Por Amin Naeni para Middle East Institute
La toma de posesión durante la semana pasada del nuevo presidente de Irán, Ebrahim Raisi, fue anunciada como el advenimiento de un “Nuevo Irán” por el campo ultraconservador. Tras el fracaso del acuerdo nuclear de 2015 bajo su predecesor, Hassan Rouhani, el centro de poder de la República Islámica está dispuesto a provocar un cambio en la política exterior de Irán.
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Aunque las autoridades iraníes todavía están interesadas en la reactivación del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), Raisi representa un discurso de resistencia, y cree que Irán debe centrarse en frustrar las sanciones en lugar de tratar de levantarlas mediante negociaciones políticas. El punto focal de esta cosmovisión es la expansión de las relaciones con países no occidentales, y África juega un rol central en este esfuerzo. Raisi dijo recientemente: “en la nueva administración, todas las capacidades [de Irán] para la cooperación con los países africanos se activarán seriamente”. Esto plantea la pregunta de por qué África es tan importante para el discurso de resistencia y si el continente ofrece tanto potencial como Teherán cree que tiene.
“Eje de resistencia”
Si bien Irán fue durante mucho tiempo una gran potencia en Medio Oriente, bajo el régimen de la República Islámica se le conoce, más recientemente, como parte del llamado ‘eje de resistencia’. Este concepto surgió de un discurso basado en la creencia de que ‘los chiítas sufrieron colectivamente a lo largo de la historia’ [1] y que la República Islámica, como ‘gobierno de resistencia’, debe proporcionar disuasión contra los ‘poderes dominantes’. El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei, es el artífice de esta estrategia, que tiene como objetivo desafiar el status quo en Medio Oriente.
Las autoridades iraníes ven la ‘resistencia’ como una estrategia de contrapeso contra la estructura geopolítica de las relaciones internacionales. Creen que esta estructura fue construida e impuesta por Estados Unidos, lo que representa una amenaza existencial para la República Islámica. La política de cambio de régimen de Washington en la década de 2000 en Medio Oriente y Asia Central empujó a Teherán a crear y fortalecer el “eje de resistencia” para construir una profundidad estratégica en Medio Oriente, donde se le identifica como principal amenaza. [2]
Sin embargo, la órbita geopolítica de Irán no se limita a su propio vecindario, como dejó en claro el líder supremo en un discurso a los comandantes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) en octubre de 2019: “no se pierdan esta vasta geografía de resistencia. No se pierdan esta mirada transfronteriza. [Nosotros] no deberíamos estar satisfechos [sólo] con nuestra región”. La orientación geopolítica de la República Islámica se basa en dos pilares fundamentales: primero, una estrategia de ‘mirar hacia el Este’ que se persigue mediante la firma de contratos a largo plazo con las principales potencias orientales ーcomo lo ejemplifica el acuerdo de 25 años con China y el probable próximo acuerdo de 20 años con Rusiaー para construir un bloque con el Este contrariando los esfuerzos de EEUU por establecer un orden mundial unipolar; y en segundo lugar, el ‘tercermundismo’ destinado a expandir la influencia de Irán en el ‘Sur global’. Ambos están diseñados para impulsar la capacidad de disuasión general de Irán contra la amenaza de un cambio de régimen.
Centrarse en África
África fue designada como uno de los principales objetivos de Teherán, puesto que busca expandir su influencia más allá de Oriente Medio. La presidencia de Mahmoud Ahmadinejad (2005-13) fue un punto de inflexión en el compromiso de Irán en el continente, ya que Teherán profundizó sus vínculos con los países africanos, en particular con los subsaharianos.
Aunque el suministro de petróleo iraní fue el elemento más importante en manos de Ahmadinejad, también se promovió una estrategia de ‘cooperación Sur-Sur’ [3] en países africanos mediante la construcción de infraestructura como hospitales, la creación de empresas y la concesión de préstamos. Fue parte de un panorama más amplio en el que el presidente Ahmadinejad se convirtió en la voz del centro de poder en Teherán y rechazó el orden mundial dominante, insistiendo no en la distensión sino en la neutralización de las amenazas a través de contra-amenazas, lo que se tradujo en la política de ‘resistencia’. Irán invirtió en varios países africanos, sin embargo los resultados no cumplieron con las expectativas. [4] Con el aumento de la tensión entre Irán y Occidente, la economía de Irán sufrió significativamente por las sanciones paralizantes impuestas por la administración del ex presidente estadounidense, Barack Obama. Por lo tanto, en 2013, cuando Rouhani sucedió a Ahmadinejad como presidente, la política exterior de Irán cambió de rumbo para centrarse en el diálogo con Occidente en un esfuerzo por poner fin al estancamiento sobre el programa nuclear de Irán. Esto iba en consonancia con la posición tradicional de los llamados moderados, que durante mucho tiempo se presentaron como defensores de una distensión con Occidente.
Con la victoria de Raisi ー quién tiene una estrecha relación con los principales centros de poder de la República Islámica ー en las elecciones presidenciales de junio comenzó una nueva era en la política exterior del país. Gholam Ali Haddad Adel, ex presidente del parlamento de Irán, declaró que el presidente Raisi “comprenderá y aceptará” el consejo del líder supremo y tratará de implementarlo, que “será único en comparación con los últimos cuatro presidentes”. Parece que la nueva administración tomará medidas basadas en la hoja de ruta de la ‘resistencia’ que el líder supremo ha trazado para empoderar a la República Islámica. Este marco probablemente hará que la administración Raisi reviva la política africana de Ahmadinejad, actualizándola y reforzándola para reflejar las condiciones cambiantes en Irán y el entorno internacional. Hay tres impulsores principales detrás de este probable renovado enfoque en África bajo la nueva presidencia.
“El mundo no se limita a Occidente”
Las autoridades iraníes enfatizaron con frecuencia el lema “el mundo no se limita a Occidente”, es decir, a EEUU y Europa. De hecho, es un punto focal en el discurso principal de la República Islámica, que los chiítas se niegan a aceptar la presión impuesta por las “potencias dominantes”. Con el fracaso del acuerdo nuclear bajo la administración de Rouhani, más funcionarios vinieron a repetir este lema, incluso el propio ministro de Relaciones Exteriores de Rouhani, Mohammad Javad Zarif, considerado como pro-occidental en Irán. Es probable que el interés de Teherán en cultivar y fortalecer las relaciones con el mundo no occidental aumente bajo la administración de Raisi. En su primera conferencia de prensa, el entonces presidente electo afirmó que “la política exterior de mi administración no se limitará al PAIC y consideraré una interacción amplia y equilibrada con el mundo”.
El campo conservador más amplio de Irán cree que Rouhani perdió demasiado tiempo y energía concentrándose en Occidente, y argumenta que tanto EEUU como Europa siguieron tratando de debilitar a la República Islámica. Tradicionalmente, el Irán posrevolucionario vio la expansión de los lazos con países no occidentales como un medio para contrarrestar las presiones ejercidas por Occidente en forma de sanciones lideradas por EEUU o esfuerzos de contención militar. La orientación geopolítica de Teherán “mirar hacia el Este” [5] y los esfuerzos para impulsar los lazos con potencias asiáticas como China, Rusia, e India fueron identificados por los líderes de Irán como una forma importante de contrarrestar esas presiones. Sin embargo, otras partes del mundo, especialmente África y América Latina, también son parte de esta estrategia iraní para impulsar su influencia económica y geopolítica al desviar su enfoque de Occidente.
El presidente Ahmadinejad fue un promotor clave de esta estrategia, con Irán asumiendo un compromiso sustancial en África durante su administración. En este sentido, Ahmadinejad declaró que “la cooperación extensa y profunda entre Irán y África contribuirá en gran medida a modificar las relaciones internacionales y el equilibrio regional”. Aumentó el número de embajadas iraníes en África y viajó al continente con más frecuencia que cualquier presidente anterior. Incluso los fabricantes de automóviles iraníes encontraron un mercado para exportar sus productos en África. En ese momento, mientras Occidente ejercía una presión cada vez mayor sobre Irán, África era vista como una oportunidad para que Teherán lograra avances políticos y económicos [6]. La mayor participación de Irán en el continente también tenía como objetivo socavar la unidad entre la comunidad internacional contra Irán en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Consejo de Seguridad de la ONU y la Agencia Internacional de Energía Atómica. [7]
En 2012, en una reunión con el presidente de Benin y el presidente de la Unión Africana, el ayatolá Khamenei identificó a África como un aspecto clave de la órbita geopolítica de Irán, diciendo que “el continente africano es parte del marco principal de la política exterior de la República Islámica de Irán”. Sin embargo, esto cambió bajo la administración de Rouhani, que prestó mucha menos atención a África en su política exterior. Con la transición al presidente Raisi, quien prometió promover una política exterior destinada a frustrar los esfuerzos de EEUU contra la República Islámica sobre la base del consejo de Khamenei, es probable que se reviva la importancia de los países no occidentales. Foad Izadi, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Teherán que tiene una estrecha relación con el campo de la línea dura, sugirió un cambio de prioridades geopolíticas bajo Raisi, afirmando que “la preferencia más importante de Raisi será cambiar la política exterior de la administración Rouhani que se basó en la interacción con Occidente”.
En otras palabras, la máxima “el mundo no se limita a Occidente” volverá a ser fundamental para la política exterior de Irán y la administración Raisi puede contar con el apoyo del parlamento, de mayoritaria ‘línea dura’, en este esfuerzo. En una reunión con el embajador de Zimbabwe en Irán en febrero, Hossein Amir Abdollahian, asistente especial del presidente del parlamento en asuntos internacionales y candidato a ministro de Relaciones Exteriores de Raisi, destacó que “el parlamento de Irán hace hincapié en el fortalecimiento de la cooperación en el importante continente de África”.
Eludir sanciones
Durante el primer mandato de Ahmadinejad como presidente (2005-2009), Irán se aprovechó de la subida vertiginosa de los precios del petróleo y se convirtió en un actor económico en África. Se lograron avances significativos en la promoción de la influencia iraní en el continente, particularmente en el África subsahariana. Sin embargo, las sanciones paralizantes impuestas por las administraciones de Obama y Trump cambiaron las reglas del juego, ya que los intereses económicos de Teherán se vieron socavados por rivales regionales como Arabia Saudita y Turquía.
Esto condujo a una nueva política, en la que las autoridades iraníes decidieron invertir en grupos de empresas basadas en el conocimiento (conocidas como Danesh Bonyan) e iniciativas para eludir las sanciones. Estas empresas suelen ser organizaciones privadas que buscan comercializar los resultados de la investigación, particularmente en medicina, optimización de la cadena de suministro de alimentos, mecanización agrícola y maximización del rendimiento de los cultivos. Como estas pequeñas empresas pertenecen al sector privado y su campo de trabajo está relacionado con productos humanitarios, son menos vulnerables a las sanciones. En los últimos dos años, con la retirada de EEUU del acuerdo nuclear de 2015 y la falta de voluntad de la UE para compensar a Irán por sus pérdidas económicas, el rol de las empresas basadas en el conocimiento para eludir las sanciones cobró mayor importancia. Dado que África es un mercado casi sin explotar en estas áreas y muchos países africanos dependen de los servicios importados de medicina, alimentación y agricultura, Irán tiene una oportunidad única de beneficiarse de la satisfacción de las necesidades de aquel continente.
Por ejemplo, en enero, la Casa de Innovación y Tecnología de Irán (iHit) abrió en Kenia, y Teherán tiene como objetivo establecer una zona económica en el país para fines de este año. Además, en junio comenzó a funcionar en Uganda una ‘oficina especializada para la exportación de productos biotecnológicos iraníes’. El embajador de Irán en la República Democrática del Congo (RDC) declaró que el segundo país africano más grande será la próxima prioridad de Teherán, invitando a las nuevas empresas iraníes y empresas basadas en el conocimiento a venir a la RDC. La Universidad de Ciencias Médicas de Teherán firmó un acuerdo con el Centro Africano de Desarrollo de la Salud, ubicado en Ghana, para cooperar en el campo de la nanotecnología médica. Y refiriéndose a una subvención de 200 millones de euros (235 millones de dólares) para apoyar las exportaciones a África, Farzad Piltan, el director general de la Oficina de Países Árabes y Africanos de la Organización de Promoción del Comercio de Irán, dijo: “en un plan de tres años, aumentaremos las exportaciones de Irán al continente a $1.1 mil millones”. Estos acontecimientos recientes son una clara señal del resurgimiento de la estrategia de Irán para África y sus esfuerzos por fortalecer sus lazos económicos con el continente.
Dada la inclinación de la administración de Raisi a ampliar las relaciones con actores no occidentales, es probable que apoye una mayor presencia iraní en África. Si bien las sanciones tienen poco impacto en las empresas involucradas, su expansión en el continente probablemente será una prioridad para la nueva administración. A principios de julio, Raisi dijo que una de las condiciones para quienes deseen trabajar con su gobierno será la ‘creencia compartida’ en las actividades de las empresas basadas en el conocimiento, destacando que “todos los funcionarios de la administración entrante deben tomarse en serio el apoyo a estas empresas”. No debe olvidarse que si Teherán mejora sus lazos económicos con los países africanos a través de estas empresas más pequeñas basadas en el conocimiento, más tarde, Irán puede tener una posición sólida en el vasto mercado africano para su petróleo y los productos de empresas más grandes, luego de cualquier flexibilización adicional de las sanciones bajo la administración de Biden.
Expandiendo la geografía de la resistencia
Las autoridades iraníes creen que lo que convirtió a la República Islámica en una potencia regional es su “política de resistencia” y, por lo tanto, necesitan expandirse más allá de Medio Oriente. Aunque Irán trato de profundizar su influencia en África durante las últimas dos décadas, la necesidad de un eje de resistencia más amplio se hizo evidente después del asesinato del General Qassem Soleimani, comandante del brazo de operaciones en el extranjero del CGRI, la Fuerza Quds, en enero de 2020. En este contexto, el general Ali Fadavi, subjefe del CGRI, dijo que el legado de Solemani se fortalecerá a medida que la geografía de la resistencia se expanda enormemente, en el futuro. Tasnim, una agencia de noticias cercana al CGRI, publicó un artículo justo después de la muerte de Soleimani, enfatizando que si la Fuerza Quds puede hacer que África sea parte de la profundidad estratégica de Irán, Teherán podrá atacar a EEUU allí, ya que Washington es más vulnerable en África que en otras regiones.
Otro objetivo de Teherán al expandir su influencia en África es contener a sus rivales regionales, incluidos Israel, Arabia Saudita y Turquía, los cuales se volvieron activos en el continente en los últimos años. Con este fin, la República Islámica está tratando de aprovechar su potencial ideológico entre los actores estatales y no estatales africanos. Espera que el Islam, y en particular la cosmovisión chií, le dé la oportunidad de aumentar su influencia en todo el continente. En este sentido, Irán se ha centrado en Nigeria, Senegal y Tanzania, un esfuerzo que probablemente se mantendrá y fortalecerá bajo la administración de Raisi.
Además, uno de los principales impulsores de la orientación geopolítica de Irán, es influir en países donde la gente o los gobiernos ya tienen antagonismo cultural con Occidente. El sentimiento anticolonial en ciertas partes de África podría allanar el camino para que Irán y algunos países africanos alcancen una perspectiva común, lo que a su vez podría ampliar el rol de Irán en la región.
En los últimos ocho años, la voluntad de la administración Rouhani de buscar un acuerdo con Occidente chocó con las políticas regionales del “eje de resistencia” de Irán. Ahora, bajo el presidente Raisi, la estrategia de resistencia ー como principal herramienta de Teherán para contrarrestar el orden mundial dominante ー obtendrá el apoyo total de todos los centros de poder en Irán, incluida la administración. Amir Mousavi, un diplomático iraní retirado, dijo a Al Mayadeen TV en julio que “el eje de la resistencia se beneficiará plenamente de la victoria de Raisi” en las elecciones.
Conclusión
La presidencia de Raisi no cambiará los principios básicos de la política exterior de la República Islámica, que incluyen una confrontación gestionada con EEUU, y la voluntad de reactivar el PAIC en aras de la estabilidad económica. Sin embargo, Irán intensificará sus esfuerzos para girar hacia países no occidentales, y es probable que África se vuelva una parte cada vez más importante de este esfuerzo. En la mente de los funcionarios de Teherán, la expansión de los lazos con los países africanos se basa en una cosmovisión realista, que permite a la República Islámica defender sus intereses contra enemigos regionales y globales. Si bien EEUU ha atacado económicamente a Irán dos veces en una década, la presidencia de Raisi ーleal a los centros clave de poder en la República Islámicaー le brindará a Teherán la oportunidad de perseguir sus intereses económicos, políticos, y de seguridad de lo que, se espera sea, su profundización estratégica africana. De hecho, los funcionarios iraníes creen que África es una oportunidad para que Teherán rechace el orden mundial dominante, que la República Islámica reconoce como una amenaza para su identidad y discurso.
Durante la administración de Ahmadinejad, Irán siguió una política africana similar con resultados insatisfactorios. En aquel entonces, los países africanos, debido a la presión de Occidente, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, demostraron una fuerte aversión a ampliar sus lazos estratégicos con Irán. Esto ilustra la brecha entre el potencial real de África para Irán, y lo que Teherán prevé. Sin embargo, la administración de Raisi deberá promover una orientación africana en su política exterior para convencer al público internacional y, en particular, al público nacional de que el país tiene alternativas. Esto resalta la importancia de la cosmovisión que sostiene que “el mundo no se limita a Occidente”, independientemente de los resultados. Otra oportunidad para la nueva administración sería la reactivación del PAIC; Raisi mostró su inclinación a ello y parece que Teherán inevitablemente necesitará las conversaciones del PAIC para reducir la presión de EEUU, lo que permitiría al nuevo presidente continuar con su política hacia África. Si bien Rouhani estaba interesado en revivir el acuerdo como una forma de mejorar la relación de Irán con los países occidentales, la nueva administración tiene como objetivo aprovechar el PAIC para invertir en países no occidentales y así protegerse aún más contra Occidente.
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Amin Naeni es investigador de proyectos en el Departamento de Estudios Regionales de la Universidad de Teherán. Completó su maestría en estudios de Medio Oriente y África del Norte en la Universidad de Teherán.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 11 de agosto de 2021.
REFERENCIAS:
[1] Soltaninejad, Mohammad. 2018. “Coalition-Building in Iran’s Foreign Policy: Understanding the ‘Axis of Resistance’.” Journal of Balkan and Near Eastern Studies.
[2] Fathollah-Nejad, Ali. 2021. Iran in an Emerging New World Order From Ahmadinejad to Rouhani. Palgrave Macmillan. available at: https://doi.org/10.1007/978-981-15-6074-3
[3] Mohammad Rahim Eivazi (2008), An Analysis of Foreign Policy of President Mahmoud Ahmadinejad, Rahbord Yas, Vol 14 (in Persian).
[4] Vatanka Alex. 2016, Iran’s Awkward Diplomacy in Africa, The National Interest, available at: https://nationalinterest.org/feature/irans-awkward-diplomacy-africa-15571
[5] Mousavi, Hamed and Naeni, Amin. 2019. “Iran and Russia Pivot to the East: Was It U.S. Pressure?” Middle East Policy, available at: https://doi.org/10.1111/mepo.12441
[6] Heibach, Jens. 2020. “Sub-Saharan Africa: A Theater for Middle East Power struggles.” Middle East Policy, available at: https://doi.org/10.1111/mepo.12495
[7] Lefebvre, Jeffrey A. 2019. “Iran’s Scramble for Sub-Saharan.” Insight Turkey, available at: https://doi.org/10.25253/99.2019211.10