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El Interprete Digital

Cómo se dieron las reformas musulmanas en los Balcanes: entrevista a Methodieva

Por editores para Jadaliyya

Fortaleza de Medzhidi Tabia, también conocido como el fuerte turco Abdul Medhidi. [Todor Bozhinov/Creative Commons]

Entrevista de Jadaliyya a Milena B. Methodieva, autora de Between Empire and Nation: Muslim Reform in the Balcanes (Entre el Imperio y la nación: reformas musulmanas en los Balcanes), publicado por Stanford University Press, en 2021. 

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—¿Qué te hizo escribir este libro?

Entre el Imperio y la nación: reformas musulmanas en los Balcanes, cuenta la historia de la transformación de la comunidad musulmana en Bulgaria en el período comprendido entre 1878 y 1908. Explora cómo estos antiguos súbditos otomanos, que se volvieron una minoría bajo el dominio búlgaro, navegaron entre el Imperio y el Estado-nación buscando reclamar un lugar en el creciente mundo moderno. 

Al mismo tiempo, el libro traza la historia de Bulgaria en sus décadas de formación como un Estado moderno, pero desde la perspectiva de su población minoritaria musulmana. Finalmente, analiza el Imperio Otomano en un momento en que las pérdidas territoriales, las invasiones extranjeras y la afluencia de migrantes contribuyeron a un cambio en la orientación ideológica y política.

En otro nivel, con este libro quería desafiar las fronteras historiográficas entre los Balcanes postotomanos y Medio Oriente. Las experiencias de comunidades como la musulmana de Bulgaria durante este período trascienden estos límites historiográficos.

Mi trabajo sobre el tema comenzó cuando cuestioné las narrativas aceptadas sobre esta minoría musulmana de los Balcanes después del dominio otomano que la retrataban como una entidad conservadora, inerte y aislada. Es que yo estaba al tanto de estudios históricos que demostraron las vibrantes actividades intelectuales, políticas y culturales entre otras sociedades musulmanas durante este período. También pude vislumbrar la vida de los musulmanes de Bulgaria en esos años a través de las pocas publicaciones populares de estilo histórico que fueron escritas por miembros de la comunidad. Mientras profundizaba en mi análisis de las fuentes primarias, la documentación de archivo otomana y búlgara, pero sobre todo las fuentes producidas por los propios musulmanes, comenzó a surgir una imagen sorprendentemente nueva. Estas fuentes revelaron una comunidad presa de una sensación de crisis y ansiedad. Pero al mismo tiempo, demostraron que muchos musulmanes locales buscaron activamente encontrar una salida a su predicamento. 

Para ellos, la crisis se convirtió en un catalizador para la acción. Tales figuras argumentaban que si los musulmanes iban a hacer frente con éxito a los desafíos, necesitaban reformar a fondo su sociedad e instituciones. El activismo reformista musulmán encontró diversas expresiones y la prensa musulmana local reflejó los animados debates que se produeron dentro de la comunidad. Los musulmanes lucharon por reformar sus escuelas y su organización educativa. Fundaron sociedades de lectura, organizaron representaciones teatrales, intentaron reorganizar los vakıfs (waqf). (N.d.T.: la palabra árabe waqf designa una donación religiosa inalienable, típicamente un edificio o tierras para obras de utilidad pública o caritativa).

También hicieron esfuerzos para participar en la política parlamentaria búlgara. Al mismo tiempo, muchos musulmanes locales fueron atraídos al ámbito de la política otomana como partidarios del movimiento de oposición de los Jóvenes Turcos. Igual de importante, mostraron un interés notable por el mundo que los rodeaba. A través de la prensa, se relacionaron con audiencias más allá de Bulgaria, con contribuciones del Imperio Otomano, Rusia y grupos de emigrados políticos otomanos en Europa. Por ello, los debates entre estos escritores repercutieron en otras comunidades musulmanas de todo el mundo. Todo esto está lejísimo de la imagen de una comunidad conservadora y aislada.

—¿Qué temas, problemas y literatura en particular aborda el libro?

—El libro gira en torno a las problemáticas de la reforma y la modernidad. Al mismo tiempo, analiza de manera más amplia las experiencias de una minoría en un Estado-nación emergente. Quería lograr un equilibrio entre estos temas. Al igual que en otros Estados-naciones postotomanos, la ideología nacional búlgara y los esfuerzos de construcción de la nación se desarrollaron en yuxtaposición explícita al pasado otomano y al Imperio Otomano. Los musulmanes, un legado vivo del dominio otomano en el país, se encontraron en una posición particular en comparación con otras minorías cuando se toparon con el proyecto nacional búlgaro. Discuto estos desarrollos con cierto detalle, ya que son importantes para comprender la sensación de crisis entre los musulmanes locales. Por otra parte, explorar la cuestión del nacionalismo búlgaro y los musulmanes en este período sería suficiente para hacer un libro por sí solo. Pero para mí, esto fue solo el comienzo de la historia.

Lo que realmente quería enfatizar era el activismo entre los musulmanes, así como su agencia, historias que habían permanecido desatendidas y subestimadas. En consecuencia, la obra se centra en cómo los musulmanes buscaron negociar un lugar en el mundo moderno. Esta fue la cuestión por la que agonizaron y lucharon, y que emerge tan vívidamente de las fuentes producidas por la comunidad.

El estudio de los musulmanes de Bulgaria en el marco de estas preguntas abre posibilidades para explorar aspectos de la historia de esta comunidad que las obras del estilo de los estudios de minorías no pueden abordar adecuadamente. Al mismo tiempo, recalco que el tema del compromiso musulmán con la modernidad se enriquece al examinar las experiencias de las poblaciones minoritarias. Hasta ahora, la atención se concentró en las sociedades de mayoría musulmana. Sin embargo, las experiencias de las minorías musulmanas en este período son una parte muy importante de la historia más amplia.

—¿Cómo se relaciona este libro con tus trabajos anteriores, o se aparta?

Este es mi primer libro. Se inspiró en mis estudios de historia otomana y balcánica. También refleja mi interés en demostrar que estos son campos superpuestos e interconectados.

—¿Quién espera que lea este libro y qué tipo de impacto le gustaría que tuviera?

—Espero que este libro sea leído por una amplia gama de académicos y estudiantes de Medio Oriente, Europa y Europa del Este, e historia islámica. Esta obra busca tender puentes y comprometerse con todos estos campos. Sobre todo, espero que este libro genere discusiones y diálogo entre académicos de estas áreas. Asimismo, espero animar a los académicos a pensar más allá de los límites tradicionales regionales e historiográficos. Ciertos temas, como el que se aborda en mi libro, desafían clasificaciones duras. Al mismo tiempo, espero que cuando los académicos discutan temas como la modernidad, las reformas o la política con respecto a las sociedades musulmanas, también incluyan a esas comunidades minoritarias. Merecen ser parte de discusiones comunes sobre estos temas en lugar de ser tratados como poblaciones periféricas.

—¿En qué otros proyectos estás trabajando ahora?

—Uno de mis proyectos de investigación actuales trata sobre la migración y la movilidad. Estoy analizando la migración musulmana de los Balcanes a finales del Imperio Otomano y principios de la República Turca. Este proyecto está parcialmente inspirado en mi libro. Mientras trabajaba en ello, encontré algunas cifras muy interesantes. Me pregunté qué pasó con estas personas después de 1908. Cuando comencé a reconstruir las historias de sus vidas, me di cuenta de que sus trayectorias a menudo trascienden Bulgaria y los Balcanes. Muchos se trasladaron al Imperio Otomano y más tarde a la primera República Turca, a pesar de que anteriormente se habían manifestado contra la emigración. Algunos tuvieron vidas muy agitadas —estuvieron activos en Europa, Medio Oriente y más allá. Planeo rastrear sus experiencias y actividades a finales del Imperio Otomano y la República Turca, y a través de ellos explorar la historia de la región en este período turbulento. De esa manera, me gustaría brindar una perspectiva diferente sobre la historia del Imperio Otomano, y sus sucesores en los Balcanes y Turquía, que va más allá de las narrativas centradas en acciones estatales y acuerdos diplomáticos.

—¿Qué le gustaría destacar a los académicos y estudiantes interesados ​​en las poblaciones minoritarias y las conexiones transnacionales?

—En los últimos años, los estudios del Imperio Otomano y Medio Oriente se lograron expandir dramáticamente para explorar la historia dentro de una variedad de nuevos marcos, como el género, el medio ambiente, las enfermedades y las epidemias. Estos trabajos produjeron conocimientos importantes y fascinantes, y abrieron nuevas direcciones de investigación. En una línea algo similar, me interesaría leer más obras que analizan la historia vivida y realizada por minorías y grupos marginados. Mi curiosidad, por supuesto, resuena mucho con nuestras preocupaciones y sensibilidades actuales. Además, con bastante frecuencia, estos grupos eran simultáneamente parte de diferentes mundos: social, político e intelectual. Por ello, sus experiencias pueden proporcionarnos información sobre diferentes historias, algo que no podemos obtener a través de narrativas que se centran exclusivamente en las mayorías o las acciones estatales.

Finalmente, quiero enfatizar que incluso las minorías pequeñas pueden dejar una huella desproporcionada en su época. Por supuesto, estudiar esos grupos y sus conexiones transnacionales requiere el dominio de algunos pocos idiomas y el conocimiento de una amplia gama de material histórico. Así es que esto es mucho trabajo, ¡pero lo que uno aprende al final hace que el esfuerzo valga la pena!

Extracto del libro. Capítulo 7: Patria, nación y comunidad, págs. 211-213, 218-221).

Durante este período, los musulmanes de Bulgaria desarrollaron nuevas nociones de identidad y comunidad. Muchos llegaron a verse a sí mismos no simplemente como una minoría, sino como parte de una entidad más grande: la nación o el millet. Dentro del contexto búlgaro donde abundaban las expresiones de nacionalismo, el sentimiento de vulnerabilidad de los musulmanes locales y del Imperio Otomano, y los diversos esfuerzos de movilización contribuyeron a cambiar las ideas sobre los límites de la comunidad.

Al mismo tiempo, con la expansión de las comunicaciones y los viajes, los musulmanes de Bulgaria se convirtieron cada vez más en parte de un mundo interconectado más amplio en el que no solo encontraron nuevas nociones de solidaridad con las comunidades musulmanas en otros lugares, sino que también pudieron relacionarse con las experiencias de varias personas.

Patria, nación e identidad

“¿Qué es lo que más se debe amar, sobre todas las cosas?”, preguntaba una pista de un crucigrama en la sección de entretenimiento de Uhuvvet. En el siguiente número publicó la clave con la respuesta: la patria (vatan). El amor por la patria y el patriotismo se encontraban entre los sentimientos más exaltados, afirmaban a menudo los reformadores, mientras trataban de transmitir sus convicciones de todas las formas posibles, desde piezas didácticas hasta representaciones teatrales. Y uno tenía que ser consciente de ello incluso cuando participaba en actividades de ocio, como resolver crucigramas. El hadiz altamente repetido de “el amor a la patria es parte de la fe” añadía más legitimidad a sus argumentos. Las hazañas más grandes y admirables de la historia de la humanidad fueron el resultado de un patriotismo desinteresado y el enorme compromiso, aseveraban. Los propios reformadores argumentaron que sus esfuerzos estaban guiados por sentimientos patrióticos y, a menudo, se referían a quienes trabajaban por el bien común como patriotas.

En turco otomano, vatan originalmente significaba el lugar de nacimiento de uno, una ciudad o región en particular. El término, sin embargo, asumió un significado diferente en la década de 1860 en la ideología de los jóvenes otomanos, particularmente en los escritos de Namık Kemal, para quien llegó a significar la patria misma. Los musulmanes de Bulgaria siguieron utilizando el concepto en su significado tradicional, pero con mayor frecuencia llegaron a utilizarlo en su sentido de patria. El bien común de la nación y la patria fueron los ideales que los guiaron en sus luchas.

Pero, ¿cuál era la patria de los musulmanes de Bulgaria? Sus escritos revelan que, si bien merecía la máxima devoción, la patria se imaginaba de diferentes maneras. La patria podría ser Bulgaria, el Imperio Otomano o ambos. Los musulmanes también eran conscientes de que las tierras búlgaras solían ser parte del Imperio Otomano. A veces la patria era real y palpable; a veces, una noción abstracta idealizada. Tales complejas lealtades no fueron una excepción en ese momento ni fueron particulares para los musulmanes. Como demostró hábilmente un estudio, los griegos de Bulgaria abrazaron y debatieron de manera similar diferentes nociones de pertenencia. 

Bulgaria, donde los musulmanes sentían que tenían sus raíces y donde seguían viviendo, era una de sus tierras natales. Aunque no dieron detalles explícitos sobre su apego, tales sentimientos son evidentes en numerosas discusiones, así como en sus acciones. El hecho de que los musulmanes trabajaran para reformar sus instituciones y buscaran reclamar un lugar en la vida política y pública búlgara es la prueba más convincente de que consideraban al país como su patria. De acuerdo con tales convicciones, los reformadores condenaron duramente la emigración al Imperio Otomano. La solución a los problemas de los musulmanes no fue dejar sus lugares de origen por tierras que apenas conocían, sino obtener las calificaciones necesarias para defender sus propios derechos. Algunos musulmanes creyeron erróneamente que ir al Imperio Otomano era similar a una hijra, una referencia al acto de unirse a una comunidad de personas de fe musulmana, pero estaban equivocados, según comentaban los reformadores. Bulgaria era su país y el país de sus antepasados. Dejarlo equivalía a aniquilarlo. De manera similar, subrayaban la importancia de aprender búlgaro para vivir como miembro de pleno derecho de la sociedad búlgara.

El Imperio Otomano era la otra patria. Los musulmanes de Bulgaria también se identificaron explícitamente como parte de la nación otomana. “Se sabe que nosotros, la gente a lo largo del Danubio, […] que pertenecemos a una religión elvada somos otomanos, musulmanes”, escribió un musulmán de Ruse. El hecho de que los musulmanes emigraran al Estado otomano era un ejemplo de tales sentimientos, pero sus lealtades se demostraron de varias otras formas.

Los musulmanes locales marcaban las fiestas estatales otomanas, como el cumpleaños del sultán y los aniversarios de su ascenso al trono. En estas ocasiones, delegaciones de muftis, parlamentarios musulmanes y otros dignatarios visitaban al comisionado otomano en Sofía, al segundo secretario en Plovdiv o las oficinas de las representaciones comerciales otomanas en Bulgaria para presentar sus felicitaciones. Después de que Abdülhamid II sobreviviera a un intento de asesinato en 1905, decenas de musulmanes visitaron las representaciones otomanas o las oficinas del mufti para ofrecer oraciones por su supervivencia. Los musulmanes de Bulgaria también se solidarizaron con sus correligionarios en el imperio en tiempos difíciles. Después de que un devastador terremoto azotara Estambul en 1894, enviaron donaciones para ayudar a las personas afectadas por la catástrofe. 

Los musulmanes críticos del sultán Abdul Hamid II mostraron su compromiso con la patria otomana a través de su participación en las actividades de los Jóvenes Turcos cuyo propósito final era la salvación del Imperio Otomano. Decenas de musulmanes, por ejemplo, enviaron tarjetas de felicitación y telegramas al diario Ahali de los Jóvenes Turcos con motivo de las fiestas musulmanas, donde se expresaron deseos mutuos de ver a la patria (visualizando claramente al Estado otomano) liberado de la tiranía.

Comunidades globales

Al mismo tiempo que los musulmanes en Bulgaria elaboraban ideas de comunidad nacional e identidad a nivel local, también dirigían, cada vez más, su atención hacia el exterior a medida que comenzaban a imaginar su lugar en un mundo más amplio y globalizado. En “la era del vapor y la imprenta”, el mundo se aproximó y permitió que existan nuevos tipos de interacciones que antes no habían sido posibles. Los musulmanes de Bulgaria siguieron con gran avidez los acontecimientos políticos internacionales. Las noticias y discusiones sobre temas como las alianzas europeas, las rivalidades imperialistas en África y Asia Central, el conflicto en el Lejano Oriente, los logros de Japón y la creciente ola de agitación revolucionaria llenaron las páginas de las revistas musulmanas locales. Sus implicaciones para el Imperio Otomano y los Balcanes se discutieron con fervor. Entre los musulmanes de Bulgaria, estos acontecimientos contribuyeron a la sensación de vivir en un mundo más amplio e interconectado y en una nueva era llena de posibilidades pero también cargada de crisis. Se acercaron a este mundo a través de la lente de sus propias experiencias. 

La religión, el destino compartido y las luchas se convirtieron en fuentes importantes de solidaridad con otras comunidades musulmanas. El período comprendido entre la década de 1880 y el estallido de la Primera Guerra Mundial vio un auge de la idea de un mundo musulmán, una noción sostenida por los propios europeos y musulmanes. Este fenómeno, como se argumentó en una importante obra reciente, fue el producto de una combinación de factores como la racialización de los musulmanes en los discursos europeos, la globalización imperial y el avance de las tecnologías de la comunicación. También fue en este momento cuando tuvo lugar la yuxtaposición de las nociones de un mundo musulmán y un Occidente cristiano.

Los musulmanes de Bulgaria también formaron parte de esta tendencia. La prensa fue uno de los medios que les permitió imaginarse a sí mismos como parte de este mundo musulmán y establecer conexiones con los demás. Se volvieron cada vez más conscientes y compararon sus experiencias con el destino de sus correligionarios en otros lugares. Su propia vulnerabilidad, problemas y desunión parecían reflejarse entre los musulmanes de otras partes del mundo.

Al igual que ellos, los musulmanes en otros lugares, desde el norte de África hasta Bosnia, Asia central e India, sufrieron bajo el gobierno de sus amos coloniales cristianos, y se revolcaron en la miseria y lucharon por mejorar dicha situaciones. El Imperio Otomano, objetivo de las ambiciones de las Grandes Potencias, también fue parte de esta tendencia. Los musulmanes de Bulgaria respondieron con intensidad y comprensión visceral en parte debido a sus propias experiencias. Tal conciencia suscitó ideas sobre la acción musulmana en común. Sin embargo, los argumentos sobre la acción conjunta y la solidaridad musulmana transnacional siguieron siendo principalmente ideas, en lugar de convertirse en realidades.

Muchos musulmanes búlgaros argumentaron que la unidad basada en lazos y experiencias religiosas comunes era la solución para superar su precaria existencia. En tales esfuerzos, el Imperio Otomano y los otomanos fueron considerados líderes naturales. Estos puntos de vista fueron compartidos por los simpatizantes del régimen de Hamid, así como por sus críticos de los Jóvenes Turcos. La diferencia fue que estos últimos no mencionaron a Abdülhamid II como la autoridad principal. Gayret y Rıza Pasha se encontraban entre los defensores más audaces de esta idea, algo que les valió una considerable popularidad entre otros musulmanes de ideas afines en Bulgaria y el Imperio Otomano. Según Gayret, la unidad islámica era posible incluso entre el Imperio Otomano e Irán, aunque el primero era predominantemente sunií y el segundo chií. De esta manera, los musulmanes podrían reclamar lo que les pertenecía por derecho. Con el tiempo, tales esfuerzos llevarían al establecimiento de los “Estados musulmanes estadounidenses” que se extenderían a la India y Asia central, reflexionó la revista. En este esfuerzo, el liderazgo de los turcos o los otomanos, que se consideraban más avanzados que las otras naciones musulmanas, era natural.

Los simpatizantes de los Jóvenes Turcos también compartieron argumentos sobre la solidaridad musulmana. Ali Fehmi descartó el discurso del régimen de Hamid sobre la unidad islámica como una postura vacía, aunque subrayó sus beneficios. Los trescientos millones de musulmanes de todo el mundo habían sido reprimidos de una u otra forma, sostuvo, pero si se unían, podrían acabar con esta dominación. Cuando un periódico búlgaro sugirió burlonamente que Abdülhamid II debería casarse con la emperatriz china viuda para que las dos mayores tiranías del mundo pudieran unirse, Ali Fehmi vio útil la idea del matrimonio dinástico. Si los sultanes otomanos llevasem adelante exitosamente matrimonios dinásticos bien negociados con miembros de las casas reales iraníes, egipcias y afganas, establecerían valiosas alianzas estratégicas beneficiosas para todos los musulmanes. Con este espíritu, el sucesor radical de Muvazene, Ahali, describió al panislamismo como una respuesta defensiva espontánea a las invasiones imperiales europeas. Por su parte, Abdülhamid II fue visto como el culpable de evitar que los musulmanes se unieran, más que como el líder legítimo en tales esfuerzos.

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N.d.T.: El artículo original fue publicado por Jadaliyya el 2 de julio de 2021.