Por Gönül Tol y Yörük Işık para Middle East Institute (MEI)
En lo que respecta a los vínculos entre Turquía y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Ankara se considera más un problema que un aliado en estos días. No sólo compró un sistema de defensa aérea ruso S-400, sino que su diplomacia de cañoneras en el Mediterráneo oriental también elevó el espectro del conflicto militar entre aliados de la OTAN cuando las flotas navales griegas y turcas se acercaron directamente el verano pasado. Sin embargo, hay una región en la que Turquía puede ayudar a los esfuerzos de la OTAN: el Mar Negro.
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Desde su anexión en 2014, la península de Crimea se convirtió en una fortaleza militar rusa. Moscú aumentó significativamente su presencia militar en una región que el Presidente ruso Vladimir Putin considera la pieza central de la proyección de poder de Rusia en el Mediterráneo. Ahora tiene suficientes activos, reforzados con nuevos barcos y submarinos con poderosos sistemas de misiles Kalibr, para abrumar a cualquier coalición en estas aguas. Pero Moscú quiere más. En 2021, el Ejército ruso recibirá casi 3500 piezas de nuevos equipos y dos tercios del presupuesto militar se destinarán a la compra de armamento y mejoras. Esto incluye el último sistema automático de vigilancia de superficie Strategiya del Ministerio de Defensa en el Mar Negro.
Una creciente presencia estadounidense y una nueva estrategia turca
En respuesta, la Marina de Estados Unidos aumentó su propia presencia militar en el Mar Negro. En las últimas dos semanas, el USS Donald Cook y el USS Porter, destructores de misiles guiados, y el USNS Laramie, un buque de reabastecimiento de combustible, entraron en el Mar Negro en lo que fue el mayor despliegue en la región desde 2017. Ambos destructores están armados con misiles de crucero Raytheon Tomahawk, lo que representa una llegada de poder de fuego real al teatro del Mar Negro. La aparición de la Marina de Estados Unidos es una demostración inequívoca de fuerza, que demuestra que puede operar en una amplia geografía y sin la ayuda de aliados regionales si es necesario.
La presencia de Estados Unidos en el Mar Negro es importante para frenar el expansionismo ruso, pero una estrategia más eficaz requiere una respuesta coordinada de aliados regionales como Turquía. La relación de Ankara con la OTAN y Washington, en particular, es difícil últimamente. Al ignorar las advertencias de la OTAN y la amenaza de sanciones de Estados Unidos, Turquía siguió adelante con su compra del sistema de defensa aérea ruso S-400 y recibió el primer envío a mediados de 2019. No obstante, a pesar de su creciente asociación de defensa con Moscú, Ankara está igualmente inquieta por la creciente presencia militar rusa en una región donde Turquía alguna vez tuvo la ventaja. En una petición de 2016 a los aliados de Turquía en la OTAN, el Presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo que el Mar Negro se había convertido en un ‘lago ruso’ y pidió una mayor presencia de la OTAN, invirtiendo una política turca de décadas de mantener la alianza afuera.
Turquía desarrolló una estrategia múltiple para contrarrestar la influencia rusa en el Mar Negro. Una etapa importante de esa estrategia es en el frente interno, donde Ankara está fortaleciendo su armada. Un proyecto llamado MILGEM, una contracción de las palabras en turco ‘milli gemi’ (buque nacional), fue lanzado para diseñar y construir buques navales en el país, incluyendo corbetas de la clase ADA. En 2018, la Armada pakistaní firmó un contrato para adquirir cuatro de estos buques del contratista de defensa estatal turco ASFAT, la primera exportación exitosa de estos buques. Turquía también está construyendo sus capacidades antiacceso/negación de área (A2/AD) para contrarrestar los crecientes activos A2/AD de Rusia en el Mar Negro, al ordenar cuatro nuevas fragatas, llamadas tanto Estambul como MILGEM II. Las fragatas se basan en el diseño de la corbeta clase ADA, pero se extendieron 14 metros para permitir la inclusión de un sistema de lanzamiento vertical de misiles de superficie a aire. La versión naval del sistema de defensa aérea de baja altitud Korkut del Ejército, Gökdeniz, se añadirá al inventario por primera vez con la fragata. El misil antibuque nacional Atmaca también se integrará en la primera unidad de la clase, TCG Estambul, cuya entrada en servicio está prevista para finales de este año.
Equilibrar a Rusia mediante la cooperación militar regional
Turquía también está tomando medidas en el frente de la política exterior, al intensificar su cooperación con Ucrania, Georgia y Azerbaiyán. Ankara considera que estos países son fundamentales en sus esfuerzos por equilibrar la presencia militar rusa en el Mar Negro y el Cáucaso Meridional. Desde la anexión de Crimea por parte de Rusia, las relaciones entre Turquía y Ucrania se ampliaron considerablemente. El año pasado, Erdogan dio a conocer un paquete de ayuda militar de 36 millones de dólares para Ucrania. Los dos países acordaron cooperar en el diseño y la fabricación de motores de aeronaves, unidades de radar, drones y sistemas de navegación y considerar la posibilidad de colaborar en proyectos de tecnología avanzada, como los sistemas de misiles balísticos. Ankara también planea vender sus barcos a Kiev como parte de un acuerdo de defensa mucho más grande, que, si llega a buen término, podría cambiar el equilibrio de poder en el Mar Negro. Además de la cooperación en las industrias de defensa, las armadas de Ucrania y Turquía también llevan a cabo entrenamientos conjuntos en el Mar Negro para mostrar su capacidad de operar “de acuerdo con las normas de la OTAN.”
Ankara también invirtió en apuntalar las defensas de Georgia, otro país del Mar Negro amenazado por la creciente influencia de Moscú en la región. Turquía asignó millones de dólares al Ministerio de Defensa de Georgia para reformar la logística militar del país y transferir capacidades de defensa a su vecino del noreste, al tiempo que aboga por la ampliación de la membresía de la OTAN a Georgia, un movimiento al que Rusia se opone.
La cooperación de Turquía en materia de defensa con Azerbaiyán también fue en aumento, algo que se puso de manifiesto en los combates en el disputado territorio de Nagorno Karabaj a fines del año pasado, cuando Ankara lanzó todo su apoyo militar a Bakú. Los drones turcos proporcionaron a Azerbaiyán una gran ventaja en el conflicto, que terminó con Azerbaiyán capturando importantes franjas de territorio de las fuerzas armenias. Las exportaciones militares de Turquía a Azerbaiyán se sextuplicaron en 2020, con Azerbaiyán saltando a la cima de la lista de compradores de armas turcas en septiembre.
La OTAN en el Mar Negro
La OTAN debería apoyar estos esfuerzos turcos. También debería establecer un grupo permanente de ‘Patrulla Marítima del Mar Negro’ inspirado en el éxito de la Operación Sea Guardian en el Mediterráneo. La Operación Sea Guardian es un esfuerzo flexible que potencialmente puede cubrir toda la gama de necesidades de seguridad marítima de la OTAN. De acuerdo con el concepto de ‘nación marco’ de la OTAN, se puede asignar a Turquía el papel de nación líder en el Mar Negro y los miembros más pequeños pueden integrar sus propias capacidades más limitadas en una estructura organizativa proporcionada por Ankara.
Al igual que otras misiones de la OTAN en el Báltico o el Mediterráneo, Turquía puede desempeñar un papel de coordinación para atraer a otros aliados de la OTAN dispuestos a participar y proporcionar apoyo. Tal fuerza requeriría la coordinación de la alianza militar y la presión política entre los miembros del Mar Negro para comprometerse de antemano a una presencia marítima regular y rotatoria en estas aguas, de acuerdo con la Convención de Montreux de 1936, que limita la presencia de buques de guerra de Estados no litorales hasta un máximo de 21 días. Aunque el desarrollo de una unidad multinacional de este tipo requeriría un esfuerzo diplomático sostenido, una vez que se encontrase activa, impulsaría la disuasión de la OTAN en una región estratégica que se convirtió en un trampolín para que Rusia proyecte su poder desde Georgia hasta Siria y Libia.
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Gönül Tol es Directora fundadora del Programa Turquía y miembro senior de la Iniciativa Frontera Europa del MEI.
Yörük Işık es analista geopolítico con sede en Estambul, donde dirige el Observatorio del Bósforo. Analiza los movimientos militares en los estrechos turcos.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 16 de febrero de 2021.