Por Sam Hamad para The New Arab
Durante su exitosa campaña electoral, Biden prometió que bajo su presidencia no habría ‘’más cheques en blanco’’ para Abdel Fattah al Sisi, el autoproclamado “dictador favorito” de Donald Trump.
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En el mismo tuit, Biden hizo referencia a otros egipcios-estadounidenses que habían sido víctimas de al Sisi, incluido el activista por los derechos humanos Mohamad Soltan.
Queda por ver si Biden emitirá cheques en blanco a al Sisi o no, pero los presagios no se ven bien, y Soltan está en el centro de todo. El activista fue baleado, arrestado y condenado a cadena perpetua durante la masacre de Rabaa, y su único ‘’crimen’’ fue protestar pacíficamente contra el golpe antidemocrático que llevó a al Sisi al poder en 2013.
Permaneció prisionero político durante dos años y sufrió una cruel tortura. Después de una campaña mundial, finalmente fue liberado en 2015.
En 2020, Soltan presentó una demanda histórica en un tribunal de distrito de Estados Unidos en Washington DC contra el hombre que presuntamente fue responsable de su arresto y tortura: el ex primer ministro egipcio Hezam el Beblawi.
Si la demanda hubiera tenido éxito, habría sido un gran golpe para la impunidad global con la que operan Sisi y sus secuaces, algo parecido a la condena exitosa de algunos de los torturadores de Assad en Europa. Incluso puede haber tenido más impacto, dado que Estados Unidos es un firme aliado y patrocinador financiero-diplomático de Egipto.
Si Biden hubiera apoyado la demanda, habría enviado una señal sin precedentes de que tenía la intención de tomar en serio las promesas y lemas de su campaña sobre la prioridad de los derechos humanos. Hacer responsables a las principales figuras del régimen, incluso en ausencia en los Estados Unidos, podría haber enviado ondas de miedo a través de un régimen que usa la tortura a diario.
Pero, como es demasiado común, la administración Biden no sólo no apoyó la demanda, sino que intervino para anularla de manera efectiva. Los abogados del Departamento de Estado de Estados Unidos armaron una defensa de Beblawi basada en la ‘’unidad diplomática’’, diciendo en un comunicado: ‘’Beblawi tenía estatus diplomático en el momento en que se inició la demanda’’; y, por lo tanto, ‘’afirmaciones que caen dentro del alcance de su inmunidad’’ debe ser desestimada por el tribunal.
Como señaló Soltan en su respuesta, esto no fue un obstáculo legal que Estados Unidos no tenía forma de sortear, sino una decisión consciente de la administración Biden para garantizar que Beblawi no pudiera ser responsabilizado. La inmunidad, en un caso de tortura, podría haberse retirado.
El hecho de que se pusieran del lado de Beblawi habla de la realidad naciente, pero no sorprendente, de que la postura de Biden contra el “dictador favorito de Trump” era simplemente una vieja campaña electoral cínica de su parte.
La administración de Biden ya ha mostrado su debilidad en esta área cuando el mes pasado vendió 200.000.000 de dólares en misiles Raytheon a Sisi, en el mismo momento en el que el régimen estaba persiguiendo a la familia de Soltan y otros activistas egipcios-estadounidenses.
El 22 de marzo, el secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, emitió un comunicado de prensa titulado ‘’Promoviendo la responsabilidad por el abuso de los derechos humanos con nuestros socios’’, pero solo unas semanas después, su departamento, según Soltan, ‘’obstruye un camino legal para rendición de cuentas y avala la continua impunidad del régimen egipcio’’.
Y ese es el aspecto más peligroso de esto: el hecho de que el régimen de Al Sisi lo toma como otra señal de que la nueva administración, está dispuesta a dar luz verde informal a sus abusos contra los derechos humanos, tal como lo hizo la gestión anterior. Con la UE igualmente desinteresada en Sisi, su régimen tiene un pase global sobre sus crímenes.
Las vidas de los egipcios, incluidas las de las familias de Soltan y otros activistas de derechos humanos exiliados en los Estados Unidos y en todo el mundo, están en peligro, ya que el régimen los ataca para silenciar las críticas externas egipcias al régimen. La exoneración estadounidense de Beblawi sin siquiera pensarlo dos veces dará nuevos incentivos a un régimen ya vicioso.
La buena noticia es que hay voces disidentes en el Congreso sobre esta cuestión, y el año pasado se aprobó una ley. Eso hace que 75.000.000 de dólares en ayuda a Egipto dependan de la liberación de los presos políticos. El monto es una gota en el océano en comparación con los miles de millones de dólares disponibles en la relación especial formal e informal económica, militar y diplomática entre los Estados Unidos y Egipto. Pero la legislación podría servir como una prueba final para Biden sobre qué tan en serio podría cambiar el papel de Estados Unidos como financiador de la tiranía en Egipto y en todo el mundo.
Si el régimen de al Sisi decide ignorar la ley y renunciar a los 75.000.000 de dólares, demostrando así su obstinación incluso en las disposiciones básicas de derechos humanos, Biden tiene la oportunidad y la obligación de retener más ayuda y obligar a Egipto a cumplir.
En declaraciones a The Washington Post, el congresista demócrata Andy Levin lo expresó claramente: ‘’No entendemos por qué tiene sentido brindar ayuda militar masiva a un país que no parece enfrentar amenazas extranjeras y que está reprimiendo a su propia gente. ¿Qué papel crucial está jugando Egipto en este momento y qué justifica que les demos toda esta ayuda?’’
Cuando Biden derrotó a Trump el año pasado, tenía toda la razón al hablar con el mundo sobre la democracia y los derechos humanos, dado que el tipo de política de Trump se está desarrollando de formas mucho más brutales en todo el mundo, incluso en Egipto.
Pero sus palabras carecen de sentido e incluso son contraproducentes si no se enfrentan con una acción global adecuadamente acorde. Como dice Soltan, la postura de Biden ‘’ilustra a las víctimas que Estados Unidos ha vuelto a la normalidad … con dictadores’’, además de tener, en general, el efecto global de ‘’degradar la confianza en la gobernanza democrática y el estado de derecho’’.
Si la administración de Biden simplemente repite las políticas favorables al dictador de Trump y la mayoría de los otros presidentes de Estados Unidos, sólo servirá para impulsar la política del ex presidente que derrotó.
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Sam Hamad es escritor y candidato a un doctorado en Historia en la Universidad de Glasgow y se centra en las ideologías totalitarias.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por TNA el 09 de abril de 2021.