Por Osama Al Sharif para Arab News
El acuerdo de cooperación estratégica integral de 25 años entre China e Irán, que se firmó en Teherán el sábado, es un gran avance para los dos países y tendrá efectos a largo plazo en el equilibrio geopolítico del Golfo y la región en su conjunto. Después de cinco años de negociaciones, la firma del acuerdo, que cubre temas económicos, políticos y de seguridad, llega en un momento en que las relaciones entre Pekín y Washington están en su peor momento. A su vez, coloca a Teherán en una sólida posición de negociación en relación con el tambaleante acuerdo nuclear y el intento de Occidente de renegociarlo y expandirlo.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Aunque algunas partes del pacto no se revelaron, se sabe que el acuerdo liberará 400 mil millones de dólares de inversiones chinas durante 25 años a cambio de un suministro regular de petróleo iraní de bajo costo. El impacto del acuerdo sobre una economía iraní en apuros será enorme y reducirá los efectos de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos. La propuesta de una alianza estratégica entre China e Irán fue hecha por el líder chino Xi Jinping en 2016, pero los líderes iraníes dudaron en aceptarla por temor a que afectara el acuerdo nuclear recién firmado. No obstante, la firma de esta semana del documento que equivale a un tratado atestigua el fracaso de la política de la administración Trump de ‘máxima presión’ sobre Irán. Deja al sucesor de Donald Trump, Joe Biden, en una posición difícil de cara a la reincorporación incondicional al acuerdo nuclear, como exige Teherán.
El pacto, que permitirá a China colocar 5.000 efectivos militares y de seguridad en suelo iraní, es un cambio de juego regional. Antes de Pekín, Teherán había firmado un acuerdo de cooperación de 10 años, especialmente en el campo nuclear, con Moscú en 2001, que desde entonces se amplió dos veces por cinco años. Hace dos años, Irán se unió a ejercicios navales con Rusia y China. El último acuerdo permitirá que China tenga presencia en la región del Golfo, así como también en Asia Central. A cambio, Irán tendrá acceso a la tecnología e inversiones chinas en su pobre infraestructura. Las dos partes invertirán en una zona industrial franca cerca del Estrecho de Ormuz.
Los chinos estuvieron fortaleciendo sus lazos económicos con otros países del Golfo durante años. Pekín ya firmó acuerdos de cooperación con Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, y tiene buenas relaciones de trabajo con Arabia Saudí. El último acuerdo, no obstante, encenderá las alarmas en las capitales del Golfo Árabe. Irán sigue siendo una fuente importante de inestabilidad en la región y su alianza con Pekín solo envalentonará a los de línea dura en Teherán y Qom.
Israel también se sentirá incómodo por la movida china. Tanto Rusia como China, cosignatarios del acuerdo nuclear, apoyaron la posición de Teherán y violaron abiertamente las sanciones de Estados Unidos. El acuerdo es un paso importante en la ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta multimillonaria de China, que se espera que le permita convertirse en la mayor economía mundial en unos pocos años.
Hasta ahora no hubo reacción de Washington. La firma del acuerdo pondrá a los estadounidenses y europeos en una posición diplomática difícil. Por otro lado, es probable que los iraníes se mantengan firmes en su rechazo de cualquier propuesta para renegociar el acuerdo nuclear o expandirlo para cubrir el programa de misiles de largo alcance de Teherán y su comportamiento regional.
La firma del acuerdo se produjo pocos días después de una reunión fallida entre Estados Unidos y China en Alaska, en la que estalló una amarga guerra de palabras entre los dos Estados. Biden parece estar siguiendo los pasos de Trump al tomar una posición dura contra Pekín.
Dentro de Irán, la oposición atacó el acuerdo entre Teherán y Pekín por violar la soberanía del país, puesto que no está claro si Irán permitirá que China tenga una base militar permanente en su territorio. Por otra parte Pekín ya mostró interés en involucrarse en asuntos regionales, por ejemplo, al ofrecerse como anfitrión de conversaciones preliminares entre Israel y los palestinos. El reciente acuerdo será visto como otro intento de una nación extranjera de llenar el vacío dejado por Estados Unidos en la región: Rusia ya estableció una serie de bases militares y navales en Siria y está activa en Libia, y Turquía, que tiene una base militar en Qatar, tampoco se avergüenza de sus ambiciones territoriales en el norte de Siria y el Kurdistán iraquí.
A diferencia de Estados Unidos, China sigue dependiendo del petróleo del Golfo, por lo que es seguro que veremos un aumento de la actividad china en la región a medida que Washington reduzca su presencia. Pekín, asimismo, dejó en claro que su alianza con Irán no afectará sus lazos con los países del Golfo.
Los Estados de la región estarán bajo presión, principalmente de Estados Unidos, para que no se acerquen a China. En este contexto, la región, como en la década de 1950, se verá atrapada en una nueva guerra fría entre China y Rusia, por un lado, y Estados Unidos y sus aliados europeos, por el otro. Esto requiere de un cuidadoso acto de equilibrio diplomático por parte de los países de la región, mientras nosotros presenciamos importantes réplicas geopolíticas.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Osama Al Sharif es periodista y comentarista político radicado en Amman.
N.d.T: El artículo original fue publicado por Arab News el 30 de marzo de 2021.