Por Nikolay Kozhanov para Middle East Institute
La continua inestabilidad del mercado mundial del petróleo no sólo reforzará la unidad entre los principales actores de la OPEP+, sino que les obligará a centrarse principalmente en garantizar sus propios intereses, antes de tener en cuenta los de sus consumidores.
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Las dos últimas reuniones de la OPEP+, la agrupación de los 13 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y 10 productores de petróleo no pertenecientes a la OPEP (entre ellos Rusia), generaron cierta intriga. La decisión del 3 de agosto de la organización ampliada de aumentar formalmente la producción en septiembre en 100.000 barriles diarios (bpd) y la posterior decisión, durante la reunión del 5 de septiembre, de reducir su producción en el mismo volumen suscitaron muchos interrogantes, entre estas, el de saber qué quería expresar exactamente la OPEP+.
Desde un punto de vista práctico, estos aumentos y reducciones menores no tenían ninguna importancia para cambiar el equilibrio real de la oferta y la demanda. En otras palabras, establecen un mensaje político. Pero, ¿un mensaje para quién?
La mayoría de los analistas ven la situación a través del prisma de la actual guerra rusa en Ucrania y el descontento de Occidente con los altos precios del petróleo. En parte, ven el comportamiento de la organización como un intento de los países del Golfo (en primer lugar, Arabia Saudí) de establecer un equilibrio entre Rusia y Estados Unidos: al principio, Arabia Saudí trató de escuchar las exigencias norteamericanas para aumentar la producción, pero luego cambió de opinión y la redujo, haciendo obviamente un favor a Rusia.
Otros afirman que fue una especie de bofetada al presidente estadounidense, Joe Biden, por parte de las monarquías del Golfo, descontentas con el cambio de rol de Washington en la región. Tales explicaciones no carecen de fundamento, pero parece que la verdad es mucho más sencilla: en las actuales condiciones del mercado, no es razonable que la OPEP haga movimientos bruscos para saturar el mercado o retire un número importante de barriles del mismo para complacer a alguien.
Caminando con cautela en un camino resbaladizo
El mercado vive actualmente una lucha intensa y sin precedentes entre los factores políticos y sistémicos (es decir, económicos) que determinan la dinámica de los precios del petróleo. Sumado, a que el resultado de esta lucha aún no está claro. Los factores políticos, como la guerra del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania, la inestabilidad en Libia y el hipotético fracaso de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, empujan los precios al alza. Mientras que los fundamentos del mercado, es decir factores económicos, están detrás de la tercera semana consecutiva, desde el 30 de agosto, en que los precios del petróleo tienden en gran medida a la baja.
Entre estos factores económicos, los más importantes son la reducción de la demanda china bajo la influencia de la pandemia en curso y la esperada ralentización del crecimiento económico mundial causada por los altos precios del petróleo y el gas natural y las interrupciones de la cadena de valor. En una situación normal, la influencia de los fundamentos del mercado en el comercio de hidrocarburos es siempre más fuerte que la de los factores políticos, y esa influencia suele ser a más largo plazo.
Sin embargo, el mundo vive actualmente tiempos anormales. Los factores políticos ya no son de corta duración: la agresión del Kremlin en Ucrania y los juegos de “armas petroleras” que la acompañan entre Rusia y Occidente repercutirán en el precio del crudo durante mucho tiempo, aportando una gran imprevisibilidad al mercado de los hidrocarburos.
Conjuntamente, los recientes informes publicados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la OPEP encendieron las discusiones al ofrecer conclusiones significativamente divergentes. En su evaluación, la AIE parte de la base de que, para satisfacer la demanda mundial de petróleo en el cuarto trimestre del año, la OPEP necesitará producir 29,16 millones de bidones por día (bdp), lo que está muy por debajo de la producción del grupo en agosto, de 29,35 millones de bpd. Mientras tanto, la propia OPEP asume que en el cuarto trimestre de 2022 necesitará superar en 500.000 bpd su nivel de producción de agosto.
Por sí misma, una discrepancia tan significativa no significa necesariamente que una de estas organizaciones perdiera todo contacto con la realidad. Por el contrario, sugiere que el futuro es actualmente tan imprevisible que múltiples escenarios pueden ser igualmente plausibles. En estas condiciones, los productores de petróleo sólo pueden avanzar a pequeños pasos, planificando sus acciones con no más de un mes de antelación y evitando tomar medidas drásticas.
Entretanto, ponerse del lado de Occidente contra Rusia podría tener un coste tangible para los productores del Golfo. La guerra de sanciones emprendida por Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados contra Rusia, así como la invasión de Ucrania por parte de Putin y el uso del arma energética rusa contra Europa, pueden hacer subir los precios del petróleo y el gas. Así, la decisión de la UE de imponer un tope de precios al petróleo ruso ya suscita muchas dudas entre los expertos del mercado. Si Rusia no cede, esta decisión puede retirar del mercado unos 2,4 millones de bpd de petróleo ruso. Estos volúmenes no pueden ser sustituidos instantáneamente. A su vez, la escasez de suministros de petróleo provocará un aumento de los precios, que se verá aún más estimulado por un probable aumento de la demanda de transporte en buques cisterna como consecuencia de los intentos de Rusia de reorientar sus flujos de exportación.
Al parecer, la UE y Estados Unidos querrían tener su parte y el todo, decir, crear problemas a Rusia y, al mismo tiempo, contener una posible subida del precio del petróleo aumentando la producción de petróleo de Medio Oriente. Sin embargo, los países del Golfo (junto con otros actores), que se alegran abiertamente de la llegada en abundancia de petrodólares, no terminan de entender por qué debieran asumir los costos de los esfuerzos europeos para presionar a Rusia en forma de pérdida de beneficios potenciales.
Por supuesto, este enfoque es algo miope. Los altos precios del petróleo conlleva casi inevitablemente las raíces de una futura caída y crisis de precios. Sin embargo, de nuevo en las circunstancias actuales, no es realista pensar en nada relacionado con el mercado del petróleo en intervalos de tiempo superiores a un año (o incluso a un mes), y las aventuras con super beneficios a corto plazo pueden quedar inmunes.
El oso ruso se queda
La situación actual del mercado sigue siendo imprevisible y a los principales actores de la OPEP no les interesa formar un bando antirruso. Incluso con las pérdidas de producción previstas, Moscú sigue siendo un gran productor cuya palabra puede ejercer una presión psicológica sobre el entorno de los precios.
Además, dadas las dificultades de producción de Rusia, siempre es posible amortizar los volúmenes de aumento de producción que la OPEP+ no pudo o no quiso aportar. Las monarquías del Golfo pueden alegar que, aunque estarían encantadas de apoyar al mundo con petróleo más barato, Rusia había vuelto a incumplir su cuota. En otras palabras, Rusia puede seguir sirviendo a los intereses de la misma organización.
Por último, los participantes de la OPEP no entienden muy bien por qué deben politizar la actual remodelación de las fuerzas económicas en el mercado mundial del petróleo. Debido al descuento histórico de su petróleo, Rusia creó efectivamente, un problema para Arabia Saudí, Irak e Irán en varios mercados asiáticos (principalmente en India y China).
No obstante, como contrapartida los productores de petróleo de Medio Oriente se desplazaron gradualmente, o tienen previsto hacerlo, al mercado europeo, donde Rusia ya se convirtió en persona non grata. No es necesario que se produzcan enfrentamientos políticos; en la mayoría de los casos, el balance de pérdidas y ganancias de cada una de las partes sigue siendo esencialmente pareja.
Sí, ¿podemos?
Por último, existe un factor técnico del que a la OPEP+ no le gusta hablar. La gran pregunta sigue siendo si la organización puede realmente aprovechar la situación del mercado utilizando sus propias capacidades de producción. Por un lado, ¿cómo es posible hablar de un fuerte aumento de la producción de la OPEP mientras los miembros de la organización siguen sin alcanzar sus volúmenes de producción declarados?
El incumplimiento de las cuotas se produce periódicamente. En algunos casos, incluso los principales actores, como Arabia Saudí, sufren estas deficiencias. En septiembre, la brecha de producción entre la cuota asignada y la producción real de los 10 miembros de la OPEP alcanzó los 1,23 millones de bpd, un volumen que habría sustituido una parte importante del petróleo ruso que hasta ahora iba a Europa
En el caso de la OPEP+, esta cifra es aún mayor. Según Reuters, la producción de la OPEP+ está actualmente es de unos 3,58 millones de bpd por debajo de la cuota total. Por otra parte, a pesar de que la organización tiene capacidad de producción sobrante (estimada en unos 2,2 millones a unos 2,7 millones de bpd), nadie intentó comprobar si los miembros (como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) serían capaces de mantener esta producción durante un periodo prolongado. Al mismo tiempo, al recurrir a estas reservas ahora, en interés de Estados Unidos y la UE, y los países de la OPEP sacrificaría su principal instrumento de influencia internacional: la capacidad de producción sobrante.
Mientras tanto, la crisis está lejos de haber terminado, y estos barriles libres pueden seguir siendo necesarios. Al final, poner a prueba las verdaderas capacidades de producción de los miembros de la OPEP+ reduciría la eficacia de la influencia psicológica de la organización en el mercado al exponer lo que sus participantes pueden hacer realmente. La incertidumbre sigue interesando a la OPEP+: mientras la organización pueda mantener el mito de su primacía en la producción de petróleo, incluso un ligero aumento o reducción de 100.000 bpd puede tener el efecto deseado a la hora de influir en el comportamiento del mercado.
En breve, el mensaje que la OPEP+ envió en agosto y septiembre puede descifrarse como la falta de voluntad del grupo de seguir los intereses de nadie más que los suyos propios, preservando los instrumentos clave de influencia del bloque para aquellos momentos en que los miembros de la OPEP realmente los necesiten.
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Nikolay Kozhanov es profesor asociado de investigación en el Centro de Estudios del Golfo de la Universidad de Qatar y becario no residente del Programa de Economía y Energía del MEI.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 22 de septiembre de 2022.