Por Editor para The Tahrir Institute for Middle East Policy
Esta entrevista forma parte de la serie de preguntas y respuestas de The Tahrir Institute for Middle East Policy (TIMEP) Forging a Gender Equal World: Women in MENA (Forjando un mundo igualitario: Mujeres en MENA), una colección de entrevistas con mujeres de y en la región de MENA sobre su trabajo de lucha contra la desigualdad de género.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Mientras el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, The Tahrir Institute for Middle East Policy (TIMEP) habla con defensoras de los derechos de las mujeres de Medio Oriente y el Norte de África (MENA) sobre las formas en que están desafiando las raíces de la desigualdad de género.
En esta entrevista sobre los retos y problemas a los que se enfrentan las mujeres en Egipto, y el camino a seguir, TIMEP entrevista a Lobna Darwish, de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales (IEDP).
— ¿Cuáles describirías como algunos de los problemas o desafíos más importantes que impiden la igualdad de las mujeres y el acceso a la igualdad de derechos en Egipto?
— La primera cuestión es el compromiso real con los derechos de las mujeres, porque al gobierno le gusta elegir qué derechos, lo que creo que es el principal defecto en la forma en que el Estado aborda los derechos de las mujeres. Entonces mirás algo como el nivel de participación política, es decir, más mujeres en el gabinete, por ejemplo, y es obvio que el gobierno está haciendo muchos progresos. Pero observás algo como el porcentaje de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, y está en continuo deterioro. El gobierno lideró este tipo de avances que no creo que sean cosméticos, pero no afectan a la vida de la mayoría de las mujeres del país. Estamos muy contentas de tener más representación política en el parlamento por ejemplo, pero habría significado algo totalmente diferente si hubiera sido en un clima político de democracia, habría significado mucho más.
En segundo lugar, diría que el Estado observa con mucho recelo a las organizaciones por los derechos de la mujer, por la forma en que ven los derechos humanos en su conjunto, y al movimiento feminista. El Estado no permite que el movimiento feminista crezca en paz. Cuando ves a las feministas que se organizan, les preocupa la represalia del Estado. Y este es un problema enorme: no hablo sólo de las figuras de los derechos humanos, sino de las mujeres jóvenes que intentan organizarse en el ámbito universitario, en diferentes niveles, o en línea. Les preocupa que el Estado vea esto como un acto político y, por tanto, que sean penalizadas por ello. No creo que el Estado pueda ser el único que marque la agenda de los derechos de las mujeres en este país; escuchar lo que las mujeres de este país piensan y lo que ven como el futuro es esencial, así como proporcionar el espacio para las organizaciones por los derechos de las mujeres y el movimiento feminista. E incluso cuando el gobierno modifica una ley, por ejemplo, para eliminar una barrera legal contra las mujeres, nunca les da crédito a las décadas de lucha de las mujeres, feministas y defensoras de los derechos humanos.
Otro obstáculo es el enfoque moralista que vimos crecer en los últimos años. En el pasado, habíamos visto que estos pánicos morales se producían de vez en cuando y los veíamos en forma de medidas drásticas contra la comunidad LGBT. Yo diría que el año 2020 marca el comienzo de un patrón muy claro y sistemático de pánico moral relacionado con las mujeres, con el Estado apuntando a las mujeres basándose en una combinación de factore —-su moralidad como la ve el Estado, sus preferencias, sus elecciones personales en la vida, la forma en que se presentan, todo ello en relación a su trasfondo de clase social. Tenemos un modelo de mujeres influyentes en TikTok, casi 18 que pasaron por el sistema judicial, y el Estado fue el que impulsó las investigaciones contra ellas. Desde 2020 el fiscal general, Hamada al Sawy, fue muy claro en cuanto a que considera que su rol no es sólo aplicar la ley, sino también garantizar que los egipcios sigan la buena moral. Considera que parte de su mandato es la protección de los valores familiares e incluso llegó a crear un nuevo mandato al que se refiere como “seguridad social del Estado”, que es algo que no existe en ninguna ley. Con ello, creó un nuevo ámbito de intervención del Estado en la vida personal, y de forma muy institucional.
En cuarto lugar, algo que está afectando claramente a la mayoría de las mujeres de este país es la ley del estatuto personal: las leyes que gestionan el matrimonio, el divorcio, la manutención y la custodia de los hijos, tanto para los musulmanes como para los cristianos, porque tenemos dos leyes paralelas. A veces se cruzan, pero mayormente son paralelas. Y el Estado fue muy claro al decir que este es un espacio en el que no quiere llevar a cabo ninguna reforma. No pedimos avances masivos ni victorias enormes, pedimos que se refleje la realidad de las familias y la forma en que la gente vive dentro de la institución del matrimonio hoy en día en Egipto. El año pasado el Estado finalmente presentó su propio proyecto de ley sobre el estatuto personal, y era incluso peor que la situación actual. El proyecto habría dado más derechos a los hombres, lo que era realmente alarmante porque la ley no refleja cómo viven las mujeres ni protege sus derechos. El Estado no quiere intervenir para proteger a las mujeres y a los niños dentro de la institución del matrimonio y la familia y, en cambio, quiere proteger los valores familiares y la unidad familiar.
Como mencioné antes, tuvimos un descenso continuo desde 2016 de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en paralelo con el ‘programa de reforma económica’. Al gobierno le gusta presumir que las tasas de desempleo de las mujeres están bajando, pero la realidad es que las mujeres dejaron de buscar trabajo, por lo que las cifras no se reflejan en la tasa de desempleo. En su lugar, deberíamos fijarnos en las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral y en el número de mujeres que trabajan, teniendo en cuenta el crecimiento de la población. Como respuesta, el gobierno está animando a las mujeres a pedir microcréditos con condiciones que no son muy seguras para ellas. ¿Qué les va a pasar a estas mujeres cuando se retrasen en los pagos y dejen de pagar sus préstamos? Ya hay muchas mujeres en la cárcel por impago de préstamos en el sector privado. Por otra parte, el sector privado es un escaso empleador de mujeres; y el sector público se está contrayendo, así que ¿qué se supone que hagan las mujeres? Cuando el Estado hace sus planes macroeconómicos, se encuentra que invierte sobre todo en la construcción, un sector que casi no emplea a mujeres.
Por último, sobre la violencia sexual y la violencia doméstica. Cada día existe un caso nuevo del que la gente habla. Sin embargo, el Estado sólo interviene en algunos, y no resuelve las cuestiones estructurales que están causando estos problemas. El Estado también tiene esta obsesión con la ley, pero no toma suficientes medidas con otras herramientas. Hay un montón de servicios para proporcionarles a las mujeres y a los niños dentro de las situaciones de violencia doméstica, para garantizar que la violencia se detenga y que puedan salir de estas situaciones. Esto debería ser priorizado.
— Cada vez más, vemos en los medios de comunicación y las redes sociales coberturas de los casos de violencia sexual y de género. ¿Cómo es la situación de una víctima o testigo de la violencia sexual y de género en Egipto y cuáles son algunos de los obstáculos que impiden un mayor acceso a la justicia para las mujeres en estos casos?
— El principal problema es que depende totalmente de las circunstancias en las que se produjo la situación de violencia y del perfil de la mujer que va a presentar la denuncia, de qué clase social es, qué estilo de vida tiene, cómo es, y quién va a tomar su denuncia de la policía o de la fiscalía. Básicamente, su perfil es lo que define su caso, no la ley. Si la ven como una víctima ‘buena’ o piensan que ‘no se lo merecía’, entonces puede recibir ayuda. El ambiente no es hospitalario y la situación no es muy cómoda; tienes que hablar con muchos y muchos hombres, y explicar una y otra vez lo que le ocurrió. Por lo general, no tienen ninguna formación en materia de sensibilidad, por lo que sus preguntas y la forma en que tratan a la víctima son terribles.
Si se trata de acoso sexual en la calle, por ejemplo, tienes que llevar al acosador a la comisaría de alguna manera. Luego presentas una denuncia y él hace una contrademanda. Entonces ambos pasan la noche en la comisaría. Y esta es continuamente una de las principales razones por las que las mujeres abandonan sus denuncias, porque no quieren pasar una noche en la comisaría.
Una vez que llegamos a la violación marital o a la violencia sexual marital, no existe manera de ir a la comisaría a presentar una denuncia, porque no está tipificado como delito. La ley no reconoce la violación conyugal porque permite que un hombre tenga acceso sexual a su esposa como un derecho religioso; por lo tanto, una mujer no puede hacer una denuncia por violación conyugal. Así que ese es un problema importante.
Y luego están los tecnicismos. La violación en el código penal se define sólo como la penetración pene-vaginal. Así que cualquier violación oral o anal no se tiene en cuenta y la violación de hombres y niños se considera agresión sexual. Existen grandes problemas con la definición de violación dentro de la ley.
Además, una mujer puede acudir a la comisaría o a la fiscalía, o incluso al Consejo Nacional de la Mujer, para presentar una denuncia por la violación o la violencia sexual que sufrió -con testigos- y puede incluso herirse a sí misma. Los testigos se ven acusados por la fiscalía. En los casos Fairmont y Menna Abdel Aziz, tenemos dos causas en los que las víctimas de violencia sexual o los testigos fueron acusados por el fiscal después de presentar denuncias por violencia sexual. Al dar sus testimonios, se les acusó de cargos morales dentro de la ley, ya sea por consumo de drogas, por homosexualidad o por cuestiones relacionadas con su vida personal. Después de estos casos tan públicos, hubo una sensación de terror dentro del movimiento feminista sobre que no se puede ser la clase de mujer que toma decisiones sobre su vida de una manera determinada, y luego ir a acusar a alguien de violación -su violación es aceptable, aparentemente. O, al menos, eres parcialmente responsable de ella. Además, los testigos y las víctimas no están protegidos de los acusados durante la investigación; su información privada no está protegida de ser filtrada a los medios de comunicación. Los medios de comunicación suelen hacerse un festín con su vida personal, con fotos de las víctimas, información muy personal de la investigación de la policía y la fiscalía, y frecuentemente los nombres completos de las víctimas en los periódicos.
Dado que las mujeres sienten cada vez más que no pueden acudir a la comisaría, algunas estuvieron publicando anónimamente sus historias en internet, sobre todo las que implican a personajes públicos o famosos cómplices de la violencia sexual. También lo hicieron en relación con determinados lugares de trabajo e industrias.
Actualmente existe un juicio en curso en el que está implicada Rasha Azab, periodista, escritora y defensora de los derechos humanos que se solidarizó con seis víctimas que denunciaron a un director cómplice de violencia sexual en 2020. No se le procesó, ni siquiera se le interrogó. Y él acudió a la fiscalía y presentó cargos contra ella por calumnias y difamación. Se enfrenta a un riesgo de tres años de prisión y una multa de 20.000 libras egipcias. Si es condenada de alguna manera, esto enviará un claro mensaje a las mujeres de que incluso hablar es muy costoso. Se trata de una criminalización de la solidaridad feminista.
— ¿Qué rol desempeñaron la sociedad civil y el movimiento por los derechos de las mujeres en la consecución de un mayor respeto por la igualdad de derechos, ya sean económicos, sociales o políticos?
— La historia de los derechos de las mujeres en Egipto y la mejora de la situación de las mujeres y las niñas en Egipto es una historia de lucha de las feministas, las mujeres y las organizaciones por los derechos de las mujeres. Históricamente, este fuel caso durante mucho tiempo. Y empezando incluso por la mutilación genital femenina (MGF), que el Estado considera ahora como una de sus causas principales, tuvimos durante casi 40 años a la sociedad civil luchando contra la MGF y los índices de MGF en el país, y al Estado sin hacer nada. Así que la historia de los derechos de las mujeres en este país es la historia de las mujeres alzando la voz.
Cuando tenía 20 años o en mi adolescencia tardía el acoso sexual callejero era una experiencia cotidiana en el país, pero la palabra para designarlo todavía no existía. Tuvimos que luchar. Y diré, como partícipe entre muchas, muchas mujeres, que tuvimos que luchar para decir que existe algo llamado acoso sexual que está ocurriendo. La televisión, los periódicos y el Estado lo ignoraron durante años o se referían a los casos como algo puntual. Tuvo que pasar tanto tiempo, casi 10 años de lucha de las mujeres, de documentación de la violencia sexual, de trabajo con las víctimas de la violencia sexual, de organización a todos los niveles y de la utilización de internet, para que el Estado introduzca las palabras ‘acoso sexual’ en el código legal. Al Estado le gusta decir que es su victoria; yo diría que es una victoria de las mujeres de este país.
Expongo estos ejemplos, pero esta es la historia de los derechos de las mujeres en Egipto. Especialmente desde 2011, que facilitó un gran impulso en las discusiones sobre los derechos de las mujeres en este país, con mujeres más jóvenes descubriendo el feminismo o los derechos de las mujeres e involucrándose realmente. Y a pesar de la situación política actual, creo que unas de las pocas ideas que encontraron muchos espacios de reflexión desde 2011 fueron el feminismo y los derechos de las mujeres. Es una de las cosas que todavía tiene mucho compromiso a su alrededor y algo que realmente resuena con diferentes generaciones. Las posiciones y actitudes están cambiando. Pero esto está ocurriendo desde las bases hacia arriba.
— ¿Qué medidas prácticas le gustaría que tomaran las autoridades egipcias para garantizar mejor el acceso de las mujeres a la igualdad de derechos en el país?
— En primer lugar, abrir el espacio. Escuchar a la sociedad civil que trabaja por los derechos de las mujeres, y escuchar a las mujeres que trabajan en los movimientos feministas. Permitir los espacios para la organización, porque ahora mismo está ocurriendo sólo en línea y con mucho miedo. Así que proporcionen un espacio para ello. No se pueden conocer los problemas sin escuchar hablar a la ciudadanía.
Dejar de perseguir a las mujeres por sus decisiones personales en la vida, relacionadas con la forma en que se presentan, su vida sexual, su atuendo, su expresión, incluyendo estos casos de Tik Tok.
Tomar en serio y promulgar una verdadera ley que proteja a las identidades de las víctimas y los testigos en los casos de violencia sexual. Tenemos una ley que se aprobó en 2020 que no dio ninguna protección. Hay un proyecto de ley que fue presentado por algunas organizaciones de la sociedad civil sobre la protección de testigos, víctimas y peritos, pero este no avanzó en el parlamento. Tomar en serio todos los esfuerzos para unificar la legislación en una sola ley que combata la violencia contra las mujeres. Actualmente tenemos tres proyectos incluso uno del Consejo Nacional de la Mujer, en el parlamento.
Poner a las mujeres en el centro cuando se planifica la economía. Las mujeres no pueden ser una idea tardía. Las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada por la pobreza, la malnutrición y la falta o los bajos ingresos. Deberían estar empleadas, en el sentido de que este empleo no sólo aporta ingresos estables, sino que también brinda protección social.
Abrir un verdadero debate en el país sobre la ley del estatuto personal y permitir que la gente presente distintos proyectos de ley y argumentos diferentes, porque es algo que afecta a cada una de las mujeres de este país. La situación actual no es sostenible y la ley actual está convirtiendo la institución del matrimonio en un desastre.
Por último, liberar a las defensoras de los derechos humanos y a las mujeres que están en prisión por casos políticos.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
N.d.T.: El artículo original fue publicado por The Tahrir Institute for Middle East Policy el 25 de marzo de 2022.