Por Kamran Bokhari para New Lines Magazine
El nuevo gobierno Talibán en Afganistán representa la consolidación del objetivo del movimiento deobandi de 155 años de establecer un régimen dirigido por el clero sunita.
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Podría haber tenido 11 años cuando escuché por primera vez la palabra ‘deobandi’. Mi familia acababa de regresar a Islamabad después de ocho años en Nueva York, donde mi padre se desempeñó como funcionario de rango medio en la misión de Pakistán ante Naciones Unidas. Había pasado un año desde que el gobernante militar, el general Zia Ul Haq, comenzó a someter a Pakistán a su despótica agenda de islamización, y yo estaba siendo expuesto a mucho más de lo que mi cerebro podía procesar. Mi papá despreciaba a Zia por dos razones distintas. La primera era obviamente política. Mi padre era un demócrata y un firme partidario del derrocado primer ministro Zulfikar Ali Bhutto, que había sido ejecutado tras el golpe de Estado de Zia en 1977. La segunda era religiosa. Nuestros antepasados eran de la secta barelvi, que constituía la gran mayoría de los pakistaníes en ese momento y que había sido el rival histórico de los deobandis, a quien Zia había comenzado a capacitar para ganar legitimidad para su régimen. En su mayor parte un individuo secular, mi padre siempre había sido un apasionado de nuestro supuesto linaje ancestral a los santos sufíes medievales. Los deobandis son musulmanes hanafíes sunitas como los barelvis, pero para él representaban variantes locales de un sello extremista conocido como wahabismo, que se originó en la península arábiga. Y con Zia empoderando a sus mulás, mezquitas y madrasas, pensó que era su deber proteger su patrimonio, dándome un curso acelerado sobre el paisaje sectario.
Si bien la mayoría de los islamistas en el mundo árabe-musulmán son más activistas que los eruditos religiosos, en el sur de Asia los grupos islamistas más grandes están dirigidos por clérigos tradicionales y sus estudiantes. Y la secta deobandi estuvo al frente del islamismo del sur de Asia, con los Talibán como su manifestación más reciente. La influencia, el alcance y la relevancia de los deobandis en una región vasta y volátil como el sur de Asia es inmensa. Sin embargo, son poco entendidos en Occidente. La erudición y los comentarios occidentales tienden a centrarse más en las contrapartes del movimiento en el mundo árabe, a saber, la Hermandad Musulmana y el salafismo wahabí.
El deobandismo fue impulsado por los ulemas que se lamentaban por la pérdida de la soberanía musulmana en la India. Diferentes regímenes dinásticos musulmanes habían gobernado varias regiones del subcontinente desde finales del siglo X y principios del XI. Los ulemas habían sido parte de la élite política musulmana del sur de Asia, pero su rol público siempre estuvo sujeto a un tira y afloja con los gobernantes y evolucionó con el tiempo.
Tuvieron una fuerte presencia en la corte real desde la época de la primera dinastía de los sultanes musulmanes en el subcontinente: los turcos gaznávidas (977-1170), que se separaron de los persas samánidas, quienes habían declarado su propia independencia del califato abasí en Bagdad. Fue durante esta era que el rol de los ulemas comenzó a cambiar, ya que muchos de ellos de Asia Central invirtieron en el proselitismo y la autodisciplina espiritual. Este enfoque espiritual ganó terreno y se distinguió del enfoque legalista de los ulemas. El primero asumió un rol social y de base, mientras que el segundo siguió centrándose en influir directamente en el sultán y, a través de su sultanato, en el reino en general. Detrás de ambos movimientos estaban los ulemas que, en diversos grados, se suscribieron al sufismo. La diferencia estaba entre aquellos que se volcaron fuertemente hacia la erudición de textos sagrados, y aquellos que estaban abiertos a ideas y prácticas poco ortodoxas de acuerdo con lo que percibían como la necesidad de adaptarse a las costumbres y exigencias locales. Esta división se mantendría contenida y los ulemas disfrutarán de un estatus de élite, que continuó durante la era de los gúridas (1170-1215), una dinastía afgana.
Esencialmente, los ulemas brindaban legitimidad a los gobernantes y, a cambio, recibían generosidad e influencia en asuntos de religión. Fue bajo el Sultanato de Delhi (1206-1525) que los ulemas fueron designados para varios puestos oficiales del Estado, en gran parte dentro del poder judicial. Además, se creó un órgano estatal de aplicación de la ley llamado hisbah para garantizar que la sociedad se ajustara a la sharía, de ahí el origen de las agencias modernas en algunos gobiernos musulmanes a las que se les asignó la tarea de ‘promover la virtud y prevenir el vicio’. Era un arreglo que permitía al gobernante mantener a raya a los ulemas e incapaces de entrometerse en asuntos de política. (N.d.T.: la palabra árabe hisbeh o hisbah significa “rendición de cuentas”. Es una doctrina islámica que se refiere a la defensa de la moral de la comunidad y al mantenimiento del orden público, tradicionalmente llevada a cabo por un funcionario llamado muhtasib).
Después de que el Sultanato de Delhi colapsara en 1526, fue reemplazado por otra dinastía turca, los mogoles, bajo la cual los ulemas fueron marginados. En su premiado libro de 2012 The Millennial Sovereign: Sacred Kingship and Sainthood in Islam (“El soberano milenario: realeza sagrada y santidad en el islam”), Azfar Moin, quien dirige el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Texas en Austin, explica que durante los reinados de Akbar (r. 1542-1605), su hijo Jehangir (r. 1605-27) y su nieto Shah Jehan (r. 1628-58), los ulemas permanecerán en el desierto político.
Fue el bisnieto de Akbar, Aurangzeb (r. 1658-1707), quien no sólo restauró a los ulemas a su estado anterior a Akbar, sino que también alteró radicalmente la estructura del Imperio al teocratizarlo. Su agenda de islamización fue un momento decisivo, ya que creó las condiciones en las que los ulemas eventualmente ganarían un terreno sin precedentes. Lo que permitió el avance sería el hecho de que Aurangzeb fue el último emperador efectivo, lo que condujo no sólo al colapso del Imperio mogol sino también al ascenso del dominio colonial británico. Estos dos desarrollos secuenciales darían forma esencialmente a las condiciones en las que el deobandismo, y más tarde el islamismo radical, surgirían, como explica el erudito de Princeton Muhammad Qasim Zaman en su libro seminal de 2007 The Ulama in Contemporary Islam: Custodians of Change (“Los ulemas en el islam contemporáneo: Los custodios del cambio”).
En el transcurso de los siguientes dos siglos, ganó fuerza una tendencia dentro de los ulemas que enfatizaba el estudio de las fuentes islámicas originales y restaba importancia al rol de las ciencias racionales. Iniciado por el Shah Abdur Rahim, un destacado erudito religioso de la corte real de Aurangzeb, este movimiento multigeneracional fue llevado adelante por su descendencia, que incluía al Shah Waliullah Delhawi, Shah Abdul Aziz y Muhammad Ishaq. Esta línea de eruditos representó el movimiento puritano de finales de la era mogol.
Delhawi, quien fuera su teórico más influyente, fue contemporáneo del fundador del wahabismo en la península arábiga, Muhammad Ibn Abd Al Wahhab. Los dos incluso estudiaron al mismo tiempo en Medina con algunos de los mismos maestros que los expusieron a las ideas del erudito levantino iconoclasta de principios del siglo XIV Ibn Taymiyya. El salafismo y el deobandismo, los dos movimientos musulmanes más fundamentalistas de la era moderna, surgieron simultáneamente en Medio Oriente y en el sur de Asia, respectivamente. De acuerdo con la sabiduría convencional, las opiniones extremistas del wahabismo se extendieron desde el Medio Oriente hasta el sur de Asia. En realidad, sin embargo, Delhawi y el fundador del wahabismo bebieron de la misma fuente en Medina, bajo la dirección de un maestro indio llamado Muhammad Hayyat Al Sindhi y su alumno Abu Tahir Muhammad Ibn Ibrahim Al Kurani. Un legado importante de Delhawi es el deobandismo, que surgió como el equivalente del wahabismo en el sur de Asia a finales del siglo XIX. Circunstancias similares llevaron al surgimiento casi simultáneo de la Hermandad Musulmana en Medio Oriente y Jamaat E Islami en el sur de Asia a principios del siglo XX. Estas conexiones muestran cómo las dos regiones a menudo se influyen mutuamente de manera más significativa de lo que generalmente se reconoce.
Para este movimiento clerical moldeado por Delhawi, la decadencia política musulmana en la India dependía de la decadencia religiosa, el resultado de la contaminación del pensamiento y la práctica con el politeísmo local y filosofías ajenas. Insistiendo en que los ulemas sean la vanguardia de una restauración política musulmana, estos eruditos establecieron la tradición de emitir fetuas para brindar a la gente común orientación sobre la sharía para los problemas cotidianos. Hasta entonces, tales decisiones religiosas habían sido en gran medida competencia de los ulemas oficiales que ocupaban cargos en el Estado. Este grupo fue responsable de convertir la práctica en una empresa no gubernamental en un momento en que el Estado se había vuelto casi inexistente. Cuando Ishaq murió a mediados del siglo XIX, había cultivado un grupo de seguidores que incluía a Mamluk Ali e Imdadullah Muhajir Makki, quienes fueron mentores de los dos fundadores del deobandismo, Muhammad Qasim Nanautavi y Rashid Ahmad Gangohi.
La renombrada estudiosa estadounidense del islam del sur de Asia Barbara Metcalf en su libro de 1982 Islamic Revival in British India: Deoband, 1860-1900 (“Renacimiento islámico en la India británica: Deoband, 1860-1900”) explica cómo el surgimiento del deobandismo se basó en preocupaciones tanto ideológicas como prácticas. Comenzó cuando Nanautavi y Gangohi establecieron el seminario Dar Ul Uloom en la ciudad de Deoband, a unas 117 millas al norte de Delhi, en 1866, ocho años después de participar en una rebelión fallida contra la conquista británica de la India.
Estos dos fundadores del movimiento ya habían intentado formar un pequeño Estado islámico en un pueblo llamado Thana Bhawan, al norte de Delhi, desde donde intentaron emprender la yihad contra los británicos, solo para ser derrotados rápidamente. William Jackson explica con gran detalle, en su disertación de la Universidad de Siracusa de 2013, la historia de cómo los dos formaron un emirato local, una versión en micro de la lograda por los Talibán. Su mentor Makki se convirtió en Emir Ul Momineen, o el Líder de los Fieles, y los dos sirvieron como sus ayudantes principales, Nanautavi como su líder militar y Gangohi como su juez. El pequeño emirato fue aplastado por los británicos en unos pocos meses. De ahí que Imdadullah huyó a La Meca, Gangohi fue arrestado y Nanautavi huyó a Deoband, donde buscó refugio con familiares.
Al darse cuenta de que no había forma de vencer militarmente a los británicos, Nanautavi trató de adoptar el modelo educativo del Imperio y estableció una escuela adjunta a una mezquita. Su decisión sería fundamental para dar forma al curso de la historia y, en última instancia, ayudaría a sentar las bases para la independencia de la India, la creación de Pakistán y el surgimiento de grupos yihadistas modernos, incluidos los Talibán afganos y pakistaníes.
Desde el punto de vista de Nanautavi, los cristianos europeos ahora eran dueños de la tierra gobernada durante mucho tiempo por los musulmanes indios. Por lo tanto, imaginó el seminario como una institución que produciría una vanguardia musulmana capaz de restaurar el rol de los ulemas en la política del sur de Asia e incluso elevarlo a niveles sin precedentes. Su prioridad era el renacimiento religioso y, después de que Gangohi fuera liberado de prisión, la madrasa de Deoband se convirtió en el núcleo de una gran red de escuelas similares en todo el país.
Después de la muerte de Nanautavi en 1880, Mahmud Hassan, el primer estudiante en matricularse en Dar Ul Uloom, lideró el movimiento deobandi. Hassan transformó el movimiento centrado en una preocupación local a uno con ambiciones nacionales e internacionales. Estudiantes de Rusia, China, Asia Central, Persia, Turquía, el Levante y la península arábiga vinieron a estudiar al seminario bajo su dirección. Al final de la Primera Guerra Mundial, más de mil graduados se habían dispersado por toda la India. Su tarea principal era eliminar ideas y prácticas que se habían infiltrado en las comunidades musulmanas indias a través de siglos de interacciones con la mayoría hindú.
Esto rápidamente antagoniza la tendencia musulmana predominante que estaba enraizada en el misticismo sufí y las tradiciones islámicas del sur de Asia. Este movimiento comenzó a organizarse en respuesta a los deobandis, en otro pueblo indio llamado Bareilly, y fue dirigido por Ahmed Raza Khan (1856-1921). Los barelvis, como se conoció al movimiento rival, vieron a los deobandis como una amenaza mayor para su religión y su país que el dominio colonial británico. Esta rivalidad continúa definiendo la dinámica religiosa y política hasta el día de hoy en todo el sur de Asia.
Aunque los deobandis veían a la India como dar ul harb (“dominio de la guerra”), inicialmente no intentaron montar otra insurrección armada. En cambio, optaron por un enfoque convencional de la política que pedía la unidad hindú-musulmana. Mientras tanto, los barelvis asumieron posiciones controvertidas que sin querer ayudaron a los deobandis a ganar apoyo. En particular, una fetua del líder barelvi, Ahmed Raza Khan, en la que dictaminó que el Imperio otomano no era el verdadero califato, enfureció a muchos musulmanes indios y los acercó a la visión panislámica y antibritánica de los deobandis. De hecho, dado el éxito del movimiento deobandi a nivel sectario, nunca consideró a los barelvis como un desafío serio.
Mientras los deobandis y los barelvis estaban en desarrollo, también lo estaba un movimiento musulmán modernista dirigido por Sir Syed Ahmed Khan (1817-1898). Un erudito religioso convertido en un intelectual moderno, Sir Syed provenía de una familia privilegiada durante la era mogol tardía y trabajó como funcionario durante el dominio británico. Desde su punto de vista, el declive musulmán fue el resultado directo de una visión fosilizada de la religión y la falta de conocimiento científico moderno. Sir Syed pasaría a ser el líder del modernismo islámico en el sur de Asia a través de la fundación de la Universidad de Aligarh. La universidad produjo la élite musulmana que, casi medio siglo después de la muerte de Sir Syed, fundaría Pakistán.
El pronóstico de Sir Syed sobre el malestar que afectaba a los musulmanes de la India era único y claramente diferente del de la larga lista de eruditos religiosos que veían el problema en función del alejamiento de los fieles de las enseñanzas originales del islam. La pérdida de soberanía de los británicos combinada con el surgimiento de hombres como él, que abogaron por un enfoque cooperativo hacia los británicos y por abrazar la modernidad europea, llevaría a los fundadores de Deoband a adoptar su propio enfoque pragmático, pero poniendo mucho énfasis en la educación religiosa. Los deobandis vieron el modernismo islámico de Sir Syed como su principal competidor. En otras palabras, el Movimiento Aligarh también se desarrolló en torno a una universidad —pero una que enfatizaba la educación secular occidental— y representó un gran desafío, no sólo político sino también religioso, ya que ofreció un paradigma alternativo.
Apenas medio siglo después de su fundación, el movimiento deobandi había establecido seminarios en toda la India, desde la actual Bangladesh en el este hasta Afganistán en el oeste. Tal fue su influencia que en 1914, Khan Abdul Ghaffar Khan, el líder del movimiento secular pastún Khudai Khidmatgars, visitó Dar Ul Uloom. Ghaffar Khan, que más tarde se ganaría el apodo de ‘el Gandhi de la frontera’, se reunió con el líder deobandi Mahmud Hassan para discutir la idea de establecer una base en las áreas pastunes del noroeste de la India, desde donde podrían lanzar una rebelión independentista contra los británicos. Volviendo a la lucha armada de sus precursores, los deobandis, una vez más, probaron suerte en la yihad, esta vez a escala transnacional.
Con la ayuda de Afganistán, la Turquía otomana, Alemania y Rusia, Hassan buscó fomentar esta insurrección, creyendo que Gran Bretaña estaría demasiado concentrada en pelear la Primera Guerra Mundial en los campos de batalla de Europa como para poder lidiar con un levantamiento en India. El plan era ambicioso pero temerario. Hassan quería establecer el cuartel general de la fuerza insurgente en Hiyaz, en la actual Arabia Saudí, con comandos regionales en Estambul, Teherán y Kabul. Viajó a Hiyaz, donde se reunió con el ministro de guerra otomano, Anwar Pasha, y el gobernador de Hiyaz, Ghalib Pasha. Los otomanos apoyaron firmemente una rebelión india como respuesta a la revuelta árabe respaldada por los británicos contra ellos. El plan fracasó en gran parte porque el monarca afgano, el emir Habibullah Khan, no permitiría que se librara una guerra total contra los británicos desde el suelo de su país. Hassan, el líder de Deoband, estaba instalado en La Meca cuando fue arrestado por el gobernante hachemita de Hiyaz, Sharif Hussein Bin Ali, y entregado a los británicos. Fue encarcelado en la isla de Malta.
Durante los cuatro años que Hassan estuvo encarcelado, ocurrieron varios acontecimientos clave en la India. El más importante fue el lanzamiento del movimiento Khilafat (“Califato”) en 1919 por varios notables musulmanes influenciados por el deobandismo. Como argumenta la historiadora del islam del sur de Asia Gail Minault en su libro de 1982 Religious Symbolism and Political Mobilization in India (N.d.T.: “Simbolismo religioso y movilización política en la India”), el movimiento Khilafat, que presionó al nuevo régimen republicano de Turquía para preservar el califato, fue en realidad un medio para movilizar a los musulmanes de la India en una lucha nacionalista contra los británicos. Esto explicaría por qué el movimiento recibió el apoyo de Mahatma Gandhi a cambio de respaldar su Movimiento de No Cooperación contra los británicos. Aproximadamente al mismo tiempo, varios ulemas deobandis crearon Jamiat Ulema I Hind (JUH) (N.d.T.: “Consejo de teólogos musulmanes deobandis indios”), que se convertiría en el ala política formal del movimiento, buscando participar en una lucha nacionalista secular.
Cuando Hassan fue liberado de prisión y regresó a la India, Gandhi viajó a Bombay para recibirlo. Hassan pasó a emitir una fetua en apoyo de los movimientos Khilafat y No Cooperación, que fue respaldada por cientos de ulemas. Bajo su liderazgo, los deobandis también apoyaron la candidatura de Gandhi a la presidencia del Congreso Nacional Indio. La medida estaba de acuerdo con su punto de vista de que la mayoría hindú no era una amenaza para el islam y que los verdaderos enemigos eran los británicos.
A medida que el movimiento deobandi impulsó la unidad hindú-musulmana, experimentó otro cambio de liderazgo. Enfermo de tuberculosis, Hassan murió en noviembre de 1920, seis meses después de salir de prisión. Fue sucedido por su colaborador de toda la vida, Hussain Ahmed Madani, quien participó en una importante campaña que pedía una acción conjunta hindú-musulmana contra los británicos. Con Madani a la cabeza, los deobandis argumentaron que los movimientos organizados a lo largo de líneas comunales jugaron en las manos de los gobernantes coloniales y promovieron la idea del ‘nacionalismo compuesto’. Se necesitaba un frente unido para acabar con el dominio del Imperio británico. Esta opinión iba en contra de la atmósfera de la época y, tras el colapso de los esfuerzos transnacionales de los deobandis, el programa nacionalista del movimiento también fracasó.
La Liga Musulmana Panindia (LMP), encabezada por el futuro fundador de Pakistán, Muhammad Ali Jinnah, estaba creciendo en fuerza y empujando a los musulmanes indios hacia el separatismo. Al mismo tiempo, el JUH de los deobandis y el Congreso Nacional Indio de Gandhi intensificaron su demanda de autogobierno indio. La situación llegó a un punto crítico con disturbios masivos en todo el país en 1928. Para calmar la situación, los británicos pidieron a los líderes indios que presentaran un marco constitucional propio. En respuesta, el Congreso Nacional Indio produjo el Informe Nehru, un importante punto de inflexión para los deobandis. El informe de sus antiguos aliados ignoró la demanda del JUH de una estructura política que aislara la vida social y religiosa musulmana de la interferencia del gobierno central. Esto llevó a los miembros disidentes del JUH y entre la comunidad deobandi en general a unirse al llamado de LMP, en torno al separatismo musulmán.
Si bien el destacado erudito deobandi Ashraf Ali Thanvi iniciaría la ruptura, fue su alumno, Shabbir Ahmed Usmani, quien lideró la división. Usmani encabezaría una remodelación de la secta religiosa deobandi y desempeñaría un papel fundamental en el trazado de la división geopolítica que todavía define el sur de Asia en la actualidad. En 1939, Thanvi emitió una fetua que decretaba que los musulmanes estaban obligados a apoyar a la LMP separatista de Jinnah. Luego renunció al seminario de Deoband y pasó los cuatro años restantes de su vida apoyando la creación de Pakistán.
Thanvi y Usmani se dieron cuenta de que si los deobandis no actuaban, los barelvis —ya aliados con la LMP— podrían superarlos. Mejor organizados y un paso por delante de sus archirrivales, los deobandis pudieron posicionarse como los principales aliados religiosos de la LMP. Sin embargo, es importante señalar que muchos deobandis se mantuvieron fieles al enfoque más inclusivo de Madani. Consideraron que su postura estaba en consonancia con el Pacto de Medina del profeta Muhammad, que había asegurado la cooperación de varias tribus no musulmanas. Por el contrario, Usmani y los renegados deobandis se habían sentido profundamente incómodos durante mucho tiempo con la idea de la unidad hindú-musulmana, que entraba en conflicto con su puritanismo religioso. Cuando Usmani estableció la Jamiat Ulema E Islam (JUI) (N.d.T.: “Asamblea de Clérigos Islámicos”) en 1945 como competidor del JUH de Madani, el profundo cisma dentro del movimiento deobandi había llegado a un punto sin retorno. La insurrección de Usmani llegó en el momento perfecto para Jinnah, una política musulmana secular con antecedentes ismaelitas chiitas. Jinnah había buscado durante mucho tiempo debilitar la oposición del JUH a su proyecto separatista musulmán; el apoyo de Usmani le dio credibilidad religiosa a su causa: crear el Estado de Pakistán.
Después de la partición en 1947, el hogar espiritual del movimiento deobandi permaneció en la India, pero Pakistán era ahora su centro político. Cuando fundaron la JUI, Usmani y sus seguidores ya sabían que era demasiado tarde para que su grupo fuera la vanguardia que lideraba la lucha por Pakistán. La LMP había asumido durante mucho tiempo ese manto, pero no era demasiado tarde para que la JUI liderara el camino hacia la islamización del nuevo estado musulmán secular. De hecho, el movimiento de Jinnah, que buscaba aprovechar la fe islámica para movilizar la masiva demanda de una patria musulmana secular, había dejado el carácter de este nuevo estado profundamente ambiguo. Tal incertidumbre proporcionó las circunstancias ideales para que la JUI se posicionara en el centro de los esfuerzos para redactar una constitución para Pakistán. En el primer Parlamento del nuevo país, la Asamblea Constituyente, la JUI encabezó el impulso de un ‘sistema político islámico’.
La muerte del secularista Jinnah en septiembre de 1948 creó un vacío de liderazgo que ayudó a la causa de la JUI. Como miembro de la asamblea, el líder de la JUI, Usmani, desempeñó un rol principal en la redacción de la Resolución de Objetivos que colocó al islam en el centro del proceso constitucional. La resolución declaró que “la soberanía sobre todo el universo pertenece únicamente a Dios Todopoderoso y la autoridad que Él ha delegado al Estado de Pakistán”. Continúa diciendo que “los principios de democracia, libertad, igualdad, tolerancia y justicia social” deben seguirse “tal como los enuncia el islam”. Adoptada en 1949, la Resolución de Objetivos marcó una gran victoria para la JUI y para otros islamistas.
A mediados de 1952, la JUI parecía estar en camino de lograr sus objetivos. Sin embargo, a los pocos meses, la situación se descompuso. Junto con otros grupos islamistas, lanzó un violento movimiento de protesta a nivel nacional contra la secta minoritaria Ahmadía, creyendo que la medida mejoraría su posición política. En respuesta, el gobierno impuso la ley marcial. Una investigación posterior del gobierno responsabilizó a la JUI y a las demás fuerzas religiosas de la violencia e incluso cuestionó toda la premisa de la demanda del partido de que Pakistán se convierta en un Estado islámico. Sin embargo, en marzo de 1956 entró en vigor la primera constitución del país, consagrando formalmente a Pakistán como una república islámica. De ahí que, dos años y medio después, los militares tomaron el poder bajo el mando del general Ayub Khan, quien estaba decidido a revertir la influencia de los deobandis y el creciente sector religioso cada vez más amplio. Khan continuaría decretando una nueva constitución que sentó las bases de un Estado moderno secular, uno en el que los deobandis ni siquiera lograron su objetivo minimalista de un rol de asesoramiento.
El movimiento deobandi pasó por otro período de declive y transición durante el reinado del presidente Khan. Fue a fines de la década de 1960 bajo Mufti Mahmud, un erudito religioso convertido en político de la región pastún de Dera Ismail Khan, cerca de la frontera afgana, que la JUI experimentó un renacimiento. Después de que Khan permitió que los partidos políticos volvieran a operar en 1962, Mahmud se convirtió en el líder adjunto de la JUI. Sin embargo, en verdad él era ahora el verdadero impulsor y agitador del partido deobandi, dirigiéndose hacia alianzas de conveniencia con partidos seculares. El historiador pakistaní Sayyid A. S. Pirzada en su libro del año 2000 The Politics of the Jamiat Ulema-i-Islam Pakistan 1971-1977 (N.d.T.: “La política de Jamiat Ulema I Islam Pakistan 1971-1977”), detalla cómo Mahmud transformó a la JUI de un movimiento religioso que busca influir en la política en un partido político de pleno derecho que participe en la política electoral.
Cuando Khan se vio obligado a dejar el cargo por los disturbios populares en 1969, los problemas socioeconómicos habían reemplazado a la religión como la fuerza impulsora que moldeaba la política pakistaní. Otro general, Yahya Khan, asumió la presidencia y volvió a imponer la ley marcial, derogando todo el sistema político que su predecesor había creado durante un período de 11 años. Yahya celebró elecciones generales en 1970, marcando la primera votación libre y justa del país. Tanto laicos como de izquierda, los dos principales partidos del país, la Liga Awami y el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), ocuparon el primer y segundo lugar en la votación para el Parlamento con 167 y 86 escaños respectivamente, mientras que la JUI obtuvo sólo siete escaños.
A estas alturas, la crisis oeste-este que se había estado gestando desde los primeros días de la independencia de Pakistán estaba llegando a un punto crítico. La Liga Awami ganó todos sus escaños en el este de Pakistán, mientras que el PPP ganó todos sus escaños en el oeste del país. Mientras tanto, el establecimiento militar se negó a transferir el poder a la Liga Awami. Esto provocó una agitación pública a gran escala en el este que rápidamente se convirtió en una brutal guerra civil que condujo a la creación de Bangladesh a partir de lo que había sido Pakistán Oriental.
La guerra, que mató a cientos de miles, tuvo dos consecuencias importantes que ayudarían a los deobandis a recuperar gran parte del espacio político que habían perdido desde principios de la década de 1950. Primero, debilitó gravemente el rol de los militares en la política y permitió el regreso del gobierno civil. En segundo lugar, ayudó a la JUI y otros partidos religiosos a argumentar que solo el islam podría unir a diferentes grupos étnicos en un tejido nacional singular.
A los pocos días de la derrota en la guerra de diciembre de 1971, el gobierno militar del general Yahya llegó a su fin y Zulfikar Ali Bhutto, el líder del PPP, se convirtió en presidente. En marzo de 1972, Mahmud, el líder de la JUI, se convirtió en primer ministro de la Provincia de la Frontera Noroccidental (PFN), liderando un gobierno de coalición provincial con el Partido Nacional Awami (PNA) etnonacionalista pastún de izquierda. El JUI también fue un socio menor de PNA en el gobierno provincial de Baluchistán. Sin embargo, la etapa de la JUI en el poder provincial se vio interrumpida cuando el presidente Bhutto en 1973 destituyó al gabinete del PNA-JUI en Baluchistán, acusándolo de no poder controlar una insurgencia etnonacionalista en la provincia. En protesta, el gobierno encabezado por Mahmud en PFN también renunció. De ahí que el partido deobandi volvió a centrar su atención en garantizar que la constitución que el PPP de Bhutto estaba elaborando fuera lo más acorde posible con su ideología islamista.
Consciente de que la mayoría de la población votaría abrumadoramente sobre la base de cuestiones básicas en lugar de la religión, la JUI buscó evitar que el gobernante y otros partidos socialistas produjeran una carta que limitaría seriamente su participación en el poder. La JUI y la derecha religiosa más amplia del país pudieron capitalizar el hecho de que Bhutto estuviera buscando un consenso nacional para una constitución, lo que fortalecería un orden político civil liderado por su gobernante del PPP.
En consecuencia, la constitución actual de Pakistán que entró en vigor en agosto de 1973, declaró al islam como la religión de Estado, hizo que la Resolución de Objetivos fuera el preámbulo de la carta, estableció un Consejo de Ideología Islámica para garantizar que todas las leyes estuvieran de acuerdo con el Corán y la Sunna, y estableció los criterios de quién es musulmán, entre una serie de otras disposiciones. Al año siguiente, los deobandis y la derecha religiosa en general obtuvieron otra gran victoria en la forma de la segunda enmienda que declaró a los ahmadíes como no musulmanes. Por lo tanto, estaba listo para un quid pro quo con la JUI y otros islamistas, concediendo una serie de sus demandas de islamizar la carta con el fin de establecer una forma de gobierno parlamentario.
En 1974, el gobierno de Zulfikar Ali Bhutto, fundador del PPP, comenzó a apropiarse de la religión desde su propia política. Durante los tres años siguientes, nueve partidos con la JUI a la cabeza formaron una coalición de facciones islamistas, centristas e izquierdistas en la forma de la Alianza Nacional de Pakistán (ANP) para participar conjuntamente en las elecciones de 1977. La campaña de la ANP estaba tratando de aprovechar la demanda de la derecha religiosa para implementar Nizam I Mustafa (N.d.T.: “Sistema de gobierno del profeta Muhammad”. Movimiento popular de nueve partidos en Pakistán iniciado por Jamaat I Islami en 1977 para derrocar al gobierno secular de Zulfikar Ali Bhutto y establecer un sistema islámico de gobierno en Pakistán).
En unas elecciones marcadas por irregularidades, el PPP obtuvo 155 escaños mientras que la alianza opositora obtuvo sólo 36. Después de tres meses de disturbios a raíz de los resultados, Bhutto invitó a sus oponentes a negociar; Mahmud, el líder de la JUI, lideró a la oposición en las conversaciones. En un esfuerzo por no comprometerse políticamente, Bhutto buscó apaciguar culturalmente a los islamistas y se movió para prohibir la venta y el consumo de licor, cerrar todos los bares, prohibir las apuestas y reemplazar el domingo con el día sagrado musulmán del viernes como el día de descanso semanal. Las negociaciones se interrumpieron cuando el jefe del ejército, el general Zia, montó un golpe, derrocó a Bhutto y se apropió de la agenda de islamización de los deobandis, todo diseñado para hacer retroceder la agenda de civiles en el Estado y restaurar el rol de los militares en la política.
Los movimientos de Zia para islamizar la sociedad de arriba hacia abajo naturalmente resonaron significativamente con la derecha religiosa. Desde su punto de vista, Zia era todo lo contrario del primer dictador militar del país, Ayub Khan, que había sido una amenaza existencial para todo el sector de los ulemas. Sin embargo, los deobandis quedaron atrapados entre su oposición a una dictadura militar y la necesidad de beneficiarse de alguna manera de la agenda religiosa de Zia. Aunque era conocido por ser un conservador religioso, Zia era ante todo un oficial militar. Si bien toda la razón de ser de la JUI deobandi era establecer un Estado ‘islámico’, el régimen de Zia utilizó tanto la religión del islam como la ideología del islamismo para obtener apoyo para lo que era esencialmente un orden político dominado por los militares.
La JUI se vio a sí misma como heredera de una tradición de mil años de ulemas que intentaba garantizar que los soberanos musulmanes en el sur de Asia gobernaran de acuerdo con su fe. Aunque al final del juego, también fue un jugador clave en la creación de Pakistán y, lo que es más importante, trabajó para garantizar que la constitución del país fuera islámica. Pero ahora Zia, que había asumido la presidencia, se había involucrado en una adquisición hostil no sólo del Estado sino de todo el modelo que producían los deobandis. Esto explica por qué Mahmud se opuso al golpe de Estado de Zia y siguió exigiendo que cumpliera con su compromiso inicial de celebrar elecciones, que el general seguía posponiendo. El objetivo principal de Zia era revertir los esfuerzos de Bhutto para establecer la supremacía civil sobre los militares.
Cuando Zia prohibió los partidos políticos en octubre de 1979, la JUI estaba luchando para lidiar con un nuevo orden político autocrático que estaba acaparando su atención. También se encontraba en un estado de declive sin precedentes. Había surgido una grieta interna dentro del partido entre los que se oponían al régimen militar de Zia y los seducidos por sus movimientos de islamización. Un año después, Mahmud murió de un infarto. El hijo de Mahmud, un clérigo político llamado Fazlur Rehman, fue aceptado como nuevo jefe de la JUI por muchos de los líderes y miembros del partido deobandi. Pero otros se opusieron a la transición hereditaria. Esto llevó a una división formal en el partido entre Jamiat Ulema E Islam – Fazlur Rehman (JUI-F) y Jamiat Ulema E Islam Sami Ul Haq (JUI-S), llamado así por Sami Ul Haq, un clérigo cuya madrasa Dar Ul Uloom Haqqania pronto desempeñaría un rol principal en el surgimiento del deobandismo militante. JUI-F siguió oponiéndose al régimen de ley marcial de Zia, mientras que la facción escindida de los deobandi JUI-S se convirtió en un importante partidario del gobierno militar.
El mismo año en que Zia estaba islamizando su régimen militar, tres acontecimientos importantes sacudieron al mundo musulmán: la revolución liderada por islamistas en Irán, el sitio de La Meca por un grupo de mesiánicos salafistas y la invasión soviética de Afganistán. Estos tres acontecimientos probarían ser un punto de inflexión para el movimiento deobandi. El deobandismo formó un importante componente de la alianza insurgente islamista afgana que luchaba contra el gobierno comunista respaldado por los soviéticos. Muchos de los líderes de las facciones insurgentes afganas como Mawlawi Yunus Khalis, Mohammed Nabi Mohammedi y Jalaluddin Haqqani eran deobandis. Desde principios de la década de 1980 en adelante, las dos facciones JUI estuvieron involucradas en proyectos duales: apoyando la creación de un estado islámico en Afganistán a través de la insurrección armada y la islamización de Pakistán, aunque divididos sobre cómo lograr este último.
Al mismo tiempo, Arabia Saudí apoyó la insurgencia afgana y comenzó a intensificar su promoción del wahabismo en Pakistán, en parte como respuesta al sitio de La Meca. Los deobandis se beneficiaron financiera e ideológicamente del apoyo de Riad, lo que llevó al surgimiento de nuevos grupos.
Ya desconfiado de cómo el régimen clerical de Irán estaba exportando su marca de islamismo revolucionario, muchos deobandis fueron influenciados por el sectarismo antichiita incrustado dentro de su propio discurso y ahora energizados por la proliferación del wahabismo. Por otro lado, el régimen de Zia también tenía interés en contener las ideas revolucionarias de inspiración iraní y apoyó a las facciones militantes antichiitas deobandis. En 1985 se fundó un grupo con el nombre de Sipah E Sahabah Pakistan como una rama militante de la JUI. Más tarde daría paso a Lashkar E Jhangvi, que lleva el nombre de Haq Nawaz Jhangvi, un clérigo incendiario antichiita deobandi. Lashkar E Jhangvi sigue siendo conocido por los horribles ataques contra la minoría chiita de Pakistán.
Después de un siglo de ser un movimiento político-religioso, en la década de 1980 el deobandismo era cada vez más militante. La insurgencia anticomunista en Afganistán y la militancia sectaria en Pakistán fueron los dos impulsores principales que llevaron cada vez más a muchos deobandis hacia la insurrección armada. Si bien el fin del régimen de Zia —con la muerte del dictador en un accidente aéreo en el verano de 1988— devolvió el gobierno civil al país, el deobandismo se precipitaba hacia una violenta trayectoria.
A principios de la década de 1990, el ejército pakistaní se había retirado para influir en la política entre bastidores y ya no perseguía un programa de islamización nacional. Sin embargo, la suerte estaba echada. Las fuerzas extremistas que Zia había desatado estaban ahora en piloto automático, y sus sucesores civiles y militares no pudieron frenar su crecimiento. Los seminarios deobandis continuaron proliferando en el país, especialmente en las áreas del noroeste dominadas por los pastunes.
En 1993 otra facción militante deobandi que exigía la imposición de la sharía surgió en el noroeste del país con el nombre de Tehrik i Nifaz i Shariat i Muhammadi (“Movimiento para Implementar la Sharia de Muhammad”) —o TNSM— dirigido por Sufi Muhammad, un mulá que había estudiado en el seminario de Panjpir, que era realmente único en el sentido de que su deobandismo estaba fuertemente salafizado.
Una década de guerra en Afganistán contra los soviéticos había afectado significativamente al ejército pakistaní y al principal servicio de espionaje del país, la dirección de Inter-Services Intelligence (ISI), que administraba a los combatientes extranjeros afganos, pakistaníes y otros árabes-musulmanes. Muchos oficiales de ISI se habían vuelto nativos con las ideologías militantes deobandis y salafistas de los representantes que estaban administrando. A principios de la década de 1990, dos acontecimientos geopolíticos inesperados acelerarían el curso del deobandismo hacia la militancia. Primero fue la implosión de la Unión Soviética en diciembre de 1991, que unos meses después desencadenó el colapso del régimen comunista afgano. A su vez, condujo a la guerra intraislamista de 1992 a 1996 en Afganistán, que dio lugar al movimiento Talibán y su primer régimen de emirato. El segundo fue un levantamiento separatista musulmán popular que comenzó en la Cachemira administrada por la India en 1989. Los esfuerzos del ejército pakistaní para aprovechar ambos desarrollos contribuyeron exponencialmente al aumento del deobandismo radicalizado y militarizado.
En Afganistán, Pakistán apoyó a los Talibán, un movimiento fundado por clérigos y estudiantes militantes deobandis. El ejército también desplegó grupos insurgentes islamistas en la Cachemira administrada por la India, muchos de los cuales eran ideológicamente deobandis. Entre ellos estaban Harkat Ul Mujahideen, Harakat Ul Ansar y Jaish E Mohammed. Hacia fines de la década de 1990, cuando los Talibán estaban en el poder en Kabul y hospedaban a Al Qaeda, estos grupos constituían un singular espacio de batalla ideológica transnacional que se extendía desde Afganistán hasta la India. Esto fue más evidente después de que unos militantes secuestraron un vuelo de Indian Airlines desde Nepal y aterrizaron en Kandahar, controlado por los Talibán. Allí, los secuestradores, habilitados por el régimen Talibán respaldado por Pakistán, negociaron con el gobierno indio la liberación del fundador de Jaish E Mohammed, Masood Azhar, y dos de sus asociados que habían sido encarcelados por actividades terroristas en Cachemira.
Después del 11 de septiembre, el establecimiento de seguridad pakistaní perdió el control de su nexo militante deobandi, que gravitó fuertemente hacia Al Qaeda que se había trasladado a Pakistán. El derrocamiento del régimen Talibán por parte de Estados Unidos obligó a Islamabad a estar en una situación en la que intentaba equilibrar el apoyo tanto a Washington como a los Talibán afganos. Mientras tanto, apenas unos días antes de que Estados Unidos comenzara sus operaciones militares contra los Talibán en octubre de 2001, agentes de Jaish E Muhammad atacaron la legislatura estatal en la Cachemira administrada por la India. A esto le siguió un ataque aún más descarado contra el Parlamento indio en Nueva Delhi el 13 de diciembre. Los pakistaníes ahora estaban bajo la presión tanto de los estadounidenses como de los indios. Como resultado, Islamabad tomó medidas drásticas contra los grupos militantes de Cachemira. La decisión del entonces gobernante militar de Pakistán, el general Pervez Musharraf, de ponerse primero del lado de EEUU contra los Talibán y luego emprender un proceso de normalización sin precedentes con India llevó a Islamabad a perder el control sobre el panorama militante deobandi. De hecho, muchos de estos grupos se volverían contra el propio Estado pakistaní. De ahí que, hubo varios intentos de asesinato de Musharraf, incluidos dos ataques consecutivos llevados a cabo por oficiales militares deshonestos en dos semanas en diciembre de 2003. Los deobandis radicalizados a quienes Pakistán cultivó como instrumentos de política exterior en los años 80 y 90 invirtieron el vector de la yihad para apuntar al mismo Estado que los nutrió.
Mientras tanto, JUI-F, el principal grupo político deobandi del país, siguió siendo una fuerza a tomar en cuenta. En las elecciones de 2002, lideró una alianza de seis partidos islamistas llamada Mutahiddah Majlis I Amal (Consejo de Acción Unida o CAU) que obtuvo 60 escaños en el Parlamento, en gran parte debido a la ingeniería electoral del cuarto régimen militar del país. También aseguró la mayor cantidad de escaños en las legislaturas provinciales en el antiguo bastión deobandi de PFN, formando allí un gobierno de mayoría y un gobierno de coalición con el partido gobernante pro Musharraf en Baluchistán. Los gobiernos del MMA liderados por los deobandis en ambas provincias occidentales permitieron el surgimiento de la talibanización en las regiones pastún a lo largo de la frontera con Afganistán. Cuando el gobierno del MMA en el noroeste completó su mandato de cinco años a fines de 2007, unas 13 facciones separadas de los Talibán pakistaníes se habían unido para formar una alianza insurgente conocida como Tehrik I Taliban Pakistan (TTP). El gobierno liderado por Deobandi hizo la vista gorda ante el aumento de la talibanización, en parte porque no quería que se viera que estaba del lado de Estados Unidos contra sus compañeros islamistas y en parte porque temía ser el objetivo de los yihadistas. Este último temor no fue infundado dados los varios intentos de TTP de asesinar a varios líderes de JUI, incluido el jefe Fazlur Rehman y su líder en Baluchistán, Muhammad Khan Sherani.
El deobandismo militante en la forma de insurgentes que controlan el territorio y participan en ataques terroristas en todo el país dominaría la mayor parte de la próxima década. Los rebeldes Talibán tomaron el control de grandes extensiones de territorio cerca de la frontera afgana. El mayor ejemplo de esto fue la facción talibán dirigida por Mullah Fazlullah —el yerno del fundador de TNSM—, que se hizo cargo del gran distrito Swat de PFN, así como de muchas partes de los distritos adyacentes.
Los Talibán tenían un apoyo significativo incluso en la capital del país, como lo ilustra el asedio de 2007 a la Mezquita Roja, la principal y más antigua casa de culto de Islamabad. Un grupo de militantes liderados por el imán deobandi de la mezquita y su hermano durante casi 18 meses habían estado desafiando la orden judicial del Estado en la capital del país al participar en protestas violentas, ataques a la propiedad del gobierno, secuestros, incendios provocados y enfrentamientos armados con las fuerzas del orden. Un enfrentamiento de 8 días llegó a su fin cuando las fuerzas especiales del ejército irrumpieron en el complejo de la mezquita-seminario que condujo a un tiroteo de 96 horas con militantes bien armados y entrenados durante el cual murieron al menos 150 personas, incluidas muchas mujeres y niños.
El TTP aprovechó en gran medida la ira popular por la operación militar contra la mezquita. Desató una andanada de atentados suicidas contra instalaciones militares de alta seguridad, incluido un complejo de armas aéreas, una estación naval, tres cuarteles generales regionales del ISI, el cuartel general de las fuerzas especiales, el cuartel general del ejército, el principal complejo industrial militar y muchos otros objetivos civiles, lo que resultó en decenas de miles de muertes. Se necesitó casi una década de operaciones masivas de contrainsurgencia y contraterrorismo para recuperar los territorios provinciales y tribales que habían caído bajo el control del TTP. A fines de la década de 2010, las fuerzas de seguridad de Pakistán habían obligado a los rebeldes Talibán a reubicarse al otro lado de la frontera en Afganistán, donde se encontraba Estados Unidos, después de 15 años de intentar sin éxito debilitar el movimiento Talibán afgano, ahora estaban en conversaciones con él.
Washington esperaba que su acuerdo de paz de 2020 con los Talibán afganos condujera a un proceso político que pudiera limitar la influencia del movimiento yihadista tras la salida de Estados Unidos. Sin embargo, el dramático colapso del gobierno afgano en poco más de una semana a principios de agosto de este año dejó a los Talibán afganos como el único grupo capaz de imponer su voluntad en el país. El regreso de los Talibán afganos al poder en Afganistán tiene un gran potencial para energizar fuerzas afines en Pakistán, especialmente con el Estado Islámico teniendo una presencia transfronteriza significativa y tratando de asumir el manto yihadista de los Talibán. Más hacia el este, el creciente extremismo hindú de derecha en la India, empoderado por el actual gobierno del primer ministro Narendra Modi, corre el riesgo de radicalizar el deobandismo en su país de origen, en respuesta al ataque contra la minoría musulmana de 200 millones del país.
Los deobandis comenzaron en India como un movimiento que buscaba restablecer un orden religioso-político musulmán en el sur de Asia, uno dirigido por ulemas. Después de 80 años de cultivar una vanguardia intelectual religiosa y alinearse con la comunidad hindú mayoritaria en la política nacionalista secular para lograr la independencia del dominio colonial británico, una parte importante de Deoband abrazó el separatismo musulmán. Una vez que ese objetivo se cumplió en la forma del Estado nación independiente de Pakistán, el lugar del deobandismo se desplazó hacia la islamización de la nueva política musulmana. Durante las siguientes tres décadas, los deobandis intentaron convertir un Estado que pretendía ser secular en una república islámica a través de procesos constitucionales y electorales. El ascenso de un régimen militar de tendencia islamista junto con la geopolítica regional al final de la Guerra Fría fragmentó y militarizó el fenómeno deobandi, cuyo lugar se desplazó una vez más hacia el oeste. Después de la década de 1980, el movimiento volvió cada vez más a sus raíces yihadistas de la era británica a través del terrorismo y la insurgencia. Ese proceso culminó con el empoderamiento de los Talibán en Afganistán y ahora amenaza con desestabilizar toda la región del sur de Asia.
Actualmente, Afganistán representa el centro de gravedad de la forma de islamismo más prominente del sur de Asia. El movimiento que durante mucho tiempo buscó establecer un Estado ‘islámico’ liderado por ulemas suscritos a una comprensión medieval de la religión estableció la forma de gobierno que sus antepasados ideológicos se propusieron lograr hace más de un siglo y medio.
A medida que los Talibán consolidan su control sobre Kabul con peligrosas implicaciones para toda la región del sur de Asia, mi mente se remonta 40 años atrás, cuando mi padre —impulsado por sus propias creencias sectarias— primero me hizo consciente del deobandismo. Estoy asombrado de lo rápido que este fenómeno creció ante mis ojos. Mi padre, que sufre de demencia desde hace casi una década y media, fue ajeno a esta proliferación. De hecho, no recuerdo la última vez que él o yo abordamos este tema. Quizá sea mejor que ignore hasta qué punto ganaron terreno aquellos a los que se opuso toda su vida. Sé que le dolería saber que el deobandismo incluso contaminó su propia secta barelvi, como es evidente desde el surgimiento de Tehrik I Labbaik Pakistan, que ahora es el espectro extremista islamista más reciente y quizás el más potente que acecha el país de su nacimiento y el mío.
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Kamran Bokhari es director de desarrollo analítico en New Lines Institute. El Dr. Bokhari también es especialista en seguridad nacional y política exterior en el Instituto de Desarrollo Profesional de la Universidad de Ottawa. Se desempeñó como coordinador de Estudios de Asia Central en el Instituto del Servicio Exterior del Departamento de Estado y es autor de “Islam político en la era de la democratización”.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por New Lines Magazine el 23 de noviembre de 2021.