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El Interprete Digital

Vivir en las inmediaciones del Proyecto Noor en Marruecos

Por Zakia Salime para Middle East Report and Information Project (MERIP) 

Planta Termo-solar, Ain Bni Mathar, Marruecos [World Bank Photo Collection/Creative Commons]

“Antes de la intervención de MASEN (Agencia Marroquí para la Energía Sostenible) (…) estas tierras áridas vírgenes estaban libres de cualquier actividad, el viento soplaba sin mover la pala del aerogenerador y los ríos fluían sin ser restringidos por represas. MASEN, una fuerza inagotable de desarrollo”, dice la voz superpuesta en La Cadena de Valores de Masen. [1]

Estas tierras áridas, descritas como vacías en un video promocional de MASEN constan de 3000 hectáreas programadas para albergar el complejo de energía solar más grande del mundo, Noor-Ouarzazte. Sin embargo, no se menciona en los materiales promocionales brillantes el hecho de que 8000 aldeanos perdieron su acceso a los pastos colectivos en 2010 debido a esta masiva adquisición de tierras.

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Las narrativas de MASEN sobre el área giran en torno a las nociones de “vacío, aridez y desperdicio”, que los agentes de la empresa utilizan para legitimar el precio de compra significativamente bajo de 15 centavos por metro cuadrado. [2] Sin embargo, el acuerdo fue aprobado por la Asamblea Comunal de Ghassat, que representa a las siete aldeas de Ait Ougrour Amazigh ubicadas a pocos kilómetros de la ciudad de Ourzazate en uno de los enclaves más pobres y con mayor estrés hídrico del sureste.

Si bien la apropiación masiva de tierras de MASEN prometió desarrollo a cambio, los aldeanos explican que también privó a sus comunidades de “pastos ancestrales, interrumpiendo los viejos caminos de circulación entre nuestras aldeas y extendiendo nuestro tiempo de viaje a Ouarzazate”. [3]

Creada en 2010 como una empresa privada con fondos públicos, MASEN comenzó como la Agencia Marroquí de Energía Solar y pasó a llamarse para la Energía Sostenible en 2016. Es el proyecto insignia de la Estrategia Nacional Energética de 2009, una política integral para revertir la cuasi dependencia de los combustibles fósiles importados mediante la producción de electricidad a partir de recursos solar, eólicos e hidroeléctricos. 

El objetivo es producir el 42% de la energía total a partir de fuentes renovables en 2020 y el 52% para 2030, combinado con una reducción del 32% de las emisiones de gases de efecto invernadero. MASEN supervisa la implementación de estos objetivos mediante la construcción de parques de energía renovable en todo el país, con la mirada puesta en los mercados emergentes de África y las crecientes necesidades. 

En su complejo Noor de cuatro granjas, MASEN utiliza una variedad de tecnologías solares térmicas complementarias, incluidos los sistemas de energía de concentración (CPS) en Noor I y Noor II, un sistema de torre en Noor III y uno fotovoltaico (PV) en Noor IV. Después de ganar la licitación pública para la producción energética, un consorcio liderado por la empresa de Arabia Saudita ACWA Power está desarrollado estos parques solares y tiene la tarea de generar electricidad para MASEN durante 25 años. [4]

Visité este proyecto insignia por primera vez en diciembre de 2017, como parte de un estudio etnográfico del movimiento Sulaliyyat, una movilización nacional de mujeres rurales por los derechos a la tierra. Desde 2007, este grupo destacó la importancia de la tierra colectiva para las políticas de privatización y cuestionó el régimen legal-patriarcal poscolonial y las instituciones que supervisan la apropiación de tierras y la distribución de ingresos.

Estimada en 15 millones de hectáreas a nivel nacional, la tierra colectiva (aradi sulaliyya) es una mina de oro para el tesoro estatal, ya que su privatización genera ingresos que son guardados y administrados por el Consejo Tutelar de Tierras Colectivas, Majlis Al Wissaya anidado en el Ministerio del Interior. [5] Este consejo tiene el mandato político de inyectar los ingresos a las comunidades en forma de proyectos de desarrollo. La adquisición masiva de tierras en 2010 para Noor generó más de USD 3,5 millones. Lo recaudado, aparentemente se destinó a infraestructura, oportunidades laborales y desarrollo en las aldeas de Ait Ougrour, según un funcionario del Ministerio del Interior. [6]

Así, MASEN no es solo una empresa de captación de sol con ambiciones globales, sino también una agencia de desarrollo que genera un discurso sobre la ‘sostenibilidad’ para el consumo local. [7]

Con Noor, la gobernanza y el desarrollo extractivo se entrelazan en iniciativas agrícolas, pavimentación de carreteras, campañas de atención médica y programas de educación, entre otros proyectos. De esta manera, los pobladores tienen encuentros diarios con el extractivismo como desarrollo y con MASEN como nueva autoridad de gobierno. Los programas de desarrollo también están dando forma a los arreglos de género y la vida cotidiana en las aldeas, al tiempo que median el poder y la autoridad y transforman las relaciones de los residentes con su entorno físico.

Estas intervenciones están enredadas en categorías temporales que suspenden la marginación pasada. Además, ocultan injusticias sistémicas y experiencias colectivas de precariedad para convertir a los aldeanos en sujetos individuales deseosos, aparentemente a cargo de su propio futuro. 

Entrelazados con las agendas de desarrollo, los proyectos de energía limpia hacen más que acaparar tierras. Su objetivo es remodelar la vida y las prácticas en las comunidades rurales a través de las racionalidades económicas de la durabilidad y la sostenibilidad, como regímenes de verdades que deben promulgar los campesinos nacidos de nuevo. En las aldeas de Ait Ougrour, estas transformaciones toman la forma de un cambio de las prácticas pastorales y el pastoreo de animales a la ‘agricultura ecológica’ a pequeña escala que se basa principalmente en el aprendizaje y el compromiso de tiempo de las mujeres.

Tierra y protestas

Movilizando un presupuesto de inversión de más de USD 9.000 millones, el proyecto Noor fue objeto de numerosas evaluaciones por parte de agencias de financiamiento, incluidos el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y ACWA Power. Todos enfatizan la importancia de reducir la brecha percibida entre el proyecto mega futurista y la población circundante suspendida entre la marginación pasada y las promesas de desarrollo que no se materializan. [8]

Sin embargo, los programas de desarrollo local de MASEN no son únicamente una reacción a los mandatos de estas agencias de financiamiento. También son respuestas urgentes a las persistentes demandas de la población de oportunidades laborales en la planta. La energía solar prometía visibilidad global, tecnología, financiación e infraestructura para esta región hambrienta de desarrollo. Mis encuestados dijeron que “acogían con satisfacción estas promesas” y que esperaban que el proyecto “retuviera a los hombres en los pueblos, trajera de vuelta a los jóvenes formados para que tuvieran oportunidades de empleo en la planta y aliviara la carga de las mujeres, que suelen ser dejadas atrás” como población residual por los hombres asalariados que emigran.

Equipado con un presupuesto de más de USD 6,800 millones para el desarrollo local, MASEN emprendió algunas iniciativas. Entre ellas se destacan: la construcción y pavimentación de carreteras, la supervisión de iniciativas agrícolas, la financiación de la reparación de canales de agua, el patrocinio del transporte escolar y la organización de campañas anuales de atención médica. 

La expresión más común que utilizan los burócratas estatales para este tipo de trabajo de desarrollo es désenclavement, una expresión francesa para mejorar el acceso o abrir una región. Para los residentes locales, la ‘apertura’ implica promesas de una vida mejor a través de trabajos estables y modernos en la planta solar que, en su mayoría, siguen sin cumplirse. Sin embargo, la apropiación masiva de tierras de MASEN y las promesas incumplidas no generaron el tipo de protestas sostenidas atestiguadas en Imider contra la minería de plata que duraron siete años (2011-2019) o en Ben Smim contra la privatización de un manantial de agua (2000-2007). por nombrar solo dos ejemplos. [9] Las protestas que ocurrieron contra la adquisición de tierras por parte de MASEN fueron movilizaciones de corta duración. Involucraron principalmente a hombres y rápidamente se convirtieron en una competencia entre los residentes para asegurar uno de los 2.000 a 3.000 puestos de trabajo que MASEN les había prometido en la obra. [10]

Junto a los deseos locales de desarrollo, las expectativas laborales generan lo que yo llamo nodos de enredo afectivo entre los aldeanos y MASEN, que cristalizan en torno a su Departamento de Desarrollo Sostenible de Territorios (SDTD). Además de supervisar proyectos a pequeña escala de agricultura y cría de animales, el SDTD gobierna las esperanzas y frustraciones de las personas: las dimensiones afectivas y temporales de la vida en las cercanías de Noor.

Vivir a pocos kilómetros de un proyecto mega futurista significa ser impulsado hacia el futuro,  que promete frenar la brecha de tiempo entre los espacios cotidianos de abandono de los aldeanos y el sitio hiper moderno de poder concentrado.

Experimenté estas brechas durante mi primer viaje desde el aeropuerto de Ouarzazate a Noor en 2017. Mi taxista compartió instantáneas de cómo se siente la ciudad de 50,000 habitantes con sus residentes. Ouarzazate “siempre incumple sus promesas”, dijo. Además lamentaba la desaparición de la industria cinematográfica y culpaba a la ciudad por no retener a los turistas “para quienes Ouarzazate es simplemente una puerta de entrada al desierto”. 

Hablé sobre mi investigación e interés en Noor, pero su respuesta me tomó por sorpresa. La energía solar le pareció más “como una abstracción”. “El tiempo de la esperanza y el entusiasmo se terminó”, dijo. Mi taxista estaba ansioso por hablar sobre el aumento de los precios de los alquileres y las crecientes disparidades económicas como los efectos más inmediatos de Noor en Ouarzazate. A medida que los lugareños se quedan atrás, las élites marroquíes y extranjeras de MASEN se convirtieron en los habitantes más deseables de la ciudad debido a su poder adquisitivo, sostuvo.

Mi taxista no tuvo mucho que decir sobre la energía solar, encontrando pocos beneficios ya que su propia factura de electricidad sigue siendo alta y porque él “paga pero no puede beber” el agua debido a la contaminación. Pero crecían las esperanzas de que una presa de nueva construcción, Moulay Ali Sherif-Ouarzazate, en el río Tiyiwine, aliviaría la presión sobre la presa Al Mansour Eddahbi. MASEN se apropió por completo de ésta, primero para la fase de construcción y posteriormente para la limpieza en curso de los reflectores solares y el enfriamiento del vapor en el proceso de producción de electricidad de la turbina. Para responder a estas necesidades, se construyó en el sitio un tanque de almacenamiento de agua con una capacidad total de 30.000 metros cúbicos, que generó cientos de empleos temporales.

Viajando a través del tiempo 

Viajar de Ouarzazate a MASEN es un viaje a través de geografías desiguales y temporalidades conflictivas. La apropiación masiva de tierras interrumpió los antiguos itinerarios, las prácticas pastorales y los vínculos económicos y sociales entre las aldeas de Ait Ougrour. Un camino pavimentado de 13 millas construido por MASEN reemplazó los caminos rocosos que los aldeanos usaban en su circulación entre pueblos o para llegar a la ciudad de Ouarzazate en burro o mula. 

La carretera linda con el borde vallado de la instalación de Noor, destacando las fricciones geográficas y las curvas de nivel entre una institución hiper moderna y las aldeas circundantes, todo mientras suaviza los viajes de los agentes de MASEN a los sitios de sus proyectos de desarrollo. 

A lo largo de esta carretera se encuentran 20 puestos militares que sirven como escudo humano junto al recinto de metal, sellando todo el sitio de la planta solar y vigilando el movimiento a lo largo de su frontera extendida las 24 horas del día. Todas las plantas e infraestructura de generación de energía de Marruecos se consideran instalaciones militares estratégicas, por lo que el área alrededor de ellas es una zona militar.

Los residentes experimentan esta frontera securitizada durante sus movimientos diarios entre pueblos.  Se hace patente en los viajes diarios a Ouarzazate, la ciudad de su trabajo, actividades de mercado, educación y atención médica. Una torre de seguridad de 200 metros de altura se cierne sobre la carretera pavimentada como un ojo panóptico. Ubicado dentro de las instalaciones de Noor, es visible desde casi todos los pueblos de los alrededores.

Está equipado con una cámara giratoria con una visibilidad nocturna de más de 18 millas. La administración local de Ghassat, encabezada por el jefe designado del Ministerio del Interior –qiada-, también se encuentra en la misma carretera, difuminando así los límites entre el poder estatal y la gobernanza extractivista. MASEN y la qiada se coordinan estrechamente para regular el tráfico no deseado en la carretera y autorizar los viajes a las aldeas por parte de visitantes externos. 

Bajo una vigilancia tan generalizada, no es de extrañar que el ambiente se sienta pesado, que la gente se sienta observada y que la capacidad de los residentes para expresar abiertamente su descontento sea limitada. Más importante aún, las promesas de desarrollo alejan el descontento del despojo cotidiano e impulsan a los aldeanos hacia un futuro aparentemente creado por ellos mismos, ya que participan en la agricultura ecológica, como propone MASEN, mientras se adhieren a evaluaciones regulares de su propio progreso.

Gobernar la esperanza

El tiempo está integrado en la misión de desarrollo de la energía renovable a través de la categoría de sostenibilidad y es una esfera de identificación de género para las mujeres. A pesar de que los proyectos agrícolas de pequeña escala de MASEN no se dirigen específicamente a ellas, más del 75% de los beneficiarios de estos programas son mujeres. 

Hisham y Fatema, dos agentes de desarrollo afirmaron que las mujeres “combinan las cualidades de resistencia, compromiso corporal, deseo de aprender, con movilidad restringida”. [11] Si bien las iniciativas agrícolas se dirigen principalmente a las mujeres como población estable en las aldeas, los sueños de los hombres de las oportunidades de trabajo ‘reales’ con MASEN, o una de sus empresas afiliadas, nunca desaparecen.

Los hombres que entrevisté no veían la agricultura como “un trabajo real o una fuente importante de ingresos”, sino simplemente como “un complemento de una fuente de ingresos más estable” y, por lo tanto, se contentan con “dejarla en manos de las mujeres”. Así, los hombres solicitan, vuelven a solicitar, esperan y navegan por trabajos temporales, principalmente como trabajadores de la construcción. Uno de ellos es Hamid, que ganó varios contratos a corto plazo en el sitio de construcción antes de terminar como limpiador en la cocina, otro contrato temporal. 

El peso de esta incertidumbre y la experiencia de la precariedad es compartido por hombres y mujeres. Pero la carga de hacer que los proyectos de desarrollo tengan éxito recae más sobre las mujeres, que tienen menos movilidad que los hombres. Para ellas, la tarea necesaria de gobernar la incertidumbre también significa gobernar el tiempo: el tiempo del empleo, el tiempo del paro del marido, el tiempo de espera, el tiempo de pérdida, el tiempo del agua y el tiempo de la esperanza.

Para MASEN, administrar el tiempo también se trata de administrar las esperanzas y frustraciones, ya que supervisa los procesos burocráticos para manejar solicitudes, contratos a corto plazo y quejas laborales mientras los residentes esperan respuestas positivas. 

Estos nodos de enredos afectivos brindan a MASEN un poder de gobierno que se manifiesta en su capacidad para mantener un ambiente relativamente pacífico. Mientras tanto, extrae cantidades masivas de agua, tierra y mano de obra. En estos enredos MASEN opera como un estado de bienestar de proximidad, que rige no sólo la producción de energía sino también la vida cotidiana de los pobladores que son a la vez objeto de múltiples intervenciones y sujetos de su propio deseo de desarrollo. 

Las perspectivas, por escasas que sean, de oportunidades laborales en MASEN o en una de sus empresas subcontratistas mantienen a los residentes bajo control. Mientras tanto, los pequeños proyectos agrícolas generan algunas oportunidades de mercado y activan la imaginación de la gente sobre nuevas posibilidades económicas. Pero el descontento por las promesas incumplidas surgió en mis conversaciones con hombres y mujeres, ya que las oportunidades de trabajo en Noor están disminuyendo a medida que la fase de construcción termina. Una vez terminado, el sitio estará a cargo de no más de 40 ingenieros y técnicos altamente calificados.

En 2018, se pusieron en marcha algunas iniciativas agrícolas. Visité un proyecto piloto en Izerki donde seis mujeres estaban aprendiendo las herramientas de la agricultura ecológica tal como las concibió y supervisó AGRISUD, una organización no gubernamental francesa encargada por MASEN. 

Un agente de desarrollo explicó que el proyecto consistió en la construcción de establos adecuados para organizar la cría de animales de una manera moderna, además de capacitar a las mujeres en el uso de contenedores específicos para la alimentación animal, el proceso de construcción de compost y cómo racionalizar el uso del agua. 

Las mujeres estaban orgullosas de sacar sus libros de contabilidad y hablar sobre su progreso en las clases de alfabetización, ya que ahora podían hacer un seguimiento de sus gastos y llevar registros. Khadija, una agricultora, habló sobre un futuro cercano en el que podría cultivar hierbas, venderlas en el mercado y obtener ganancias, de acuerdo con la racionalidad del mercado recién aprendida de ‘costos y beneficios’. 

Energía solar vista desde sus márgenes

A pesar de estas iniciativas agrícolas, han crecido las frustraciones sobre Noor como un proyecto que prometía más de lo que entregaba. Por ejemplo, aunque los programas de electrificación en las zonas rurales de Marruecos progresaron de manera constante.

Desde finales de la década de 1990, un residente confirmó que solo en su aldea, “40 hogares aún carecen de conexión a la red nacional y la factura colectiva mensual promedio de electricidad para bombear agua potable el agua se acerca a los $500 para los residentes”. [12] 

Mis encuestados no entienden “por qué MASEN no ofrece paneles de techo para aliviar la carga financiera de sus vecinos”. Se preguntan por qué la granja energética masiva “sirve a europeos y africanos” pero “no a los que viven a una milla de distancia”. En Ait Ougrour, como en la mayoría de los pueblos de la Región Administrativa del Sureste, los residentes dependen de tarjetas de electricidad prepagas que deben recargar en Ouarzazate. El acceso diario de los hogares al agua potable también es mínimo y los niveles freáticos están retrocediendo de manera alarmante.

También existe la firme creencia de que la instalación física de millones de paneles solares y espejos, que se mueven sincrónicamente para mirar hacia el sol, retiene y refleja el calor, transformando así las aldeas circundantes en un verdadero invernadero, simplemente absorbiendo el calor sin beneficiarse de la energía prometida. 

El aumento de las temperaturas, la variabilidad climática, la sequía y la escasez de agua se atribuyen en parte a Noor. Los aldeanos sienten el impacto del cambio climático, que irónicamente sostiene la creencia de que la granja de energía solar está empeorando las condiciones de vida. En lugar de brindarles oportunidades reales, los está despojando de un futuro mejor prometido.

N.d.A..: La investigación para este proyecto fue financiada por una beca Fulbright Scholar sobre género y derechos a la tierra en Marruecos (2017-2018).

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital].

Zakia Salime es Profesora Asociada en el Departamento de Sociología, Género y Estudios Sexuales de la Universidad Rutgers.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por MERIP el 6 de mayo de 2021.

Referencias

[1]La chaîne de valeurs de MASEN,” YouTube, Febrero 28, 2018.

[2] Entrevista de la Autora con Agentes de MASEN, Diciembre 2017.

[3] Entrevista de la Autora con los ciudadanos, Taslemant, Diciembre 2017.

[4] Hammouchene Hamza, “Desertec: The Renewable Energy Grab?” The New Internationalist (Marzo 2015).

[5] See a critique of advanced regionalism by Mona Atia and Said Samlali, “Government Efforts to Reduce Inequality in Morocco Are Only Making Matters Worse,” Middle East Report Online, Marzo 24, 2021.

[6] Author interview, Rabat, Abril, 2018.

[7]REN, A New Social Leverage,” MASEN Panel at COP22, Marrakech, Marruecos, 11 de Octubre, 2016. [Francés] 

[8]Ouarzazate Solar Power Complex, Phase 1, Morocco, Specific Environmental and Social Impact Assessment, Volume 1,” 5 Capitals Environmental and Management Consulting (Diciembre 2012).

[9] Zakia Salime, “Protest Camp as Counter-Archive at a Moroccan Silver Mine,” Middle East Report 291 (Verano 2019).

[10] Karen Eugenie Rignall, “Solar Power, State Power and the Politics of Energy Transition in Pre-Saharan Morocco,” Environment and Planning A: Economy and Space 48/3 (2016), Atman Aoui, Moulay Ahmed el Amrani, Karen Rignall, “Global Aspirations and Local Realities of Solar Energy in Morocco,” Middle East Report 296 (Invierno 2020).

[11] Entrevista de la Autora, Izerki y Ouarzazate, Diciembre 14, 2017.

[12] Entrevista de la Autora, Ouarzazate, Enero 5, 2018.