Por Batul K. Sadliwala para Middle East Institute (MEI)
En algún momento a mediados de marzo de 2020, justo cuando la primera ola de la pandemia de COVID-19 cobraba impulso en todo el mundo, un grupo bastante inusual de personas en Kuwait se conectó a una llamada de Zoom para coordinar su respuesta a lo que sin duda serían tiempos devastadores e inciertos. Asistieron organizadores de la comunidad de migrantes locales, activistas de derechos humanos, profesionales de la salud, ejecutivos del sector privado y representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Para cualquiera que esté familiarizado con el activismo comunitario de base y las mejores prácticas actuales en ayuda humanitaria y para el desarrollo, esta escena no es única ni interesante. Sin embargo, en el contexto de Kuwait, el hecho de que estas personas estuvieran en la misma sala hablando juntas como iguales fue algo nuevo, incluso radical.
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Amenazas y víctimas sin voz
La respuesta de Kuwait al COVID-19 reflejó dos concepciones de larga data sobre el papel y la posición de los no ciudadanos, en particular la de los trabajadores migrantes con salarios bajos en el país. La primera consiste en posicionar a los 3,3 millones de no ciudadanos, aproximadamente el 70% de la población de la nación, como una amenaza para la futura estabilidad socioeconómica y política. [1] Este punto de vista encuentra su expresión más explícita y extrema en la retórica xenófoba de figuras públicas como la ex diputada Safaa Al Hashem y la actriz Hayat Al Fahad. [2] Sin embargo, también es entrelazado de forma más sutil y pragmática a través de desarrollos sistémicos en las políticas laborales, migratorias y de ciudadanía desde mediados del siglo XX en adelante. Desde el descubrimiento del petróleo, fue necesario depender de una gran fuerza de trabajo migrante para sostener la aceleración repentina del desarrollo económico. Al mismo tiempo, las leyes de ciudadanía cada vez más restrictivas y la protección desigual de los derechos laborales, ejemplifican una concepción sobre los no kuwaitíes como una amenaza cultural y política.
La segunda concepción ve a los no ciudadanos, especialmente a trabajadores migrantes y domésticos con salarios bajos, como meras víctimas del sistema de explotación kafala. En las conversaciones cotidianas en un mercado, lo típico de este punto de vista es el uso del término árabe miskeen, que se traduce aproximadamente como ‘pobre’ al referirse a las malas condiciones de vida y de trabajo de los migrantes. Este punto de vista y las acciones que se derivan de él son más difíciles de criticar porque a menudo se hacen desde la buena fe. Sin embargo, son simplemente la otra cara de la misma moneda. Si bien parecen diametralmente opuestas, estas dos narrativas a menudo se manifiestan simultáneamente de maneras mucho más implícitas. Como resultado, independientemente de si los no ciudadanos son demonizados o elogiados, sus voces casi siempre quedan fuera de la conversación.
Kuwait, al igual que la mayor parte del mundo, estableció restricciones, toques de queda y otras medidas para mitigar la propagación del COVID-19. El país recibió elogios de la OMS por actuar con rapidez y decisión. [3] Sin embargo, en su ejecución, algunas de estas acciones ejemplificaron la visión del migrante como amenaza, así como un amplio desconocimiento de las experiencias vividas por la mayoría de los habitantes del país. Desde el principio fue evidente que la mayoría de la población no ciudadana sufriría la peor parte de la crisis. Si bien el sector público siguió pagando a sus empleados, el 74% de los cuales son ciudadanos kuwaitíes, los no ciudadanos que trabajan principalmente en el sector privado (96%) se arriesgaron a perder —y perdieron— su única red de seguridad: sus cheques de pago mensuales. [4] En mayor riesgo se encontró el gran número de inmigrantes de clase trabajadora que tienen pocos ahorros. La mayor parte de sus escasos ingresos se destina a las remesas y los gastos de manutención. El hacinamiento, los servicios municipales deficientes y un paisaje sub-urbanizado, provocaron que vecindarios como Mahboula y Jleeb Al Shuyoukh, habitados principalmente por migrantes de clase trabajadora, se convirtieran en placas de Petri de COVD-19 en los tres meses durante los cuales fueron aislados por completo. [5] El desglose de nuevos números de casos por nacionalidad presentado en las conferencias de prensa diarias del Ministerio de Salud durante los primeros tres meses de la crisis, también alimentó una tendencia a tomar como chivo expiatorio a los residentes no kuwaitíes.[6]
Desde la reapertura del aeropuerto en agosto, la prohibición contra los residentes no ciudadanos, no sólo de los turistas, que regresaran directamente de 34 países de ‘alto riesgo’ aumentó la incertidumbre para las miles de personas desamparadas por su trabajo y sus familias. Sólo quienes pudieron pagar el alto costo de un desvío de dos semanas en un tercer país como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) o Turquía regresaron. Recientemente se hizo una exención para los trabajadores domésticos. [7] Y aunque el aeropuerto y las fronteras terrestres se cerraron una vez más debido a la aparición de una nueva cepa del coronavirus, [8] el Reino Unido sólo fue agregado recientemente al listado formal. [9] Estados Unidos también está notablemente ausente de la lista de países de alto riesgo de la autoridad de aviación civil.
Escuchando una tercera vía
En su incapacidad para apoyar a los más vulnerables durante una crisis mundial, Kuwait está, por supuesto, lejos de ser el único. La pandemia expuso las fallas existentes en nuestras sociedades y puso a prueba la capacidad de las instituciones y de los tomadores de decisiones para gestionar las crisis de manera inclusiva y equitativa. En retrospectiva, tanto las fortalezas como las deficiencias de la respuesta kuwaití al COVID-19 eran predecibles. Sin embargo, para algunos dentro del pequeño pero vibrante sector de la sociedad civil del país, la forma de romper con este encuadre dicotómico y excluyente de los no ciudadanos como amenazas o víctimas es obvia: acercarse a ellos como iguales y aliados.
Volvamos a la llamada de Zoom del comienzo de este artículo. En contraste con su historia anterior al petróleo como un centro comercial cosmopolita, la vida en el Kuwait de hoy está altamente privatizada y estratificada por clase y nacionalidad. [10] La escasez de espacios verdaderamente públicos y una división suburbana entre áreas comerciales y residenciales significa que hay pocas oportunidades para que personas de diferentes ámbitos de la vida interactúen más allá del contexto comercializado del mercado o el lugar de trabajo. Quizás irónicamente, fue la exclusión de las reuniones en persona lo que permitió a grupos diversos encontrarse en el mismo ‘espacio’ virtual.
La reunión fue organizada por la Iniciativa en.v, una organización local sin fines de lucro dedicada a desarrollar la resiliencia comunitaria y la capacidad de la sociedad civil en el país. [11] Eleanor Burton, gerente de programas de en.v, describió cómo la organización aprovechó su red para reunir a partes interesadas del sector privado, organizaciones internacionales y de la sociedad civil a fin de coordinar una respuesta. Burton señaló que el objetivo era “asegurar que cualquier acción que tomara el grupo fuera guiada por el conocimiento y la experiencia de líderes de la comunidad migrante local”. Muy consciente de la naturaleza sin precedentes de la crisis, así como del riesgo de que la respuesta oficial tuviera dificultades para abordar las necesidades de los más vulnerables, el grupo recurrió a activistas de base para comprender los impactos emergentes. Esta simple decisión resultó fundamental para dar forma a su respuesta. Los informes de los organizadores de las comunidades filipina, india, nepalí, etíope, sierraleonesa y burkinés encontraron que, junto a la pérdida de ingresos, la seguridad alimentaria, habitacional así como el acceso a la atención médica serían desafíos críticos en las semanas y meses por delante. [12]
Además, a medida que el Ministerio de Asuntos Sociales y organizaciones benéficas locales establecieron plataformas de recaudación de fondos y registro para ayudar a los necesitados, se hizo evidente que personas solteras que no hablaran árabe, especialmente las mujeres, tendrían más dificultades para acceder a la asistencia mediante canales gubernamentales. Según Burton, esto se debió a varios factores agravantes relacionados con la forma en que el gobierno comunicó y organizó la ayuda. Como ejemplo, considérese el suministro de ayuda alimentaria. Los camiones con suministros de alimentos a menudo llegaban sin previo aviso a los vecindarios donde viven trabajadores de salarios bajos, conduciendo a la ley de la selva. La forma cómo se distribuyó esta ayuda, en areneros vacíos o en estacionamientos mientras sus destinatarios esperaban —o más bien se hacinaban— en largas filas desanimó a las mujeres solteras.
Si bien quienes distribuían la ayuda estaban generalmente equipados con máscaras y guantes, la ausencia de medidas de distanciamiento social durante la distribución fue otro factor disuasorio. Las plataformas oficiales de registro de ayuda se establecieron por primera vez en marzo y abril. Sin embargo, estas estaban sólo en árabe o requerían explícitamente que quienes buscaban asistencia se registraran como hogares tradicionales. Aunque algunas de estas deficiencias se rectificaron más tarde, la necesidad de inscribirse con un documento de identidad hizo que la ayuda gubernamental fuera inaccesible para quienes poseían permisos de trabajo vencidos y temieran ser arrestados y deportados. Burton observó que, si bien los funcionarios estaban ansiosos por responder, la falta de comunicación abierta con las comunidades de migrantes fue el impedimento clave para la entrega efectiva de ayuda. [13] Otro caso en el que la salud y las experiencias de vida de los trabajadores migrantes podrían haberse tenido mejor en cuenta fue el período de amnistía de abril. Si bien permitió que muchos trabajadores indocumentados salieran del país sin incurrir en multas, se informó que no se les realizaron pruebas de COVID-19 antes de su salida. [14]
Por el contrario, los grupos comunitarios más pequeños que se acercaron a sus colegas, vecinos y amigos encontraron formas mucho más efectivas y seguras de llegar a los necesitados. Los organizadores comunitarios que en.v pudo reunir, por ejemplo, fueron quienes realmente impulsaron la recaudación de fondos, identificación de beneficiarios y la entrega de ayuda. Otras partes interesadas, organizaciones sin fines de lucro ya establecidas, del sector privado y organizaciones internacionales, ofrecieron apoyo cuando fue necesario. [15]
Organizadores de las comunidades nepalesa, india y filipina, entrevistados de forma anónima como parte de un proyecto de historia oral, Neighborhood Tales: Kuwait Under Lockdown, (N.d.T: Cuentos del barrio: Kuwait bajo el confinamiento) arrojó más luz sobre cómo respondieron. Utilizaron una red de voluntarios integrados en las diferentes comunidades de migrantes para entregar ayuda alimentaria de puerta en puerta, en los vecindarios designados, a los hogares y las personas registradas para recibir ayuda. Esto hizo que fuera más fácil llegar a quienes estaban cansados o no podían hacer fila al aire libre. También, pudieron llegar a personas que no hablan árabe ni inglés, ya que los destinatarios se registraron para recibir apoyo poniéndose en contacto directamente con los organizadores de la comunidad. Esto a su vez redujo el riesgo de transmisión de COVID-19 al garantizar que cada voluntario pudiera rastrear fácilmente sus contactos dentro de un vecindario específico si fuera necesario. Ellos y otros grupos comunitarios, pudieron adaptar el paquete de alimentos básicos que recibiría una persona o un hogar según sus preferencias culturales. Más allá de la ayuda alimentaria, intentaron brindar apoyo emocional a las personas afligidas dentro de la comunidad. Es importante destacar que, en lugar de sólo servir a sus connacionales como lo harían generalmente, los organizadores locales buscaron activamente colaborar entre sí y alcanzar a la mayor cantidad de población necesitada dentro de lo que sus limitados recursos les permitieron. [16]
Junto a la escala del impacto socioeconómico del COVID-19 y las capacidades de la sociedad civil y las organizaciones de desarrollo en otros lugares, estos esfuerzos pueden parecer gotas en un océano. Sin embargo, para un lugar como Kuwait, estos procesos son indicios de un cambio incipiente, aunque tardío, en la forma en como los diversos grupos de activistas caritativos, civiles y de derechos del país se acercan a las comunidades a las que sirven. Otro ejemplo de esto se puede ver en la respuesta que dio Trashtag, un pequeño grupo de voluntarios apasionados por la conservación del medio ambiente en Kuwait, a la crisis. Carina Maceira, fundadora de la organización, hizo que su equipo se centre en la entrega de ayuda alimentaria en lugar de la limpieza de playas. En colaboración con otros grupos de voluntarios, Trashtag desarrolló una base de datos compartida de beneficiarios, lo que agilizó la logística y destinó fondos limitados a un uso eficiente. En última instancia, apoyaron a unos 500 hogares durante un período de tres meses. Más significativamente, la colaboración demostró ser una oportunidad para que Maceira y su equipo aprendieran cómo las realidades cotidianas de los más vulnerables de Kuwait se cruzaban con problemas más amplios de conservación ambiental. Por ejemplo, se dio cuenta de que el acceso a agua potable de grifo era un desafío para muchos trabajadores con salarios bajos cuyas viviendas, a menudo, tienen tuberías en mal estado y tanques de agua sucios. Su compromiso con la reducción de desechos hizo que Maceira se mostrara reacia a distribuir botellas de agua de plástico. En lugar de eso, buscó una solución creativa y sostenible: financiar la instalación de nuevos filtros de agua en los alojamientos de los trabajadores. También, describió cómo la experiencia expuso a sus voluntarios, por primera vez en muchos casos, a las luchas diarias que enfrentan los trabajadores migrantes. Eso cambió sus percepciones sobre cómo interactuar respetuosamente con los receptores de asistencia. [17]
Por ende, lo que distinguió el trabajo de organizaciones como en.v, Trashtag y muchas otras fue su capacidad y voluntad para trabajar desde abajo hacia arriba y escuchar cómo las poblaciones vulnerables describen sus necesidades. Dicho de otra manera, se acercan a ellos como socios iguales en la resolución de desafíos compartidos, no simplemente como trabajadores indefensos que buscan una limosna.
Un avance inclusivo
Pensando más allá de la respuesta al COVID-19 y la ayuda civil, la pregunta clave es si este cambio en la conceptualización del papel del migrante y el no ciudadano en Kuwait puede adaptarse a la búsqueda de una reforma social, económica y cultural más amplia dentro del país.
En agosto de 2020, la autora kuwaití y profesora de literatura inglesa y comparada de la Universidad de Kuwait, Mai Al Nakib, lamentó el estado del país en un ensayo publicado en Los Angeles Review of Books. A pesar de su pesimismo, la única solución que ofrece Nakib es que los kuwaitíes se levanten por sus propios medios. Al referirse a la composición demográfica del país, ella escribió: “Los migrantes no tienen nada que ver con eso”. [18] Dadas las realidades demográficas y políticas presentes e históricas de Kuwait, este ímpetu generalizado de pensar a los no ciudadanos como periféricos al futuro del país parece miope. Otros escribieron elocuentemente sobre la necesidad de abolir el sistema de kafala; sobre cómo en la raíz de las experiencias de los no ciudadanos con el COVID-19 en Kuwait se encuentran las desigualdades perpetuadas por dicho sistema, y cómo obstaculiza el desarrollo económico del país. [19] Sin embargo, si bien ese es un primer paso esencial, puede que no sea suficiente si su reemplazo no tiene en cuenta las voces, los conocimientos y las experiencias de la diversa población no ciudadana de Kuwait.
Los pasos concretos que se pueden tomar para facilitar el diálogo, incluyen medidas como garantizar que las agencias gubernamentales tengan la capacidad de mantener una comunicación continua con el público en varios idiomas —además del inglés y el árabe—. También, se necesitan esfuerzos para reconfigurar cómo el Ministerio de Interior y el Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo se relacionan con las organizaciones de la comunidad de migrantes, muchas de las cuales operan como colectivos informales de base. Por ahora, la agenda oficial de desarrollo para los próximos quince años, Nuevo Kuwait 2035, hace referencia a los trabajadores migrantes sólo en el contexto de la creación de ciudades laborales especiales e instalaciones sanitarias. [20] Sin embargo, aunque enmarcar a los residentes no ciudadanos dentro del lente dicotómico de amenaza o víctima es ciertamente conveniente desde el punto de vista político, también podría dejar pasar la oportunidad de un crecimiento verdaderamente sostenible, inclusivo e innovador.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Batul K. Sadliwala es Magíster en Derecho y Diplomacia de la Escuela Fletcher de la Universidad de Tufts y trabaja en el sector de la filantropía empresarial kuwaití apoyando programas destinados a mejorar la educación y los resultados del empleo juvenil en el mundo árabe.
N.d.T.: El artículo original fue publicado el 12 de enero de 2021 por Middle East Institute.
[1] Gobierno de Kuwait, Autoridad Pública de Información Civil (PACI), “Indicadores del mercado de población y trabajo”, 31 de diciembre de 2019, https://www.paci.gov.kw/stat/StatIndicators.aspx .
[2] “La crisis de COVID-19 está alimentando más discurso racista hacia los trabajadores migrantes en el Golfo”, Migrant-rights.org, 5 de abril de 2020, https://www.migrant-rights.org/2020/04/the -covid-19-crisis-está-alimentando-un-discurso-más-racista-hacia-los-trabajadores-migrantes-en-el-golfo /
[3] “La OMS elogia la rápida respuesta de Kuwait a la pandemia de coronavirus”, Times Kuwait, 18 de abril de 2020, https://www.timeskuwait.com/news/who-praises-kuwaits-swift-response-to-coronavirus-pandemic/
[4] Autoridad Pública de Información Civil, “Indicadores de población y mercado laboral”.
[5] Sharifa Alshaifan, “COVID-19 en Kuwait: cómo la mala planificación urbana y las políticas divisivas ayudaron a propagar el virus”, Blog de la London School of Economics, 16 de septiembre de 2020, https://blogs.lse.ac.uk/covid19 / 2020/09/16 / covid-19-en-kuwait-cómo-la-mala-planificación-urbana-y-políticas-divisivas-ayudaron-a-la-propagación-del-virus / .
[7] Abdulla Alkhonaini, “How Covid-19 Stress-Tested Relations between Residents & Citizens in Kuwait” , Foro Internacional del Golfo , 29 de abril de 2020, https://gulfif.org/how-covid-19-stress-tested- relaciones-entre-residentes-ciudadanos-en-kuwait / # _ ftn21 ; y el Ministerio de Salud de Kuwait, https://www.instagram.com/kuwait_moh/
[8] “Kuwait permite que los trabajadores domésticos regresen a partir del 7 de diciembre”, Gulf News, 1 de diciembre de 2020, https://gulfbusiness.com/kuwait-allows-domestic-workers-to-return-from-december-7/
[9] “Kuwait cierra la frontera, suspende vuelos hasta el 1 de enero”, Reuters , 21 de diciembre de 2020, https://www.reuters.com/article/health-coronavirus-kuwait-idUSS8N2HR02S
[10] “La autoridad de aviación civil de Kuwait agrega al Reino Unido a su lista de países de alto riesgo”, Reuters, 20 de diciembre de 2020, https://www.reuters.com/article/healthcoronavirus-kuwait-flights/kuwait-civil-aviation -authority-agrega-uk-a-su-lista-de-países-de-alto-riesgo-idUSL8N2J00BN. Véase también “Kuwait para suspender vuelos directos hacia y desde Gran Bretaña”, Kuwait Times, 3 de enero de 2021, https://news.kuwaittimes.net/website/kuwait-suspends-direct-flights-to-… .
[11] Farah Al Nakib, Kuwait transformado: una historia del petróleo y la vida urbana (Stanford, CA: Stanford University Press, 2016).
[12] “About Us”, The en.v Initiative, consultado el 22 de diciembre de 2020, https://www.envearth.com/who-we-are
[13] Eleanor Burton (directora del programa en en.v) en conversación con el autor, octubre de 2020.
[13] Ibíd.
[14] “La amnistía de Kuwait brinda un respiro arriesgado para algunos trabajadores migrantes”, Migrant-Rights.org, 10 de abril de 2020, https://www.migrant-rights.org/2020/04/kuwaits-amnesty-provides-a -Riesgo-indulto-para-algunos-trabajadores-migrantes /
[15] Burton.
[16] Organizador comunitario en entrevista para “Neighborhood Tales: Kuwait Under Lockdown”, la iniciativa en.v, nd https://www.envearth.com/neighborhood-tales
[17] Carina Maceira (fundadora de Trashtag) en conversación con el autor, octubre de 2020.
[18] Mai Al Nakib, “Te destierro: Reflexiones sobre Kuwait”, Blog Los Ángeles Review of Books , agosto de 2020, https://blog.lareviewofbooks.org/essays/banish-reflections-kuwait/
[19] Véase, por ejemplo, Faisal Hamadah, “COVID-19 and Kafala”, MR Online, Monthly Review Foundation, 17 de agosto de 2020, https://mronline.org/2020/08/17/covid-and-kafala/ ; y Oliver B. John, “COVID-19 and Migrant Laborers in Kuwait”, Middle East Institute, 17 de noviembre de 2020, https://www.mei.edu/publications/covid-19-and-migant-laborers-kuwait
[20] Government of Kuwait, New Kuwait 2035, consultado el 22 de diciembre de 2020, http://newkuwait.gov.kw/plan.aspx