y grupos mediáticos británicos y estadounidenses.
Los intereses empresariales transnacionales en los medios de comunicación y el merchandising deportivo (Tapie presidió Adidas de 1990 a 1993) han llevado al fútbol francés a la escena internacional. Más allá de los éxitos deportivos de los clubes nacionales, Francia se ha convertido en un gran exportador de talentos futbolísticos aparentemente interminables, impulsando a individuos particulares de algunas de las ciudades periurbanas más pobres de Francia -como Sarcelles o Bron-Terraillon, en las que crecieron Mahrez y Benzema- al super estrellato en los mejores clubes europeos.
Las trayectorias futbolísticas de estos dos jugadores reflejan cómo los legados de la ideología y las inversiones coloniales francesas, que en épocas anteriores trataban de vincular a los futbolistas argelinos autóctonos a Francia, están siendo sustituidos por un capital transnacional cada vez más nebuloso. El Manchester City, el club en el que juega Mahrez, es propiedad del fondo soberano de Abu Dhabi. El equipo se ha convertido en una marca global y el propio Mahrez en una pieza clave de su estrategia de inversión.
Presentaciones Enredadas
La marca se extiende más allá del club y el país, hasta el ámbito internacional. A pesar de jugar para dos selecciones nacionales diferentes, Argelia y Francia, Mahrez y Benzema están conectados a través del multimillonario torneo mundial de la Copa del Mundo, un torneo que pone de manifiesto el complejo espacio que ocupan los futbolistas franco-argelinos.
El periodo que transcurrió entre la derrota de Francia en la Copa del Mundo de 2006, famosa por el cabezazo de Zinedine Zidane, y su victoria en el Mundial de Rusia de 2018 se presentó como una crisis relativa para el fútbol nacional francés. Cuando los Bleus no rindieron lo suficiente en Sudáfrica y Brasil, se culpó a los jugadores de poner su identidad personal y política por encima de su sumisión al bien nacional. Se les criticó por ayunar durante el Ramadán o, como en el caso de Patrice Evra, por acusar públicamente a la Federación Francesa de Fútbol de racismo institucional. Fue también en esta época cuando Benzema se convirtió en objeto de desprecio por parte de la extrema derecha.
Ese mismo periodo coincidió con la sensacional incursión de Argelia en el top 20 de la FIFA. Perdió por poco ante Alemania en la segunda ronda del Mundial de 2014, la primera vez en la historia de Argelia que el equipo superaba la fase de grupos. El equipo argelino se identifica fuertemente como musulmán y proyecta esta identidad sobre el terreno de juego, participando en una postración colectiva tras marcar un gol. Les Fennecs (los Zorros del Desierto), como se conoce cariñosamente al equipo, también muestra un gran orgullo por los símbolos nacionales, aunque casi la mitad del equipo haya nacido en Francia y muchos de sus jugadores hayan subido a través de la cantera oficial francesa.
En 2018, un año antes de que Argelia ganara la Copa Africana de Naciones con Mahrez como capitán del equipo, en Francia, el delantero que parecía la mejor opción, Benzema, no fue seleccionado para el equipo nacional. La exclusión de Benzema por parte de la federación francesa se debió a las acusaciones de soborno y extorsión de su entonces compañero de equipo Mathieu Valbuena. El seleccionador Didier Deschamps defendió la decisión, reiterando en múltiples ocasiones la opinión de que la cohesión es la clave del éxito. Además del leitmotiv de la cohesión, el ex seleccionador francés Raymond Domenech utilizó la palabra ‘ejemplaridad’ (exemplarité) para justificar aún más la decisión de apartar a Benzema. [8] Vikash Dhorasso, miembro de la selección francesa que ganó la Copa del Mundo de 1998, planteó la cuestión de si semejante protesta nacional habría motivado la decisión de apartar a Benzema, y si la Federación Francesa habría dado semejante ejemplo con el jugador, si éste no fuera de ascendencia argelina y musulmán observante.
Argelia no se clasificó para el Mundial de Catar 2022, y tanto Benzema como Mahrez están llegando al final de sus carreras. Sin embargo, sus historias contrastadas como franco-argelinos que juegan en diferentes selecciones nacionales y clubes europeos son paralelas a la evolución del fútbol francés y argelino en el último medio siglo. Las trayectorias futbolísticas de ambos jugadores, que tienen sus raíces en la emigración argelina a Francia a la sombra de la independencia, están ahora vinculadas a una mayor dinámica capitalista en lugares como Madrid y Manchester, así como en los países árabes del Golfo.
Sin embargo, a pesar de jugar en diferentes equipos nacionales y en diferentes clubes internacionales, ambos jugadores siguen vinculados a sus barrios, el término que utilizan para referirse a ellos en lugar de la tan estigmatizada banlieue. El sentido de pertenencia de Benzema a su barrio se manifiesta en proyectos como sus importantes inversiones en la mezquita local. Por su parte, el estadio de Sarcelles, que lleva el nombre de Mahrez y alberga torneos para la población inmigrante de Francia, es un testimonio de la conexión duradera del jugador con el suburbio francés y su conexión con el antiguo mundo imperial francés.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Sami Everett es investigador de estudios sobre Asia y Oriente Medio en la Universidad de Cambridge y en el Instituto Max Planck para el estudio de la diversidad religiosa y étnica.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por MERIP el 25 de octubre de 2022.
Referencias:
[1] La Fabrique de l’Histoire, “Épisode 4/4: Jules Rimet, du Red Star FC à la Coupe du monde,” radiofrance, April 25, 2019.
[2] Mahfoud Amara and Ian Henry, “Between Globalization and Local ‘Modernity’: The Diffusion and Modernization of Football in Algeria,” Soccer & Society 5/1 (2004).
[3] Stanislas Frenkiel, “Les footballeurs du FLN: des patriotes entre deux rives,” Migrations Société 110/2 (2007).
[4] Mohamed Amine Azzouz, “La glorieuse équipe de football du FLN: fierté de tout un people,” El Moudjahid 14655 (November 2012), p. 18.
[5] Josh Sippie, “Algeria’s Équipe FLN: The Movement That Used Football to Fight for Freedom,” These Football Times, November 21, 2017.
[6] Paul Silverstein “World Cup Summer in Postcolonial France,” Pluto Press–blog, July 3, 2018.
[7] Paul Silverstein, Postcolonial France: Race, Islam, and the Future of the Republic (Pluto Press, 2018), p. 112.
[8] Julien Ricotta “Domenech sur Benzema: ‘La cohésion du groupe est plus importante,” Europe 1, April 13, 2016.