En algún momento a mediados de marzo de 2020, justo cuando la primera ola de la pandemia de COVID-19 cobraba impulso en todo el mundo, un grupo bastante inusual de personas en Kuwait se conectó a una llamada de Zoom para coordinar su respuesta a lo que sin duda serían tiempos devastadores e inciertos. Asistieron organizadores de la comunidad de migrantes locales, activistas de derechos humanos, profesionales de la salud, ejecutivos del sector privado y representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Para cualquiera que esté familiarizado con el activismo comunitario de base y las mejores prácticas actuales en ayuda humanitaria y para el desarrollo, esta escena no es única ni interesante. Sin embargo, en el contexto de Kuwait, el hecho de que estas personas estuvieran en la misma sala hablando juntas como iguales fue algo nuevo, incluso radical.