Por Zaid M. Belbagi para Arab News
A pesar de ser un mes de ayuno, el Ramadán es también una celebración que incluye comida. En todo el mundo árabe, es un momento de aumento de las ventas de alimentos a medida que las familias se reúnen para compartir el pan.
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Este año, sin embargo, el mes sagrado sirvió para acentuar la crisis alimentaria que enfrentan los países de la región. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 64 millones de personas en el mundo árabe no tiene acceso suficiente a recursos para estar saludables, y esto no se limita a las zonas de conflicto.
En toda la región, el aumento de la población, la disminución de los recursos hídricos y el empeoramiento de las condiciones climáticas han hecho que el tema de la seguridad alimentaria sea de suma importancia.
La falta de planificación de contingencias durante la reciente emergencia de salud pública ilustró la precariedad de las cadenas de suministro de alimentos ante las crisis mundiales. En el mundo árabe, los países del Levante lo sintieron de manera más aguda.
En Líbano, que importa la mayor parte de sus alimentos, la economía y la moneda cayeron drásticamente, reduciendo el poder adquisitivo de las personas. La lira —moneda nacional— se devaluó a una cifra sin precedentes de 15.000 por dólar estadounidense el mes pasado. Las familias luchan por poner comida en la mesa. Esta situación es compartida por Siria, donde la guerra tornó la vida más insoportable. Según el PMA, más de 12 millones sobre los 16 millones de habitantes sirios tienen muy poco para comer en medio de una grave escasez de trigo. Para agravar este problema, se cree que el Éufrates oriental, con cultivos expuestos a más heladas de lo habitual, tendrá su peor cosecha en décadas.
Por otra parte, en Palestina, donde la financiación proporcionada por organizaciones benéficas descendió debido a la pandemia, las familias que dependían de ellos para alimentarse lucharán durante este Ramadán.
Estos desafíos no se limitan al Levante. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) emitió una alerta temprana en marzo para la acción humanitaria urgente en 20 países con inseguridad alimentaria descripta como ‘catastrófica’, 17 de ellos ubicados en las regiones de África Subsahariana y Medio Oriente.
En ninguna parte la calificación es tan pertinente como en Yemen, donde, aunque continúan las importaciones de alimentos, es probable que los precios aumenten de forma acelerada. Según la Cruz Roja Internacional, el incremento de los precios de alimentos llevó al pueblo a adoptar estrategias de supervivencia negativas, como reducir el número de comidas, pedir prestados alimentos o ayuda a familiares, y depender de alimentos menos costosos.
En un contexto geográfico conflictivo, al que se suman las cadenas de suministro interrumpidas y la politización de la ayuda, es probable que la escasez de alimentos tenga un efecto perjudicial en la salud de las personas, haciéndolas más vulnerables a la inseguridad alimentaria, malnutrición y enfermedades.
Sin embargo, estos problemas no se limitan a los países pobres. En los estados más ricos del Golfo, la seguridad alimentaria preocupa cada vez más a los gobiernos que dependen en gran medida de los alimentos importados. Los precios mundiales subieron por décimo mes consecutivo en marzo, alcanzando su nivel más alto desde junio de 2014, liderados por los saltos en los índices de aceites vegetales, carnes y lácteos. Por lo tanto, no es sorprendente que las tiendas de los Emiratos Árabes Unidos ofrezcan en este Ramadán descuentos del 25% al 75% en 30.000 alimentos, incluidos arroz, carne y azúcar.
Al otro lado del Golfo, donde las monedas están atadas al dólar, una divisa más débil significó precios más altos en el supermercado. En Arabia Saudita, una de las principales causas de la inflación reciente ha sido el aumento de los precios de alimentos. “El incremento anual del 4,9% se debió principalmente a los precios de alimentos y transporte, que aumentaron un 10,2% y 105% respectivamente”, informó la Autoridad General de Estadísticas.
En medio de las crisis de la cadena de suministro mundial y la reducción del acceso a la tierra cultivable y recursos hídricos, los estados del Golfo sólo pueden esperar que su seguridad alimentaria se deteriore sin un esfuerzo concertado para mejorar la producción local.
El fondo patrimonial de Arabia Saudita transfirió el mes pasado sus acciones en tres empresas agrícolas y alimentarias a una subsidiaria de propiedad absoluta para agilizar los esfuerzos como parte de la estrategia de seguridad alimentaria del Reino. Traspasando su participación del 16,32% en Almarai, 20% de las acciones en la Compañía Nacional de Desarrollo Agrícola y 39,99% en la Compañía de Pesca a la Compañía de Inversión Agrícola Ganadera (SALIC), el Fondo de Inversión mostró una mejora en la adquisición de alimentos.
Como brazo inversor gubernamental en el sector alimentario, SALIC tendrá como objetivo proporcionar productos y estabilizar los precios a través de inversiones como la primera terminal de granos en el puerto de Yanbu y la adquisición de 200.000 hectáreas y un rebaño de 40.000 ovejas en Australia.
La Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria de Qatar (2018-2023) también apunta a mejorar el comercio internacional y la logística del país, la autosuficiencia nacional, las reservas estratégicas y el mercado interno. Después de un aumento del 400% en la producción agrícola, pesquera, láctea; y el crecimiento a un 80% de autosuficiencia en el caso de vegetales, el país se ubica entre los mejores de la región en lo que respecta a la seguridad alimentaria, a pesar de su clima difícil y pequeña superficie.
Además de mejorar la educación, la seguridad alimentaria es fundamental para el desarrollo humano en el mundo árabe. Las presiones de la población en Medio Oriente y el Norte de África, que se espera que se duplique para 2050, harán de este un tema de inmensa importancia para los gobiernos.
Garantizar una producción local de bajo costo y energéticamente eficiente y abrir nuevas rutas de suministro será fundamental para la seguridad alimentaria. No se puede permitir que continúen las prácticas corruptas e ineficientes que exacerbaron los problemas de suministro hasta la fecha dado el riesgo de una hambruna generalizada.
Las tendencias torcidas y cleptocráticas que llevaron a la explosión del año pasado en el puerto de Beirut resultaron en la destrucción de un complejo de almacenamiento de granos que representaba el 85% del suministro anual del Líbano. Los gobiernos de la región pueden esperar un marcado descontento social si este desprecio casual por la seguridad alimentaria se generaliza.
El nombre aish para pan, que literalmente significa ‘vida’ en el dialecto egipcio, es un recordatorio increíblemente poderoso de la importancia de la seguridad alimentaria para mantener la vida en la región.
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Zaid M. Belbagi es un analista político y consultor privado para clientes entre Londres y el Consejo de Cooperación del Golfo.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 23 de abril de 2021.