Por Amanda Ufheil Somers para Middle East Research and Information Project
Los medios de comunicación en Occidente pueden tender a exagerar el nivel en que los cristianos están ‘desapareciendo’ de Medio Oriente. Sin embargo, un lugar donde tales caracterizaciones son acertadas es Irak. En los años que transcurrieron desde la invasión de 2003 dirigida por Estados Unidos, al menos la mitad de los cristianos de Irak huyeron del país escapando de la violencia de la guerra, la ocupación y la insurgencia, así como de campañas de intimidación, expulsión forzada y limpieza sectaria llevada a cabo por milicias y bandas criminales. Muchos otros terminaron por ser desplazados internamente.
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Las estadísticas sobre las minorías en Irak fueron durante décadas estimaciones aproximadas. El censo iraquí de 1987 relevó que había 1,4 millones de cristianos, mientras que el Departamento de Estado estimó que 1 millón de cristianos residían en Irak en 2003. Sin embargo, los funcionarios de la Iglesia actualmente colocan a la población cristiana —de todas las denominaciones— en unos 500.000 fieles. Casi dos tercios de los cristianos iraquíes pertenecen a la Iglesia católica caldea, mientras que la mayoría del resto son asirios, un rito ortodoxo. Asimismo, existen comunidades más pequeñas de católicos romanos, católicos siríacos, armenios (cristianos apostólicos y católicos) y protestantes. Antes de la guerra de 2003, la mayoría de los cristianos vivían en ciudades (Bagdad, Mosul, Basora y Kirkuk), así como en las localidades agrícolas históricamente cristianas de la provincia nororiental de Nínive, región conocida como las llanuras de Nínive. Aunque había distritos de mayoría cristiana en dichas grandes ciudades, muchos cristianos vivían en barrios mixtos.
A diferencia de muchas otras comunidades cristianas en la región, los asirios hablan neoarameo en casa y la mayoría no se identifica como árabe a pesar de décadas de presión de las campañas de ‘arabización’ baazistas, también dirigidas hacia los kurdos. La mayoría de los caldeos emigraron a las ciudades a principios del siglo XX. Los caldeos urbanos adoptaron voluntariamente el árabe y la gran mayoría se consideró posteriormente árabe. Sin embargo, el gobierno iraquí ahora clasifica a los caldeos y asirios como ‘nacionalidades’ minoritarias, aunque la constitución distribuye la representación de las minorías a lo largo de líneas religiosas, con cinco escaños parlamentarios reservados para cristianos de cualquier denominación.
Los ataques contra los cristianos comenzaron en la primavera de 2003 después de que fatwas de alto perfil que prohibían el alcohol provocaran actos de vandalismo en licorerías y escenas de violencia contra sus dueños, la mayoría de los cuales eran cristianos. A medida que aumentaba la violencia sectaria, los cristianos fueron el blanco de militantes islamistas sunitas y chiítas que los acusaron de connivencia con —y de incluso invitar— a las fuerzas estadounidenses y aliadas como parte de una cruzada religiosa. Amenazas individuales, atentados con bombas, secuestros, torturas y asesinatos terminaron por expulsar a un flujo lento pero constante de cristianos de las ciudades y/o del país. Los grupos armados, algunos de los cuales afirmaron tener vínculos con Al Qaeda, utilizaron la campaña terrorista para extorsionar a iglesias y comerciantes (incluidos a los no cristianos) con dinero a cambio de protección. Sin embargo, con tantas milicias en funcionamiento, los sobornos no siempre garantizaban protección. Los secuestros con el objetivo de pedir rescate también proliferaron debido a la creencia de que los cristianos son ricos o que reciben remesas de familiares en el extranjero.
El conflicto entre sunitas y chiítas se prolongó en Irak de 2006 a 2007. Pero incluso cuando esta lucha comenzó a disminuir, aumentaron los ataques contra cristianos y otros grupos minoritarios. Los cristianos de Mosul fueron el objetivo en el otoño de 2008 después de que los líderes cristianos de todo el país presionaron para proteger y aumentar la representación de las minorías en la ley electoral provincial que se estaba considerando en el Parlamento. La ley se aprobó en septiembre de 2008 sin ninguna disposición para escaños de las minorías; muchos cristianos interpretaron esta votación como un intento de excluir y expulsar a los cristianos de Irak.
40 cristianos murieron en lo que el Ministerio de Derechos Humanos de Irak llamó una campaña de terror ‘sistemática’ y ‘planificada’. Casi una cuarta parte de los 50 mil cristianos de Mosul abandonaron la ciudad, aunque la mayoría regresó más tarde ese año para mantener el acceso a trabajos y escuelas. En octubre de 2010, unos hombres armados irrumpieron en una misa vespertina en la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación en el barrio Karrada de Bagdad. El ataque inicial y el tiroteo con las fuerzas de seguridad iraquíes mataron a 44 feligreses y a dos sacerdotes. En las semanas posteriores al ataque, la huida cristiana al norte de Irak y a los países vecinos se incrementó.
Es difícil obtener datos fiables sobre el número de refugiados iraquíes. Cada país tiene diferentes métodos para contabilizar los cruces fronterizos (por nombre o por entrada; individuos o familias) y la baja tasa de registro oficial con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hace que los recuentos precisos sean imposibles. ACNUR estima que, en la cúspide de la migración en 2009, 2,6 millones de iraquíes fueron desplazados internamente, con otros 2 millones de refugiados fuera del país, principalmente en Siria, Jordania y Líbano. El reasentamiento y la migración, incluidos los iraquíes que huyeron de la violencia en Siria, redujeron el número de refugiados a 1,4 millones y de desplazados internos a 1,3 millones para septiembre de 2012.
Aunque los cristianos representaban solo entre el 3% al 5% de la población iraquí antes de 2003, representaron una proporción mucho mayor de los refugiados registrados: hasta un 20% en varias ocasiones durante la última década. Era más probable que las minorías se registraran en ACNUR, y los grupos de defensa cristiana, en particular, promovieron la importancia del registro para el reasentamiento en terceros países. Sin embargo, muchos refugiados no solicitaron el estatus oficial por temor a verse obligados a regresar a Irak.
Los refugiados en Siria, Jordania y Líbano no tienen estatus oficial sin el reconocimiento de ACNUR. Se les prohíbe trabajar legalmente y no siempre tienen acceso a los servicios públicos como la atención médica y la educación. Muchas familias viven de sus casi agotados ahorros, remesas de familiares en Irak y de asistencia de organizaciones benéficas, a menudo financiadas por iraquíes adinerados. Para aquellos que vendieron todas sus propiedades antes de irse, la posibilidad de regresar a Irak es tan inviable como indeseable: una encuesta de ACNUR entre los refugiados en Siria en 2008 encontró que más del 89% no planeaba regresar. Por el contrario, a la mayoría de los refugiados les gustaría establecerse en Estados Unidos, Europa o Australia.
La magnitud de la crisis de refugiados aún no fue abordada adecuadamente por ninguna de las partes, y el interés internacional por la difícil situación de los refugiados disminuyó desde la retirada de las tropas estadounidenses en 2011. En junio de 2010, ACNUR promocionó la remisión de 100 mil refugiados para su reasentamiento en terceros países, de los cuales sólo la mitad había sido admitida en ese momento. Estados Unidos, que desde 2007 acepto el mayor número de refugiados iraquíes (remitidos por ACNUR, por su propio Programa de Admisión de Refugiados o mediante procedimientos de asilo) había aprobado menos de 100 mil solicitudes de refugio —con una tasa de aceptación del 53%—, admitiendo a menos de 66 mil personas en marzo de 2012. Para 2013, el objetivo de reasentamiento propuesto es de unas 12 mil personas.
Los programas de reasentamiento y las políticas de asilo en Estados Unidos y en la Unión Europea favorecieron a las minorías religiosas, los palestinos, los hogares encabezados por mujeres y las personas con afecciones médicas o discapacidades. (Washington también da prioridad a las solicitudes de quienes trabajaron para el gobierno estadounidense, contratistas y los medios de comunicación con sede en Estados Unidos). Por su parte, Alemania, Francia y Países Bajos buscaron específicamente cristianos para sus programas de reasentamiento. Desde 2008, ACNUR concede automáticamente el estatuto de refugiado solo a las minorías religiosas y étnicas, y luego solo a los que proceden del centro y sur de Irak. Los refugiados de las zonas controladas por el Gobierno regional kurdo están sujetos a investigaciones de meses de duración para verificar las denuncias de persecución como condición para registrarse en ACNUR.
Muchos de los que permanecieron en Irak, o ahora regresan de Siria y otros lugares, buscaron refugio en las llanuras de Nínive y las provincias administradas por el Gobierno regional kurdo: Dohuk, Erbil y Suleimaniya. En febrero de 2011, más de 1.300 familias desplazadas vivían en estas provincias. En Nínive, una de las provincias más pobres de Irak, el desempleo es considerable y la afluencia de refugiados elevó los alquileres.
El Gobierno kurdo proporcionó estipendios, viviendas subsidiadas, educación y otros servicios sociales a familias cristianas desde 2005, políticas encabezadas por el Ministro de Finanzas, Sarkis Aghajan, de origen caldeo. Aghajan también financió la construcción de iglesias y una fuerza armada de ‘Guardianes de la Iglesia’, aunque no está claro si el dinero proviene de su fortuna personal o del Gobierno kurdo. Muchos refugiados sospechan que la ayuda está destinada a comprar apoyo cristiano para el Gobierno kurdo en su rivalidad con Bagdad y los partidos políticos árabes locales, y para socavar el activismo por un territorio cristiano autónomo en las llanuras de Nínive. Algunos líderes de la comunidad cristiana dan la bienvenida al patrocinio kurdo y apoyan sus esfuerzos de construcción del Estado en la región. Sin embargo, otros fueron hostigados por milicias y grupos políticos kurdos por desafiar la expansión del gobierno kurdo en Nínive.
Muchas familias que huyeron al norte ahora planean salir de Irak en busca de empleo y una vida más segura y estable. Mientras tanto, el Gobierno central continúa construyendo nuevos complejos de viviendas y ofrece pagos únicos de 1.500 dólares para las familias desplazadas internamente que regresen a sus ciudades de origen. Los líderes de la Iglesia también desalientan la emigración, pero la situación de inseguridad en las ciudades más grandes sigue siendo frágil. A pesar de que la seguridad está mejorando, proporcionada por las fuerzas de seguridad federales, muchas iglesias celebran servicios solo una o dos veces al mes. Por otro lado, continúan los ataques armados a las licorerías. Más aún, las mujeres sienten presión —en la calle, en la escuela y en el trabajo— para adaptarse a la vestimenta ‘islámica’, y muchas mujeres cristianas usan el hiyab para evitar la discriminación, el acoso o la violencia. Mientras tanto, las estrechas visiones que compiten sobre el futuro de Irak, y que se desarrollan en las cámaras de Gobierno y en las calles, dejan incierto el futuro de los cristianos iraquíes.
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Amanda Ufheil Somers es editora adjunta y miembro del comité editorial del Middle East Research and Information Project (MERIP).
N.d.T.: El artículo original fue publicado por MERIP el verano de 2013.