Por Marwan Asmar para Albawaba
Después de casi seis años de relaciones diplomáticas bastante congeladas entre Arabia Saudita e Irán, las cosas podrían estar cambiando. Tanto Teherán como Riad parecen querer dejar atrás el “congelamiento” para abrirse a un nuevo capítulo.
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Aunque de una manera accidentada, los dos estados quieren un nuevo conjunto de relaciones diplomáticas para demostrar que ambas potencias rivales en la región están a la altura de su estatus de gran potencia en el Golfo y el Medio Oriente.
Si bien es cierto que aún quedan muchos expedientes por resolver: el conflicto yemení, el apoyo de aliados regionales y las ambiciones nucleares de Irán que aún deben debatirse y revisarse a nivel mundial con respecto a los Estados Unidos – existe un nuevo sentido de realismo entre Arabia Saudita e Irán que se está dando cuenta de que las cosas tienen que cambiar.
Esto tal vez fue favorecido por el cambiante entorno internacional, por supuesto, y el inicio de la administración estadounidense con el nuevo presidente demócrata Joe Biden en la Casa Blanca. Quién reemplazó a Donald Trump, que era un partidario abiertamente a favor de Riad, algo que puede haber endurecido la postura saudí hacia Irán.
Y entra Irak
¡Y no solamente esto! Con las últimas y recientes reuniones entre funcionarios saudíes e iraníes, muchos interpretan esto como un “todo” listo. La última reunión es la cuarta que se celebrará entre las dos partes en 2021 sobre las relaciones y los desarrollos bilaterales a pesar de la retórica que ocasionalmente se escucha en las dos capitales.
Este intercambio de diálogo es la primera vez que las dos partes comenzaron a hablar continuamente desde 2016 cuando se cortaron las relaciones entre los dos países, dado que los iraníes saquearon la Embajada de Arabia Saudita en Teherán y el Consulado del Reino en Mashhad. Las relaciones incluso llegaron a un punto de ebullición, a causa de que Riad ejecutó a un destacado clérigo chiíta llamado Nimr Al Nimr, lo que agravó las relaciones entre las dos partes.
Dejando de lado los detalles, las negociaciones que se están llevando a cabo comenzaron el 9 de abril de este año y continuaron a partir de entonces el 10 de mayo. Funcionarios saudíes e iraníes se reunieron cuatro veces, la última a fines de agosto y en paralelo se están llevando a cabo más conversaciones ‘privadas’. Es más, el primer diálogo se celebró con la bendición de Hassan Rohani, el ahora ex presidente iraní, y el nuevo presidente de Teherán, Ebrahim Raisi, alienta ahora la “el continuo diálogo”.
Podría ser asombroso saber que la “iniciativa de conversación de Riad-Teherán” se había instituido desde Bagdad con el primer ministro iraquí Mustapha Kadhimi a la cabeza para unir a los dos estados, permitiendo un espacio y margen de maniobra para que sus funcionarios se sentaran a hablar y explorar diferentes opciones para la reactivación de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita.
A través de estas reuniones y conferencias, Bagdad demostró ser un partido invaluable para apoyar la mediación entre todas las partes. El gobierno está demostrando ser un significativo vínculo entre todas las partes: a nivel nacional, regional e internacional. Es más, el premier Kadhimi está mostrando – y con éxito – que se puede hablar con las dos partes pro-iraníes dentro de Irak mientras habla con Teherán, y aún así ampliar su diálogo con los saudíes y Riad como un verdadero mediador y facilitador. Sin duda, es bastante diplomacia pero parece estar funcionando.
Si bien todavía no se ha concretado nada de las conversaciones, el hecho de que haya un diálogo demuestra que ambas partes están interesadas, por primera vez, en resolver cuestiones pendientes desde hace mucho tiempo entre las dos capitales. El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad Bin Salman, también conocido como el efectivo gobernante saudí, había dicho durante mucho tiempo que quería un avance diplomático entre los dos países.
De manera similar, su padre, el rey Salman, recientemente, a través de su mensaje a la Asamblea General anual de la ONU, extendió una mano abierta a Irán, diciendo que esperaba que las conversaciones actuales conduzcan a “resultados tangibles” entre Riad y Teherán. Sin embargo, advirtió a Irán sobre su programa nuclear, su continuo enriquecimiento de uranio y sus obligaciones internacionales a través del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC). Esto de alguna manera amortiguó la ‘positividad’ sobre las conversaciones “activas-inactivas”, pero esto es diplomacia.
Sin embargo, el rey Salman pasa por alto el hecho de que fue Trump quien abandonó el tratado nuclear de Irán de 2015 en 2018 y quien aplicó las sanciones a Irán mientras enmarañaba aún más el problema con Estados Unidos y la Administración Biden, que están en el proceso de renegociar la entrada de Estados Unidos, quienes están a la espera de nuevos compromisos por parte de Teherán. Por este motivo, Irán también se está tomando su tiempo, confiando en la diplomacia silenciosa porque, después de todo, fue Washington el primero en “poner un bozal” a tal acuerdo.
Una carta saudita
Es difícil imaginar dónde encaja Arabia Saudita en este proceso, pero Irán cree que hablar con Arabia Saudita a largo plazo le permitiría usar a Riad como una herramienta de presión en cualquier configuración futura relacionada con las negociaciones nucleares con Washington. Sus primeros días con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que Estados Unidos no seguirá esperando a que Irán se decida sobre el acuerdo del PAIC.
Sin embargo, esto habilita a que la política internacional se juegue en los más altos riesgos. Con todo, lo que parece estar claro, e independientemente de las complicaciones de un acuerdo nuclear con Irán y las complejidades de renegociar otro acuerdo que en sí mismo traería todo tipo de otras complicaciones, dado que el centro de la cuestión es que la administración Biden quiere un Medio Oriente más pacífico, mientras dirige su atención a China, Europa y posiblemente Australia.
Y en este sentido, puede ser lo saudí que Washington bendecirá en el nuevo acercamiento saudí-iraní que probablemente despegue sin importar cuándo. Hablar es siempre una mejor opción que el frío silencio. No obstante, y aparte de Irak, muchos elogian el potencial relanzamiento de las relaciones entre dos grandes potencias regionales, no sólo por razones políticas y diplomáticas, sino también por sus implicaciones en sus economías.
Este es el caso tanto de Riad como de Teherán, ya que el primero dejaría de mirar por encima del hombro en busca de misiles no tripulados hutíes disparados contra sus campos petroleros y bases aéreas desde el norte de Yemen hacia Arabia Saudita. Mohammed ben Salman quiere abandonar el ángulo externo y concentrarse en su Visión 2030 para desacoplar aún más las rupturas en su búsqueda de modernizar Arabia Saudita.
Esto es lo que también quiere el nuevo presidente iraní, Ebrahim Raisi, quien busca reducir los compromisos y aventuras exteriores de Irán mientras se concentra en mejorar el deterioro del ángulo doméstico en Irán. Son estos dos aspectos los que quizás empujen a las dos partes a una era más positiva.
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Marwan Asmar doctorado en ciencias políticas y editor general de Albawaba.com. Es responsable de artículos en inglés relacionados con la región MENA. Teniendo una larga carrera en periodismo trabajando en Jordania y el Golfo desde 1993.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Albawaba el 2 de octubre de 2021.