Por Will Cochrane-Dyet para Albawaba
En medio de la intensificación competitiva entre las dos grandes potencias de China y Estados Unidos (EEUU), China lidera decisivamente la guerra por la opinión popular en Oriente Medio. Los sondeos de opinión en los Estados árabes destacan la popularidad de China, mientras que la cobertura favorable a este país en los medios de comunicación árabes es constante, como demuestran las respuestas de los periódicos regionales a la reciente visita de Nancy Pelosi a Taiwán.
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Un columnista del diario saudí Al Jazeera, por ejemplo, cuestiona la “provocación de EEUU a China” al violar su soberanía sobre Taiwán. El autor describe las fronteras de China como “bombas de relojería colocadas por el colonialismo occidental” para adormecer a China en futuras ーe inevitablesーguerras. Un columnista del periódico egipcio Al-Ahram se burla de la “arrogancia” de EEUU por creer que es capaz de lidiar simultáneamente con las crisis que “encendió a propósito” con Rusia y China. Y un columnista del diario jordano Al-Dustour atribuye a EEUU la responsabilidad de impulsar una escalada en Asia Oriental, advirtiendo de la incapacidad de EEUU para gestionarla una vez que se provoque al “maravilloso genio chino”.
A nivel popular, el favoritismo de China parece ser consecuencia de las circunstancias, principalmente de los deseos de la región de contar con una alternativa a la hegemonía estadounidense. La cobertura simpática en los medios de comunicación árabes se debe al amplio apoyo a la política de “una sola China” entre los gobiernos árabes, conseguido gracias a los incentivos económicos de Pekín, reafirmados por la Liga Árabe a principios de agosto.
Pero Pekín trata de reforzar esta popularidad mediante una creciente marea de propaganda; intensificó sus esfuerzos para hacer girar las narrativas positivas de China en Medio Oriente en apoyo de su creciente presencia, como se demostró en los últimos meses.
Al frente de la campaña discursiva de Pekín están los funcionarios chinos. Aunque Twitter se considera un instrumento importante para la diplomacia pública, es dudoso que mucha gente de a pie pierda el tiempo leyendo los tweets de los diplomáticos. Una plataforma más impactante a la que recurren los funcionarios chinos para atraer al público local son los medios de comunicación regionales.
En julio, el embajador de China en Arabia Saudí, Chen Weiqing, publicó un artículo en al-Sharq al-Awsat en el que contrastaba la amistosa historia de los vínculos sino-árabes con la “brutal agresión” infligida por Occidente a chinos y árabes por igual, en tiempos modernos. En este sentido, recurre a la teoría del orientalismo de Edward Said para subrayar los prejuicios occidentales hacia Oriente, antes de expresar cómo los principios de la política exterior china ーbasados en el respeto mutuo y la no injerenciaー garantizarán la cooperación y la recompensa.
La antipatía de la propaganda china hacia Occidente refleja la creciente tensión de los lazos chino-occidentales de la actualidad, pero también la estrategia consciente de Pekín para explotar el poder de permanencia de un sentimiento antioccidental en Medio Oriente y así encontrar resonancia en el público árabe.
De hecho, los lectores de al-Okaz vieron cómo el Cónsul chino de Jeddah se convirtió en un elemento casi mensual del diario saudí, promoviendo incansablemente las narrativas estatales. Fiel a su estilo, en abril, contrarrestó indirectamente la controversia sobre las minorías musulmanas reprimidas en Sinkiang. Además de ofrecer elaboradas descripciones sobre su paz y prosperidad, el Cónsul confirma la protección de la libertad de creencia religiosa en China, al tiempo que justifica las medidas de seguridad de Sinkiang para hacer frente a la “violencia y el terrorismo” de años pasados.
Los funcionarios chinos conectaron ingeniosamente la política en Sinkiang con las preocupaciones regionales sobre el extremismo y las políticas antiterroristas para desalentar la indignación internacional en Medio Oriente.
Desde 2009, Pekín gastó alrededor de 6.600 millones de dólares para reforzar su presencia en los medios de comunicación mundiales y frenar el dominio de los medios occidentales. Los medios de comunicación chinos en lengua árabe, CGTN, se convirtieron, por tanto, en un instrumento clave de la propaganda china en Medio Oriente.
La cobertura de CGTN en los últimos meses revela dos características notables. La primera es su crítica compulsiva a la política exterior de EEUU, que representa una proporción considerable de los contenidos, ya sean acusaciones sobre los intentos sin escrúpulos de EEUU de distorsionar la política en Sinkiang o la agresión en torno a Taiwán.
El bienvenido declive de la hegemonía estadounidense es un tema frecuente. De hecho, este suele ir acompañado de referencias al infame villano de JK Rowling, Voldemort. Un artículo propone que, al igual que Voldemort, prosperan las percepciones erróneas sobre el “poder invencible” de EEUU. Otro alega explícitamente un parecido entre EEUU y la némesis de Harry Potter: “Cuando la gente ve la fe de Voldemort en el poder, su reunión de seguidores, el uso arbitrario de la violencia y el intento repetido de matar a sus rivales por el dominio, parece posible encontrar comparaciones en las prácticas de EEUU”.
La CGTN no es sutil a la hora de señalar qué país podría reproducir el ejemplo de Harry Potter para desafiar la hegemonía estadounidense.
La segunda característica a destacar es la voluntad de CGTN de apropiarse de las críticas internas sobre EEUU que suele hacer la izquierda estadounidense. Por ejemplo, un artículo recurre selectivamente a las estadísticas para argumentar que “la discriminación racial está incrustada en todos los aspectos de la sociedad estadounidense”. En otro lugar, la decisión de extraditar a Julian Assange es utilizada por CGTN para exponer la “hipocresía de la libertad estadounidense”. Estos ejemplos ponen de manifiesto la vulnerabilidad del discurso abierto y democrático ante el aprovechamiento de Pekín, especialmente en medio de la febril polarización de la política occidental.
Sin embargo, es dudoso que tales actitudes llamen la atención del público árabe. En YouTube, CGTN Arabic cuenta con unos 360.000 suscriptores, pero la mayoría de los vídeos tienen dificultades para obtener más de unos cientos de visitas. Igualmente, la página de CGTN en Twitter tiene casi 700.000 seguidores, pero esta cifra considerable refleja más las oscuras artes de los medios sociales de Pekín, que el entusiasmo de Medio Oriente por los medios estatales chinos. De hecho, el número de suscriptores de CGTN, tanto en Twitter como en YouTube, se ve empequeñecido por los de la BBC árabe.
A menudo se cuestiona la capacidad de China para competir con el sólido atractivo de la cultura occidental en Medio Oriente. Sin embargo, las encuestas realizadas en 2019 en los países árabes revelan una visión positiva de la cultura japonesa, lo que indica que la cultura de Asia Oriental (no occidental) tiene un mayor potencial para captar la imaginación de las audiencias regionales de lo que se reconoce.
Es poco probable que la intensificación de los esfuerzos de Pekín por alimentar opiniones favorables hacia China ーy hostiles hacia EEUUー en Medio Oriente esté motivada principalmente por preocupaciones políticas: son los incentivos económicos, y no los sentimientos personales ni la opinión pública, los que impulsan los cálculos políticos de las élites políticas árabes con China.
Más bien, hablan de forma más convincente de la búsqueda de China de un amplio reconocimiento como superpotencia responsable y digna de liderazgo mundial.
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Will Cochrane-Dyet es analista geopolítico de Al Bawaba Insights. Anteriormente, trabajó como consultor con clientes del Golfo y Levante. Posee un MPhil en Estudios Modernos del Medio Oriente de la Universidad de Oxford y reside en Amman, Jordania.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Albawaba el 15 de agosto de 2022.