Por Francesca Albanese y Samar Muhareb para Jadaliyya
Estados Unidos (EEUU) anunció recientemente sus planes de restablecer la ayuda financiera para la Agencia de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por su sigla en inglés) con una contribución de 150 millones de dólares como parte de su paquete global de ayuda a los palestinos. El restablecimiento de la ayuda de EEUU a la UNRWA, y a los palestinos en general, es muy bienvenido y necesario. Sin embargo, los problemas a los que se enfrenta la Agencia no son sólo financieros. Incluso después de la reanudación de la financiación estadounidense, un enfoque caracterizado por ‘más de lo mismo’, la ampliación de la base de donantes y una mayor eficiencia de los programas y las operaciones no es probable que funcione, en primer lugar para los refugiados. Además, la ‘agenda de reformas’ solicitada por Estados Unidos como condición para restablecer la ayuda plantea riesgos que sólo pueden evitarse mediante una reafirmación renovada, compartida y audaz del mandato, la visión y la dirección estratégica del organismo. La próxima Conferencia de la UNRWA ofrece una oportunidad para apoyar y llevar adelante esta visión y no debe perderse.
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La renovación del apoyo financiero no podía llegar en un momento más crítico. La propagación del COVID-19 deterioró notablemente una situación humanitaria ya de por sí grave en la mayor parte de la zona de operaciones de la UNRWA: Cisjordania y Gaza bajo una inquebrantable ocupación colonial y de asentamientos, con esta última también bajo un bloqueo ‘medieval’ de catorce años; Siria atrapada en una guerra violenta y aún persistente de diez años; Líbano en una espiral económica y política descendente, además de la reciente agitación en Jordania.
En este momento de mayor demanda de los servicios de la UNRWA, el empeoramiento de las condiciones financieras mermó la capacidad de la Agencia para responder a las necesidades de los refugiados. Además, tras el acuerdo de normalización con Israel, los países del Golfo, como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), redujeron sus anunciadas contribuciones a la UNRWA, lo que demuestra que la situación en la que opera seguirá viéndose afectada por el contexto geopolítico.
Aunque es positiva, la reanudación de la financiación estadounidense no apacigua todas las preocupaciones. En primer lugar, la cantidad que Estados Unidos acaba de comprometerse a desembolsar es menos de la mitad de lo que solía aportar antes de la desfinanciación —360 millones de dólares en 2018—. Por lo tanto, es necesario que esta contribución inicial se complete pronto para igualar el resto de la contribución anterior. Cabe recordar que el apoyo financiero y político a la UNRWA sigue constituyendo el mínimo de la responsabilidad de la comunidad internacional hacia los refugiados, hasta que se logre una solución justa y duradera a su situación.
En segundo lugar, las predicciones anticipan que incluso después de la reanudación de la financiación estadounidense, en 2021 se manifestará la peor crisis financiera desde la creación de la Agencia. Las señales están ahí. La UNRWA seguirá registrando un número cada vez mayor de refugiados. Este es el efecto de la prolongada falta de resolución de la cuestión de los refugiados palestinos, no de la voluntad y el modus operandi de la UNRWA. Además, seguirá resintiendo la reducida capacidad de autosuficiencia de los refugiados, con lo que es probable que aumenten las exigencias a la Agencia y la dependencia de sus servicios. Esto va a ser el resultado de las guerras y la inestabilidad que asolan la zona de operaciones del organismo, pero también de la contenida y limitada capacidad empresarial palestina, que cada vez es menos bienvenida en la región árabe en comparación con el pasado. Por último, pero no por ello menos importante, la crisis de COVID-19, que tuvo una repercusión mundial, puede dificultar que otros donantes cumplan sus compromisos.
En tercer lugar, la reanudación de la financiación de EEUU implica un fuerte mensaje político en apoyo de los refugiados palestinos y de la UNRWA, después de los abrasadores esfuerzos por negar su legitimidad, llevados a cabo por los seguidores políticos y los expertos de EEUU, Israel y otros países durante la última década, que sin duda debilitaron la resistencia de la Agencia y su capacidad para centrarse en el trabajo que debe hacerse. El fin de una lucha diplomática muscular con EEUU es aún más bienvenido en un momento en que las oportunidades de la UNRWA para construir alianzas son más escasas, tanto a nivel regional como internacional, con una creciente indiferencia hacia la difícil situación de los refugiados palestinos y la necesidad de apoyar al organismo Trágicamente, esto ocurre en el momento en que los esfuerzos del organismo en la región son más necesarios que nunca, como el apoyo a los refugiados palestinos en Siria a través de la muy necesaria reconstrucción que merecen las instalaciones de la UNRWA en los países.
Está claro que los problemas a los que se enfrenta la UNRWA no son sólo financieros. Seamos francos: los problemas de dinero casi perpetuos —como se refleja en sus informes anuales a la Asamblea General de la ONU desde principios de la década de 1950— dejan claro que ‘gestionar’ por sí solo la dimensión humana del conflicto palestino-israelí, trágicamente personificado por el destino impuesto a los refugiados, ya no funciona. Esta realidad, y el vacío político en torno a la cuestión de los refugiados palestinos que se produjo tras el colapso del Proceso de Paz de Oriente Medio, hace necesario una revisión crítica y fundamental de la forma en que se trató la cuestión de los refugiados palestinos, y de cómo la Agencia interpretó y aplicó su mandato durante las últimas siete décadas.
Es necesario un cambio fundamental en la forma de abordar la cuestión de los refugiados palestinos, y la UNRWA debe estar en el centro de este debate. No sólo por lo que representa como Agencia de la ONU cuyo mandato emana de la Asamblea General, sino también por los refugiados que protege. Se necesita tiempo para explorar, discutir y articular diferentes visiones y escenarios económicos, políticos y sociales. Y aún así, existe una oportunidad, y es una que el organismo, en interés de los refugiados palestinos, no debería perder.
Actualmente se está preparando una conferencia internacional sobre la Agencia, aunque no se fijó una fecha. Según un memorando del propio organismo consultado por los autores, la próxima conferencia pretende reforzar su capacidad para prestar servicios a los refugiados palestinos de forma sostenible y previsible, de acuerdo con su mandato. Al parecer, esto forma parte del proceso, a medio plazo, de planificación hacia una nueva visión y estrategia para la UNRWA. Este evento presenta una oportunidad de oro para que el organismo aborde cuestiones vitales de su actual déficit fiscal, sostenibilidad, mandato y, por último, pero no menos importante, cómo garantizar la protección y el bienestar de millones de refugiados en la región y su crítica situación humanitaria y política.
Es encomiable que Suecia y Jordania estén participando activamente en la dirección de los preparativos de la conferencia, de forma similar a los recientes actos de compromiso que tuvieron lugar desde el inicio de la crisis financiera, tras la retirada de la financiación estadounidense, a principios de 2018. La centralidad de ambos países en este proceso es fundamental. Aunque Jordania alberga el mayor número de refugiados palestinos de la región, se está asociando con Suecia en este esfuerzo, lo que puede verse como una reafirmación de la centralidad de la cuestión de los refugiados palestinos como una cuestión regional y una responsabilidad internacional no resuelta ,en contraposición a una cuestión bilateral de estatus permanente, como la había definido Oslo.
Es deseable que la próxima conferencia permita a la UNRWA y a sus principales actores reflexionar sobre los resultados y las lecciones aprendidas en la última década en un contexto participativo. A diferencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la UNRWA tiene un camino que recorrer para asegurarse de que los refugiados palestinos, así como la sociedad civil pertinente, incluyendo el mundo académico y las ONG, participen de manera significativa en los entornos en los que se toman las decisiones esenciales, como las reuniones de la Comisión Consultiva de la Agencia, así como en sus procesos de planificación estratégica.
La próxima conferencia ofrece la oportunidad de intentar hacer las cosas de forma diferente. Por ejemplo, la UNRWA podría aprovechar la experiencia de las conferencias de Bruselas sobre el futuro de Siria y la región, así como el enfoque de múltiples partes interesadas de ACNUR para responder de manera integral a las situaciones de los refugiados, incluidas las prolongadas. Si se involucra a los representantes de los refugiados, la sociedad civil, las ONG (internacionales) y el mundo académico en los preparativos de la conferencia —incluso mediante la convocatoria de debates de grupos de discusión en los campos de refugiados— y en la propia conferencia mediante la convocatoria de un diálogo con la sociedad civil antes del segmento ministerial de alto nivel, es probable que se obtenga un resultado más sostenible.
Varias organizaciones de la región, como Aidoun, Arab Renaissance for Democracy and Development’s (ARDD), BADIL y otras, están en una posición privilegiada para trabajar como puente entre los refugiados, la sociedad civil y los responsables políticos. UNRWA, Suecia y Jordania deberían aprovechar a estos actores y redes para involucrar a las voces de los refugiados en el sostenimiento del organismo y en el trazado de una visión y una estrategia a medio plazo para ir más allá de la mera ‘gestión del problema de los refugiados’ hacia un enfoque integral que aborde los diversos aspectos de la situación de manera prolongada.
Únicamente cada una década, más o menos, la UNRWA tiene la posibilidad de organizar una conferencia internacional, y no puede permitirse el lujo de perder la oportunidad de hacerlo bien y deben utilizarla estratégicamente para obtener el mejor resultado posible tanto para la Agencia como para los refugiados. Esta puede ser la única ocasión para que la UNRWA y otras partes interesadas, y lo que es más importante, los refugiados palestinos, tengan la oportunidad de debatir abiertamente una agenda o reforma del organismo antes de que alguien se la imponga a una UNRWA desfinanciada, agotada e incluso más acorralada que de costumbre.
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Francesca P. Albanese es abogada de derechos humanos, especializada en cuestiones de refugiados en el mundo árabe. Es coordinadora del Programa sobre la Cuestión de Palestina, en ARDD y es investigadora afiliada al ISIM.
Samar Muhareb es cofundadora y directora de ARDD. Es una experta en el campo de los derechos humanos, los asuntos de los refugiados, la respuesta humanitaria y el empoderamiento de las mujeres en Jordania y Oriente Medio.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Jadaliyya el 16 de abril de 2021.