Por Jaber Suleiman para Al Shabaka
La desastrosa explosión que sacudió el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020 agravó en gran medida el impacto de la pandemia del COVID-19, que le siguió a la grave crisis financiera que había provocado masivas protestas populares a finales de 2019. La economía libanesa se encuentra ahora en un colapso casi total, con el valor de la moneda nacional cayendo en picada en un 80% y más de la mitad de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza. Esta nota política analiza el efecto de esta crisis de múltiples capas en los refugiados palestinos en Líbano, la comunidad de refugiados más antigua del país. En concreto, examina sus estrategias de afrontamiento y aborda la cuestión de la responsabilidad para mitigar las consecuencias de esta crisis sobre los refugiados.
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El alcance de la crisis
Aunque las cifras exactas son difíciles de determinar, casi medio millón de refugiados palestinos en el Líbano están registrados en el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (OOPS). Más de la mitad de ellos viven en 12 campos de refugiados repartidos por todo el Líbano, un país con aproximadamente 1,5 millones de refugiados. Han sido uno de los grupos más afectados por el colapso económico, las medidas de cierre instituidas a raíz del COVID-19 y la explosión del 4 de agosto. Aunque la explosión no afectó físicamente a los campos de refugiados, la magnitud de la destrucción, que arrasó el principal silo de grano del país, además de la actual crisis económica, han tenido consecuencias nefastas para las comunidades de refugiados que dependen de la distribución de dinero en efectivo para alimentar a sus familias.
Estas comunidades de refugiados ya padecían la peor crisis económica del Líbano. Cabe destacar que una encuesta realizada en 2015 por el OOPS y la Universidad Americana de Beirut (AUB) reveló que el 65% de los palestinos en el Líbano vivían por debajo del umbral de la pobreza, frente al 35% de los libaneses, y que el desempleo palestino había alcanzado el 56%. Sobre la base de estos datos, el análisis de las tendencias económicas y los efectos desproporcionados de las crisis en las comunidades marginadas, es seguro que la pobreza y el desempleo palestinos se han agravado mucho desde la encuesta de 2015.
Muchas instituciones del Líbano despidieron a un gran número de sus trabajadores, redujeron los salarios de los trabajadores que se quedaron y expulsaron al personal no libanés, en particular a los trabajadores palestinos. A estas alturas, muchos trabajadores palestinos no cualificados de sectores como la agricultura y la construcción se han quedado sin trabajo. El efecto de la pérdida de puestos de trabajo y medios de subsistencia se ha visto magnificado por la disminución del poder adquisitivo de la libra libanesa y la dificultad de recibir remesas de las familias palestinas en el extranjero. Los modestos ahorros de muchas familias se han agotado y ha aumentado el número de personas que no pueden cubrir los gastos de tratamiento médico, comprar medicamentos o pagar las tasas universitarias y escolares.
También han disminuido los servicios de la OOPS como consecuencia de las crisis financieras regionales y mundiales, incluso cuando las necesidades socioeconómicas se multiplicaron. También ha disminuido la ayuda proporcionada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la Autoridad Palestina (AP) y diversas facciones palestinas. Al mismo tiempo, se ha informado de un aumento de los trastornos sociales y psicológicos entre los jóvenes palestinos de los campos. A esto se suma la preocupación por los intentos de algunos partidos extremistas de reclutar a jóvenes para que sirvan a sus agendas.
La sociedad civil responde
Aunque la OLP, la AP y varias facciones han aumentado recientemente su modesta ayuda a la sanidad, la educación y la asistencia en especie y en efectivo, la sociedad civil ha desempeñado el papel más crucial. Numerosas iniciativas comunitarias locales han prestado diversas formas de asistencia a los sectores de población más afectados. Por ejemplo, los equipos de Defensa Civil de los campamentos organizaron medidas preventivas en las entradas y dentro de los campamentos para ayudar a evitar la propagación de la enfermedad. Otros grupos civiles apoyaron la fabricación de máscaras con el patrón del keffiyeh palestino (que cubre la cabeza), ayudando a recaudar fondos y proporcionando asistencia en efectivo y en especie a los ancianos y a los más vulnerables. Además, los equipos de la Defensa Civil Palestina participaron en las labores de rescate tras la explosión junto a otros grupos de jóvenes, retirando escombros y prestando una modesta ayuda a los directamente afectados. Algunos de estos esfuerzos fueron reconocidos y recibieron cobertura de los medios de comunicación.
Además, OOPS organizó un llamamiento urgente para COVID-19 durante la primavera y el verano de 2020 que tenía como objetivo recaudar 14 millones de dólares para las necesidades inmediatas. Esto incluyó la asistencia material a los grupos vulnerables y un mayor apoyo a las intervenciones de salud a través de sus áreas de operación en el Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. En agosto de este año, OOPS lanzó otro llamamiento para COVID-19 que pretende recaudar 94,6 millones de dólares para mitigar los peores impactos de la pandemia en 5,6 millones de refugiados palestinos registrados en Oriente Medio hasta diciembre de 2020. Los fondos recaudados a través de este llamamiento se destinan a la asistencia en efectivo y alimentaria, la atención sanitaria y la educación.
Mientras tanto, se ha formado un comité sanitario conjunto para hacer frente a la propagación del virus que incluye a las agencias de la ONU, la OLP, la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina, Médicos sin Fronteras y varias organizaciones locales de la sociedad civil. El OOPS también ha establecido un mecanismo de coordinación con el Ministerio de Sanidad libanés.
Queda mucho más por hacer
El sistema de la ONU, la OLP y la sociedad civil tienen que hacer más para apoyar a los refugiados palestinos y a otros grupos vulnerables a la hora de enfrentarse a los efectos agravados de las crisis que les afectan de forma desproporcionada. De hecho, Claudio Cordone, Director de Asuntos de la OOPS en el Líbano, declaró recientemente: “Debemos ayudar a los refugiados de Palestina en el Líbano a superar otra tormenta que podría empujarlos aún más al borde de la desesperación”.
- A corto plazo, la OOPS debe seguir haciendo llamamientos de emergencia para atender las necesidades inmediatas, incluyendo el lanzamiento de un proyecto de ayuda de emergencia de una duración de un año para cubrir las necesidades básicas de los refugiados palestinos que sufren estas complejas crisis, y pidiendo a los donantes que incluyan a los refugiados palestinos en los planes de respuesta de emergencia para el Líbano.
- A medio plazo, debe crearse una red de seguridad económica y social que garantice la protección diaria de los derechos de los palestinos en el Líbano, con la participación de la OOPS, la OLP/AP y organismos clave de la ONU como UNICEF, el PNUD y la OMS, todo ello en coordinación con el país de acogida.
- El gobierno libanés actual y el futuro deben adoptar una política responsable y transparente hacia los refugiados palestinos. En concreto, deben garantizar que los refugiados estén incluidos en la ayuda humanitaria urgente que llega al Líbano, en términos de alimentos, medicinas, asistencia sanitaria y otros campos, y hacerlo en coordinación con la OOPS.
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Jaber Suleiman es un investigador/consultor independiente en Estudios sobre Refugiados. Desde 2011, trabaja como consultor y coordinador del Foro de Diálogo Palestino Libanés en la Iniciativa del Espacio Común, el Proyecto de Apoyo del PNUD sobre la Creación de Consenso y la Paz Civil en el Líbano. Ha escrito varios estudios sobre los refugiados palestinos y el derecho al retorno.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Shabaka el 29 de septiembre del 2020.