Por Mohammed Soliman para Middle East Institute (MEI)
Se espera que los conflictos en curso en Siria, Libia y Yemen continúen desestabilizando Medio Oriente y el Norte de África (MENA) en 2021. Sin embargo, la tecnología probablemente agregará otra capa de complejidad a estos conflictos y remodelará la región a lo largo de la década.
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Cuando comenzó la Primavera Árabe hace una década, el mayor desafío al que se enfrenaban los autócratas árabes de larga data era lidiar con el poder de las redes sociales y el aumento de la oposición política en línea por parte de activistas jóvenes conocedores de estas herramientas. Sin embargo, en la presente década, los gobiernos regionales suman un nuevo desafío: el total de las tecnologías emergentes que darán forma no solo a la política nacional, sino también a la dinámica geopolítica regional. Estas tecnologías avanzadas son: cibernética, drones, y tecnología espacial.
La era de los drones
Los drones no son nuevos en Medio Oriente, ya que muchas nacionales regionales tuvieron acceso a la tecnología de vehículos aéreos no tripulados (UAV) desde 1980, por ejemplo, Israel comenzó a construir sus propias capacidades en 1970 con el apoyo de Estados Unidos. Mientras que Egipto, cuando hizo la transición del pacto liderado por los soviéticos al liderado por Estados Unidos, logró que Washington le proporcionará su avión no tripulado de última generación, Scarab.
Sin embargo, los drones no fueron fundamentales en los conflictos de Medio Oriente en las décadas de 1990 o 2000. La situación cambió por completo en la década de 2010 cuando las revoluciones de la Primavera Árabe en Libia, Siria y Yemen se convirtieron en guerras civiles y, más tarde, en guerras indirectas entre rivales internacionales y regionales.
Turquía es un excelente ejemplo de un país que ha empleado vehículos aéreos no tripulados de bajo costo en su beneficio sin el uso tradicional de fuerzas convencionales. A pesar de sus continuos problemas financieros, Ankara continuó con su política exterior expansionista en la región, fortalecida en gran parte por su flota de drones producidos en el país.
En Libia, Siria y Azerbaiyán, Turquía dominó las operaciones de guerra aérea operando sus vehículos insignia, Bayraktar TB2 y TAI Anka-S, junto con los sistemas de guerra electrónica de largo alcance (EWS) KORAL, los cuales, permiten ganar superioridad contra sistemas más ineficaces de defensa en Libia y Siria.
Cada vez más, las potencias regionales están capitalizando la tecnología de drones. Las estrategias militares no se limitarán a adquirir vehículos aéreos no tripulados de última generación fabricados en el extranjero, sino a construir flotas de vehículos aéreos no tripulados de producción local, con países interesados que van desde Egipto hasta Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
En su conversación con el Middle East Institute el 8 de febrero de 2021, el general Kenneth McKenzie, comandante del Comando Central de los Estados Unidos, advirtió sobre la proliferación de sistemas aéreos no tripulados (UAS) de bajo costo por parte de actores estatales y no estatales.
La proliferación de la guerra cibernética
La región MENA está siendo testigo de una proliferación masiva de la guerra cibernética. El zar de los EAU, Mohammed Al Kuwaiti, dijo que Medio Oriente se enfrenta a una ‘pandemia cibernética’. El ciberespacio se ha convertido en el campo de batalla preferido en la región, ya que brinda a los actores estatales y no estatales una alternativa a la guerra convencional con una negación plausible y menos bajas militares o civiles.
Dado que actualmente no existen normas legales internacionales que regulen el uso de la guerra cibernética, este puede ser un método de participación que permita a los países evitar críticas generalizadas y posibles sanciones.
La guerra cibernética es un pilar de la doctrina de guerra asimétrica de Irán contra enemigos en el Golfo Arábigo y el Levante. En 2012, después de aprender del malware desarrollado por Estados Unidos e Israel Stuxnet, Irán creó su propia versión, llamado Shamoon. Este se utilizó posteriormente contra Saudí Aramco, dejando inutilizables más de 30.000 dispositivos. De manera similar, en 2017, pirateó con éxito la Campaña Nacional de Industrialización de Arabia Saudita y la Compañía Química Sadara, borrando datos de ambas.
El activo rol de Irán mantiene nerviosos a sus rivales —principalmente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos—, lo que los lleva a desarrollar sus propias capacidades cibernéticas defensivas para contrarrestarlas en el ciberespacio. Con las guerras civiles y la agitación política que asolan la región MENA, los actores no estatales se están convirtiendo en otro gran jugador en la carrera de las armas cibernéticas, principalmente Hamas y Hezbollah.
La ciber soberanía es la nueva norma
La Primavera Árabe dejó en claro la importancia de las plataformas digitales como herramienta para organizar protestas. Como resultado, los gobiernos de MENA se han dado cuenta de la importancia de la localización y soberanía de datos y comenzaron a emitir leyes que obligan a las empresas internacionales y locales a almacenar sus datos localmente y otorgar a las autoridades locales acceso a los datos de los usuarios.
Recientemente, los gobiernos de MENA parecen estar evitando el enfoque de laissez-faire de Estados Unidos hacia la privacidad de los datos. Han llegado a favorecer cada vez más el modelo de Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea a medida que la región promulga una nueva serie de regulaciones en torno al tratamiento de los datos de los consumidores.
Por ejemplo, Egipto aprobó la Ley de Protección de Datos Personales N°151 en febrero de 2020 para prohibir la transferencia a destinos ubicados fuera del país, excepto con el permiso del Centro de Protección de Datos. En Arabia Saudita, la Autoridad Nacional de Ciberseguridad (NCA) publicó un documento preliminar para los controles de ciberseguridad en la nube (CCC), que establece los requisitos mínimos en la materia tanto para proveedores (CSP) como para inquilinos de servicios (CST).
Por otra parte, dentro de la Estrategia Nacional de Ciberseguridad de la Autoridad Reguladora de Telecomunicaciones los EAU, están listos para lanzar una ley nacional de datos basada en GDPR. A su vez, las zonas francas del Centro Financiero Internacional de Dubai y el Mercado Global de Abu Dhabi implementaron normativas similares al GDPR. Mientras que Qatar, tiene la Regulación QFC N°6 de 2005, que sigue un modelo similar al de la Unión Europea.
Dada la balcanización actual de Internet, el desacoplamiento tecnológico en curso y el profundo escepticismo regional de las plataformas tecnológicas, se espera que los gobiernos de la región mantengan su enfoque de ciber soberanía para los datos. De hecho, lo más probable es que sigan buscando formas creativas de protegerlos y monetizarlos.
Respuesta de Estados Unidos al expansionismo tecnológico de China
Beijing reconoce que Estados Unidos es, sin duda, es la principal potencia militar en Medio Oriente y que mantiene una red de aliados de décadas en la región. Sin embargo, China está haciendo avances utilizando su diplomacia tecnológica para atraer a más países dentro de su esfera de expansión. En última instancia, esto influirá en la geopolítica regional sin la necesidad de una huella militar tradicional.
La diplomacia tecnológica de China se centra en el interés de las naciones de Medio Oriente en las nuevas tecnologías, como las redes 5G, las plataformas de datos en la nube y los vehículos eléctricos. El país espera apoyar estos esfuerzos sin los altos costos que pueden estar asociados con estas tecnologías, una combinación difícil que Beijing pionera y que brinda a los Estado-nación de todo el mundo.
Desde el Golfo hasta el Norte de África, Huawei es la principal herramienta diplomática y geoestratégica de China en la región. La compañía de telecomunicaciones está ayudando a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Egipto y Marruecos a construir sus propias redes 5G. Bajo el presidente Donald Trump, Estados Unidos presionó a Israel para que la excluyera y ejerció presiones similares a El Cairo, aunque este mostró cierta resistencia.
A pesar del cambio de tono y retórica de su predecesor, la administración Biden también priorizará la competencia de grandes potencias con China. La nueva administración puede negociar con los aliados regionales de Washington para disuadir al Consejo de Cooperación del Golfo y a Egipto de permitir que Huawei ingrese a sus redes 5G.
Medio Oriente y la carrera espacial
La tendencia geo tecnológica más inesperada de esta década será la carrera espacial entre las naciones de Medio Oriente. Históricamente, la carrera hacia las estrellas se consideraba más una cuestión de orgullo que de valor estratégico real. Sin embargo, esta visión ha cambiado fundamentalmente en los últimos dos años, con la creciente importancia del espacio como un dominio para que las naciones proyecten su poder, capacidades y aspiraciones hegemónicas.
Los EAU fueron noticia con el exitoso lanzamiento de su sonda Mars Mission Hope Probe en 2020, y la exitosa entrada a la órbita de Marte en febrero de 2021, convirtiéndose en la quinta nación en enviar con éxito una nave espacial a ese planeta. Esto sigue su ambicioso objetivo de construir la primera ciudad en Marte para 2117, posicionando a la nación del Golfo como una potencia espacial emergente, tanto a nivel regional como global.
Egipto está reinvirtiendo masivamente en su programa espacial. En 2019, lanzó Tiba-1, su primer satélite de comunicaciones, con la esperanza de lanzar otro en 2020 —en asociación con Space X—. El país también planea construir dos satélites con China y Alemania, a su vez, las aspiraciones espaciales tienen repercusiones mundiales: El Cairo ganó con éxito la candidatura para albergar la Agencia Espacial de la Unión Africana y aspira a enviar a su primer astronauta a la Estación Espacial Internacional a principios de la década de 2020.
A pesar de la campaña de ‘máxima presión’, Irán también está construyendo su propio programa espacial en estrecha cooperación con Rusia y China; el programa se centrará en las capacidades de reconocimiento espacial y la prueba de cohetes militares. El 9 de febrero, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció los planes de Ankara para aterrizar en la luna para 2023, el centenario de la República de Turquía y declaró que el país “tiene como objetivo construir un puerto espacial con ayuda internacional” y, en última instancia, competir en el campo del desarrollo de satélites de próxima generación.
En la década de 2020, la carrera espacial incluirá poderes regionales nuevos y antiguos. Egipto, Israel y Turquía ya han comenzado, mientras que los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita han avanzado recientemente en su infraestructura espacial. Estas naciones competirán para ejercer su poder en el espacio como reflejo de su estatura estratégica en la región.
Si bien los recursos energéticos en forma de petróleo y gas moldearon la geopolítica de región durante las últimas cinco décadas, la tecnología tendrá un impacto aún mayor en la dinámica regional en los próximos años. Además de las guerras de poder actuales, en la década de 2020 las naciones competirán en el espacio y ciberespacio, lucharán con drones y armas cibernéticas y aspirarán a ejercer la soberanía estatal sobre los datos de sus ciudadanos, lo que marcará el comienzo de una realidad completamente nueva para la región.
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Mohammed Soliman es Magíster en Servicio Exterior (MSFS) por la Universidad de Georgetown, Investigador No Residente del Programa de Ciberseguridad del Middle East Institute, y sus investigaciones se enfocan en la intersección de la tecnología y la geopolítica.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por MEI el 17 de febrero de 2021.