Por Nouran Ragrag para The Tahrir Institute For Middle East Policy
La revolución Libia de 2011 y la violencia posterior, agravaron las vulnerabilidades que enfrentan las mujeres y las niñas durante y después del conflicto. La inseguridad de las mujeres en Libia representa uno de los principales factores que desafía la igualdad de género y el status quo, obstaculizando el proceso de reconciliación y de paz. Las mujeres y activistas de la sociedad civil que encabezaron la revolución el 17 de febrero de 2011, fueron constantemente amenazadas, — cuando no asesinadas a plena luz del día—, en un intento por silenciar sus voces y desviar sus esfuerzos hacia el activismo pacífico.
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Desde la revolución, las mujeres libias lideraron cambios a nivel local y nacional. La mayoría de las organizaciones de la sociedad civil libias están dirigidas por mujeres y, hasta el día de hoy, desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la cohesión social en una sociedad profundamente fragmentada. La falta de instituciones funcionales en Libia hizo que las organizaciones de la sociedad civil fueran necesarias para mantener la estructura durante la agitación que siguió a la caída del régimen de Gadafi. Sin embargo, estos esfuerzos liderados por las mujeres no se reflejaron en ninguna apariencia de inclusión en la reconciliación nacional ni en su participación política. Las mujeres libias se enfrentaron a la violencia sistémica de los organismos gubernamentales y, en consecuencia, siguen considerándose ciudadanas de segunda clase. Además, las continuas dificultades económicas afectaron y exacerbaron las desigualdades de género preexistentes.
Frente a estos desafíos, un grupo de 38 mujeres expresaron sus preocupaciones en Ginebra, con la intención de ser escuchadas por la comunidad internacional y los medios de comunicación, declarando que es inaceptable que se las excluya como partes interesadas ya que son las que más tienen que perder en el actual conflicto. El grupo políticamente diverso, subrayó su compromiso para permitir que las mujeres de todo el mundo se conviertan en pacificadoras, en lugar de víctimas de conflictos, y para que “un día el resto de la sociedad libia pueda seguir su ejemplo y unirse a la paz”.
Esta iniciativa de 2015, de ONU Mujeres y la Misión de Apoyo de la ONU en Libia (UNSMIL, por su sigla en inglés) y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Suiza, produjo una Agenda Mínima de Paz de Mujeres para Libia. Se centró en proteger “el derecho de las mujeres a una representación del 30 por ciento en el gobierno y los órganos electos, consagrando la igualdad de género en la nueva Constitución y reformando las leyes para proteger el derecho de las mujeres a vivir libres de violencia”. El grupo también llegó a un consenso sobre las formas para asegurar la paz y proteger los derechos de las mujeres “durante los procesos de paz y de transición”.
Sin embargo, la agenda de Mujeres, Paz, Seguridad (MPS) en Libia careció de mecanismos de implementación y, por lo tanto, no fue tan efectiva como en países que experimentaron condiciones similares posteriores al conflicto, como es el caso de Liberia.
Debido a estas condiciones, varias activistas y feministas optaron por huir del país o abstenerse de seguir participando en el servicio público por temor a su inseguridad. Estas preocupaciones de seguridad afectan profundamente aspectos de la inclusión en el proceso político libio y plantean graves implicancias para el futuro de los derechos de las mujeres en el país.
Un examen de la participación de las mujeres en los procesos de paz encontró pruebas limitadas de su activismo significativo durante la última década. A pesar de la inclusión de las organizaciones de mujeres en los procesos liderados por la ONU, no hubo indicios de que fueran invitadas a desempeñar un papel de liderazgo o de que se hayan priorizado sus preocupaciones. La comunidad internacional “evitó presionar por la igualdad de género frente a la resistencia local” —como fue evidente en las iniciativas locales de mediación y reconciliación— “dado que los ancianos masculinos en Libia no participaban en reuniones con mujeres, se establecieron reuniones separadas para ellas”. Estas barreras existen a pesar de que uno de los asistentes a estas reuniones informó que “las mujeres tienden a observar el panorama más amplio del conflicto y plantean preocupaciones como la seguridad a nivel familiar”. Las mujeres en Libia también “se muestran más abiertas en los esfuerzos de reconciliación, dispuestas a trabajar por encima de las afiliaciones tribales”, como en Sabha, donde un trabajador de una ONG declaró que las mujeres habían establecido relaciones por encima de las diferencias tribales.
No obstante, es justo decir que las mujeres libias continúan su lucha hasta el día de hoy con una representación insuficiente, incluso en el último Foro de Diálogo Político Libio (LPDF, por su sigla en inglés). Las mujeres a menudo son objeto de una representación simbólica y sus visiones rara vez se respetan. Y de acuerdo con patrones pasados, las redes sociales ridiculizaron la participación de las mujeres en el Foro y sus presentaciones sobre el futuro de Libia. Los problemas que rodean la participación femenina son multifacéticos. Socialmente, las mujeres todavía son consideradas débiles, inútiles y, por lo tanto, pertenecen a la vida doméstica o, como mucho, se les permite trabajar en un número limitado de capacidades. Económicamente, las mujeres enfrentan discriminación en el proceso de contratación y en el lugar de trabajo. Según los informes de ONU Mujeres y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la participación de la mujer en el proceso político también sigue tropezando con considerables obstáculos, a pesar del papel estadísticamente significativo que desempeñan en la reconciliación. Todo esto se complica por las normas culturales y tradicionales que a menudo se utilizan como excusa para sostener las prácticas sexistas.
La representación política y los derechos de las mujeres también se encuentran en un estado vulnerable debido a la falta de marcos legales sólidos. El entorno actual no aborda delitos como la violencia contra la mujer y la violencia sexual y de género. En Libia, tanto mujeres como hombres creen que “el marco para proteger los derechos de las mujeres debe fortalecerse“. Hasta 2015, la Constitución provisional y el nuevo proyecto de constitución no abordaron explícitamente los derechos de las mujeres. Por lo tanto, los derechos políticos de las mujeres siguen bajo las mismas amenazas que enfrentaban antes de que se introdujera el sistema de cuotas. La carencia de avances hacia los derechos políticos de las mujeres, la falta de representación en los nuevos cuerpos políticos y la ausencia de mecanismos de implementación que garanticen la representación de las mujeres, son indicios de ello. El sistema de cuotas, que aún se está impulsando en el marco del LPDF, se está haciendo por temor a que las mujeres no ganen ningún lugar en la mesa.
El informe del PNUD formuló recomendaciones con el objetivo de fortalecer la agenda de paz y seguridad para las mujeres libias. En primer lugar, da prioridad al apoyo a las mujeres políticas y autoridades nacionales, permitiendo y promoviendo así su participación significativa. A su vez, considera que el trabajo debe completarse con campañas informativas que resalten la importancia de cómo las cuotas protegen los derechos de las mujeres, además de campañas que arrojen luz sobre el papel de las mujeres en los consejos locales. En segundo lugar, destaca la importancia de reforzar el sistema de justicia sobre la base de la equidad de género, mediante el desarrollo de un plan de acción nacional para la paz y la seguridad de las mujeres.
Entre estas recomendaciones también se encuentra una nueva Constitución que garantice la igualdad ante la ley como parte de un esfuerzo más amplio para derogar leyes y políticas obsoletas y criminalizar la violencia de género. Por último, el informe destaca la importancia de fortalecer la seguridad pública para las mujeres en oficinas, hospitales y otras áreas donde luchan por obtener un acceso seguro a los servicios.
Estas recomendaciones brindan una visión realista de lo que se podría lograr a corto y mediano plazo con respecto a la agenda de las mujeres, la paz y la seguridad en Libia. Sin embargo, persistirán las luchas a más largo plazo para que las mujeres logren un lugar igualitario y redimible en la esfera política del país. Las mujeres deben continuar su batalla por la igualdad y seguir fortaleciendo el sistema de cuotas. Por último, los grupos de mujeres deben acoger a un colectivo más diverso de activistas e investigadoras que compartan el mismo objetivo: incluir a las mujeres en un nivel multifacético y garantizar su presencia y capacidad de toma de decisiones como parte del futuro político de Libia.
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Nouran Ragrag es graduada de la Maestría en Estudios Internacionales y Diplomacia de SOAS en la Universidad de Londres. Su tesis se centró en los obstáculos a la participación de las mujeres en la política y el proceso de paz y reconciliación en Libia después de 2011, y el estudio de caso se centró en la implementación de la agenda de Mujeres, Paz y Seguridad en Libia.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por TIMEP el 27 de abril de 2021.