Por Nadim Shehadi para Arab News
Hay una dimensión abstracta e intangible que se desprende de un slogan revolucionario como “All Means All” (Todos significa todos) en Líbano. Es deliberadamente irracional y expresa la denuncia de una nueva generación hacia todos y a todo. Va más allá de la necesidad de una explicación y encarna muchas contradicciones, casi desafiando la racionalidad.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
‘Todos significa todos’ —Killon ya3ni Killon o KYK— es un rechazo nihilista de cualquier cosa que haya contribuido a llegar donde estamos. Pensemos en las revueltas de París en agosto de 1968 y los slogans como “Y´en a Marre” (Estoy harto), “Elections pieges a cons” (Elecciones, trampa para idiotas), “Soyez realistes, demandez l’impossible” (Seamos realistas, pidamos lo imposible). KYK condensa todo esto.
KYK le dice a la élite: váyanse, no vamos a jugar su juego, no aceptamos sus reglas y no reconocemos sus divisiones. Están en contra del sistema sectario, de los tejemanejes de los partidos políticos; símbolos de corrupción y nepotismo. Y en contra de la separación entre los campos políticos del 14 y del 8 de marzo. Hay algo generacional y no binario que deliberadamente desafía cualquier lógica propia del sistema.
Se trata de una generación post guerra civil que recuerda que la Revolución de los Cedros de 2015 fue cooptada por políticos corruptos y que experimentó las derrotas de revueltas anteriores. En 2015, el movimiento “You Stink” (Tu Apestas) no llegó a ninguna parte y fue diezmado por divisiones políticas cuando se tornó real. Se trató de una revuelta contra los políticos que habían fracasado en proveer servicios básicos como la electricidad y la recolección de residuos.
En 2015, el niño de oro de la sociedad civil fue un grupo llamado Beirut Madinati (Beirut, mi ciudad) compuesto por académicos y tecnócratas ‘no políticos’. Obtuvieron un apoyo significativo cuando compitieron en las elecciones municipales contra los candidatos de partidos políticos ya establecidos. Pero más tarde, este colectivo aparentemente unificado se desintegró cuando se enfrentaron a cuestiones políticas y sólo obtuvieron un único escaño en las elecciones parlamentarias de 2018. No se podía vencer a los políticos en su propio juego, así que KYK decidió no jugar según sus reglas esta vez y ganarle al sistema se convirtió en el único objetivo.
KYK simboliza la unidad frente a un enemigo abstracto que aparece bajo distintos nombres. A veces se le llama clase política —a toda ella—, élite gobernante (Al-Manthoumeh) o la oligarquía, para aquellos más pretenciosos. Gradualmente se focalizó en una definición de lo qué constituye ‘la autoridad’ (Sulta) y esto se volvió una forma de referirse a Hezbollah y sus aliados. Pero la palabra Hezbollah sigue siendo la más divisoria y muchos se abstienen de utilizarla directamente y se ciñen al KYK para no caer de nuevo en la trampa política y dividir el movimiento.
KYK tiene su origen en las protestas de “Tu Apestas” de 2015. En ese momento circulaba un cartel con una caricatura de todos los políticos centrales: Hariri, Berri, Jaajaa, Aoun, Jumblatt, Gemayel, y Sayyed Hassan Nasrallah. Tras una visita de los ‘camisas negras’ del Hezbollah, se los ‘persuadió’ de remover la imagen de Nasrallah. Fue después de este incidente que la consigna “Todos significa todos” apraeció, nada menos que como un código para Nasrallah.
Las protestas de 2015 se desarrollaron más que nada en Beirut y el único candidato de la sociedad civil que ganó en 2018 era también de esa ciudad. Sin embargo, las revueltas del 17 de octubre de 2019 fueron a nivel nacional, tanto en ciudades como pueblos desde el extremo norte al sur del Líbano. Trípoli, Saida y Nabatiyeh: todas se unieron bajo la declamatoria de KYK.
La asunción subyacente era que las revueltas eran locales y que se trataba de grupos que protestaban contra sus propios líderes para evitar tensiones sectarias. Así el KYK se convirtió por primera vez en el lema unificador de un movimiento nacional y generó que la descripción de ese movimiento se convirtiera de una revuelta a una revolución. El KYK simboliza la revolución libanesa o la thawra.
Hay similitudes con Irak, las protestas usan el mismo vocabulario y recurren a códigos para referirse a las milicias financiadas por Irán o el equivalente de Hezbollah en Líbano. En 2019, los manifestantes en Basra y Najaf enviaron mensajes a aquellos en Mosul pidiendo que no criticaran a las milicias chiíes para evitar darles la oportunidad de volverlo una confrontación sectaria que les permitiera reunir otros apoyos. Las protestas eran similares respecto a la élite sectaria marcada por la corrupción y el nepotismo e incapaz de proveer servicios básicos y de garantizar empleo. Pero cada vez más las revueltas se focalizaron contra ‘las milicias’, un código para referirse a la influencia de Irán.
Hay componentes culturales fuertemente arraigados en la sociedad libanesa que se encuentran encapsulados en el KYK. Uno de ellos es la concepción de la política como un club exclusivo de familias que raramente admite la inserción de otros. Tras la guerra civil, los líderes de las milicias y los empresarios multimillonarios retornados se unieron a este club pero mantuvieron luego su impenetrabilidad.
Otra particularidad histórica es la cultura del compromiso y la de dar vuelta la página. La consigna que puso fin a la guerra civil en 1860 fue “mada ma mada” o “lo que es pasado, es pasado” y hubo una negativa a cooperar con una intervención de los países europeos para introducir la rendición de cuentas mediante un tribunal. Un espíritu similar se reflejó en el lema “sin vencedores ni vencidos” tras la guerra civil más corta de 1958 y en la Ley de Amnistía de 1991 que sancionó el Parlamento tras el Acuerdo de Taif, que también fueron una forma de dar vuelta la página.
En 2005, los manifestantes en Beirut demandaron “la verdad” y el establecimiento de una investigación internacional y un tribunal para llevar a cabo la averiguación sobre el asesinato del ex Primer Ministro, Rafik Hariri. Cuando el Tribunal Especial por el Líbano expresó su juicio en agosto de 2020, demostrando con claridad el vínculo de Hezbollah en el asesinato, el veredicto fue ignorado como en 1860.
KYK es una consigna que unifica pero es también ambigua, confusa e inconsistente en lo que refiere a la confrontación política directa. Tiene una dimensión esotérica, casi mística, en cuanto pretende purificarse a sí misma de los asuntos ‘sucios’ de la política. La verdadera prueba que deberá afrontar será en las elecciones de 2022, si es que se llevan a cabo.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Nadim Shehadi es Director Ejecutivo de la sede en Nueva York de la Lebanese American University y socio de Chatham House en Londres.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 20 de junio de 2021