Por Marwan Asmar para Al Bawaba
Así que Líbano no está en bancarrota después de todo. Tranquilos, el país sigue en movimiento. En realidad, para el hombre o mujer de la calle, la situación económica no puede empeorar: la moneda está devaluada, la enorme deuda nacional insostenible, el costo de vida exorbitantemente alto, ¡Pero Líbano está vivo, bien (no tan bien) y coleando de hecho!
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Cuando el viceprimer Ministro del Líbano, Saadeh Al Shami, salió con un titular flagrante, algunos, especialmente, los economistas, dirían que quedo en absurdo al gritar, “el estado y el Banque Du Liban están en quiebra”.
Esto animó los oídos de los medios de comunicación, las redes sociales y todos los que estaban escuchando: ”¿Qué significa eso?, ¡Oh, Dios Mio!, ruinas, desastres entre nosotros, el país desapareció”, pero relájense, Líbano no se extinguirá, todos siguen intactos, bueno, casi, la gente todavía intenta comprar cosas.
El gobernador del Banque Du Liban acudió rápidamente al rescate. Señaló que Líbano, definitivamente, no está en bancarrota. Por supuesto, estaba hablando de su entidad no del total del país.
Salameh, que se mantiene en el cargo desde 1993 y es licenciado en Economía, fue considerado por muchos como el autor intelectual de la estabilización de la lira, aunque, aparentemente, ya no porque la moneda se está devaluando a un ritmo estrepitoso (actualmente 27.000 liras por dólar con la fluctuación sin techo), sobrepasando los intentos de establecer un tipo de cambio técnico.
En este contexto, Salameh y sus auspiciosos asesores ya están trabajando en un proceso de “negociación” con el Banco Mundial para generar un plan económico que rescatará al Líbano o al menos detendrá el drenaje, hará que la economía se mueva, reduzca el creciente desempleo y ponga freno a la espiral de precios que afecta la vida de las personas.
Sin embargo, ¡el tren en la estación no puede esperar eternamente! y el tiempo de las reformas no se corresponde con las necesidades de los libaneses, quienes están viviendo la crisis desde hace mucho tiempo y en 2019- cuando iniciaron las protestas- pusieron de manifiesto la terrible situación.
Fue una suerte para los poderes fácticos, a saber, los estados, políticos y gobiernos, que a fines de ese año se produjo el inicio de la pandemia, y que conllevó medidas como aislamientos, mascarillas y distanciamiento social incesantes.
A la economía libanesa, al igual que a las empresas del mundo árabe, no le fue mejor. La situación empeoró y esto puede explicar su crisis actual que se agudizó, subrayada por supuesto por la explosión del puerto de Beirut en 2020 que mató a unas 217 personas y envió al estado a una caída en picada, acelerada por el punto muerto político que impedía la formación del gobierno. Con estas condiciones, las instituciones financieras mundiales dejaron de prestar dinero a Beirut.
Todo esto, supuestamente, se encontraría solucionado. Líbano, no está en crisis. A medida que continúa la lucha sobre si se encuentra en bancarrota o no, y probablemente no lo esté, esperamos que el Banco Mundial lo arregle. Todavía existen restricciones estrictas sobre la cantidad de dinero que las personas pueden sacar de sus cuentas bancarias, pero esto, probablemente, cambiará en el futuro cercano.
Y por lo tanto, hoy se nos dice que Líbano enfrenta un problema de liquidez y no de solvencia, lo que significa su incapacidad para cumplir con sus obligaciones a largo plazo. Si ese fuera el caso, no podría pagar sus deudas y por lo tanto la quiebra.
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Marwan Asmar- Editor y Escritor en Al Bawaba.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Bawaba el 7 de abril de 2022.